Una de mar­xis­mo (con per­dón)- Nico­lás Bianchi

Nico­lás Bianchi
Lo genial en Marx (Lenin dixit) es que dio res­pues­ta a los pro­ble­mas que el pen­sa­mien­to más avan­za­do de la huma­ni­dad había plan­tea­do ya. El mar­xis­mo es el here­de­ro de lo mejor que la huma­ni­dad creó en el siglo XIX: la filo­so­fía ale­ma­na, la eco­no­mía polí­ti­ca ingle­sa y el socia­lis­mo (utó­pi­co) fran­cés.

La filo­so­fía del mar­xis­mo es el mate­ria­lis­mo his­tó­ri­co y dia­léc­ti­co. Así como el cono­ci­mien­to del hom­bre (no digo «y la mujer» por­que hablo en trans­ge­né­ri­co y se sobre­en­tien­de) refle­ja la natu­ra­le­za, o sea, la mate­ria en desa­rro­llo, diz­que la vida mis­ma, que exis­te inde­pen­dien­te­men­te de él (¿ten­dré que decir «y ella»?), así el cono­ci­mien­to social del hom­bre (reli­gión, polí­ti­ca, filo­so­fía, etc. ) refle­ja el régi­men eco­nó­mi­co de la socie­dad, cual­quie­ra que sea. Las ins­ti­tu­cio­nes jurí­di­co-polí­ti­cas son la super­es­truc­tu­ra que se alza sobre la base eco­nó­mi­ca, pero no como «pisos», sino como refle­jo y, tam­bién, como dis­tor­sión o ideo­lo­gía o fal­sa con­cien­cia otro­sí la ideo­lo­gía dominante.

«El Capi­tal», de Marx, está con­sa­gra­do (que­mán­do­se las pes­ta­ñas y la salud este hom­bre incon­men­su­ra­ble) al estu­dio del modo de pro­duc­ción capi­ta­lis­ta, al capi­ta­lis­mo, des­de el sim­ple true­que mer­can­til has­ta sus for­mas más ele­va­das. La eco­no­mía polí­ti­ca clá­si­ca ante­rior a Marx sur­gió en Ingla­te­rra, el país capi­ta­lis­ta más desa­rro­lla­do enton­ces. Adam Smith y David Ricar­do sen­ta­ron las bases de la teo­ría del valor por el tra­ba­jo. Marx desa­rro­lló esa teo­ría con­se­cuen­te­men­te. Mos­tró que el valor de toda mer­can­cía está deter­mi­na­do por la can­ti­dad de tiem­po de tra­ba­jo social­men­te nece­sa­rio inver­ti­do en su pro­duc­ción. Allí don­de los eco­no­mis­tas bur­gue­ses veían rela­cio­nes entre obje­tos (cam­bio de una mer­can­cía por otra, un obre­ro muer­to por otro, o sea, otro «obje­to»), Marx des­cu­brió rela­cio­nes entre per­so­nas (capitalista/​asalariado; pro­pie­ta­rio de los medios de pro­duc­ción y el tra­ba­ja­dor que no tie­ne más reme­dio que ven­der lo úni­co que tie­ne: su fuer­za de tra­ba­jo para man­te­ner a su fami­lia y cebar a su patrón). La teo­ría de la plus­va­lía (el tra­ba­jo no paga­do a la cla­se obre­ra y tra­ba­ja­do­ra asa­la­ria­da) es la pie­dra angu­lar de la teo­ría eco­nó­mi­ca de Marx. La esen­cia del capi­ta­lis­mo no es tan­to la ganan­cia como la explo­ta­ción del tra­ba­jo no pagado.

La Revo­lu­ción fran­ce­sa, que tum­bó el feu­da­lis­mo, reve­ló que la base de todo desa­rro­llo y su fuer­za motriz es la lucha de cla­ses. A Luis XVI, el Rey Bor­bón, lo gui­llo­ti­na­ron no por des­fal­cos, sino por un úni­co deli­to, que diría el gran Robes­pie­rre: ser rey. No la per­so­na, la ins­ti­tu­ción. Como hoy encar­ce­lan a comu­nis­tas y anti­fas­cis­tas o aber­tza­les: por serlo.

Ni un solo país capi­ta­lis­ta se for­mó sin una lucha a muer­te entre las diver­sas cla­ses socia­les. Ni uno. Nacie­ron matan­do y mori­rán matan­do, así se car­guen el pla­ne­ta con tal de man­te­ner la pis­ci­na, la que­ri­da y las tar­je­tas black.

Yo sólo conoz­co un terrorismo:el del Esta­do y el del capital(ismo). No conoz­co otro. Y ben­di­go a quien se le opon­ga. Vale.

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