Borra­dor sobre ten­den­cias del capi­ta­lis­mo, apun­tes para una posi­ble estra­te­gia (revi­sión II)

Cambios políticos

  1. Pese a esta realidad de fondo, en la década de 1980 el imperialismo iniciaba un eufórico canto de victoria aplastante sobre la URSS y su bloque. Los servicios de inteligencia capitalistas aportaban cada vez más datos sobre el agravamiento de sus debilidades estructurales en especial bajo la presión de los sobregastos de la guerra de Afganistán iniciada en 1979. La perestroika confirmó esos pronósticos de un «bloque socialista» que veía inerte cómo el capital invadía Irak y pulverizaba Yugoslavia poco ante de desintegrarse la URSS.
  2. El panorama mundial era esperanzador para el imperialismo bajo la era Clinton: China Popular comenzaba su giro al «socialismo de mercado»; todo parecía indicar que pronto pasaría la crisis iniciada en Japón en 1990; Nuestra América no presentaba serios focos antiimperialistas; África se dejaba saquear; los BRIC no existían aún; el neoliberalismo, la especulación y la «segunda guerra fría» dominaban por el mundo; se había restaurado el orden en Estados importantes como Portugal, Grecia, Italia, Estado español…, y las modas ideológicas del posmodernismo, posmarxismo, etc., estaban acabando con la memoria de la oleada prerrevolucionaria de 1968-1984.
  3. El capital se frotaba las manos pensando que las ganancias que ya obtenía con la salvaje explotación neoliberal y con las medidas del Consenso de Washington de 1989 iban a ser muy superadas con el saqueo del inagotable mercado formado por China Popular, Rusia y Europa del Este, y al poco por Vietnam y Laos, que también se derrumbarían o se abrirían al capitalismo mediante el «socialismo de mercado», y Cuba… El «tercio socialista» del planeta volvería a la civilización del capital para ser saqueado y explotado con brutalidad. El imperialismo esperaba superar así para siempre sus crisis recurrentes como ese sorprendente y tenebroso «lunes negro» de 19 de octubre de 1987 en el que se desplomó Wall Street con pérdidas incalculables.
  4. Simultáneamente Estados Unidos actuaba en otros frentes también decisivos: uno de ellos buscaba balcanizar la región de Irak e Irán para apropiarse de sus recursos energéticos. Aprovechando la guerra de Afganistán, Estados Unidos creó Al Qaeda y propagó la tesis de la supuesta Guerra de Civilizaciones mientras que en la segunda mitad de los años 90 planificaba una estrategia militar múltiple que puso inmediatamente en acción tras el 11-S de 2001, desatando además de la segunda guerra de Irak también la guerra contra el «terrorismo».
  5. Pero en diciembre de 2012 el Consejo Nacional de Inteligencia de Estados Unidos reconocía que en 2030 Estados Unidos no sería la potencia dominante a nivel mundial. El conocido como Tendencias Globales 2030 no aportaba nada nuevo, excepto que por fin la más alta instancia de Inteligencia admitía públicamente el declive imparable de Estados Unidos. Su impacto fue demoledor en la burguesía, pero se ocultó lo más posible. Desde entonces Estados Unidos ha multiplicado exponencialmente los esfuerzos para reinstaurar su poder. Así, en mayo de 2014, Obama aseguraba a lo más granado de los ejércitos yanquis que Estados Unidos eran y seguirían siendo por siempre «la única nación indispensable» en el mundo.
  6. ¿Qué había sucedido en tan pocos años para que de la euforia delirante se cayese en el abismo de la decepción y casi al instante se hiciese una desesperada reafirmación fanática de la doctrina reaccionaria y racista del Destino Manifiesto nada menos que ante la cúpula militar y en plena gran depresión? Pues que las contradicciones capitalistas pudrían el triunfalismo yanqui. El Caracazo de 1989 y el Alzamiento de Chávez en 1992; la heroica resistencia de Cuba durante el «período especial»; los motines por hambre en ciudades de Estados Unidos en 1992; el zapatismo en 1994; las duras huelgas de 1995 en Francia, Bélgica y Alemania, y en Corea de Sur en 1997; la revuelta social de Seattle y la victoria de Chávez en 1999; el corralito argentino de 2001 y triunfo de Lula en 2002…, unos pocos ejemplos de un malestar social generado por la mezcla explosiva entre neoliberalismo, crisis económico-financiera, crisis socioecológica y tendencia al agotamiento de los recursos.
  7. En efecto, aumentaban las alarma que indicaban que el capitalismo estaba al borde una gran depresión: la crisis del tequila de 1994 en México adelantaba muchas de las características de las crisis financieras posteriores, como la de los «tigres asiáticos» en 1997. la rusa de 1998 y la ecuatoriana de 1999, la extrema fragilidad del sistema financiero descubierta a raíz del 11-S de 2001, el desplome en picado del Nasdap o «puntocom» en 2000-2003 y el fracaso del mito propagandístico de la Nueva Economía, de la Economía de la Inteligencia, etc., hasta llegar al inicio en los Estados Unidos de finales de 2006 de la actual «crisis pavorosa», cuyos altibajos no analizamos. Y en la Unión Europea, la Inteligencia militar alemana advertía en 2010 que para 2030 estaría en peligro la «independencia energética» de Alemania, confirmando así otros estudios que auguraban los mismo para toda la Unión Europea.
  8. Pero las crecientes crisis financieras son como las olas y los vientos cada vez más bravíos que anuncian que los huracanes se están haciendo incontrolables. Debajo de esos ventosos oleajes actúa la tendencia a la caída de la tasa media de beneficio, la concentración y centralización de capitales, la exacerbada competencia inter imperialista por el mercado y los recursos energéticos, la búsqueda desesperada de sobreganancias especulativas de alto riesgo, el aumento del «capitalismo criminal», etc.
  9. También presionan contra la tasa media de beneficio la lucha de clases mundial, las políticas de los pueblos rebeldes y los Estados que por diversas circunstancias se niegan a ser engullidos por el imperialismo occidental. El capital subestimó la capacidad de resistencia de Rusia, de China Popular, de Vietnam, de Cuba…, subvaloró las fuerzas históricas profundas que, al margen ahora de otros análisis, se reorganizaron en estos y otros países para vencer a su ofensiva.
  10. Todo esto explica que conforme se endurecía la gran depresión el imperialismo empezase a encontrar mayores resistencias en zonas geoestratégicas mundiales, como el cinturón montañoso que circunvala el sur de Eurasia y la espina dorsal andina de Nuestra América. El ataque a Libia en enero de 2010 fue la ampliación al norte de África de la política de balcanización iniciada más de una década antes en el este de Oriente Medio. Pero ahora no respondía a la única razón energética, que también, sino a otros dos problemas más que estaban apareciendo: uno, mostrar que el imperialismo occidental no toleraría proyectos de «desconexión» como los que se intentan en Nuestra América -Libia, como Irak en su tiempo, había anunciado que iba a salir del petrodólar-, que podrían extenderse a África; y otra, advertir a China Popular y a Rusia en concreto.
  11. Efectivamente, en 2008 Rusia condonó a Siria el 75% de su deuda y desde entonces la marina militar rusa afianza su presencia en puertos sirios, lo que era inaceptable para Estados Unidos e Israel, política que se ha acrecentado desde verano de 2013. Más inaceptable es el que las marinas china y rusa realizaran maniobras conjuntas en el Mediterráneo, y ya le resulta insoportable a Estados Unidos que ambas potencias muestren abiertamente su apoyo a Venezuela. Pero la presencia militar va unida a una política económica muy astuta, a largo plazo, orientada a minar las bases del imperialismo occidental evitando en lo posible conflictos armados. Solo así se entiende el préstamo chino de 44.000 millones de euros a Brasil, y la condonación por Rusia el 90% la deuda cubana -35.000 millones de euros- y le otorga grandes facilidades mutuas para pagar el 10% restante.

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