Este 27 de septiembre, en un contexto anómalo y excepcional —excepcional por su carácter plebiscitario y constituyente, y anómalo porque no deberíamos aceptar con tanta normalidad que tanta gente acumule tanto sufrimiento y que suban los límites del paro y las desigualdades fruto de las políticas de distintos gobiernos, también las de esta Generalitat — , se generaron unos resultados electorales que exigieron un compromiso para seguir el camino irrenunciable hacia la plena libertad política de este país.
Libertad política para un país que no quiere volver a ver a su gente sufrir nunca más
Desde el día siguiente al 27 de septiembre, la CUP — Crida Constituent empezó a trabajar para garantizar el cumplimiento del inequívoco mandato democrático surgido de las urnas y agilizar el inicio del proceso a hacia la República Catalana. Ruptura democrática, plan de choque de emergencia y urgencia social y proceso constituyente popular y no elitista, que no dependa de nada que no sea la voluntad inequívoca de la mayoría social de este país.
El triple reto hacia un futuro radicalmente nuevo, hacia la justicia social y hacia una nueva configuración de las relaciones de poder. Hay que dejar detrás la Catalunya subordinada, como también la Catalunya de los recortes, las privatizaciones y la corrupción. Porque ni el futuro ni el presente pueden parecerse al pasado.
Cuando se constituyó esta Cámara, Julià de Jòdar dijo: «La tarea principal de este parlamento será resolver el conflicto en los mismos términos democráticos, pacíficos y sostenidos de los movimientos que le han conferido la mayoría democrática y la legitimidad moral para fundar un nuevo modelo ético, jurídico y político basado en la libertad, la igualdad, y la justicia social para nuestro pueblo».
Y justamente eso es lo que hacemos desde el mismo día 28 de septiembre a primera hora. Y el primero de los resultados es esta declaración. Que no es ninguna DUI, todavía, pero sí un acto de soberanía, democracia y dignidad. Y que para nosotros es, ante todo, un acto de ruptura.
Ruptura con la legalidad que nos niega la posibilidad de ser un pueblo, ante la imposición españolista que imposibilita los derechos sociales más básicos y ante el fundamentalismo constitucionalista de un régimen que entierra nuestros sueños. La legalidad convertida en búnquer se impone a la legitimidad de nuestra razón democrática y a nuestra esperanza social.
Una autonomía que, ahogada financieramente y sometida a condiciones de usura, imposibilita ningún plan de choque que permita afrontar las necesidades de una mayoría social que malvive sin poder realizar su derecho universal a vivir una vida que merezca ser vivida.
Y, como nunca dejamos de hacerlo, en este largo camino hacia la plena libertad política, recordamos a todas las que nos precedieron en la lucha. Porque ha sido un camino de resistencia, desobediencia y motivación. Y en este camino, el papel de las personas anónimas ha sido imprescindible: anónimas, sencillas, invisibles. Todas y cada una de las letras de esta declaración son un reconocimiento a ellas: un tributo a tanta perseverancia, a tanta dignidad y a tanta herencia recibida.
A las niñas que iban a trabajar a la fábrica, como Elionor, subidas a una caja de madera para poder llegar al telar. A esas mismas niñas que en la escuela les decían que su lengua no merecía ser hablada ni pensar en ella. Y ellas no lo entendían, pues la lengua en la que les hablaba su madre, cansada de tanto trabajar, podía ser tan pisada.
También lo entendieron así las madres y padres de Santa Coloma de Gramenet, que exigieron una escuela pública que no segregase a sus hijos según su lengua de origen.
Así, a aquellos obreros del metal, llegados de tierras lejanas, a los que los sádicos torturadores de la Via Laietana –aquellos a quienes la transición garantizó su impunidad– nunca perdonaron que vinieran aquí no solo a trabajar, sino también a contribuir a conseguir todas las libertades negadas.
A quienes han sufrido en silencio la humillación, a quienes han tenido miedo, a quienes aún temen manifestarse y expresarse, porque peor fue el miedo inoculado a esta gente.
A quienes han arado la tierra amando todos y cada uno de sus rincones. A quienes han sido privados de libertad por luchar para defender de los derechos colectivos. A aquellas que han llegado en los últimos años huyendo de la miseria de la globalización neoliberal: bienvenidas a vuestra casa si es que hay casas de alguien, bienvenidas a nuestra casa, donde la diversidad es riqueza, patrimonio y refugio, y no problema, como algunos, por muy altos que sean, quieren hacer ver en su bajeza ética y moral.
A todas y cada una de las personas que saben y sienten que ha llegado el momento de escribir un nuevo capítulo en la historia de este país. Un nuevo capítulo que empieza a escribirse con tres voluntades muy claras: la de no romperlo entre las paredes de ninguna institución; la de sumar las mayorías más amplias posibles, y la de no convertir esta mayoría en adhesión pasiva, sino en un pueblo activo comprometido para articular un sujeto, de tipo popular y de composición amplia, que sea el auténtico protagonista del cambio y la transformación.
Por ello anunciamos la apertura de un proceso constituyente no subordinado; por ello anunciamos la tramitación de tres leyes, las primeras de las muchas que vendrán, que serán clave para articular la legalidad que deberemos insertar en el nuevo ordenamiento jurídico-político y en las nuevas instituciones que nos permitan gobernarnos.
Por eso anunciamos la desconexión democrática con el estado español. Porque estamos llevando a cabo un ejercicio democrático que requiere que no se someta a la voluntad de un estado que no nos representa. Porque el futuro de este pueblo debe decidirlo su gente y nadie más: sin amenazas, sin imposiciones, sin miedo. Porque la democracia es la voluntad de la gente, y la democracia es garantizar que lo que se legisla con arreglo a los intereses de la mayoría no puede revocarlo ni prohibirlo ninguna otra instancia.
Por ello llevamos a esta cámara una primera propuesta de medidas para blindar derechos fundamentales. Una propuesta limitada, que parte de la mayoría que tenemos. Que nace de la voluntad popular que se manifestó en las urnas el 27 de septiembre. Una mayoría que querríamos más inequívocamente independentista y de izquierdas. Más feminista. Más ecologista. Más solidaria. Pero que, en todo caso, es la mayoría de la que debemos partir para conquistar más derechos.
Un anexo para todo un futuro: ILP de Pobreza Energética para un invierno sin frío, ni sed, ni oscuridad; ningún desahucio sin realojo; un país sin ley Wert ni ley mordaza; el fin inmediato del apartheid sanitario; el inicio de la renegociación de la deuda que hipoteca el futuro y engorda voraces mercados; la batalla contra la LRSAL en defensa del municipalismo que vertebra el país, la solidaridad efectiva y el humanismo inmediato, y el derecho al aborto.
Porque no tendríamos que afirmar ahora que la vivienda, el agua, la electricidad y la energía deben considerarse derechos fundamentales. Sin embargo hay que decirlo, y defenderlos y protegerlos. Porque el acceso universal a la sanidad nunca puede vetarse, y menos cuando el apartheid sanitario es una vulneración flagrante y tolerada de los derechos humanos.
Porque hay que detener las privatizaciones de los centros de atención primaria. El derecho a la salud, en esta nueva República que vendrá, tendrá que ser un pilar fundamental, y por ello necesita ser blindado de todos aquellos intentos que pretenden hacer de nuestros derechos y de nuestro patrimonio mercancías que solo sumen en las cuentas de beneficios de unos pocos.
Porque también defendemos la libertad de expresión y manifestación, y denunciaremos unos excesos policiales que no deben tener lugar en una República libre y justa.
Porque este
pueblo no se merece la ley Wert. Ni la respetamos ni la acatamos.
Porque la educación es un derecho fundamental: pública, en catalán, que no segregue por género ni financie escuelas elitistas. La que hoy también reclama superar la LEC y trabajar por un nuevo marco que responda a la voluntad de que la educación no sea una mercancía ni un concierto de equilibrios, sino un espacio de pedagogía activa y crítica, que forme personas libres.
Y porque es urgente recuperar la autonomía robada a nuestros ayuntamientos, bastión del cambio político y social que vendrá, de igual manera que hay que dar respuesta humanitaria a las crisis generadas por estos ejércitos, a los que, lamentablemente, por otra parte, todavía contribuimos a financiar con recursos tan necesarios para los derechos fundamentales.
Y porque también es urgente recuperar la soberanía del cuerpo de las mujeres y dar un primer paso para recuperar la soberanía económica, entendida como la capacidad para decidir sobre todo lo que es fundamental para la reproducción de la vida, absolutamente entregada a la oligarquía financiera y, a nuestro entender, a una Unión Europea que ha sido gestada para negar toda posibilidad de articular un sistema alternativo al capitalista.
Estas son medidas imprescindibles, de aplicación inmediata, de ejemplaridad, de necesidad indiscutible. De mensaje contundente, claro e irrenunciable.
Del país que ya queremos ser: un país del que no tengamos que avergonzarnos cada día. No son medidas de nuestro proyecto anticapitalista, ni tan solo de transformación. Tampoco son medidas de programa, sino de urgencia.
También sirven de espejo: este es el país que tenemos. Sobre todo, no son medidas que puedan dejarse de lado, sea el que fuere el alcance del conflicto que impliquen con el estado español. Hoy también proclamamos nuestra insubordinación democrática: nada ni nadie impedirá que combatamos las pobrezas, que seamos solidarios, que defendamos las escuelas y los hospitales ni que nos autodeterminemos libremente.
Así pues, mediante esta declaración,
Nos dirigimos a todas las naciones con estado para decirles que solo aspiramos y reclamamos lo que deseamos y anhelamos para todos los pueblos del mundo: libertad, justicia y democracia.
A todas las naciones sin estado, porque esperamos que nuestro camino hacia la libertad sea una esperanza para vosotros.
También nos dirigimos al estado español, con el que, un día u otro, habrá que llevar a cabo un ejercicio evidente de reparto de activos y pasivos.
Nos dirigimos a su ejecutivo, a su ejército y a sus tribunales: que nos miren a los ojos y que sientan nuestros latidos, para que vean un pueblo alegre, vivo y combativo que quiere poder ser. No verán golpistas, ni partidarios de autoritarismos ni imposiciones. Solo verán a alguien que ha decidido, democráticamente, ejercer de forma plena las condiciones de su libertad.
Y nos dirigimos a los pueblos del estado español, para que vean en nosotros la fraternidad expresada en forma de coraje. Nuestro internacionalismo reclama la soberanía para poder desplegarse en su plenitud.
Siempre estaremos al lado de quienes también creen que es necesario un nuevo régimen político, económico y social para todos y cada uno de los pueblos del estado. Pero solo podremos estar ahí de verdad si podemos ser libres, para estar ahí de forma plena.
Y nos dirigimos a la gente que hoy lleva un mundo nuevo en sus corazones, porque aunque hoy no lleguemos a la nueva sociedad que queremos, damos un primer paso hacia la República Catalana, un primer paso para combatir las desigualdades y exclusiones por motivos de clase, origen o género, y construir así una sociedad de iguales.
Y nos dirigimos a toda la población: hoy abrimos la puerta a nuevos protagonismos sociales, y tenemos la oportunidad de que las luchas, los movimientos sociales, la riquísima red organizada del país asuman el reto de sentar nuevas bases para el sistema político y social. Nunca más un país sin su gente: se acabó el tiempo de las elites.
Y lo hacemos desde los Países Catalanes. A quienes aún no hay cámara alguna que reconozca como lo que son, el auténtico sujeto político. El auténtico proyecto de transformación. Por eso, de manera simultánea a esta declaración, vamos a trabajar por la construcción nacional. Porque, de igual manera que la resistencia nos ha permitido llegar hoy hasta aquí, la convicción de que el país debe ser entero y que no solo se expresa en una de sus partes nos permitirá culminar el derecho de cualquier pueblo a su plena autodeterminación. Porque Somos Países Catalanes.
En el pleno de enero de 2013 reivindicamos nuestra soberanía plena. Así, el Parlamento solicitó una consulta vinculante que permitiera conocer la voluntad del pueblo.
El estado español, a través de su Tribunal Constitucional, impidió ese referéndum, que finalmente no pudo llevarse a cabo. Pero ahora hace un año que dos millones de personas desafiaron al régimen y votaron en uno de los actos de desobediencia civil más masivos de la historia reciente de Europa. Un año desde que el Tribunal Constitucional, que quería desautorizar la expresión democrática de nuestro pueblo, quedó desautorizado de manera definitiva por este mismo pueblo. Hoy, este Parlamento lo declarará deslegitimado y sin competencia.
Ahora, tras más de dos años, y tras continuadas demostraciones masivas de reclamar el ejercicio democrático, la cámara catalana, aún sigue ejerciendo nuestra representación política bajo la amenaza de la represión por parte de quienes siguen controlando los aparatos de este estado español.
Esta cámara llevará hoy a cabo un ejercicio de democracia, porque va a sentar las bases que deberán permitir devolver la plena soberanía a este pueblo. Y lo avalan los resultados del 27 de septiembre, que serán mejores en el futuro referéndum de ratificación del proceso constituyente y de proclamación de la nueva República Catalana. Cuenta también con el aval de toda la legalidad del Derecho internacional, que reconoce el derecho de todos los pueblos a autodeterminarse. La que evidencia de forma contundente que, si un estado lo niega de forma reiterada, solo deja la posibilidad de la su materialización en la vía del hecho democrático.
Os presentamos, pues, la propuesta de declaración propuesta conjuntamente con Junts pel Sí, en un ejercicio de unidad de acción práctica, de verdad concreta.
Anunciamos también que la presentada por Catalunya Sí Que Es Pot, aunque ha sido mejorada, a nuestro entender, per haber admitido algunas de nuestras enmiendas, no recibirá nuestro apoyo porque no recoge lo fundamental: el elemento de no subordinación imprescindible para materializar, ahora y aquí, ningún plan de rescate ciudadano. Esta autonomía, ahogada financieramente y recortada política y jurídicamente, ha dejado de ser un marco válido para decidir sobre todo lo que nos afecta. La autonomía ya es, para la gran mayoría, lo que la izquierda independentista siempre denunció: un instrumento subordinado al estado, completamente inútil para gobernarnos como pueblo. El estado, la monarquía y el autonomismo no sirven a las clases populares.
Estamos convencidas de que solo haciendo irreversible el camino hacia este nuevo país haremos irreversible la ampliación de su defensa. Y lo haremos con los valores del republicanismo como nueva forma de entender la relación de la gente con el poder y para establecer una nueva ética pública basada en la decencia.
Salud y república.