Tor­tu­ra­do­res impu­nes x Xabier Makazaga

Xabier Maka­za­ga, Inves­ti­ga­dor del terro­ris­mo de Estado

La mayo­ría de los tor­tu­ra­do­res con­de­na­dos en fir­me por tor­tu­rar ciu­da­da­nos vas­cos dete­ni­dos por moti­vos polí­ti­cos han sido indul­ta­dos por el Gobierno y bien pocos han sido los no indul­ta­dos a quie­nes han apli­ca­do real­men­te las penas impuestas. 

Sir­va como ejem­plo lo suce­di­do en el caso de la ya falle­ci­da Ana Ere­ño, cono­ci­da mili­tan­te femi­nis­ta y tra­ba­ja­do­ra de Egin, que fue dete­ni­da el 28 de abril de 1982, cuan­do tenía 55 años. Ere­ño fue pues­ta en liber­tad tras estar inco­mu­ni­ca­da diez días en depen­den­cias poli­cia­les y los infor­mes foren­ses no deja­ron lugar a dudas sobre el tra­to que sufrió, ya que refle­ja­ron las muy nume­ro­sas con­tu­sio­nes, equi­mo­sis y hema­to­mas que presentaba. 

Como en la gran mayo­ría de los casos de tor­tu­ras, los tor­tu­ra­do­res hicie­ron todo lo posi­ble para que el pro­ce­so judi­cial se eter­ni­za­ra y final­men­te quin­ce años des­pués, en 1997, la Audien­cia de Biz­kaia con­de­nó a cin­co agen­tes por tor­tu­rar a Ere­ño. Una con­de­na que se hizo fir­me tras ser rati­fi­ca­da por el Supre­mo en 1999.

El Gobierno indul­tó de inme­dia­to a dos de ellos, y en el caso de los otros tres tor­tu­ra­do­res se sir­vie­ron de todo tipo de sub­ter­fu­gios para evi­tar apli­car la pena, que con­lle­va­ba su inme­dia­ta expul­sión de la Poli­cía. A dos les con­ce­die­ron la jubi­la­ción anti­ci­pa­da, y al ter­ce­ro le han apli­ca­do la pena con más de cator­ce años de retra­so, cuan­do ya esta­ba en con­di­cio­nes de acce­der nor­mal­men­te a la jubilación.

Los dos agen­tes a quie­nes se con­ce­dió la jubi­la­ción anti­ci­pa­da fue­ron Anto­nio San­tos, que era jefe de una uni­dad espe­cial de la Poli­cia, y José Paz Casas quien, cua­tro años des­pués de que la sen­ten­cia fue­ra fir­me, seguía sien­do Secre­ta­rio Gene­ral de la Jefa­tu­ra Supe­rior de Poli­cía de Gali­za. Así lo denun­ció en el Con­gre­so el enton­ces dipu­tado del BNG Car­los Ayme­rich, el 26 de mar­zo del 2003. Cin­co días des­pués, lejos de eje­cu­tar de una vez por todas la sen­ten­cia, lo que hicie­ron fue con­ce­der­le la jubi­la­ción anti­ci­pa­da quin­ce años antes de que alcan­za­ra la edad reglamentaria.

Fue, más o menos, lo mis­mo que hicie­ron en el caso de Feli­pe Bayo y Enri­que Dora­do, dos de los guar­dias civi­les del cuar­tel de Intxau­rron­do con­de­na­dos por secues­trar, tor­tu­rar, ase­si­nar y ente­rrar en cal viva a los refu­gia­dos Lasa y Zaba­la, la pri­me­ra acción de los GAL. 

En el caso de Dora­do, el dia­rio El Mun­do con­tó que «ante las ame­na­zas de éste de con­fe­sar toda la pre­sun­ta impli­ca­ción de Intxau­rron­do en la gue­rra sucia» le con­ce­die­ron una pen­sión vita­li­cia «con el 200% de su suel­do». Para ello, pre­tex­ta­ron que sufría una inva­li­dez total por supues­tos pro­ble­mas psí­qui­cos deri­va­dos de su «labor pro­fe­sio­nal», e hicie­ron otro tan­to en el caso de Feli­pe Bayo.

El úni­co agen­te al que sí se ha apli­ca­do la pena por tor­tu­rar a Ana Ere­ño tam­bién estu­vo invo­lu­cra­do en la gue­rra sucia. Se tra­ta de Leon­cio Cas­tro y el moti­vo de haber eje­cu­ta­do dicha pena con tan­tí­si­mos años de retra­so pare­ce evi­den­te, el mie­do a que reve­la­ra no pocos deta­lles sobre el terro­ris­mo de Esta­do. En con­cre­to, sobre lo que se afir­ma­ba en el artícu­lo «El ins­pec­tor Leon­cio Cas­tro era el jefe de ope­ra­cio­nes del GAL», publi­ca­do por el dia­rio El Mun­do el 10 de octu­bre de 1995.

Según dicho artícu­lo, Leo Cas­tro «paga­ba de su bol­si­llo y en metá­li­co ‑con dine­ro pro­ce­den­te de los fon­dos reser­va­dos- entre 5.000 y 30.000 pese­tas a poli­cías de Pam­plo­na que via­ja­ban al sur de Fran­cia para mar­car eta­rras. Ayu­da­ba mucho la cola­bo­ra­ción, paga­da tam­bién con fon­dos reser­va­dos, de poli­cías franceses».

Dichas acti­vi­da­des se rea­li­za­ban «Con el cono­ci­mien­to y el apo­yo eco­nó­mi­co de la Dele­ga­ción del Gobierno, enca­be­za­da por Luis Rol­dán» que trans­mi­tía las infor­ma­cio­nes al Minis­te­rio del Inte­rior don­de «se daba la luz ver­de para los aten­ta­dos y se envia­ban los fon­dos reser­va­dos nece­sa­rios para cada ope­ra­ción, apro­xi­ma­da­men­te 20 millo­nes de pesetas».

Leo Cas­tro no fue, ade­más, el úni­co con­de­na­do por tor­tu­rar a Ana Ere­ño que estu­vo direc­ta­men­te impli­ca­do en la gue­rra sucia. Tam­bién lo estu­vo uno de los agen­tes indul­ta­dos, Julio Hie­rro, quien fue asi­mis­mo con­de­na­do en el caso del secues­tro de Segun­do Marey, la pri­me­ra acción de gue­rra sucia rei­vin­di­ca­da usan­do las siglas GAL. Hie­rro reci­bió el indul­to guber­na­men­tal en ambos casos, el de tor­tu­ras y el de gue­rra sucia, y tras dejar la Poli­cía fue duran­te muchos años jefe de segu­ri­dad en Espa­ña de una de las gran­des mar­cas de auto­mó­vi­les fran­ce­sa, Peugeot. 

Sig­ni­fi­ca­ti­va­men­te, la segu­ri­dad de la prin­ci­pal mar­ca fran­ce­sa, Renault, estu­vo tam­bién a car­go de otro famo­so tor­tu­ra­dor, José Anto­nio Gon­zá­lez Pache­co «Billy el Niño», del que se ha habla­do no poco a raíz de que la jue­za argen­ti­na María Ser­vi­ni pidie­ra su extra­di­ción, a cau­sa de su terri­ble his­to­rial tor­tu­ra­dor duran­te el fran­quis­mo, y el Gobierno espa­ñol la negara.

Como se ve, en el caso de Ana Ere­ño, de cin­co tor­tu­ra­do­res con­de­na­dos en fir­me, dos reci­bie­ron el indul­to guber­na­men­tal, y a otros dos nun­ca se les apli­có la pena, ya que se les acor­dó la jubi­la­ción anti­ci­pa­da muchos años antes de la edad regla­men­ta­ria. Así, tan sólo se ha apli­ca­do la con­de­na a uno de los tor­tu­ra­do­res y ade­más con casi quin­ce años de retraso.

En el res­to de casos de tor­tu­ra rela­cio­na­dos con el con­flic­to polí­ti­co que sufre Eus­kal Herria en los que ha habi­do con­de­nas fir­mes ha pasa­do tres cuar­tos de lo mis­mo. La mayo­ría de los tor­tu­ra­do­res han sido indul­ta­dos, casi el 60%, y bien raras han sido las oca­sio­nes en que se han eje­cu­ta­do real­men­te las sen­ten­cias cuan­do no ha habi­do indul­tos. He ahí otra fla­gran­te prue­ba de la impu­ni­dad y los pri­vi­le­gios de que han goza­do y siguen gozan­do los tor­tu­ra­do­res en el Esta­do español.

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