Colo­nia­lis­mo israe­lí, puro y duro

Hay una línea rec­ta que conec­ta la aldea pales­ti­na de Susia, en el sur de Cis­jor­da­nia, y Atir/​Um al Hiran, una comu­ni­dad bedui­na del Neguev. Esto fue sub­ra­ya­do la sema­na pasa­da por los jue­ces de la Cor­te Suprema.


Se tra­ta de dos comu­ni­da­des de pales­ti­nos que el esta­do judío expul­só de sus casas y tie­rras hace déca­das, y cuyas fami­lias han vivi­do, des­de enton­ces, en pue­blos “no reco­no­ci­dos” en con­di­cio­nes ver­gon­zo­sas, for­za­dos a ello por el gobierno israe­lí. Una comu­ni­dad se ins­ta­ló en sus tie­rras agrí­co­las y la otra en un área a la que el gobierno les tras­la­dó duran­te los pri­me­ros años del esta­do de Israel, cuan­do los ciu­da­da­nos ára­bes vivían bajo un régi­men mili­tar de excepción.
Las dos comu­ni­da­des care­cen, por deci­sión del gobierno de Israel, de pode­res para pla­ni­fi­car su desa­rro­llo. En su lugar, Israel les exi­ge que se haci­nen den­tro de los lími­tes del asen­ta­mien­to que les ha asig­na­do, de for­ma que los judíos pue­dan pros­pe­rar en sus nue­vas y siem­pre en expan­sión urba­ni­za­cio­nes de ensueño.
Los jue­ces han per­mi­ti­do que el esta­do derri­be estas dos comu­ni­da­des pales­ti­nas, a unos 25 kiló­me­tros de dis­tan­cia una de la otra, pero sepa­ra­das por la fron­te­ra impues­ta por Israel en 1967, la deno­mi­na­da Línea Ver­de. El 4 de mayo, el juez Noam Sohl­berg per­mi­tió que el esta­do, las Fuer­zas de Defen­sa de Israel (FDI) y la Admi­nis­tra­ción Civil de las FDI des­tru­ye­ran las tien­das de cam­pa­ña, las cha­bo­las de hoja­la­ta y los esta­blos para el gana­do de Susia como mejor les pare­cie­ra. La comu­ni­dad recu­rrió la deci­sión de la Admi­nis­tra­ción Civil y se opu­so al plan maes­tro que había pre­pa­ra­do. ¿Qué pue­de ser más razo­na­ble que dete­ner las demo­li­cio­nes de casas mien­tras el asun­to está toda­vía en los tri­bu­na­les? Pero el juez Sohl­berg recha­zó la soli­ci­tud de sus­pen­sión cau­te­lar de las órde­nes de demo­li­ción, soli­ci­tud que fue pre­sen­ta­da por los abo­ga­dos de la orga­ni­za­ción Rabi­nos por los Dere­chos Humanos.
La Admi­nis­tra­ción Civil ha exi­gi­do que los resi­den­tes de Susia sean reubi­ca­dos cer­ca de la ciu­dad cis­jor­da­na de Yata, supues­ta­men­te por su pro­pio bien. Yata se encuen­tra en el Área A, un encla­ve para el con­trol de la Auto­ri­dad Pales­ti­na. En otras pala­bras, la Admi­nis­tra­ción Civil pre­ten­de api­ñar a los resi­den­tes de Susia en uno de los ban­tus­ta­nes de Cis­jor­da­nia, como está hacien­do, y tie­ne la inten­ción de seguir hacién­do­lo, con los bedui­nos y otros pales­ti­nos que viven en el Área C, bajo el con­trol total de Israel.
¿De bue­na fe?
Jun­to a las cha­bo­las de hoja­la­ta de la actual Susia pales­ti­na (des­pués de que el ejér­ci­to expul­sa­ra a los resi­den­tes de su anti­guo pue­blo en 1986 y lo con­vir­tie­ra en un sitio arqueo­ló­gi­co don­de los judíos pue­den rea­li­zar sus cele­bra­cio­nes), la Susia judía desa­rro­lla su pla­cen­te­ra vida entre el ver­dor y la abun­dan­cia de la vege­ta­ción. Des­pués de todo, tie­ne que cre­cer y no quie­re ver a los ára­bes en sus cha­bo­las, com­pran­do agua a pre­cios exor­bi­ta­dos en camio­nes cisterna.
¿Pue­de, enton­ces, un juez que per­mi­te que se lle­ven a cabo tra­ba­jos de demo­li­ción como una medi­da pro­vi­sio­nal con­si­de­rar de bue­na fe una peti­ción con­tra la expul­sión final de los resi­den­tes? ¿Y es rele­van­te que Sohl­berg viva en un asen­ta­mien­to judío de Cisjordania?
No es ni más ni menos rele­van­te que el hecho de que los otros jue­ces de la Cor­te Supre­ma y sus fami­lias, y todos los judíos israe­líes (inclu­yén­do­me yo mis­ma), ten­ga­mos dere­cho a des­pla­zar­nos en cual­quier momen­to a un asen­ta­mien­to judío de Cis­jor­da­nia y viva­mos en el lado israe­lí de la Línea Ver­de, en barrios bien cui­da­dos solo para judíos y, en algu­nos casos, en tie­rras de las que los pales­ti­nos fue­ron expul­sa­dos hace 65 años o inclu­so ayer mismo.
El 5 de mayo, otros dos jue­ces de la Cor­te Supre­ma, Elia­kim Rubins­tein y Nil Hen­del, per­mi­tie­ron que las auto­ri­da­des demo­lie­ran el pue­blo “no reco­no­ci­do” de Atir/​Um al Hiran. Con la opo­si­ción de la juez Daph­ne Barak-Erez, des­es­ti­ma­ron la peti­ción pre­sen­ta­da por Ada­lah, el Cen­tro Legal para los Dere­chos de la Mino­ría Ára­be en Israel, que impug­nó la deci­sión del gobierno de expul­sar a los resi­den­tes, por segun­da vez, del lugar al que fue­ron des­pla­za­dos en los años 50. Id a Hura, les dice el gobierno, y los jue­ces esta­rán de acuer­do. Pero esta comu­ni­dad bedui­na, como otras muchas, ya fue desig­na­da para amon­to­nar bedui­nos tras su pri­me­ra expul­sión de sus tie­rras. Des­pués de todo, ¿cómo pode­mos esta­ble­cer gran­jas para judíos, siem­pre en expan­sión, y cons­truir comu­ni­da­des pio­ne­ras como Hiran si reco­no­cié­ra­mos a los bedui­nos como ciu­da­da­nos con ple­nos dere­chos, his­to­ria y cultura?
Los hono­ra­bles jue­ces se con­gra­cia­ron con Haba­yit Hayehu­di inclu­so antes de que este par­ti­do fue­ra selec­cio­na­do como el zorro que guar­da el galli­ne­ro, median­te la desig­na­ción de Uri Ariel como minis­tro de agri­cul­tu­ra (que es el encar­ga­do de los asun­tos de los bedui­nos) y de Eli Ben Dahan como vice­mi­nis­tro de defen­sa y res­pon­sa­ble de la admi­nis­tra­ción civil (que es la encar­ga­da de expul­sar a los pales­ti­nos y de pro­te­ger los asen­ta­mien­tos judíos de Cis­jor­da­nia). No se preo­cu­pen, chi­cos de Hogar Judío, noso­tros apo­ya­mos el dere­cho de los judíos a dis­po­ner de los pales­ti­nos del Área C y del Neguev, dicen los jue­ces. Noso­tros, como voso­tros, esta­mos a favor de amon­to­nar a los ára­bes en bantustanes.
Inclu­so antes de que los jue­ces de la Cor­te Supre­ma supie­ran que Aye­let Cha­ked (de Haba­yit Hayehu­di) iba a ser la nue­va minis­tra de jus­ti­cia, inclu­so antes de que supie­ran que su men­tor Naf­ta­li Ben­nett, líder de su par­ti­do, fue­ra el nue­vo minis­tro de edu­ca­ción, ya nos esta­ban dicien­do en voz alta que la repu­tación de los jue­ces no era lo que la gen­te temía, que la dere­cha les ha retra­ta­do injus­ta­men­te como unos mons­truos que bus­can igual­dad y jus­ti­cia. Los jue­ces habían demos­tra­do que su ima­gen como defen­so­res de los dere­chos huma­nos, sobre todo cuan­do esos huma­nos eran pales­ti­nos o gen­te de izquier­da, era total­men­te distorsionada.
Ape­nas unas sema­nas antes, el 15 de abril, apo­ya­ron con entu­sias­mo la Ley de Boi­cot. Con esta ley, la dere­cha ame­na­za con mul­tas eco­nó­mi­cas a los disi­den­tes israe­líes de izquier­da que apo­yen públi­ca­men­te la impo­si­ción de san­cio­nes a Israel y el boi­cot de sus ins­ti­tu­cio­nes y pro­duc­tos hechos en los asen­ta­mien­tos, como par­te de la lucha con­tra la des­igual­dad y la dis­cri­mi­na­ción institucionalizadas.
Ese mis­mo día, los jue­ces apo­ya­ron la ley que per­mi­te que Israel robe tie­rras de los resi­den­tes de Belén, Beit Sahur, Beit Yala y Abu Dis. Estas tie­rras son don­de siem­pre han esta­do los pales­ti­nos des­de antes de que estas comu­ni­da­des fue­ron ane­xio­na­das a Jeru­sa­lén (ane­xio­na­da, a su vez, a Israel). Sus pro­pie­ta­rios viven don­de siem­pre han vivi­do, a unos pocos kiló­me­tros de sus tie­rras. Pero aho­ra, el esta­do de Israel les ha decla­ra­do “ausen­tes”, ya que viven más allá del muro de separación.
Los jue­ces des­es­ti­ma­ron el recur­so con­tra la apli­ca­ción de la Ley de Pro­pie­dad Ausen­te en este caso, con­ti­nuan­do, así, la tra­di­ción judi­cial ini­cia­da en los años 50. Fue enton­ces cuan­do se acu­ñó el oxí­mo­ron de “ausen­tes pre­sen­tes”, con el fin de faci­li­tar la demo­li­ción de pue­blos y el robo de tie­rras de los pales­ti­nos que no habían hui­do, aque­llos que no pudie­ron expulsar.
Con su apro­ba­ción de la demo­li­ción de Susia y Um al Hiran, los jue­ces han tra­za­do una línea rec­ta que vin­cu­la 1948 con el pre­sen­te. Han con­fir­ma­do lo que los crí­ti­cos más viru­len­tos de Israel dicen sobre el país: que es una enti­dad colo­nial y usur­pa­do­ra. Los jue­ces han repe­ti­do como loros lo que el esta­do ha esta­do voci­fe­ran­do cons­tan­te­men­te: se tra­ta de mi dere­cho a robar, a expul­sar, a demo­ler y a des­pla­zar a la gen­te y amon­to­nar­la en jau­las. He demo­li­do y segui­ré hacién­do­lo. He expul­sa­do y segui­ré hacién­do­lo. He amon­to­na­do a gen­te y segui­ré hacién­do­lo. Nun­ca me impor­tó lo más míni­mo y nun­ca me importará.
Fuen­te: Israe­li colo­nia­lism, plain and simple
Acer­ca del Tra­duc­tor: Javier Villa­te man­tie­ne el blog Disen­so, con artícu­los, aná­li­sis y tra­duc­cio­nes sobre Pales­ti­ne, Israel y Medio Orien­te. Le pue­des seguir en Twit­ter como @bouleusis

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