Fren­te a la mesa. En nom­bre de ¿qué dios?

Ni Yah­vé, ni Alá, ni el mis­mo Dios gobier­nan el mun­do. A los dio­ses les han crea­do y ele­gi­do los más pode­ro­sos del mun­do, a tra­vés de los tiem­pos, para que, a tra­vés del mie­do, pue­dan impu­ne­men­te des­truir a los más débi­les. (Kar­buts dic 2010)

Me encuen­tro sen­ta­do fren­te a la mesa de un enor­me des­pa­cho. Ella, la mesa, tam­bién es gran­dio­sa. Y más aún lo es la que está de cara a los ven­ta­na­les. Como el tri­ple de esta en la que apo­yo mis codos.

La más gran­de es para cuan­do me reúno con gen­te de los minis­te­rios, sobre todo el del inte­rior y el de jus­ti­cia. Reco­noz­co que quien más acu­de a mi des­pa­cho es el pre­si­den­te del gobierno, del par­ti­do polí­ti­co que está en el poder. Calla­do que­da dicho que es de dere­chas. Fal­ta­ría más. Son los que quie­ren orga­ni­zar al pue­blo en nom­bre de su dios y en bene­fi­cio propio.

En este momen­to, la tar­de está lo sufi­cien­te­men­te avan­za­da como para que no espe­re visi­ta algu­na… Por fin he toma­do la plu­ma y el cua­derno. Ha pasa­do mucho tiem­po des­de que lo hice por últi­ma vez. Pue­de que se tra­te de un inten­to de sin­ce­rar­me con­mi­go mis­mo. Pero úni­ca­men­te lo sabré al final. Sé que todo ha comen­za­do con las pala­bras de des­pre­cio de mi hijo Andrés hacia las labo­res que reali­zo en lo que se lla­ma Audien­cia Nacional.

Fue crea­da el año 77. Muchos auto­res, y yo mis­mo sin escri­bir­lo, reco­no­ce­mos que esta Audien­cia Nacio­nal no es más que la suce­so­ra de Tri­bu­nal de Orden Públi­co de la épo­ca fran­quis­ta «para juz­gar deli­tos de terro­ris­mo y otros de ámbi­to esta­tal».

Es cier­to que no pue­do que­jar­me de haber con­se­gui­do el pues­to que ocu­po como juez den­tro de esta Audien­cia, o mejor dicho Audi­to­rio, lugar don­de se oye, más que escu­cha, pero sobre todo en el que se deci­de sobre la vida de las per­so­nas, don­de se las con­de­na a gra­ves penas.

-Con­fun­dís todo. –Me ha dicho mi hijo- Voso­tros no os limi­táis a escu­char, sino que con­de­náis. Sí. Escu­chas a quie­nes están en el poder, a quie­nes entran por tus puer­tas tra­se­ras. Pero a quie­nes entran cus­to­dia­dos, por la puer­ta delan­te­ra, a esos les con­de­náis irremisiblemente.

(Y mien­tras Andrés habla­ba miran­do fija­men­te a su padre, su cora­zón le decía: «Ese es mi padre» «Mi vida pro­ce­de de él; la car­ne que cubre mis hue­sos es suya, el pan con que me ali­men­to vie­ne de esos horro­res» (R.L.Stevenson)

En mi des­pa­cho ten­go la puer­ta de entra­da, la que da al pasi­llo, por don­de entran los dete­ni­dos con la poli­cía. Y en oca­sio­nes algún abo­ga­do. Pero a mi espal­da, a dere­cha e izquier­da hay sen­das puer­tas. Por una de ellas, muchas veces sin lla­mar entra el pre­si­den­te del par­ti­do en el poder. De dere­chas, cla­ro. Si no lo es por las siglas, lo es de posi­cio­na­mien­to polí­ti­co fren­te a todo lo que le lle­ve la contraria.

Gri­ta exasperado.

-Quie­ren des­truir la Patria. La que tan­to cos­tó a Fran­co librar­la de incré­du­los y paga­nos. A esos cua­tro tie­nes que con­de­nar­los a la per­pe­tua… Que todos esos mal­he­cho­res sepan lo que somos capa­ces de hacer.

Se sien­ta. Rojo de cóle­ra. Por­que ante mí se atre­ve a decir lo que no es capaz de mani­fes­tar en públi­co. Cono­ce mis pen­sa­mien­tos, pero tam­bién sabe que es el mie­do el que me está hacien­do obe­de­cer. Es duro enfren­tar­se a quien se cree envia­do por Dios, Alá, o Jehová.

Por la otra puer­ta acos­tum­bra­ba a entrar el minis­tro de jus­ti­cia o del interior.

Son minis­tros de cas­ti­go. Colo­ca­dos en esos pues­tos, al igual que yo mis­mo, por el envia­do de dios, el Pre­si­den­te del Par­ti­do en el Poder.

Hoy han veni­do a lo mis­mo, a for­zar­me para que con­de­ne a los cua­tro dete­ni­dos. Me exi­gen que les impon­ga cade­na perpetua.

Estos mis­mos minis­tros han vuel­to al de un rato, acom­pa­ña­dos de poli­cías y guar­dias, y les dicen que hablen, y tiran sobre mi mesa pape­les con­de­na­to­rios, y recor­tes de perió­di­cos, y mani­fes­ta­cio­nes, con­fe­sio­nes que los mis­mos guar­dias dicen haber escu­cha­do y transcrito.

El minis­tro del inte­rior me ha traí­do una pági­na con el artícu­lo tres del códi­go civil:

Las nor­mas se inter­pre­ta­rán según el sen­ti­do pro­pio, de sus pala­bras, en rela­ción con el con­tex­to, los ante­ce­den­tes his­tó­ri­cos y legis­la­ti­vos, y la reali­dad social del tiem­po en que han de ser apli­ca­das, aten­dien­do fun­da­men­tal­men­te al espí­ri­tu y fina­li­dad de aquellas

-Lo cual, con­ti­nua gri­tan­do el minis­tro, nos per­mi­te tener en cuen­ta otros cri­te­rios, espe­cial­men­te el teleo­ló­gi­co, ten­den­cial o finalista.

Es en ese ins­tan­te cuan­do me vie­ne a la memo­ria las pala­bras que mi hijo Andrés me ha lan­za­do esta mañana:

Si juz­gar es peca­do, y está prohi­bi­do por la ley de los dio­ses, ¿Cómo mi padre se ha con­ver­ti­do en Juez? ¿Cómo pue­de hacer nego­cio del peca­do? ¿Por­que era dis­tin­gui­do lla­mar­se juez? Lee tu evan­ge­lio, padre, tú que eres cató­li­co, el de Lucas y el de Mateo… no juz­guéis y no seréis juz­ga­dos; pues con el jui­cio que juz­gáis seréis juz­ga­dos, y con la medi­da que medís, se os medi­rá a vosotros.

El minis­tro se mar­cha­ba para salir con su habi­tual por­ta­zo; pero en esta oca­sión acer­có su apes­to­sa boca a mi oído, para indicarme:

-Si esto no sale bien, ya sabes lo que te espera…

-Tú, papá, cono­ces de sobra que estos, los cua­tro dete­ni­dos, sí, los de ETA, fue­ron a dia­lo­gar con el Gobierno, y se habían pues­to de acuer­do para hacer­lo en Oslo.

-¿Y?

- Que el gobierno al que repre­sen­tas no acu­dió a la cita. Sim­ple­men­te se puso de acuer­do para saber quié­nes iban a ir; cono­cer a los res­pon­sa­bles de ETA que en aquel momen­to esta­ban dis­pues­tos a dia­lo­gar. A estos mis­mos, el gobierno de Oslo les man­dó lue­go que salie­ran del país. Pero todo esto esta­ba pre­vis­to. ¿Por qué no les detu­vie­ron enton­ces? –Mi hijo baja la voz, como si estu­vie­ra ago­ta­do- Tu gobierno los ha teni­do como rehe­nes, duran­te todo este tiem­po. Sabía per­fec­ta­men­te, a cada ins­tan­te, dón­de se encon­tra­ban. Los han dete­ni­do cuan­do a tus gran­des jefes les ha pare­ci­do que eso le podría pro­du­cir más votos en las elecciones.

Y ter­mi­na entre­gán­do­me un papel con estas anotaciones.

La poli­cía fran­ce­sa atri­bu­yó el año 2005 a Ramón Sagar­za­zu, labo­res de pre­pa­ra­ción de las nego­cia­cio­nes entre ETA y el Gobierno Español.

Iratxe Sor­za­bal, jun­to a Josu Urru­ti­koetxea y David Pla, par­ti­ci­pó en las nego­cia­cio­nes de PAZ de Oslo.

Tam­bién les sitúan como las voces que leye­ron el comu­ni­ca­do del cese defi­ni­ti­vo de la vio­len­cia el 20 de octu­bre del 2011. (El Mun­do – EFE – Noti­cias de Navarra)

Según El Con­fi­den­cial, Iratxe, Josu y David estu­vie­ron en Oslo des­de prin­ci­pios del 2012, espe­ran­do a los nego­cia­do­res del gobierno espa­ñol, que nun­ca lle­ga­ron. Por eso pre­ci­sa­men­te el gobierno de Norue­ga les man­dó salir del país.

Norue­ga des­mien­te que el Gobierno Espa­ñol haya man­te­ni­do con­tac­tos en Oslo con ETA (20 minu​tos​.es)

Esta mis­ma tar­de se han abier­to súbi­ta­men­te las dos puer­tas detrás de mi mesa de des­pa­cho, la de los minis­tros y la del pre­si­den­te del gobierno, acom­pa­ña­dos de poli­cías y guardias.

Con qué indig­na­ción y des­pre­cio me han cita­do –cla­ro que leyen­do pági­nas escri­tas por sus laca­yos- todo tipo de leyes, argu­men­tos y sentencias.

Jus­to me había dado tiem­po para guar­dar en el cajón las pági­nas de los dia­rios que, saca­dos por inter­net, me había deja­do mi hijo Andrés.

Es cla­ro que no creen ni en su pro­pio dios, del que alar­dean, sino que bus­can úni­ca­men­te sus intere­ses per­so­na­les, ganar las elec­cio­nes pró­xi­mas; y para ello, quie­ren con­de­nar pre­ci­sa­men­te a los más fáci­les de encon­trar, a quie­nes han bus­ca­do la paz y el con­sen­so a cara des­cu­bier­ta. Sí, des­de el cin­co de sep­tiem­bre de 1987 en Argel.

Lo ten­go cla­ro. Hoy mis­mo dejo la judi­ca­tu­ra española.

¿Será un ejem­plo para jue­ces, la acti­tud del padre de Andrés?

26 de octu­bre del 2015

Fer­min Gongeta

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