Terro­ris­mo poli­cial con­tra gri­tos de liber­tad- Xabier Makazaga

Quie­nes se empe­ñan en cali­fi­car de sim­ples «abu­sos» lo que sin duda han sido gra­ves crí­me­nes es muy pro­ba­ble que pre­ten­dan mini­mi­zar y blan­quear dichos crí­me­nes. Sobre todo, si tan sólo usan el tér­mino «abu­sos» para cali­fi­car cier­tos crí­me­nes, por gra­ves que sean, y nun­ca jamás lo hacen con otros, aun sien­do menos gra­ves que los anteriores.

Es lo que suce­de cuan­do cali­fi­can de «abu­sos poli­cia­les» las tor­tu­ras y los ase­si­na­tos come­ti­dos por las Fuer­zas de Segu­ri­dad del Esta­do. Por ejem­plo, el de los cin­co tra­ba­ja­do­res masa­cra­dos por la Poli­cía el 3 de mar­zo de 1976, o el de los tres jóve­nes a los que la Guar­dia Civil con­fun­dió con mili­tan­tes de ETA y tor­tu­ró has­ta la muer­te en mayo de 1981, en Almería.

En efec­to, los mis­mos que cali­fi­can la que­ma de un caje­ro como gra­ve acto terro­ris­ta se empe­ñan en impo­ner el tér­mino de «abu­sos poli­cia­les» para los crí­me­nes antes men­cio­na­dos y se han opues­to una y otra vez a que todos esos ase­si­na­dos, y otros tor­tu­ra­dos has­ta la muer­te como Joxe Arre­gi o Mikel Zabal­za, sean con­si­de­ra­dos víc­ti­mas del terrorismo.

Aho­ra bien, no es en abso­lu­to admi­si­ble que la vio­len­cia emplea­da con­tra un Esta­do sea cali­fi­ca­da con tan­ta faci­li­dad de terro­ris­ta, y al mis­mo tiem­po se nie­gue con rotun­di­dad dicho cali­fi­ca­ti­vo cuan­do es el Esta­do quien ejer­ce ese mis­mo tipo de vio­len­cia, e inclu­so más gra­ve, infrin­gien­do la ley nacio­nal y/​o internacional.

Así lo expli­co en un libro que aca­ba de publi­car la Edi­to­rial Hiru, crea­da por Eva Forest, al que he pues­to como títu­lo el estri­bi­llo de una can­ción de RIP de los años ochen­ta, Terro­ris­mo poli­cial con­tra gri­tos de liber­tad. Un estri­bi­llo que aún segui­mos tara­rean­do quie­nes vivi­mos en toda su cru­de­za el terro­ris­mo de Esta­do de aque­lla dura época.

En el libro he recal­ca­do que el terro­ris­mo de Esta­do es, con dife­ren­cia, el peor de los terro­ris­mos. Entre otras razo­nes, por­que, como sos­tie­ne el cate­drá­ti­co Igor Pri­mo­ratz, «no pue­de sino estar agra­va­do por el secre­to, el enga­ño y la hipo­cre­sía». Según él, «cuan­do un Esta­do está impli­ca­do en el terro­ris­mo, ya sea per­pe­tra­do por sus pro­pios agen­tes o por inter­me­dia­rios, lo hace clan­des­ti­na­men­te, negan­do cual­quier impli­ca­ción, y decla­ran­do su adhe­sión a los valo­res y prin­ci­pios que lo prohíben».

Otro tan­to sos­tie­ne Jon Mire­na Lan­da, exdi­rec­tor de Dere­chos Huma­nos del Gobierno vas­co, quien ase­gu­ra que «se mató, lesio­nó, secues­tró, vio­ló sexual­men­te, tor­tu­ró… y lue­go se borra­ron los ras­tros que sólo obra­ban en poder y a dis­po­si­ción de los vic­ti­ma­rios», pre­ci­san­do que ha sido «el Esta­do que se auto­en­cu­bre con efi­ca­cia» quien ha borra­do dichos rastros.

A cau­sa de ello, han sido bien pocos los casos de terro­ris­mo de Esta­do prac­ti­ca­do en el con­tex­to del con­flic­to polí­ti­co que sufre Eus­kal Herria en los que ha sido posi­ble cla­ri­fi­car cier­tos aspec­tos, que no des­de lue­go todos, por­que no hay un solo caso que haya sido cla­ri­fi­ca­do has­ta sus últi­mas consecuencias.

Ade­más, en la inmen­sa mayo­ría de los casos no se ha lle­ga­do a cla­ri­fi­car abso­lu­ta­men­te nada, lo que no es nada de extra­ñar, por­que las auto­ri­da­des bien que se han encar­ga­do de impe­dir­lo, otor­gan­do una fla­gran­te impu­ni­dad a los ejecutores.

Por eso insis­te Jon Mire­na Lan­da en que «el Esta­do que se auto­en­cu­bre con efi­ca­cia, pre­ci­sa, para com­pen­sar su actua­ción cri­mi­nal, una inver­sión efec­ti­va de la car­ga de la prue­ba. No hay que espe­rar a que las víc­ti­mas prue­ben los hechos, sino crear un meca­nis­mo proac­ti­vo de ver­dad». Es decir, crear una Comi­sión de la Verdad.

Las auto­ri­da­des espa­ño­las y fran­ce­sas se opo­nen fron­tal­men­te a ello, por­que le tie­nen páni­co a la ver­dad, y les encan­ta­ría poder seguir sir­vién­do­se inde­fi­ni­da­men­te del terro­ris­mo de Esta­do para aho­gar nues­tros gri­tos de liber­tad. Les encan­ta­ría poder seguir ancla­dos en el pasa­do, enar­bo­lan­do la men­ti­ra y el nega­cio­nis­mo como ban­de­ra. Un nega­cio­nis­mo que tie­ne su máxi­ma expre­sión en su fron­tal nega­ti­va a reco­no­cer que exis­ta con­flic­to polí­ti­co alguno en Eus­kal Herria, mien­tras se opo­nen a toda cos­ta a que los vas­cos poda­mos deci­dir libre­men­te nues­tro futuro.

En mi libro, he pues­to en evi­den­cia ese nega­cio­nis­mo a base de con­tun­den­tes datos sobre la vio­len­cia terro­ris­ta que el Esta­do espa­ñol, y tam­bién el fran­cés, han tra­ta­do de ocul­tar a toda cos­ta (como la tor­tu­ra), o han inten­ta­do camu­flar, usan­do para ello dife­ren­tes siglas (ATE, BVE, GAL…), o el ano­ni­ma­to. Ade­más, mues­tro la estre­cha rela­ción entre las diver­sas mani­fes­ta­cio­nes de ese terro­ris­mo de Esta­do: gue­rra sucia, tor­tu­ra, nar­co­trá­fi­co… Y tam­bién doy datos pre­ci­sos sobre los pro­ta­go­nis­tas: polí­ti­cos, auto­ri­da­des, poli­cías, mili­ta­res, guar­dias civi­les, mercenarios…

Ha sido el fru­to de un tra­ba­jo de años que he lle­va­do a cabo espe­ran­do sea de ayu­da a las víc­ti­mas del terro­ris­mo de Esta­do, para que pue­dan decir su ver­dad, toda su ver­dad. Y tam­bién con el deseo de que alla­ne el camino para que reci­ban cuan­to antes la jus­ti­cia y repa­ra­ción, con garan­tías de no repe­ti­ción, que tan­to nece­si­tan y se mere­cen.

Xabier Maka­za­ga, inves­ti­ga­dor del terro­ris­mo de Estado

11 de mayo de 2015

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