¿Por qué y para qué refor­ma Wert el sis­te­ma de títu­los universitarios?


El BOE del 3 de febre­ro ha publi­ca­do el Real Decre­to (RD) que modi­fi­ca la orde­na­ción de las ense­ñan­zas uni­ver­si­ta­rias, sin que para ello hayan sido óbi­ce las crí­ti­cas u obje­cio­nes de la Con­fe­ren­cia de Rec­to­res de las Uni­ver­si­da­des Espa­ño­las, las aso­cia­cio­nes estu­dian­ti­les, todos los sin­di­ca­tos e inclu­so el Con­se­jo de Estado.

Ante­ce­den­tes: el “Plan Bolo­nia” y el austericidio

Para ana­li­zar el alcan­ce de este RD hay que remon­tar­se a 2007, cuan­do se ini­cia la implan­ta­ción en Espa­ña de lo que se dio en lla­mar Plan Bolo­nia y que real­men­te no es nin­gún plan, sino una decla­ra­ción de 1999, vaga y téc­ni­ca­men­te defi­cien­te, que, con el fin de faci­li­tar la movi­li­dad estu­dian­til en el Espa­cio Euro­peo de Ense­ñan­za Supe­rior (EEES) y de pro­fe­sio­na­les con títu­lo uni­ver­si­ta­rio en la Unión Euro­pea, pro­pug­na sis­te­mas com­pa­ra­bles de dos ciclos (con un pri­mer ciclo de no menos de 3 cur­sos), esta­ble­ce un sis­te­ma de, diga­mos, medi­da común del esfuer­zo dis­cen­te (el ECTS, Euro­pean Cre­dit Trans­fer (and Accu­mu­la­tion) Sys­tem) y el Suple­men­to Euro­peo al Títu­lo, un docu­men­to con infor­ma­ción des­crip­ti­va nor­ma­li­za­da sobre los estu­dios cur­sa­dos, para faci­li­tar su reco­no­ci­mien­to aca­dé­mi­co y profesional.

Había enton­ces en Espa­ña un catá­lo­go de títu­los ofi­cia­les, con 64 de ciclo cor­to (3 cur­sos), 67 de ciclo lar­go (4 o 5) y 22 de segun­do ciclo (2 años, acce­si­bles des­de títu­los de ciclo cor­to): 153 en total. Bas­ta­ban unos reto­ques para adap­tar el sis­te­ma al EEES, pero este sir­vió de pre­tex­to para una refor­ma radi­cal, que obli­gó a extin­guir todos los pla­nes de estu­dios vigentes.

El retra­so y las pecu­lia­ri­da­des de la implan­ta­ción en Espa­ña del EEES se expli­can por la incon­sis­ten­cia y la caren­cia de pro­yec­to uni­ver­si­ta­rio del PSOE y de los suce­si­vos gobier­nos de Zapa­te­ro, que toma­ron una opción rígi­da en cuan­to a la dura­ción de los gra­dos (4 cur­sos) y des­re­gu­la­do­ra en cuan­to a su natu­ra­le­za y con­te­ni­do. Pero lo más sig­ni­fi­ca­ti­vo de la refor­ma no era la dura­ción de gra­dos y más­te­res (4+1 o 4+2), sino el énfa­sis en la ocu­pa­bi­li­dad (emplo­ya­bi­lity), enten­di­da como espe­cia­li­za­ción cor­to­pla­cis­ta, y, en sin­to­nía con este enfo­que, el encum­bra­mien­to de las com­pe­ten­cias ver­sus los con­te­ni­dos, y el fomen­to de méto­dos docen­tes ali­nea­dos con el eslo­gan “apren­der a aprender”.

En esta línea resul­tan cohe­ren­tes la vague­dad en la defi­ni­ción de las fun­cio­nes de los gra­dos y la subs­ti­tu­ción del catá­lo­go de títu­los por un regis­tro en el que cada uni­ver­si­dad pue­de ins­cri­bir como ofi­cial cual­quier títu­lo que con­ci­ba, pre­via vali­da­ción de algu­nos requi­si­tos –más cir­cuns­tan­cia­les y buro­crá­ti­cos que de con­te­ni­dos– por par­te de una agen­cia evaluadora.

Tal como algu­nos ya adver­ti­mos como peli­gro en 2005, todo ello ha desem­bo­ca­do en la tri­via­li­za­ción y degra­da­ción del gra­do, la mer­can­ti­li­za­ción del post­gra­do y de algu­nos gra­dos, y el des­pa­rra­mo del cono­ci­mien­to. Fren­te a los 153 títu­los que había en el catá­lo­go, en el regis­tro se pue­den con­tar aho­ra, solo entre los de gra­do, no menos de 500. Y sin con­se­guir ple­na­men­te el supues­to obje­ti­vo prin­ci­pal de enca­jar el sis­te­ma espa­ñol en el EEES, bas­tan­te hete­ro­gé­neo, por cierto.

Los pri­me­ros pasos de la implan­ta­ción del EES en Espa­ña (que, como se recor­da­rá des­en­ca­de­na­ron fuer­tes pro­tes­tas) coin­ci­die­ron con la acti­va­ción de una cam­pa­ña de des­pres­ti­gio de la uni­ver­si­dad públi­ca, orien­ta­da a redu­cir la dimen­sión del sis­te­ma y su cali­dad, con el con­co­mi­tan­te y disua­so­rio dis­cur­so de la sobre­ca­li­fi­ca­ción y con el esta­lli­do de la cri­sis financiera.

En este con­tex­to, la con­tri­bu­ción a la polí­ti­ca uni­ver­si­ta­ria del últi­mo gobierno del PSOE y del actual de PP, así como de los gobier­nos de algu­nas comu­ni­da­des autó­no­mas, como el bipar­ti­to de Con­ver­gèn­cia i Unió en Cata­lu­ña, ha con­sis­ti­do bási­ca­men­te en la apli­ca­ción de las polí­ti­cas aus­te­ri­ci­das, que se ha con­cre­ta­do en el recor­te de las sub­ven­cio­nes, la cua­si con­ge­la­ción y la pre­ca­ri­za­ción de las plan­ti­llas y el aumen­to de los pre­cios de matrí­cu­la (espe­cial­men­te en Cata­lu­ña y la C.A. de Madrid), todo lo cual ha hecho más difí­cil el acce­so a la uni­ver­si­dad y ha expul­sa­do del sis­te­ma a miles de jóve­nes. En par­ti­cu­lar, con el sis­te­ma de pre­cios esta­ble­ci­do por el Real Decre­to-ley 4/​2012, los de los más­te­res que no habi­li­tan para el ejer­ci­cio de pro­fe­sio­nes regu­la­das dupli­can con cre­ces los de los grados.

El nue­vo Real Decreto

En este mar­co apa­re­ce y debe valo­rar­se el RD, cuyo moti­vo, según su preám­bu­lo, no es otro que fomen­tar “la inter­na­cio­na­li­za­ción de nues­tros egre­sa­dos universitarios”.

Su par­te dis­po­si­ti­va se redu­ce bási­ca­men­te a abrir la posi­bi­li­dad de que haya gra­dos de 3 cur­sos (180 cré­di­tos) y a dar algu­nas indi­ca­cio­nes sobre los pla­nes de estu­dios de los gra­dos, que debe­rían tener carác­ter gene­ra­lis­ta, con la obli­ga­ción de incluir mate­rias bási­cas deter­mi­na­das (lo que sería posi­ti­vo para los nue­vos gra­dos, pero no tie­ne inci­den­cia sobre los vigen­tes), y con la posi­bi­li­dad de redu­cir has­ta lo irri­so­rio los cono­ci­mien­tos pro­pios de cada gra­do. En un plan de estu­dios de 3 cur­sos el decre­to pre­vé que pue­da que­dar menos del 60%, el equi­va­len­te a 1,775 cur­sos, para impar­tir­los, pues­to que las prác­ti­cas exter­nas pue­den alcan­zar el 25%, el tra­ba­jo fin de gra­do un 12,5% y se pue­de obte­ner más del 3% como reco­no­ci­mien­to de acti­vi­da­des “cul­tu­ra­les, depor­ti­vas, de repre­sen­ta­ción estu­dian­til, soli­da­rias y de cooperación”).

Tras las luchas anti-Bolo­nia, muchas voces, entre las cua­les las de con­se­je­ros auto­nó­mi­cos y algu­nos rec­to­res, mani­fes­ta­ron reite­ra­da­men­te que los gra­dos ten­drían que pasar mayo­ri­ta­ria­men­te de 4 cur­sos a 3 y que las uni­ver­si­da­des debe­rían tener más auto­no­mía (de hecho, más des­re­gu­la­ción), enten­di­da como liber­tad de dise­ñar su ofer­ta de enseñanzas.

Pero una de las cau­sas prin­ci­pa­les de que se haya lle­ga­do a la situa­ción actual es pre­ci­sa­men­te la des­re­gu­la­ción, la cual, aun­que defen­di­da por los cre­yen­tes en la mano invi­si­ble, sue­le tener las con­se­cuen­cias que pre­vé el cono­ci­do dile­ma del pri­sio­ne­ro: los inten­tos de maxi­mi­zar la satis­fac­ción indi­vi­dual desem­bo­can en la catás­tro­fe colec­ti­va. Y el nue­vo decre­to pro­fun­di­za en la des­re­gu­la­ción. No se tra­ta de que pue­da haber gra­dos de 3 cur­sos y otros de 4 cur­sos de acuer­do con cri­te­rios aca­dé­mi­cos, sino de que un mis­mo gra­do pue­da tener 3 cur­sos en una uni­ver­si­dad y 4 en otra. Se supo­ne que hay que fomen­tar la movi­li­dad a y des­de Euro­pa y, en cam­bio, se pue­de difi­cul­tar la de Espa­ña para los espa­ño­les. Un fac­tor más de dis­per­sión a aña­dir a los ya existentes.

Si los pre­cios públi­cos de gra­do y más­ter fue­ran igua­les, el paso de 4+1 a 3+2 aumen­ta­ría el atrac­ti­vo de la for­ma­ción uni­ver­si­ta­ria, por­que entre la juven­tud de fami­lias con ren­tas bajas un fac­tor deci­si­vo para empren­der estu­dios supe­rio­res es el tiem­po nece­sa­rio para obte­ner un pri­mer títu­lo. Pero, como ha reco­no­ci­do el pro­pio minis­tro, la pro­por­ción de estu­dian­tes que cur­san el más­ter es baja. En par­te, aun­que el minis­tro no lo diga, por­que el más­ter es muy caro. El resul­ta­do, al pasar la mayo­ría de estu­dian­tes de 4 años a 3, no pue­de ser otro que la dis­mi­nu­ción del estu­dian­ta­do universitario.

Así pues, las con­se­cuen­cias pre­vi­si­bles del fla­man­te RD son el aumen­to de la entro­pía del sis­te­ma, la reba­ja del nivel aca­dé­mi­co de muchos gra­dos y el enca­re­ci­mien­to de la com­bi­na­ción gra­do + más­ter, que refor­za­rá la ten­den­cia a la reduc­ción de estu­dian­tes y, por ende, a la de pre­su­pues­tos y plantillas.

En lo que res­pec­ta a los pre­cios, las con­si­de­ra­cio­nes con­te­ni­das en la Refe­ren­cia del Con­se­jo de Minis­tros del 30 de febre­ro, en el que se apro­bó el RD, no tie­nen des­per­di­cio: para encon­trar tra­ba­jo –¿dón­de?– bas­ta con el gra­do –por lo vis­to con inde­pen­den­cia de lo que dure– y, al pasar de 4 a 3, las fami­lias lle­ga­rían a aho­rrar 150 M€ –con los pre­cios actua­les, cla­ro, por­que con los pre­cios pre-Wert era más bara­to un gra­do de 4 que con los pre­cios de Wert uno de 3.

No es este RD lo que nece­si­ta el sis­te­ma uni­ver­si­ta­rio, sino: defi­ni­ción de las fun­cio­nes de gra­dos y más­te­res y de los ins­tru­men­tos que las ase­gu­ren; regu­la­ción que fle­xi­bi­li­ce la estruc­tu­ra del sis­te­ma y a la vez garan­ti­ce la homo­ge­nei­dad en su apli­ca­ción; res­ta­ble­ci­mien­to del catá­lo­go, que ya empie­zan a recla­mar algu­nos rec­to­res, con cri­te­rios aca­dé­mi­cos cen­tra­dos en los con­te­ni­dos; repro­gra­ma­ción que eli­mi­ne títu­los fúti­les y redun­dan­cias inne­ce­sa­rias; reduc­ción de los pre­cios has­ta los nive­les pre-Wert y homo­ge­nei­za­ción de los de gra­do y de más­ter, que no con­ta­mi­na­ría, a dife­ren­cia de lo que suce­de aho­ra mis­mo, la dis­cu­sión aca­dé­mi­ca sobre su organización.

Para que todo ello sea posi­ble se requie­re coor­di­na­ción y coope­ra­ción entre uni­ver­si­da­des públi­cas y admi­nis­tra­ción para repro­gra­mar con cri­te­rios aca­dé­mi­cos y socia­les, y una movi­li­za­ción ince­san­te para vol­ver a los pre­cios pre-Wert, como paso hacia la gra­tui­dad o casi gra­tui­dad como en la mayo­ría de paí­ses de nues­tro entorno. Ya que el prin­ci­pal argu­men­to minis­te­rial es la homo­lo­ga­ción con Euro­pa, qui­zás podría­mos homo­lo­gar­nos tam­bién en precios.

Albert Coro­mi­nas es cate­drá­ti­co emé­ri­to de la UPC y Vera Sacris­tán, pro­fe­so­ra de mate­má­ti­ca apli­ca­da de la UPC. Cola­bo­ran habi­tual­men­te en Sin­Per­mi­so, par­ti­cu­lar­men­te en temas de polí­ti­ca universitaria.

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