Borra­dor sobre ten­den­cias del capi­ta­lis­mo, apun­tes para una posi­ble estra­te­gia (revi­sión II)

África

  1. Como mínimo, África guarda el 40% de las materias primas minerales del mundo lo que nos da una idea exacta de su importancia. La política imperialista de «caos controlado» oficializada en 2006 dio paso en 2008 al AFRICON, brazo de la OTAN en África, que tiene la misma función que tuvo la Escuela de las Américas: formar y armar a los ejércitos autóctonos para que aseguren el orden del capital sin que tengan que intervenir los ejércitos imperialistas en todo momento y lugar. Pero hasta ahora no ha detenido la penetración de los BRICS y menos aún de China que mantiene relaciones valoradas en alrededor de 210.000 millones de dólares mientras que las de Estados Unidos solo 90.000. Tampoco ha detenido la ola al alza de resistencias populares, y menos aún el crecimiento de organizaciones armadas algunas de las cuales cumplen funciones objetivamente coincidentes con el «caos controlado», como Boko Haram.
  2. La política de «caos controlado», o de balcanización, es tan vieja como el primer imperialismo, pero ahora sufre unos límites que nacen de las propias contradicciones capitalistas: la larga opresión y explotación está concienciando a sectores populares; las burguesías son débiles y tan corruptas como las occidentales; crecen las diferencias culturales y etno-nacionales que cuartean a los débiles Estados; la competencia de los BRICS agudiza las tensiones; la crisis ambiental y energética presiona como nunca antes; el desprestigio lógico de Occidente refuerza la recuperación de ideologías autóctonas; los servicios secretos imperialistas manipulan, corrompen y provocan, etc.
  3. Así, en muchos sitios se está pasando del «caos controlado» al caos incontrolable que sería una «solución desesperada» para el imperialismo occidental porque, al menos, impediría que China Popular accediera a recursos vitales para ella. La superioridad global que todavía tiene Occidente le permitiría aguantar mejor que China esas carencias. Por ejemplo, la balcanización de Oriente Medio no impide a las grandes petroleras seguir accediendo al crudo antes controlado por Estados destruidos por el imperialismo. Además, el caos incontrolable afianza al militarismo estatal y privado, a sectores de la industria cultural aunque no a la turística, en este caso. La interacción entre control e incontrol facilita que el imperialismo recurra a los métodos del siglo XV: plazas fuertes militarmente protegidas en las que se saquean los recursos mediante el estractivismo arrasador, fortines controlados en su interior pero rodeados por un exterior enemigo, empobrecido e ingobernable. Desde el siglo XV el estractivismo de esclavas y esclavos de África se centralizaba en amurallados fortines dotados de la mejor tecnología de su época: desde el siglo XXI e tiende a lo mismo.
  4. Los Estados imperialistas planifican su estrategia en base a la rentabilidad que rinde a las fracciones dominantes de la burguesía, y en la actualidad el complejo industrial-militar, la tecnociencia y el saqueo intelectual, la expoliación de la vida y la naturaleza, el capital buitre y especulativo, las energéticas y sanitario-alimentarias, el narcocapitalismo y la «economía criminal» (¿?), etc., forman un paquete de intereses que explican que en determinados contextos Occidente prefiera el caos descontrolado que el supuestamente «controlado». El ejemplo más salvaje pero real de esta lógica de largo plazo es la práctica militar de «tierra quemada» para impedir que el enemigo que avanza se beneficie de lo que el otro bando pierde al retroceder: al menos así no se fortalecerá el enemigo.
  5. La dialéctica marxista es imprescindible para entender de la unidad y lucha de contrarios a comienzos del siglo XXI. Oriente Medio y África están bajo creciente presión omnilateral y pluridimensional en la que chocan diferencias, oposiciones y contradicciones. Nigeria. Chad, Camerún, Níger. etc., en las que chocan China y el imperialismo occidental, se relacionan vez más con los «frentes caóticos» controlados e incontrolados que bullen en Sudán y Somalia y conectan con Yemen, Arabia, Siria, Irak, Irán… y el rico e inmenso Congo va siendo absorbido por ese torbellino. Las tecnologías modernas acortan al máximo el espacio-tiempo que incomunicaba estas regiones hace solo treinta años. Occidente concede la «libertad condicional» a Marruecos, Argelia y Túnez comparadas con la destruida Libia, y sostiene la dictadura egipcia como el puntal de Israel, pieza decisiva de Estados Unidos sobre todo viendo el panorama en Grecia, Turquía, Caucasia…, y los riesgos de que el Estado Islámico termine siendo un «caos descontrolado» para sus oscuros creadores de Wall Street.
  6. El rapidísimo repaso de África estaría incompleto de no detenernos un segundo en esa gran derrota estratégica para la revolución socialista mundial que ha sido la recuperación del poder del capitalismo blanco en Sudáfrica. No debemos minusvalorar la importante victoria táctica de su independencia burguesa de 1994 con sus prometedores avances sociales, culturales, democráticos, etc. Pero el Congreso Nacional Africano (CNA) ha abandonado toda referencia no solo al socialismo sino a los fundamentales derechos obreros y populares, entre ellos la permanente lucha contra el racismo latente y la defensa de los migrantes. Sin embargo, el pueblo no cede: entre 2009 y 2013 hubo más de 3.000 protestas sociales. Recordemos que en noviembre de 2014 los combativos mineros fueron expulsados del COSATU, sindicato oficial burocratizado, por no ceder a la represión patronal y gubernativa.
  7. En febrero de 2015 hubo peleas a golpes en el Parlamento entre las castas políticas que defienden un capitalismo cada vez más feroz. El coeficiente de Gini, que mide la desigualdad social, era de 0,64 en 1994, subiendo a comienzos de 2015 al 0,77, una de las más altas del mundo. En 1995 la tasa de desempleo era del 31% elevándose al 34% en 2013, y otras cifras de comienzos de 2015 hablan de alrededor del 25% adulto y del 60% juvenil. Transnacionales extranjeras poseen las minas de hierro, manganeso, cromo, platino y oro. Solo alrededor del 14% de las tierras pertenecen a campesinos negros. El 49% de las trabajadoras y el 43% de los trabajadores no tienen seguro de desempleo, y el 50% de la clase obrera no tiene seguro de pensiones o de jubilaciones. En las escuelas blancas aprueban el 97% y en las negras el 43%.
  8. Salvando todas las distancias, la derrota del «mito Mandela» en Sudáfrica nos recuerda al trágico hundimiento del «mito Lula» en Brasil. La izquierda debe estudiar los mecanismos del poder capitalista para contraatacar y vencer a los pueblos que en 1994 en Sudáfrica y 2002 en Brasil saborearon la victoria por citar dos importantes casos recientes. Esta es otra de las adaptables constantes que no hemos podido analizar en este texto: durante la gran depresión el imperialismo occidental ha sabido superar peligrosas amenazas aun dentro del retroceso relativo de su poder en el mundo, recuperando para sus intereses dos Estados importantes, uno de los cuales, Brasil, tiene diferencias secundarias con Estados Unidos, que ni siquiera intereses opuestos y menos aún contradictorios. Sudáfrica es un fiel alfil del imperialismo occidental en su continente.

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