El nue­vo des­or­den mun­dial- Tariq Ali

Hace tres déca­das, con el fin de la Gue­rra Fría y el des­man­te­la­mien­to de las dic­ta­du­ras de Amé­ri­ca del Sur, muchos espe­ra­ban que por fin se mate­ria­li­za­ra el famo­so “divi­den­do de la paz” pro­me­ti­do por Bush padre y That­cher. No hubo suer­te. Lo que hemos teni­do han sido con­ti­nuas gue­rras, levan­ta­mien­tos, into­le­ran­cia y fun­da­men­ta­lis­mos de todo tipo, reli­gio­sos, étni­cos e impe­ria­lis­tas. Las reve­la­cio­nes sobre las redes de vigi­lan­cia occi­den­ta­les han acre­cen­ta­do el sen­ti­mien­to de que las ins­ti­tu­cio­nes demo­crá­ti­cas no están fun­cio­nan­do como debe­rían y que, nos gus­te o no, esta­mos ante el cre­púscu­lo de la pro­pia democracia.

Un cre­púscu­lo que comen­zó a prin­ci­pios de los noven­ta del siglo pasa­do con la implo­sión de la anti­gua Unión Sovié­ti­ca y la toma del poder, en Rusia, Asia Cen­tral y bue­na par­te de Euro­pa del Este, por par­te de anti­guos buró­cra­tas del Par­ti­do Comu­nis­ta caren­tes de visión, muchos de los cua­les se con­vir­tie­ron rápi­da­men­te en mul­ti­mi­llo­na­rios. Los oli­gar­cas que se hicie­ron con algu­nas de las pro­pie­da­des más caras del mun­do, inclu­yen­do algu­nas en Lon­dres, pue­den haber sido en su momen­to miem­bros del Par­ti­do Comu­nis­ta, pero tam­bién fue­ron unos opor­tu­nis­tas sin otro com­pro­mi­so que el de alcan­zar el poder y lle­nar­se los bol­si­llos. El vacío que dejó el colap­so del sis­te­ma de par­ti­dos ha sido lle­na­do por cosas dis­tin­tas en dife­ren­tes luga­res del mun­do, entre ellas la reli­gión, y no solo el Islam. Las esta­dís­ti­cas que mues­tran el aumen­to de la reli­gio­si­dad en el mun­do occi­den­tal son dra­má­ti­cas; solo hay que fijar­se en Fran­cia. Ade­más, hemos vis­to el auge de un impe­rio glo­bal con un poder sin pre­ce­den­tes. Esta­dos Uni­dos es la poten­cia mili­tar indis­cu­ti­ble y domi­na la polí­ti­ca mun­dial, inclu­so la de los paí­ses a los que tra­ta como enemigos.

Si com­pa­ra­mos la recien­te demo­ni­za­ción de Putin con el tra­to que reci­bió Yel­tsin en los tiem­pos en los que éste come­tió atro­ci­da­des mucho más estre­me­ce­do­ras –des­truir por com­ple­to la ciu­dad de Grozny, por ejem­plo– vemos que lo que está en jue­go no son los prin­ci­pios, sino los intere­ses del poder domi­nan­te mun­dial. Nun­ca antes ha exis­ti­do un impe­rio seme­jan­te, y no es pro­ba­ble que vuel­va a haber uno igual. En Esta­dos Uni­dos se ha pro­du­ci­do el desa­rro­llo eco­nó­mi­co más nota­ble de los últi­mos tiem­pos con la apa­ri­ción de la revo­lu­ción IT (de las Tec­no­lo­gías y la Infor­ma­ción) en la cos­ta oes­te. Sin embar­go, a pesar de estos avan­ces en la tec­no­lo­gía capi­ta­lis­ta, la estruc­tu­ra polí­ti­ca de Esta­dos Uni­dos ape­nas ha cam­bia­do en el últi­mo siglo y medio. Tal vez ten­ga el con­trol mili­tar, eco­nó­mi­co e inclu­so cul­tu­ral –su poder blan­do domi­na el mun­do– pero sigue sin haber seña­les de cam­bio polí­ti­co en su inte­rior. ¿Podrá man­te­ner­se esta contradicción?

A nivel mun­dial está habien­do un deba­te sobre la deca­den­cia del impe­rio esta­dou­ni­den­se. Y exis­te abun­dan­te lite­ra­tu­ra que ana­li­za el tema y sos­tie­ne que el decli­ve ha empe­za­do y es irre­ver­si­ble. El impe­rio esta­dou­ni­den­se ha teni­do difi­cul­ta­des, ¿qué impe­rio no las ha teni­do? Las cosas se le com­pli­ca­ron en los sesen­ta, los seten­ta y los ochen­ta: muchos pen­sa­ron que la derro­ta sufri­da en Viet­nam en 1975 era defi­ni­ti­va. No lo fue, y Esta­dos Uni­dos no ha vuel­to a sufrir otro revés seme­jan­te des­de enton­ces. Pero a menos que conoz­ca­mos y com­pren­da­mos cómo fun­cio­na este impe­rio a nivel glo­bal, será muy difí­cil pro­po­ner un con­jun­to de estra­te­gias para com­ba­tir­lo o con­te­ner­lo o, como recla­man teó­ri­cos rea­lis­tas como el falle­ci­do Chal­mers John­son y John Mearshei­mer, con­se­guir que Esta­dos Uni­dos des­man­te­le sus bases, sal­ga de los paí­ses don­de inter­vie­ne y solo actúe a nivel glo­bal cuan­do esté ame­na­za­do como país. Muchos rea­lis­tas esta­dou­ni­den­ses sos­tie­nen la nece­si­dad de dicha reti­ra­da, pero lo hacen des­de una posi­ción de debi­li­dad en el sen­ti­do de que los reve­ses que ellos con­si­de­ran irre­ver­si­bles no lo son. Hay muy pocos reve­ses de los que el impe­rio no pue­da recu­pe­rar­se. Algu­nos argu­men­tos sobre su debi­li­ta­mien­to son sim­plis­tas, como por ejem­plo que todos los impe­rios que han exis­ti­do al final se han derrum­ba­do. Eso es cier­to, des­de lue­go, pero exis­ten moti­vos para esos colap­sos, y en este momen­to Esta­dos Uni­dos sigue sien­do inex­pug­na­ble: ejer­ce su poder blan­do en todo el mun­do, inclu­yen­do los feu­dos de sus riva­les eco­nó­mi­cos; su poder duro toda­vía es domi­nan­te, per­mi­tién­do­le ocu­par aque­llos paí­ses que con­si­de­ra enemi­gos; y su poder ideo­ló­gi­co sigue sien­do arro­lla­dor en Euro­pa y más allá.

No obs­tan­te, Esta­dos Uni­dos ha sufri­do con­tra­tiem­pos a esca­la semi-con­ti­nen­tal en Amé­ri­ca del Sur, y estos han sido polí­ti­cos e ideo­ló­gi­cos más que eco­nó­mi­cos. La suce­sión de vic­to­rias elec­to­ra­les de par­ti­dos de izquier­das en Vene­zue­la, Ecua­dor y Boli­via demos­tró que podía haber una posi­ble alter­na­ti­va den­tro del capi­ta­lis­mo. Nin­guno de estos gobier­nos, sin embar­go, está desa­fian­do al sis­te­ma capi­ta­lis­ta, y lo mis­mo vale para los par­ti­dos radi­ca­les que han apa­re­ci­do recien­te­men­te en Euro­pa. Ni Syri­za en Gre­cia ni Pode­mos en Espa­ña supo­nen una ame­na­za para el sis­te­ma; aun­que las refor­mas que pro­po­nen son mejo­res que las polí­ti­cas que lle­vó a cabo Attlee en Gran Bre­ta­ña des­pués de 1945. Al igual que los par­ti­dos pro­gre­sis­tas en Amé­ri­ca del Sur, com­bi­nan pro­gra­mas esen­cial­men­te social­de­mó­cra­tas con una amplia movi­li­za­ción social.

Aho­ra bien, las refor­mas social­de­mó­cra­tas se han vuel­to into­le­ra­bles para el sis­te­ma eco­nó­mi­co neo­li­be­ral impues­to por el capi­tal glo­bal. Si se argu­men­ta, como hacen (si no explí­ci­ta, implí­ci­ta­men­te) quie­nes están en el poder, que es nece­sa­rio tener una estruc­tu­ra polí­ti­ca que no per­mi­ta desa­fiar al sis­te­ma, enton­ces vivi­mos tiem­pos peli­gro­sos. Con­ver­tir el terro­ris­mo en una ame­na­za equi­va­len­te a la ame­na­za comu­nis­ta de anta­ño resul­ta extra­va­gan­te. El uso de la pro­pia pala­bra “terro­ris­mo”, los pro­yec­tos de ley apro­ba­dos en el Par­la­men­to y el Con­gre­so para impe­dir que la gen­te diga lo que pien­sa, el examen pre­vio de las per­so­nas invi­ta­das a dar con­fe­ren­cias en las uni­ver­si­da­des, la idea de que antes de per­mi­tir­les entrar en el país hay que saber qué es lo que los con­fe­ren­cis­tas extran­je­ros van a decir: pare­cen cosas sin impor­tan­cia, pero son emble­má­ti­cas de la épo­ca en que vivi­mos. Y asus­ta la faci­li­dad con que se acep­ta todo esto. Si lo que se nos dice es que el cam­bio no es posi­ble, que el úni­co sis­te­ma con­ce­bi­ble es el actual, enton­ces vamos a tener pro­ble­mas. A la lar­ga no será acep­ta­do. Y si se impi­de que la gen­te hable, pien­se, o desa­rro­lle alter­na­ti­vas polí­ti­cas, no será solo el tra­ba­jo de Marx el que que­de rele­ga­do al olvi­do. Karl Polan­yi, el teó­ri­co social­de­mó­cra­ta más cua­li­fi­ca­do, sufri­rá el mis­mo destino.

Hemos vis­to desa­rro­llar­se una for­ma de gobierno que yo deno­mino de cen­tro extre­mo, que en este momen­to gobier­na en gran­des áreas de Euro­pa e inclu­ye par­ti­dos de izquier­da, cen­tro izquier­da, cen­tro dere­cha y dere­cha. Un sec­tor ente­ro del elec­to­ra­do, los jóve­nes en par­ti­cu­lar, sien­te que votar no cam­bia nada, tenien­do en cuen­ta los par­ti­dos exis­ten­tes. El cen­tro extre­mo des­ata gue­rras, ya sea por cuen­ta pro­pia o en nom­bre de Esta­dos Uni­dos; apo­ya las medi­das de aus­te­ri­dad; defien­de la vigi­lan­cia como abso­lu­ta­men­te nece­sa­ria para ven­cer al terro­ris­mo, sin ni siquie­ra pre­gun­tar­se por­qué exis­te el terro­ris­mo: hacer­se esta pre­gun­ta prác­ti­ca­men­te con­vier­te a uno en terro­ris­ta. ¿Por qué actúan así los terro­ris­tas? ¿Están tras­tor­na­dos? ¿Tie­ne algo que ver con lo más pro­fun­do de su reli­gión? Estas pre­gun­tas son con­tra­pro­du­cen­tes e inú­ti­les. Si pre­gun­tas si la polí­ti­ca impe­rial esta­dou­ni­den­se o la polí­ti­ca exte­rior bri­tá­ni­ca o fran­ce­sa no serán de algu­na mane­ra res­pon­sa­bles, te ata­can. Pero, por supues­to, las agen­cias de infor­ma­ción y los ser­vi­cios de segu­ri­dad saben de sobra que el moti­vo por el que la gen­te se vuel­ve loca –y es una for­ma de locu­ra– no se halla en la reli­gión sino en lo que ven. Hus­sein Osman, uno de los con­de­na­dos por los aten­ta­dos falli­dos del metro de Lon­dres del 21 de julio de 2005, fue dete­ni­do en Roma una sema­na des­pués. “Más que rezar dis­cu­tía­mos del tra­ba­jo, la polí­ti­ca, la gue­rra en Iraq”, dijo a los inte­rro­ga­do­res ita­lia­nos. “Siem­pre tuvi­mos nue­vas pelí­cu­las de la gue­rra en Iraq […] aque­llas en las que se podía ver a las muje­res y los niños ira­quíes que habían sido ase­si­na­dos por sol­da­dos esta­dou­ni­den­ses y bri­tá­ni­cos”. Eli­za Man­nigham-Buller, que en 2007 renun­ció como direc­to­ra del MI5, dijo: “Nues­tra par­ti­ci­pa­ción en Iraq, que­rien­do lograr un mun­do mejor, ha radi­ca­li­za­do a una gene­ra­ción ente­ra de jóvenes”.

Antes de la gue­rra de 2003, bajo la auto­ri­ta­ria dic­ta­du­ra de Sadam y su ante­ce­sor, el nivel de edu­ca­ción en Iraq era el más ele­va­do de Orien­te Medio. Cuan­do seña­las esto te acu­san de ser un apo­lo­gis­ta de Sadam, pero en los años 80 en la Uni­ver­si­dad de Bag­dad había más pro­fe­so­ras que las que tenía Prin­ce­ton en 2009; había guar­de­rías para faci­li­tar que las muje­res ense­ña­ran en las escue­las y las uni­ver­si­da­des. En Bag­dad y Mosul –actual­men­te ocu­pa­da por el Esta­do Islá­mi­co– había biblio­te­cas con siglos de anti­güe­dad. La biblio­te­ca de Mosul fun­cio­na­ba en el siglo XVIII y en sus depó­si­tos alber­ga­ba manus­cri­tos de la anti­gua Gre­cia. La biblio­te­ca de Bag­dad, como sabe­mos, fue saquea­da des­pués de la ocu­pa­ción y lo que está ocu­rrien­do actual­men­te en las biblio­te­cas de Mosul no es nin­gu­na sor­pre­sa, con miles de libros y manus­cri­tos destruidos.

Todo lo que ha ocu­rri­do en Iraq es con­se­cuen­cia de esa gue­rra desas­tro­sa que adqui­rió pro­por­cio­nes geno­ci­das. El núme­ro de muer­tos sigue sin escla­re­cer­se por­que la Coa­li­ción de la Volun­tad no cuen­ta las víc­ti­mas civi­les del país que está ocu­pan­do. ¿Para qué moles­tar­se? Pero otros han esti­ma­do que más de un millón de ira­quíes fue­ron ase­si­na­dos, sobre todo civi­les. El gobierno títe­re ins­ta­la­do por la ocu­pa­ción con­fir­mó estas cifras de mane­ra indi­rec­ta en 2006 al admi­tir ofi­cial­men­te que había cin­co millo­nes de huér­fa­nos en Iraq. La ocu­pa­ción de Iraq es uno de los actos más des­truc­ti­vos de la his­to­ria moder­na. A pesar de que Hiroshi­ma y Naga­sa­ki fue­ron bom­bar­dea­das con armas nuclea­res, la estruc­tu­ra social y polí­ti­ca del Esta­do japo­nés se man­tu­vo; aun­que los ale­ma­nes y los ita­lia­nos fue­ron derro­ta­dos en la Segun­da Gue­rra Mun­dial, la mayor par­te de sus estruc­tu­ras mili­ta­res, de infor­ma­ción, poli­cia­les y judi­cia­les se deja­ron como esta­ban por­que ya había otro enemi­go a las puer­tas: el comu­nis­mo. Sin embar­go, Iraq fue tra­ta­da como nin­gún otro país había sido tra­ta­do antes. La razón por la que la gen­te no aca­ba de ver esto es que cuan­do comen­zó la ocu­pa­ción todos los corres­pon­sa­les regre­sa­ron a casa. Las excep­cio­nes pue­den con­tar­se con los dedos de una mano: Patrick Cock­burn, Robert Fisk y uno o dos más. La infra­es­truc­tu­ra social de Iraq sigue sin fun­cio­nar años des­pués de que la ocu­pa­ción haya ter­mi­na­do; ha sido des­tro­za­da. El país ha sido des­mo­der­ni­za­do. Occi­den­te ha des­trui­do los sis­te­mas edu­ca­ti­vo y de salud ira­quíes; entre­gó el poder a un gru­po de par­ti­dos cle­ri­ca­les chiíes que inme­dia­ta­men­te se embar­ca­ron en un baño de san­gre revan­chis­ta. Varios cien­tos de pro­fe­so­res uni­ver­si­ta­rios fue­ron ase­si­na­dos. Si esto no es des­or­den, ¿qué lo es?

En el caso de Afga­nis­tán, todo el mun­do sabe qué es lo que había detrás de este gran inten­to, como lo lla­ma­ron los esta­dou­ni­den­ses y bri­tá­ni­cos, de “moder­ni­zar” el país. Che­rie Blair y Lau­ra Bush dije­ron que era una gue­rra por la libe­ra­ción de las muje­res. Si lo hubie­ra sido, habría sido la pri­me­ra en la his­to­ria. Aho­ra sabe­mos lo que fue real­men­te: una cru­da gue­rra de revan­cha que fra­ca­só por­que la ocu­pa­ción for­ta­le­ció a quie­nes bus­ca­ba des­truir. La gue­rra no solo devas­tó Afga­nis­tán y la infra­es­truc­tu­ra que tuvie­ra, sino que ade­más des­es­ta­bi­li­zó Pakis­tán, que cuen­ta con armas nuclea­res y actual­men­te es un Esta­do muy peligroso.

Estas dos gue­rras no le han hecho bien a nadie, pero han con­se­gui­do divi­dir el mun­do ára­be y musul­mán, fue­ra esa su inten­ción o no. La deci­sión de Esta­dos Uni­dos de entre­gar el poder a los par­ti­dos cle­ri­ca­les chiíes pro­fun­di­zó la divi­sión suní-chií: en Bag­dad, una ciu­dad mix­ta en un país don­de eran comu­nes los matri­mo­nios entre suníes y chiíes, hubo una lim­pie­za étni­ca. Los esta­dou­ni­den­ses actua­ron como si los suníes fue­ran los par­ti­da­rios de Sadam, pese a que muchos de ellos habían sido encar­ce­la­dos arbi­tra­ria­men­te bajo su man­da­to. Esta divi­sión ha para­li­za­do el nacio­na­lis­mo ára­be duran­te mucho tiem­po. Las luchas actua­les tie­nen que ver con el ban­do al que apo­ya Esta­dos Uni­dos en cada con­flic­to: en Iraq, a los chiíes.

La demo­ni­za­ción de Irán es pro­fun­da­men­te injus­ta, por­que sin el apo­yo táci­to de los ira­níes los esta­dou­ni­den­ses no podrían haber ocu­pa­do Iraq. La resis­ten­cia ira­quí a la ocu­pa­ción no se que­bró has­ta que los ira­níes le dije­ron al líder de los chiíes, Muq­ta­da al-Sadr, que había esta­do cola­bo­ran­do con los opo­si­to­res suníes al régi­men, que la aban­do­na­se. Al-Sadr fue tras­la­da­do a Tehe­rán y allí se le con­ce­die­ron “vaca­cio­nes” por un año. Sin el apo­yo ira­ní, tan­to en Iraq como en Afga­nis­tán, a Esta­dos Uni­dos le habría resul­ta­do muy difí­cil man­te­ner sus ocu­pa­cio­nes. Todo ello le fue agra­de­ci­do con san­cio­nes, una demo­ni­za­ción cada vez mayor, y doble rase­ro: Israel pue­de tener armas nuclea­res, tú no. En estos momen­tos Orien­te Medio es un desas­tre total: el poder cen­tral más impor­tan­te es Israel, y está exten­dién­do­se; los pales­ti­nos han sido derro­ta­dos y segui­rán están­do­lo por mucho tiem­po; todos los prin­ci­pa­les paí­ses ára­bes están des­tro­za­dos, pri­me­ro Iraq, aho­ra Siria; Egip­to, con una bru­tal dic­ta­du­ra mili­tar en el poder, está tor­tu­ran­do y ase­si­nan­do como si la lla­ma­da pri­ma­ve­ra ára­be nun­ca hubie­ra teni­do lugar: de hecho, para los diri­gen­tes mili­ta­res nun­ca ocurrió.

En cuan­to a Israel, el apo­yo cie­go que reci­be de Esta­dos Uni­dos es una vie­ja his­to­ria. Y cues­tio­nar­la, hoy por hoy, supo­ne ser eti­que­ta­do de anti­se­mi­ta. El peli­gro que tie­ne esta estra­te­gia es que si le dices a una gene­ra­ción que solo ha cono­ci­do el Holo­caus­to a tra­vés de las pelí­cu­las que ata­car a Israel es anti­se­mi­ta, la res­pues­ta va a ser: ¿Y qué? “Llá­ma­nos anti­se­mi­tas si quie­res”, dirá la gen­te joven. “Si eso sig­ni­fi­ca estar en con­tra tuya, los somos”. De modo que no sir­ve de nada. Resul­ta incon­ce­bi­ble pen­sar que algún Gobierno de Israel vaya a otor­gar un Esta­do a los pales­ti­nos. Como nos advir­tió el falle­ci­do Edward Said, los Acuer­dos de Oslo fue­ron un Tra­ta­do de Ver­sa­lles pales­tino. En reali­dad fue­ron algo mucho peor.

La desin­te­gra­ción de Orien­te Medio que comen­zó des­pués de la Pri­me­ra Gue­rra Mun­dial con­ti­núa. No pode­mos saber si Iraq será divi­di­do en tres paí­ses, o si Siria será divi­di­da en dos o tres paí­ses. Pero no nos sor­pren­de­ría que todos los Esta­dos de la región, sal­vo Egip­to, que es dema­sia­do gran­de para des­man­te­lar­lo, ter­mi­na­ran con­ver­ti­dos en ban­tus­ta­nes o prin­ci­pa­dos, al esti­lo de Qatar y los otros Esta­dos del Gol­fo, finan­cia­dos y man­te­ni­dos por los sau­di­tas por un lado y los ira­níes por el otro.

Todas las espe­ran­zas sus­ci­ta­das por la pri­ma­ve­ra ára­be se han hun­di­do y es impor­tan­te enten­der por qué. Muchos de los que par­ti­ci­pa­ron en ellas no vie­ron –en gran medi­da por razo­nes gene­ra­cio­na­les– que para lograr los efec­tos desea­dos hace fal­ta algún tipo de movi­mien­to polí­ti­co. No fue una sor­pre­sa que los Her­ma­nos Musul­ma­nes, que par­ti­ci­pa­ron en las pro­tes­tas de Egip­to al final, se hicie­ran con el poder: era el úni­co par­ti­do polí­ti­co real que había en Egip­to. Pero lue­go los Her­ma­nos Musul­ma­nes hicie­ron el jue­go al Ejér­ci­to actuan­do como Muba­rak –pro­po­nien­do tra­tos a las fuer­zas de segu­ri­dad, pro­po­nien­do tra­tos a los israe­líes– y la gen­te empe­zó a pre­gun­tar­se de qué ser­vía que estu­vie­ran en el poder. El Ejér­ci­to con­si­gui�� apo­yos y se des­hi­zo de los Her­ma­nos. Todo esto ha des­mo­ra­li­za­do a una gene­ra­ción ente­ra en Orien­te Medio.

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¿Cuál es la situa­ción en Euro­pa? Lo pri­me­ro que hay que seña­lar es que no hay un solo país de la Unión Euro­pea que ten­ga ver­da­de­ra sobe­ra­nía. Des­pués del fin de la Gue­rra Fría y la reuni­fi­ca­ción, Ale­ma­nia se ha con­ver­ti­do en el país más fuer­te y estra­té­gi­ca­men­te más impor­tan­te de Euro­pa, pero aún así no tie­ne total sobe­ra­nía: Esta­dos Uni­dos sigue domi­nan­do en muchos nive­les, espe­cial­men­te en lo que res­pec­ta a las Fuer­zas Arma­das. Gran Bre­ta­ña se con­vir­tió en un Esta­do semi-vasa­llo des­pués de la Segun­da Gue­rra Mun­dial. Los últi­mos pri­mer minis­tros bri­tá­ni­cos que actua­ron como si Gran Bre­ta­ña fue­ra un Esta­do sobe­rano fue­ron Harold Wil­son, que se negó a enviar tro­pas bri­tá­ni­cas a Viet­nam, y Edward Heath, que impi­dió que las bases bri­tá­ni­cas fue­ran uti­li­za­das para bom­bar­dear Orien­te Medio.

Des­de enton­ces Gran Bre­ta­ña ha hecho siem­pre lo que le orde­na­ba Esta­dos Uni­dos, aun cuan­do una par­te impor­tan­te del esta­blish­ment bri­tá­ni­co estu­vie­ra en con­tra. En el Minis­te­rio de Asun­tos Exte­rio­res hubo cla­ras mues­tras de eno­jo duran­te la Gue­rra de Iraq por con­si­de­rar que no había nin­gu­na nece­si­dad de invo­lu­crar a Gran Bre­ta­ña. En 2003, cuan­do la gue­rra ya esta­ba en mar­cha, fui invi­ta­do a dar una con­fe­ren­cia en Damas­co; allí reci­bí una lla­ma­da tele­fó­ni­ca de la emba­ja­da bri­tá­ni­ca pidién­do­me que fue­ra a comer. Me pare­ció raro. Al lle­gar me dio la bien­ve­ni­da el emba­ja­dor y me dijo: “Solo quie­ro tran­qui­li­zar­le, ade­más de comer, vamos a hablar de polí­ti­ca”. En la comi­da dijo: “Ha lle­ga­do el turno de pre­gun­tas, empe­za­ré yo. Tariq Ali, leí el artícu­lo que publi­có en The Guar­dian argu­men­tan­do que Tony Blair debe­ría ser deman­da­do por crí­me­nes de gue­rra en la Cor­te Penal Inter­na­cio­nal. ¿Le impor­ta­ría expli­car­nos por qué?” Estu­ve diez minu­tos expli­cán­do­se­lo ante el des­con­cier­to de los invi­ta­dos sirios. Al final el emba­ja­dor dijo: “Estoy total­men­te de acuer­do, no sé qué opi­na­rán los demás”. Cuan­do los invi­ta­dos se mar­cha­ron le dije: “Fue muy valien­te de su par­te”. Y el hom­bre del MI6 que había esta­do en la comi­da dijo: “Sí, pue­de per­mi­tír­se­lo por­que se jubi­la en diciem­bre”. Pero algo muy pare­ci­do ocu­rrió en la emba­ja­da en Vie­na, don­de di una con­fe­ren­cia de pren­sa con­tra la gue­rra de Iraq en el salón del emba­ja­dor. Estos hom­bres no eran ton­tos, sabían per­fec­ta­men­te lo que esta­ban hacien­do. Y actua­ron así por la humi­lla­ción que sin­tie­ron al tener un Gobierno que, a pesar de que los esta­dou­ni­den­ses habían dicho que se las podían apa­ñar sin Gran Bre­ta­ña, deci­dió invo­lu­crar­se de todos modos.

Los ale­ma­nes saben que no tie­nen sobe­ra­nía pero cuan­do lo apun­tas se enco­gen de hom­bros. A muchos de ellos no les gus­ta, tie­nen dema­sia­do pre­sen­te su pasa­do, esa idea de estar casi gené­ti­ca­men­te pre­dis­pues­tos a la gue­rra: una idea absur­da, que algu­na gen­te que debe­ría ser más sen­sa­ta ha vuel­to a expre­sar al cele­brar­se los ani­ver­sa­rios de la Pri­me­ra Gue­rra Mun­dial. Pero lo cier­to es que polí­ti­ca, ideo­ló­gi­ca, mili­tar e inclu­so eco­nó­mi­ca­men­te, la Unión Euro­pea está en manos del impe­rio glo­bal. Cuan­do la eli­te euro­pea ofre­ció a Gre­cia aque­lla lamen­ta­ble suma de dine­ro, Timothy Geith­ner, el enton­ces secre­ta­rio del Teso­ro esta­dou­ni­den­se, tuvo que inter­ve­nir dicién­do­le a la UE que aumen­ta­se el fon­do de res­ca­te has­ta los 500 mil millo­nes de euros. Vaci­la­ron, pero final­men­te hicie­ron lo que los esta­dou­ni­den­ses que­rían. Todas las expec­ta­ti­vas que, des­de su plan­tea­mien­to ini­cial, sus­ci­tó la idea de un con­ti­nen­te inde­pen­dien­te de otras poten­cias que siguie­ra su pro­pio camino, des­apa­re­cie­ron al final de la Gue­rra Fría. Jus­to cuan­do pare­cía que se podía lograr ese obje­ti­vo, Euro­pa se con­vir­tió en un con­ti­nen­te fiel a los ban­que­ros, la Euro­pa del dine­ro, un lugar sin pers­pec­ti­va social que no cues­tio­nó el orden neoliberal.

A los grie­gos se les está cas­ti­gan­do no tan­to por la deu­da como por no estar lle­van­do a cabo las refor­mas exi­gi­das por la UE. El gobierno de dere­chas derro­ta­do por Syri­za solo con­si­guió que se apro­ba­ran 3 de las 14 refor­mas que la UE pedía insis­ten­te­men­te. No pudie­ron hacer más por­que lo que fue apro­ba­do puso a Gre­cia en una situa­ción que recuer­da a Iraq: la des­mo­der­ni­za­ción; las pri­va­ti­za­cio­nes com­ple­ta­men­te inne­ce­sa­rias vin­cu­la­das a la corrup­ción polí­ti­ca; el empo­bre­ci­mien­to de la mayo­ría de la pobla­ción. Por eso los grie­gos eli­gie­ron un Gobierno que que­ría cam­biar las cosas, y enton­ces les dije­ron que no podían. La UE teme que se pro­duz­ca el efec­to domi­nó: si los grie­gos son recom­pen­sa­dos por votar a Syri­za, otros paí­ses podrían ele­gir gobier­nos simi­la­res, así que Gre­cia debe ser aplas­ta­da. No se pue­de echar a los grie­gos de la UE –no lo per­mi­te la Cons­ti­tu­ción– ni de la Euro­zo­na, pero sí hacer­les la vida muy difí­cil de modo que ten­gan que salir­se del euro y esta­ble­cer un euro grie­go, o un euro drac­ma, para que el país siga fun­cio­nan­do. Pero si suce­die­ra eso las con­di­cio­nes empeo­ra­rían, al menos tem­po­ral­men­te, de ahí que los grie­gos no tie­nen más alter­na­ti­va que resis­tir. El peli­gro está en que, en este entorno tan pre­ca­rio, la gen­te podría girar rápi­da­men­te hacia la dere­cha, hacia Ama­ne­cer Dora­do, un par­ti­do explí­ci­ta­men­te fas­cis­ta. Esa es la mag­ni­tud del pro­ble­ma, y actuar como lo está hacien­do la eli­te del euro –es decir, como el cen­tro extre­mo– es una estra­te­gia insen­sa­ta y cor­ta de miras.

Y lue­go está el auge de Chi­na. No hay duda de las enor­mes ganan­cias que ha gene­ra­do el capi­ta­lis­mo en Chi­na; las eco­no­mías de Chi­na y Esta­dos Uni­dos son sor­pren­den­te­men­te inde­pen­dien­tes. Cuan­do hace poco un vete­rano sin­di­ca­lis­ta esta­dou­ni­den­se me pre­gun­ta­ba qué le había pasa­do a la cla­se obre­ra esta­dou­ni­den­se, mi res­pues­ta fue inme­dia­ta: la cla­se obre­ra esta­dou­ni­den­se está aho­ra en Chi­na. Suce­de ade­más que Chi­na no está ni remo­ta­men­te cer­ca de ocu­par el lugar de Esta­dos Uni­dos. Las cifras que mane­jan los eco­no­mis­tas mues­tran que, en lo que ver­da­de­ra­men­te cuen­ta, los chi­nos toda­vía están por detrás. Si obser­va­mos los por­cen­ta­jes por Esta­dos de fami­lias millo­na­rias del mun­do en 2012 tene­mos: Esta­dos Uni­dos, 42,5%; Japón, 10,6%; Chi­na, 9,4%; Gran Bre­ta­ña, 3,7%; Sui­za, 2,9%; Ale­ma­nia, 2,7%; Tai­wán, 2,3%; Ita­lia, 2%; Fran­cia, 1,9%. Así que, en tér­mi­nos de fuer­za eco­nó­mi­ca, Esta­dos Uni­dos con­ti­núa tenien­do bue­nos resul­ta­dos. En muchos mer­ca­dos cla­ves –indus­tria far­ma­céu­ti­ca, indus­tria aero­es­pa­cial, pro­gra­mas infor­má­ti­cos, equi­po médi­co– domi­na Esta­dos Uni­dos. Las cifras de 2010 mos­tra­ron que tres cuar­tos de las dos­cien­tas mayo­res empre­sas expor­ta­do­ras de Chi­na –y son esta­dís­ti­cas chi­nas– son de pro­pie­dad extran­je­ra. Hay muchí­si­ma inver­sión extran­je­ra en Chi­na, a menu­do de paí­ses veci­nos como Tai­wán. Fox­conn, que fabri­ca orde­na­do­res para Apple en Chi­na, es una empre­sa taiwanesa.

La idea de que los chi­nos van a hacer­se de repen­te con el poder y ocu­par el lugar de Esta­dos Uni­dos es una ton­te­ría. Es inve­ro­sí­mil mili­tar­men­te; es inve­ro­sí­mil eco­nó­mi­ca­men­te; y polí­ti­ca e ideo­ló­gi­ca­men­te es obvio que tam­po­co es el caso. Cuan­do comen­zó el decli­ve del Impe­rio bri­tá­ni­co, déca­das antes de que se des­mo­ro­na­ra, la gen­te sabía lo que esta­ba pasan­do. Tan­to Lenin como Trotsky se die­ron cuen­ta de que los bri­tá­ni­cos se esta­ban hun­dien­do. Hay un dis­cur­so mara­vi­llo­so de Trotsky, pro­nun­cia­do en 1924 en el mar­co de la IV Inter­na­cio­nal Comu­nis­ta en el que, con un esti­lo inimi­ta­ble, hizo las siguien­tes decla­ra­cio­nes sobre la bur­gue­sía inglesa:

Su carác­ter ha sido mol­dea­do a lo lar­go de siglos. La auto­es­ti­ma de cla­se ya está en su san­gre y su médu­la, sus ner­vios y sus hue­sos. Será muy difí­cil qui­tar­les la con­fian­za en sí mis­mos como diri­gen­tes mun­dia­les. Pero el ame­ri­cano se la qui­ta­rá lo mis­mo cuan­do se pon­ga manos a la obra en serio. En vano se con­sue­la el bur­gués bri­tá­ni­co pen­san­do que ser­vi­rá de guía al inex­per­to ame­ri­cano. Sí, habrá un perio­do de tran­si­ción. Pero el quid de la cues­tión no está en los hábi­tos del lide­raz­go diplo­má­ti­co sino en el poder real, el capi­tal y la indus­tria exis­ten­tes. Y los Esta­dos Uni­dos, si nos fija­mos en su eco­no­mía, des­de la ave­na has­ta los gran­des aco­ra­za­dos de últi­ma gene­ra­ción, ocu­pan el pri­mer lugar. Pro­du­cen todas las nece­si­da­des bási­cas has­ta alcan­zar entre la mitad y los dos ter­cios de lo que se pro­du­ce en todo el mundo. 

Si cam­biá­ra­mos el tex­to, y en vez del “carác­ter de la bur­gue­sía ingle­sa” dijé­ra­mos el “carác­ter de la bur­gue­sía esta­dou­ni­den­se ha sido mol­dea­do duran­te siglos […] pero el chino se la qui­ta­rá lo mis­mo”, no ten­dría sentido.

* * *

¿Dón­de vamos a ter­mi­nar al final de este siglo? ¿Dón­de esta­rá Chi­na? ¿Pros­pe­ra­rá la demo­cra­cia occi­den­tal? Una cosa que ha que­da­do cla­ra en las últi­mas déca­das es que no ocu­rre nada a menos que la gen­te quie­ra que ocu­rra; y si la gen­te quie­re que ocu­rra, empie­za a mover­se. Uno hubie­ra pen­sa­do que los euro­peos apren­de­rían algo del des­plo­me pro­vo­ca­do por la recien­te rece­sión y actua­rían, pero no lo hicie­ron: se limi­ta­ron a poner tiri­tas y a espe­rar que la heri­da deja­ra de san­grar. Enton­ces, ¿dón­de debe­ría­mos bus­car la solu­ción? Uno de los pen­sa­do­res más crea­ti­vos hoy en día es el soció­lo­go ale­mán Wolf­gang Streeck, que insis­te en que se nece­si­ta deses­pe­ra­da­men­te una estruc­tu­ra alter­na­ti­va a la Unión Euro­pea y en que ésta exi­gi­rá más demo­cra­cia en cada una de las eta­pas, tan­to a nivel pro­vin­cial y de ciu­da­des como a nivel nacio­nal y euro­peo. Hace fal­ta un esfuer­zo con­cer­ta­do para encon­trar una alter­na­ti­va al sis­te­ma neo­li­be­ral. Ya tene­mos un prin­ci­pio en Gre­cia y en Espa­ña, y podría extenderse.

Mucha gen­te en Euro­pa del Este sien­te nos­tal­gia de las socie­da­des ante­rio­res a la caí­da de la Unión Sovié­ti­ca. Los regí­me­nes comu­nis­tas que gober­na­ron el blo­que sovié­ti­co des­pués de la lle­ga­da de Khrush­chev al poder podrían des­cri­bir­se como dic­ta­du­ras socia­les: regí­me­nes esen­cial­men­te débi­les con una estruc­tu­ra polí­ti­ca auto­ri­ta­ria, pero con una estruc­tu­ra eco­nó­mi­ca que ofre­cía a la gen­te más o menos lo mis­mo que la social­de­mo­cra­cia sue­ca o bri­tá­ni­ca. En una encues­ta rea­li­za­da en enero, el 82% de los encues­ta­dos en la anti­gua Ale­ma­nia del Este dije­ron que se vivía mejor antes de la reuni­fi­ca­ción. Cuan­do se les pre­gun­tó los moti­vos, dije­ron que había más sen­ti­do de comu­ni­dad, más ins­ta­la­cio­nes, el dine­ro no era lo prin­ci­pal, la vida cul­tu­ral era mejor y no se los tra­ta­ba como ciu­da­da­nos de segun­da cla­se, como ocu­rre aho­ra. La acti­tud de los ale­ma­nes occi­den­ta­les hacia los orien­ta­les no tar­dó en con­ver­tir­se en un pro­ble­ma serio; tan serio que el segun­do año des­pués de la reuni­fi­ca­ción, Hel­mut Sch­midt, el ex can­ci­ller ale­mán y no pre­ci­sa­men­te un radi­cal, dijo en la con­fe­ren­cia del Par­ti­do Social Demó­cra­ta que los ale­ma­nes del este esta­ban sien­do tra­ta­dos de mane­ra abso­lu­ta­men­te equi­vo­ca­da. Dijo que no se podía seguir igno­ran­do la cul­tu­ra de Ale­ma­nia del Este; y que si tuvie­ra que ele­gir los tres mejo­res escri­to­res ale­ma­nes esco­ge­ría a Goethe, Hei­ne y Brecht. A los asis­ten­tes se les cor­tó la res­pi­ra­ción cuan­do nom­bró a Brecht. Los pre­jui­cios con­tra el Este esta­ban pro­fun­da­men­te arrai­ga­dos. La razón por la que las reve­la­cio­nes de Snow­den impac­ta­ron tan­to a los ale­ma­nes es que de pron­to resul­tó evi­den­te que esta­ban vivien­do bajo vigi­lan­cia per­ma­nen­te, cuan­do una de las mayo­res cam­pa­ñas ideo­ló­gi­cas en Ale­ma­nia Occi­den­tal tuvo que ver pre­ci­sa­men­te con el daño cau­sa­do por la Sta­si, que se dijo espia­ba a todos en todo momen­to. Bien, la Sta­si no tenía capa­ci­dad tec­no­ló­gi­ca para un sis­te­ma de espio­na­je omni­pre­sen­te: en la esca­la de vigi­lan­cia, Esta­dos Uni­dos está muy por delan­te del vie­jo enemi­go de Ale­ma­nia Occidental.

Los anti­guos ale­ma­nes del este no solo pre­fie­ren el vie­jo sis­te­ma polí­ti­co, tam­bién ocu­pan el pri­mer pues­to en la lis­ta de ateos: el 52,1% de la pobla­ción no cree en Dios; la Repú­bli­ca Che­ca se sitúa en segun­do lugar con el 39,9%; la Fran­cia lai­ca está por deba­jo con el 23,3% (lai­cis­mo en Fran­cia sig­ni­fi­ca cual­quier cosa que no sea islá­mi­co). Si obser­va­mos el otro extre­mo, el país con la mayor pro­por­ción de cre­yen­tes es Fili­pi­nas con el 83,6%, segui­do de Chi­le, 79.4%; Israel, 65,5%; Polo­nia, 62%; Esta­dos Uni­dos, 60,6%; com­pa­ra­da con los cua­les Irlan­da es un bas­tión de mode­ra­ción con solo un 43,2%. Si los encues­ta­do­res hubie­ran visi­ta­do el mun­do islá­mi­co para hacer esas mis­mas pre­gun­tas segu­ra­men­te se habrían sor­pren­di­do de las res­pues­tas obte­ni­das en Tur­quía, por ejem­plo, o inclu­so en Indo­ne­sia. No se pue­de cir­cuns­cri­bir la creen­cia reli­gio­sa a una úni­ca par­te del globo.

Este es un mun­do mes­ti­zo y con­fu­so. Sus pro­ble­mas no cam­bian, tan solo adquie­ren nue­vas for­mas. En Espar­ta, en el siglo III a.C., des­pués de las Gue­rras del Pelo­po­ne­so, fue cre­cien­do una grie­ta entre la eli­te diri­gen­te y la gen­te común, y quie­nes gober­na­ban exi­gie­ron cam­bios por­que la bre­cha entre ricos y pobres se había vuel­to tan enor­me que resul­ta­ba into­le­ra­ble. La suce­sión de los monar­cas radi­ca­les Agis IV, Cleó­me­nes III y Nabis creó una estruc­tu­ra que per­mi­tió revi­vir el Esta­do; se libe­ró a los escla­vos; se per­mi­tió votar a todos los ciu­da­da­nos; y la tie­rra con­fis­ca­da a los ricos se dis­tri­bu­yó entre los pobres (algo que actual­men­te no per­mi­ti­ría el BCE). Teme­ro­sa de que cun­die­ra el ejem­plo, la tem­pra­na Repú­bli­ca Roma­na envió sus legio­nes bajo el man­do de Tito Quin­cio Fla­mi­nio con­tra Espar­ta. Según Tito Livio, esta fue la res­pues­ta de Nabis, el rey de Espar­ta, y al leer­la se sien­te la frial­dad y dig­ni­dad que había en sus palabras:

No midáis lo que se hace en Lace­de­mo­nia a tra­vés de vues­tras pro­pias ins­ti­tu­cio­nes […] Voso­tros esco­géis vues­tra caba­lle­ría, igual que vues­tra infan­te­ría, de acuer­do con su ren­ta; que­réis que pocos des­ta­quen por sus rique­zas y que la masa de la pobla­ción esté some­ti­da a ellos. Nues­tro legis­la­dor no qui­so que el Gobierno estu­vie­ra en manos de unos pocos, como los que voso­tros deno­mi­náis Sena­do, ni se per­mi­tió a nin­gún orden que tuvie­ra pre­pon­de­ran­cia en el Esta­do; creía que la igual­dad de ran­go y for­tu­na era nece­sa­ria para que pudie­ra exis­tir un gran núme­ro de hom­bres que empu­ña­sen las armas por su patria. 

Tariq Ali es un escri­tor y direc­tor de cine pakis­ta­ní. Su últi­mo libro es The Extre­me Cen­tre: a War­ning.

[Este ensa­yo fue publi­ca­do ori­gi­nal­men­te en la Lon­don Review of Books]

Ori­gi­nal en inglés: Coun­ter­punch

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