Rusia acu­de en ayu­da de Venezuela

El pre­si­den­te Oba­ma debe estar mor­dién­do­se las manos por haber abier­to de par en par las puer­tas a la pre­sen­cia mili­tar rusa en Amé­ri­ca Lati­na y el Cari­be. Por medio de su decre­to, una ver­da­de­ra decla­ra­ción de gue­rra a Vene­zue­la, él habrá inci­ta­do a esta últi­ma a pedir el apo­yo de Rusia y su tec­no­lo­gía mili­tar para ase­gu­rar su defen­sa. Si se tra­ta de un apo­yo de gran impor­tan­cia para Vene­zue­la, para Rusia es tam­bién una opor­tu­ni­dad ines­pe­ra­da para expan­dir sus rela­cio­nes con el con­ti­nen­te latinoamericano.

Vene­zue­la y Rusia van a cele­brar manio­bras mili­ta­res con­jun­tas este fin de sema­na (14 y 15 de mar­zo) en toda Vene­zue­la. El minis­tro de Defen­sa ruso, Ser­guei Shoi­gu, ha acep­ta­do la invi­ta­ción de su homó­lo­go vene­zo­lano, Vla­di­mir Padrino López, para que Rusia par­ti­ci­pe en los ejer­ci­cios de las fuer­zas de defen­sa anti­aé­rea y del lan­za­cohe­tes múl­tim­ple ruso BM-30 Smerch. A esto se aña­de la entra­da de navíos de gue­rra rusos en los puer­tos de Venezuela.

Esta par­ti­ci­pa­ción de Rusia en la defen­sa de Vene­zue­la con­tra las ame­na­zas de inva­sión mili­tar de par­te de EEUU ser­vi­rá para recor­dar a este últi­mo país su pro­pia par­ti­ci­pa­ción mili­tar en Ucra­nia y en la mayo­ría de paí­ses fron­te­ri­zos con Rusia. De este modo, Rusia apor­ta su apo­yo a un país ami­go, Vene­zue­la, el cual está ame­na­za­do de inva­sión por su peor enemi­go, EEUU.

No esta­mos evi­den­te­men­te ya en 1962 duran­te la cri­sis de los misi­les en Cuba don­de la ame­na­za nuclear esta­ba situa­da a 90 kms de las fron­te­ras nor­te­ame­ri­ca­nas. En Vene­zue­la no hay armas nuclea­res y las fron­te­ras entre los dos paí­ses están sepa­ra­das por unos miles de kiló­me­tros. Ade­más, la Amé­ri­ca Lati­na de hoy no es la de los años sesen­ta del pasa­do siglo. Nume­ro­sos pue­blos han logra­do ven­cer la resis­ten­cia de los oli­gar­cas y agen­tes extran­je­ros para con­quis­tar demo­crá­ti­ca­men­te los pode­res del Esta­do y poner­los al ser­vi­cio del bien común. Varias orga­ni­za­cio­nes regio­na­les ‑UNASUR, MERCOSUR, ALBA y CELAC- han sido desa­rro­lla­das. Su pre­sen­cia se ha con­ver­ti­do en una mues­tra de la inde­pen­den­cia e inte­gra­ción de los pue­blos de Amé­ri­ca Lati­na etc.

Apa­ren­te­men­te, EEUU no logra habi­tuar­se a los cam­bios y con­ti­núa actuan­do como si Amé­ri­ca Lati­na siguie­ra sien­do su patrio tra­se­ro don­de pue­de deci­dir a volun­tad. Tar­de o tem­prano, Washing­ton se verá obli­ga­do, sin embar­go, a cam­biar sus polí­ti­cas. No son los pue­blos los que deben variar sus polí­ti­cas y su régi­men de gobierno, sino que es, por el con­tra­rio, EEUU el que debe pro­ce­der a rea­li­zar este cambio.

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