La anti-polí­ti­ca de Ale­xis Tsipras

Stathis Kou­ve­la­kis – Miem­bro del Comi­té cen­tral de Syriza

[tra­duc­ción rote­keil ]

Al votar a favor del nue­vo memo­rán­dum, el Gobierno y la mayo­ría del gru­po par­la­men­ta­rio de Syri­za no sólo se han des­pe­di­do de la polí­ti­ca de izquier­das, sino de la polí­ti­ca en sí. Al tomar esta deci­sión, no sólo se han des­he­cho del pro­gra­ma de Syri­za, o de los com­pro­mi­sos que el Gobierno hizo para con el pue­blo griego.

Han piso­tea­do el “no” que votó el pue­blo grie­go, que hace ape­nas dos sema­nas recha­za­ba el paque­te de aus­te­ri­dad de Junc­ker, que era una ver­sión mucho más mode­ra­da que el ver­gon­zo­so acuer­do del 12 de julio. Han igno­ra­do la opo­si­ción de la mayo­ría del comi­té cen­tral de su pro­pio par­ti­do, el úni­co órgano colec­ti­vo ele­gi­do en el con­gre­so del par­ti­do y que res­pon­de a la volun­tad colec­ti­va de los miembros.

Hay, sin embar­go, algo más que los aspec­tos ya men­cio­na­dos y que al mis­mo tiem­po va más allá de ellos: al seguir esta vía, el Gobierno y su mayo­ría par­la­men­ta­ria han nega­do la mis­ma idea de la polí­ti­ca, basa­da en el con­cep­to de tomar la res­pon­sa­bi­li­dad de una elec­ción, es decir, el man­te­ner­se fiel a una deci­sión política.

Hace poco hemos vis­to suce­sos que no tenían pre­ce­den­tes, no sólo bajo están­da­res grie­gos, sino tam­bién inter­na­cio­na­les. El nue­vo Minis­tro de Finan­zas, Euclid Tsa­ka­lo­tos, por ejem­plo, decla­ró en el par­la­men­to el día des­pués de fir­mar el acuer­do que era el peor día de su vida, y que aun­que “no sabía” si era “lo correc­to”, ellos “no tenían otra opción”.

“No sabe” si “hizo lo correc­to”, pero aún así lo hizo. No sólo acep­tó el acuer­do, ¡sino que pidió a sus cole­gas y cama­ra­das para que hicie­ran lo mis­mo! Todo esto en nom­bre de no tener otras opcio­nes – en otras pala­bras “No hay alter­na­ti­va” [The­re Is No Alter­na­ti­ve, TINA], una fra­se que no sólo encar­na la nega­ción de cual­quier idea de izquier­das, pero tam­bién entra­ña la diso­lu­ción últi­ma de la noción de polí­ti­ca, una noción que des­can­sa en el hecho de que siem­pre hay alter­na­ti­vas y opcio­nes posibles.

Es el pri­mer minis­tro mis­mo, sin embar­go, el que ofre­ció el ejem­plo más cla­ro de esta ope­ra­ción de auto-nega­ción de la res­pon­sa­bi­li­dad. Ale­xis Tsi­pras decla­ró a la cade­na públi­ca ERT que “está en des­acuer­do” con el acuer­do y que no “cree” en él. Tam­bién jus­ti­fi­có su actua­ción afir­man­do que no tenía nin­gu­na otra opción.

Sin embar­go, ni una sola vez for­mu­ló la pre­gun­ta: ¿cómo, des­pués de cin­co meses y medio en el poder y con el 62% del pue­blo apo­yán­do­le en el refe­rén­dum anti-aus­te­ri­dad, se que­dó sin nin­gu­na otra opción que la de ren­dir­se al paque­te de aus­te­ri­dad que es peor que el anterior?

A pesar mos­trar su des­apro­ba­ción por el acuer­do, Tsi­pras le pidió a los miem­bros de Syri­za en el Par­la­men­to que le ayu­da­sen en su vio­la­ción fla­gran­te del man­da­to popu­lar y de la sobe­ra­nía nacio­nal, ame­na­zan­do con dimi­tir si no reci­bía apo­yo uná­ni­me. Algo que, por supues­to, aca­bó sin cum­plir a pesar de enfren­tar­se a un sóli­do recha­zo de 39 diputados.

Pero con la decla­ra­ción que emi­tió el 16 de julio, ha avan­za­do un paso más en la mis­ma direc­ción. Si nadie pon­ga en duda que esta­ba some­ti­do a una extor­sión cruel, Tsi­pras afir­ma que enton­ces el no apo­yar­le impli­ca un recha­zo de com­par­tir la res­pon­sa­bi­li­dad. Y esto “entra en con­flic­to con los prin­ci­pios de cama­ra­de­ría y soli­da­ri­dad, e infrin­ge una heri­da abier­ta entre nues­tras filas”.

En otras pala­bras, debi­do a que Tsi­pras sucum­bió a una extor­sión incues­tio­na­ble, le pidió a los dipu­tados de su par­ti­do que le siguie­ran en su movi­mien­to catas­tró­fi­co. Como si la reali­dad de la extor­sión auto­má­ti­ca­men­te equi­va­lie­se a la ausen­cia de otras opcio­nes apar­te de la que él había tomado.

La supo­si­ción que se ocul­ta aquí es de nue­vo el TINA, pero expre­sa­da en tér­mi­nos de psi­co­lo­gía y emo­cio­nes indi­vi­dua­les, en la for­ma de pedir el apo­yo a alguien que ha “aguan­ta­do tan­to duran­te los últi­mos seis meses” y que, como el res­to de sus cama­ra­das, está ator­men­ta­do por un “dile­ma de con­cien­cia hacia nues­tros prin­ci­pios, valo­res y posi­cio­nes comu­nes y hacia nues­tras refe­ren­cias ideológicas”.

Aún así, en la polí­ti­ca y en la acti­vi­dad social en gene­ral, lo que cuen­tan no son los dile­mas o las inten­cio­nes inter­nas (sean nobles o no), ni la cul­pa, o los pen­sa­mien­tos laten­tes, sino las accio­nes y su con­te­ni­do. No es nin­gu­na casua­li­dad que las pala­bras “memo­rán­dum” o “acuer­do” se hallen ausen­tes de la decla­ra­ción de Tsi­pras. El pro­pó­si­to de este giro mediá­ti­co (1) no es el de defen­der una deci­sión polí­ti­ca, sino el de arran­car una iden­ti­fi­ca­ción emo­cio­nal con un líder que sufre tribulaciones.

Pero tam­bién es un medio hacia un fin esen­cial, que es la estig­ma­ti­za­ción de los “rebel­des” del par­ti­do, como gen­te que está minan­do al “pri­mer Gobierno de izquier­das del país”. De nue­vo, la esen­cia de la polí­ti­ca, es decir, el des­acuer­do con una deci­sión, se ofus­ca. No se tra­ta de ren­dir­se o de recha­zar la aus­te­ri­dad, per­ma­ne­cer fiel o no al man­da­to popu­lar del 25 de enero y 5 de julio, o man­te­ner o vio­lar el pro­gra­ma y los com­pro­mi­sos del Gobierno y de Syri­za – sim­ple­men­te se tra­ta de pres­tar apo­yo emo­cio­nal al líder.

Esta abo­li­ción de la mis­ma sus­tan­cia del dis­cur­so polí­ti­co es una con­fe­sión de una debi­li­dad pro­fun­da. La legi­ti­mi­dad del ter­cer acuer­do de res­ca­te – esto es, de otro paque­te de aus­te­ri­dad dra­co­nia­na – no es mera­men­te más débil que la de los dos ante­rio­res. Es, sim­ple­men­te, inexistente.

A dife­ren­cia de 2010 y 2012, en 2015 la úni­ca razón de ser de la fuer­za polí­ti­ca en el poder es la de derro­car las mis­mas polí­ti­cas a las que aho­ra se ha ata­do. Por lo tan­to, la úni­ca ame­na­za real para “el pri­mer Gobierno de izquier­das del país” – y para Syri­za como tal – no es de nin­gún “enemi­go inte­rior”, sino de la capi­tu­la­ción sui­ci­da a la aus­te­ri­dad y la per­pe­tua­ción del gobierno de la Troika.

La recien­te expe­rien­cia grie­ga nos mues­tra que la tera­pia de cho­que neo­li­be­ral que acom­pa­ña a los “acuer­dos de res­ca­te” no sólo devo­ra a los gobier­nos y pri­me­ros minis­tros, sino tam­bién a los par­ti­dos que los apli­can. La recom­po­si­ción del Gobierno, con la reti­ra­da de los cua­tro minis­tros de la Pla­ta­for­ma de Izquier­das, y la dimi­sión de otros dos miem­bros del gabi­ne­te, nos da una bue­na ima­gen de la divi­sión que se ha abier­to aho­ra en el inte­rior de Syriza.

Los medios mains­tream, que se han con­ver­ti­do aho­ra en el prin­ci­pal canal a tra­vés de los cua­les el spin del Gobierno se comu­ni­ca al públi­co, hablan abier­ta­men­te de una futu­ra “pur­ga”. Su pri­me­ra víc­ti­ma bien podría ser la caris­má­ti­ca pre­si­den­ta del Par­la­men­to, Zoe Kos­tan­to­po­ulou, que votó “no” al acuer­do y que apo­ya abier­ta­men­te decla­rar el impa­go de la deu­da y la rup­tu­ra total con el domi­nio de la Troika.

Mien­tras tan­to, Tsi­pras, que tam­bién es pre­si­den­te de Syri­za, sigue recha­zan­do el con­vo­car al comi­té cen­tral del par­ti­do, aún cuan­do la mayo­ría de sus miem­bros han pedi­do en un comu­ni­ca­do con­jun­to que recha­zan el acuer­do. Esta vio­la­ción de las más ele­men­ta­les nor­mas de fun­cio­na­mien­to de un par­ti­do es un signo muy preo­cu­pan­te de lo que nos espera.

Syri­za se halla aho­ra en una encru­ci­ja­da, y el futu­ro se deci­di­rá en las pró­xi­mas semanas.

  1. Aquí Kou­ve­la­kis uti­li­za el tér­mino inglés, común en rela­cio­nes públi­cas y comu­ni­ca­ción polí­ti­ca, de “spin”. El “spin” ven­dría a ser la estra­te­gia para con­se­guir influen­ciar a la opi­nión públi­ca sobre una cues­tión deter­mi­na­da, a tra­vés de pre­sen­tar los hechos de for­ma ses­ga­da (pre­sen­tan­do úni­ca­men­te los que con­vie­nen para que se apoye/​rechace una posi­ción, etc.).

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