El capi­ta­lis­mo es irre­for­ma­ble- Xavier Caño Tamayo

No gana uno para sus­tos. La situa­ción de la eco­no­mía glo­bal, que no arran­ca ni a tiros, se agra­va de for­ma para­dó­ji­ca por la rápi­da reba­ja del pre­cio del petró­leo. Menos de 50 dóla­res el barril de petró­leo es un palo para los paí­ses pro­duc­to­res, pero tam­bién para la eco­no­mía gene­ral. Muchos eco­no­mis­tas coin­ci­den en que el bajo pre­cio del petró­leo es un preo­cu­pan­te fac­tor de ines­ta­bi­li­dad económica.

Pero no apren­den. Cuan­do la mino­ría rica y la cla­se polí­ti­ca a su ser­vi­cio se aco­bar­da­ron por el hun­di­mien­to de Leh­man Brothers, pro­me­tie­ron refor­mar el capi­ta­lis­mo para no repe­tir el desas­tre finan­cie­ro que esta­lló. Pero pron­to olvi­da­ron pro­me­sas y pro­pó­si­tos de enmien­da y con­vir­tie­ron la cri­sis en un modo de enriquecerse.

Abun­dan­do en las irre­so­lu­bles con­tra­dic­cio­nes del capi­ta­lis­mo, si el cre­ci­mien­to supo­ne acti­vi­dad eco­nó­mi­ca, tam­bién es pri­me­ra cau­sa de la gra­ve cri­sis eco­ló­gi­ca, cam­bio cli­má­ti­co inclui­do. El capi­ta­lis­mo ha deve­ni­do anti­eco­nó­mi­co, por­que los bene­fi­cios no supe­ran los per­jui­cios. Ade­más de no poder evi­tar las cri­sis que lo ero­sio­nan una tras otra has­ta el segu­ro colap­so en el futuro.

En 2007 explo­tó una cri­sis polié­dri­ca, con muchas caras: hipo­te­ca­ria, finan­cie­ra, eco­nó­mi­ca gene­ral, de empleo, de deu­da… Y las éli­tes eco­nó­mi­cas la usa­ron para que el Esta­do cedie­ra en su obli­ga­ción de satis­fa­cer los dere­chos de la ciu­da­da­nía, al tiem­po de tras­va­sar ren­tas de la cla­se tra­ba­ja­do­ra y de la ciu­da­da­nía a la mino­ría rica. Una derra­ma mil millo­na­ria al sec­tor finan­cie­ro y pri­va­ti­za­ción de lo públi­co, lo que es de todos, más recor­tes socia­les, reba­jas sala­ria­les y pér­di­da de dere­chos de la ciudadanía.

Sie­te años des­pués, no hay sali­da, según pre­vi­sio­nes de la OCDE para la eco­no­mía mun­dial has­ta 2060. La orga­ni­za­ción de los 34 esta­dos más ricos del mun­do advier­te de que el cre­ci­mien­to se redu­ci­rá el 60% res­pec­to al actual, ade­más de aumen­tar masi­va­men­te la des­igual­dad. Sin cre­ci­mien­to, según la visión capi­ta­lis­ta, no hay recu­pe­ra­ción. Y con cre­ci­mien­to nos car­ga­mos la Tie­rra. Si el capi­ta­lis­mo nece­si­ta cre­ci­mien­to expo­nen­cial para tener bene­fi­cios (y, en teo­ría, crear empleo), pero supo­ne des­igual­dad, no pue­de haber recu­pe­ra­ción. ¿Qué recu­pe­ra­ción ver­da­de­ra deja en la cune­ta a millo­nes y millo­nes de per­so­nas? ¿Aca­so no cono­ce­mos los datos de pobre­za, des­igual­dad y pobre­za extre­ma en todo el mun­do, no solo en paí­ses empo­bre­ci­dos y subdesarrollados?

Si cre­ce el núme­ro de mar­gi­na­dos y exclui­dos en el pró­xi­mo medio siglo, según pre­vé la OCDE, cuán­ta más gen­te se hun­da en la pobre­za, peor fun­cio­na­rá el capi­ta­lis­mo. Habrá mucha menos deman­da y cada vez, menos. ¿No es sig­ni­fi­ca­ti­vo que hoy por cada dólar inver­ti­do en eco­no­mía pro­duc­ti­va, se dedi­quen 60 a la espe­cu­la­ción finan­cie­ra? ¿Aca­so el futu­ro que pre­pa­ran las éli­tes es el casino finan­cie­ro? ¿Espe­cu­lar con bonos y títu­los de deu­da diver­sa? Pero los bonos y títu­los no se comen, no vis­ten a nadie, no curan enfer­me­da­des y no son un techo. Sin eco­no­mía pro­duc­ti­va, no hay eco­no­mía de ver­dad y no hay recu­pe­ra­ción que merez­ca tal nombre.

Lo cier­to es que, inclu­so olvi­dan­do el impe­ra­ti­vo eco­ló­gi­co y la exi­gen­cia de com­ba­tir el cam­bio cli­má­ti­co, el capi­ta­lis­mo es irre­for­ma­ble. Pro­pues­tas de boní­si­ma inten­ción, como la de Tho­mas Pik­kety, de gra­var a los más ricos del mun­do con impues­tos pro­gre­si­vos cre­cien­tes más un impues­to glo­bal sobre la rique­za para con­tra­rres­tar el capi­ta­lis­mo ‘patri­mo­nial’, de ate­rra­do­ra des­igual­dad, no tie­nen posi­bi­li­dad algu­na de apli­car­se en el sis­te­ma actual. El buen deseo de que la rique­za no esté en pocas manos cho­ca con el alma del capi­ta­lis­mo: con­cen­trar­se, ganar cada vez más y en menos tiem­po. ¿Aca­so pue­de haber otro capi­ta­lis­mo? ¿Un capi­ta­lis­mo que no gene­re des­igual­da­des enor­mes? No, por­que está en su ADN. Como está en su ADN ir hacia un colap­so final. La úni­ca duda es cuán­do será.

En reali­dad, se veía venir. ¿Qué pen­sar de un sis­te­ma que fun­cio­na por la incli­na­ción natu­ral al lujo, como escri­bió Ber­nard de Man­de­vi­lle en 1714? Quie­nes de modo egoís­ta bus­can su pro­pio inte­rés y pla­cer y viven lujo­sa­men­te, pon­ti­fi­có, hacen cir­cu­lar el dine­ro, la socie­dad pro­gre­sa y hay acu­mu­la­ción de bene­fi­cios que pre­ci­sa el capi­ta­lis­mo. Gas­tar el dine­ro en lujos bene­fi­cia a los pobres, decía Man­de­vi­lle, por­que la deman­da de lujo favo­re­ce el desa­rro­llo de las indus­trias y crea empleo.

¿Hace fal­ta algo más para des­ca­li­fi­car el capi­ta­lis­mo? Habrá que empe­zar a ver cómo sus­ti­tui­mos tal engendro.

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