Char­lie Heb­do: La lucha deco­lo­nial, ¡más que nun­ca al orden del día!

Tras el ata­que arma­do con­tra la redac­ción de la revis­ta Char­lie Heb­do, Rokha­ya Dia­llo, Oli­vier Cyran, los Indi­vi­si­bles, lmsi​.net, el PIR y otros acti­vis­tas y orga­ni­za­cio­nes anti­rra­cis­tas son el blan­co de una cam­pa­ña polí­ti­ca y mediática[1]. Tam­bién Shlo­mo Sand y el humo­ris­ta Guy Bedos han sido obje­ti­vos de la mis­ma. En el dia­rio Le Mon­de, Chris­tophe Ramaux ha car­ga­do con­tra el NPA [Nue­vo Par­ti­do Anti­ca­pi­ta­lis­ta], Poli­tis, Edwy Ple­nel y Attac, a lo que sus cole­gas eco­no­mis­tas, ate­rra­dos, han reaccionado[2]. En lo que a noso­tros res­pec­ta, no es la pri­me­ra vez. La últi­ma se remon­ta a la arre­me­ti­da de Jean-Loup Amse­lle, que nos col­gó el sam­be­ni­to de «rojos-more­nos», para delei­te de los medios de comu­ni­ca­ción de la izquier­da con­ven­cio­nal pre­pon­de­ran­te. Sin embar­go, estos momen­tos dra­má­ti­cos y su ins­tru­men­ta­li­za­ción polí­ti­ca hacen que en esta oca­sión resul­te espe­cial­men­te peli­gro­sa. Por más que de momen­to no pase de ser de baja inten­si­dad, pue­de ir cobran­do ampli­tud en vis­ta de la caza de bru­jas que se está ini­cian­do. La cam­pa­ña, bien es ver­dad, pro­vie­ne de los mis­mos que no han cesa­do de pro­pa­gar la isla­mo­fo­bia, con­tra la cual dichos mili­tan­tes y noso­tros mis­mos lucha­mos, y que que no han cesa­do de con­tri­buir al cli­ma social de los ata­ques, ries­gos éstos que ya había­mos adver­ti­do que entrañaba.

Entre­ga­dos a seme­jan­tes maqui­na­cio­nes cual aves carro­ñe­ras, nues­tros acu­sa­do­res han apro­ve­cha­do la oca­sión para atri­buir la «res­pon­sa­bi­li­dad moral» de los aten­ta­dos a la lucha con­tra la isla­mo­fo­bia; todo por­que la deri­va isla­mó­fo­ba de esta publi­ca­ción había sido denun­cia­da en un con­tex­to social y polí­ti­co de tra­to apar­te de los musul­ma­nes, favo­ra­ble a todo géne­ro de vio­len­cia. Entre ellos, por supues­to, hay isla­mó­fo­bos redo­ma­dos. Quie­ren así, de algún modo, elu­dir sus pro­pias res­pon­sa­bi­li­da­des, pero sobre todo pre­ten­den atraer la repre­sión del Esta­do sobre nues­tras luchas comu­nes y res­pec­ti­vas, es decir, silen­ciar­las en nom­bre de una «liber­tad de expre­sión» selec­ti­va, total­men­te subor­di­na­da a sus pri­vi­le­gios. Ya se pudo cons­ta­tar duran­te el verano de 2014, con la repre­sión de las mani­fes­ta­cio­nes pro-pales­ti­nas, ante­rior­men­te con la prohi­bi­ción de los espec­tácu­los de Dieu­don­né y, en este pre­ci­so momen­to, con el jui­cio de Saïd Boua­ma­ma y Saï­dou Zep a pro­pó­si­to de la obra y la can­ción titu­la­das «Que te den por culo, Fran­cia». No resul­ta sor­pren­den­te, por tan­to, que, al ampa­ro de las cir­cuns­tan­cias, la con­sig­na de la defen­sa de la «liber­tad de expre­sión» sir­va en la actua­li­dad para impo­ner un pen­sa­mien­to úni­co en bene­fi­cio del orden social al que da sos­tén, radi­ca­li­zan­do el arse­nal de vio­len­cia sim­bó­li­ca y de repre­sión en con­tra de sus opo­si­to­res. Al tra­tar de ais­lar el anti­rra­cis­mo polí­ti­co, con­tri­bu­yen así a disua­dir a los indí­ge­nas de com­pro­me­ter­se en el camino de su pro­pia libe­ra­ción y a cor­tar de raíz las alian­zas polí­ti­cas que podrían faci­li­tar la apa­ri­ción de una mayo­ría decolonial.

De mane­ra más gene­ral, si estos últi­mos años el sis­te­ma racis­ta e impe­ria­lis­ta se había vis­to sacu­di­do, aho­ra estos acon­te­ci­mien­tos y los malos y bue­nos sen­ti­mien­tos sus­ci­ta­dos por ellos se han explo­ta­do con el fin de res­tau­rar­lo ple­na­men­te y recu­pe­rar el terreno per­di­do. A los inten­tos revo­lu­cio­na­rios en el mun­do ára­be, a las muta­cio­nes geo­po­lí­ti­cas que están pre­sen­cian­do cómo Chi­na se con­vier­te en la pri­me­ra poten­cia eco­nó­mi­ca del mun­do, a los ato­lla­de­ros mili­ta­res de las poten­cias occi­den­ta­les en Iraq, en Afga­nis­tán y en Áfri­ca, al debi­li­ta­mien­to gene­ral del impe­ria­lis­mo, al res­pal­do indí­ge­na que ha reci­bi­do la cau­sa pales­ti­na en el mun­do occi­den­tal duran­te la últi­ma inter­ven­ción mili­tar en Gaza, a los avan­ces de nues­tras pro­pias luchas en Fran­cia, a tra­vés del apo­yo a la cau­sa pales­ti­na y el desa­rro­llo de un anti­rra­cis­mo polí­ti­co que ha situa­do a la isla­mo­fo­bia en el cen­tro del deba­te públi­co, a todo ello el sis­te­ma res­pon­de con la ecua­ción que más le con­vie­ne, su «gue­rra con­tra el terro­ris­mo»: un «terro­ris­mo» del que los musul­ma­nes son el pri­mer obje­ti­vo y que el pro­pio impe­ria­lis­mo ha engen­dra­do, en par­ti­cu­lar por sus inter­ven­cio­nes mili­ta­res, que encuen­tran en él una nue­va coar­ta­da. En este sen­ti­do, orga­ni­za­cio­nes como Al Qae­da y Daesh [ISIS] son una reac­ción al impe­ria­lis­mo y a los regí­me­nes pos­co­lo­nia­les ára­bes que han favo­re­ci­do su desa­rro­llo. For­man un fren­te común, en detri­men­to de las luchas estruc­tu­ra­les y de las pobla­cio­nes atra­pa­das entre la espa­da y la pared. Por otra par­te, la «gue­rra con­tra el terro­ris­mo» esgri­me con­cep­tos lo bas­tan­te vagos como para hacer rei­nar la con­fu­sión y abrir nue­vos fren­tes a volun­tad. Y por últi­mo, no olvi­de­mos que la gue­rra es un labo­ra­to­rio de inge­nie­ría social. En este sen­ti­do, si la uni­dad nacio­nal sir­ve para algo, es ante todo para con­so­li­dar el con­sen­so blan­co y hacer recu­lar nues­tras luchas, abrien­do así un nue­vo capí­tu­lo en la opre­sión que pade­ce «la pobla­ción de ter­ce­ra» en Fran­cia [3], así como el ter­cer mundo.

Es una nue­va eta­pa en la con­tra­rre­vo­lu­ción colo­nial, de con­se­cuen­cias nacio­na­les y glo­ba­les. Ante sus fines polí­ti­cos, las orga­ni­za­cio­nes indí­ge­nas, anti­rra­cis­tas y polí­ti­cas que no se ali­nean, entre las que se encuen­tra evi­den­te­men­te el PIR, son una pie­dra en el zapa­to. La «mar­cha» del 11 de enero, con­vo­ca­da por el Esta­do fran­cés y toma­da por los más sinies­tros repre­sen­tan­tes del orden mun­dial, en el ori­gen de todas las bar­ba­ries, no tenía otro fin que el de sellar el pac­to de esta res­tau­ra­ción, en torno al pre­sun­to com­ba­te de la «liber­tad» con­tra el «oscu­ran­tis­mo», entre la uni­dad nacio­nal-repu­bli­ca­na y la pobla­ción some­ti­da a un bom­bar­deo emo­cio­nal, vacío de toda refle­xi­vi­dad. La emo­ción como for­ma de gobierno para­li­za cual­quier aná­li­sis polí­ti­co de las cau­sas socia­les y geo­po­lí­ti­cas de los acon­te­ci­mien­tos, impo­nien­do su pro­pia ver­dad abso­lu­ta y los prin­ci­pios sacro­san­tos de la Repú­bli­ca. Se tra­ta, así pues, de con­so­li­dar, sobre todo, los mitos idó­neos para repro­du­cir el orden en vigor, tales como la liber­tad. Sin embar­go, es su nega­ción más com­ple­ta, en pri­mer lugar para aque­llos que lo pade­cen. Se quie­re hacer del Islam el meo­llo del pro­ble­ma, cuan­do los ata­ques que aca­ban de pro­du­cir­se son la expre­sión mimé­ti­ca de una vio­len­cia estruc­tu­ral en vías de radi­ca­li­za­ción, lo que ha de cons­ti­tuir el cal­do de cul­ti­vo de tra­yec­to­rias similares.

En este sen­ti­do, las con­de­nas por «apo­lo­gía del terro­ris­mo», un con­cep­to tan vago como peli­gro­so, y la vio­len­cia sim­bó­li­ca y repre­si­va que se inmis­cu­ye has­ta en las escue­las han de gene­rar las peo­res con­se­cuen­cias. En efec­to, ape­nas unos días des­pués del aten­ta­do, nume­ro­sas per­so­nas han sido acu­sa­das de apo­lo­gía del terro­ris­mo por haber publi­ca­do comen­ta­rios dudo­sos en las redes socia­les. Se expo­nen a la cár­cel, el entorno más pro­pi­cio, pre­ci­sa­men­te, para voca­cio­nes funes­tas como las de Moham­med Merah, los her­ma­nos Koua­chi y Amedy Couli­baly. Sus tra­yec­to­rias hun­den sus raí­ces en un con­tex­to de des­cla­sa­mien­to social y de racis­mo estruc­tu­ral, en el que ellos encar­nan el efec­to bume­rán de la vio­len­cia de los «colo­ni­za­dos», tal y como lo plan­tea­ban Fanon y Sar­tre [4]. Es del todo evi­den­te que tales medi­das, tan inú­ti­les como abu­si­vas, refuer­zan la sen­sa­ción de injus­ti­cia, en tan­to se toman en la más com­ple­ta nega­ción polí­ti­ca de los pro­ble­mas de fon­do. ¿No ha decla­ra­do aca­so Fra­nçois Hollan­de con medias pala­bras que la con­di­ción para res­pe­tar a los musul­ma­nes era que ellos res­pe­ta­ran a la Repú­bli­ca? [5]

De la mis­ma mane­ra, a algu­nos maes­tros les ha con­tra­ria­do que alum­nos indí­ge­nas se hayan nega­do a res­pe­tar el minu­to de silen­cio impues­to por el gobierno el día siguien­te al ata­que aChar­lie Heb­do. Esta «des­con­fian­za» nace de las mis­mas cau­sas y no se verá resuel­ta con vagos lla­ma­mien­tos al huma­nis­mo o, peor aún, por la inten­si­fi­ca­ción del con­trol ideo­ló­gi­co y social, con sus efec­tos dis­cri­mi­na­to­rios. Que­rer asig­nar a la escue­la una «misión civi­li­za­do­ra» y de «man­te­ni­mien­to del orden» no sólo es inacep­ta­ble, sino que es algo abo­ca­do al fra­ca­so. Y sin embar­go, los ata­ques han dado lugar a una ola de vio­len­cia sim­bó­li­ca y repre­si­va sin pre­ce­den­tes que ha resul­ta­do inclu­so en denun­cias ante la poli­cía y la fis­ca­lía, a miles de leguas de cual­quier éti­ca pedagógica.

Si la ofen­si­va ideo­ló­gi­ca y repre­si­va en cur­so reve­la, por un lado, cuan­to pue­de tener de impla­ca­ble la uni­fi­ca­ción del poder blan­co, sobre todo cuan­do se sien­te ame­na­za­do, así como sus rami­fi­ca­cio­nes polí­ti­cas, es tam­bién moti­vo, por otro, para una con­so­li­da­ción de resis­ten­cias, de con­tra­mo­vi­mien­tos y alian­zas, ante todo por­que las cir­cuns­tan­cias lo impo­nen. De ello hemos vis­to nume­ro­sos sig­nos, en par­ti­cu­lar entre los indí­ge­nas y en la ira y dig­ni­dad indí­ge­na. Al mis­mo tiem­po, las sire­nas de la uni­dad nacio­nal y la mul­ti­pli­ca­ción de las recri­mi­na­cio­nes pue­den des­orien­tar, inti­mi­dar y dis­per­sar. En este sen­ti­do, aun­que haya movi­li­za­do sobre todo a los blan­cos, la «mar­cha» del 11 de enero ha ali­nea­do tam­bién a un sec­tor de los indí­ge­nas, en espe­cial musul­ma­nes, bajo el efec­to de los repro­ches o sim­ple­men­te por­que pre­ten­dían mani­fes­tar su huma­ni­dad en común ‑lo que resul­ta com­pren­si­ble- y su per­te­nen­cia a la comu­ni­dad nacio­nal, por con­vic­ción inte­gra­cio­nis­ta o por no dar armas al adver­sa­rio; sal­vo que la uni­dad nacio­nal sir­ve para excluir­los y some­ter­los, estan­do de una mane­ra u otra diri­gi­da en su con­tra. Su pri­me­ra con­se­cuen­cia será el for­ta­le­ci­mien­to de la infe­rio­ri­dad esta­tu­ta­ria y de la ges­tión colo­nial del Islam en Fran­cia. En el sis­te­ma racis­ta, la per­te­nen­cia nacio­nal y la sim­ple idea de estar «jun­tos», las asig­na­cio­nes iden­ti­ta­rias, la «diver­si­dad», el huma­nis­mo y la ciu­da­da­nía son tan ilu­so­rios como enga­ño­sos. Son tram­pas que no pue­den supe­rar­se más que por la trans­for­ma­ción con­cre­ta de las rela­cio­nes socia­les y la cons­truc­ción de otra mayo­ría, en la que hay que ver con pers­pec­ti­va las iden­ti­da­des colectivas.

Des­de este pun­to de vis­ta, los acon­te­ci­mien­tos actua­les dan pie a nume­ro­sos cues­tio­na­mien­tos. Nos obli­gan más que nun­ca, a noso­tros, los indí­ge­nas, a orga­ni­zar­nos polí­ti­ca­men­te, en cuan­to que somos el pri­mer obje­ti­vo. En ausen­cia de una vía polí­ti­ca deco­lo­nial que uni­fi­que a los «colo­ni­za­dos» del inte­rior, con­ti­nua­re­mos abo­ca­dos a un pun­to muer­to y expues­tos a todos los abu­sos. Este hecho pro­pi­cia jus­ta­men­te los vai­ve­nes funes­tos y trá­gi­cos den­tro de una vio­len­cia sin sali­da que se ali­men­ta de la deses­pe­ra­ción y el vacío polí­ti­co, en la cual los judíos se con­vier­ten tam­bién en blan­co de la vio­len­cia indis­cri­mi­na­da, de resul­tas de la per­ver­sa asi­mi­la­ción entre anti­se­mi­tis­mo y anti­sio­nis­mo, judaís­mo y sio­nis­mo, desea­da por este últi­mo y por el colo­nia­lis­mo fran­cés. Hacien­do creer per­ver­sa­men­te que los judíos en Fran­cia no están en su casa, los sio­nis­tas no hacen más que pro­mo­ver su polí­ti­ca de colo­ni­za­ción, cuyo resul­ta­do -¡ya los sabe­mos!- sera su derro­ta total. Musul­ma­nes y judíos, tan legí­ti­mos unos como otros en Fran­cia, se ven así atra­pa­dos en la tela de ara­ña de los desig­nios sio­nis­tas e impe­ria­lis­tas que los jerar­qui­zan y los enfrentan[6].

La espi­ral dia­bó­li­ca que com­por­ta la estra­te­gia del «cho­que de civi­li­za­cio­nes» ‑y su corre­la­to: la uni­dad nacio­nal- con­cier­ne tam­bién a los blan­cos, algu­nos de los cua­les se nie­gan a ple­gar­se a ella. No obs­tan­te, la estra­te­gia de la con­fron­ta­ción ha de situar­se en el plano del orden colo­nial y de la domi­na­ción racial, es decir, entre las rela­cio­nes socia­les de lucha ocul­tas bajo los len­gua­jes uni­ver­sa­lis­tas y los espe­jis­mos de uni­dad. Es en el mar­co de estas rela­cio­nes socia­les don­de cobra sen­ti­do, y no como una sim­ple «dis­trac­ción» ante unos desa­fíos que serían más fun­da­men­ta­les. Sólo pue­de com­ba­tir­se median­te el desa­rro­llo de las luchas deco­lo­nia­les. Des­de esta pers­pec­ti­va, nues­tra lucha de libe­ra­ción indí­ge­na es tam­bién la con­di­ción para que se eman­ci­pen los blan­cos, espe­cial­men­te los que más tie­nen que per­der en el sis­te­ma que esta espi­ral per­pe­túa y los efec­tos que pro­du­ce. En con­tra de los embus­tes de la uni­dad nacio­nal, es posi­ble cons­truir una mayo­ría deco­lo­nial de rup­tu­ra con el sis­te­ma racis­ta, impe­ria­lis­ta y capi­ta­lis­ta, con sus mitos ciu­da­da­nos y con sus asig­na­cio­nes iden­ti­ta­rias impues­tas, gene­ran­do un pro­yec­to que per­mi­ta la eman­ci­pa­ción de todos.

Pre­ci­sa­men­te por­que asu­mi­mos ple­na­men­te nues­tra res­pon­sa­bi­li­dad, el PIR man­tie­ne su com­pro­mi­so de con­ti­nuar la lucha indí­ge­na y de con­tri­buir a la cons­truc­ción de una alter­na­ti­va polí­ti­ca deco­lo­nial, más impe­ra­ti­va que nun­ca de cara al tem­po­ral que nos ame­na­za, en par­ti­cu­lar, y a la espi­ral gene­ra­li­za­da de horror a la que los aven­tu­re­ros de la uni­dad nacio­nal no tie­nen repa­ro alguno en conducirnos.

Par­ti­do de los Indí­ge­nas de la Repú­bli­ca (PIR)

21 de enero de 2015

[Tra­du­ci­do del fran­cés por Anto­nio Giménez.]

Notas

[1] Una reac­ción común: Más que nun­ca, hay que luchar con­tra la isla­mo­fo­bia. Una reac­ción en Media­part: http://​blogs​.media​part​.fr/​e​d​i​t​i​o​n​/​l​e​s​-​i​n​v​i​t​e​s​-​d​e​-​m​e​d​i​a​p​a​r​t​/​a​r​t​i​c​l​e​/​1​5​0​1​1​5​/​o​u​i​-​l​e​-​7​-​j​a​n​v​i​e​r​-​d​e​s​-​c​a​u​s​e​s​-​s​o​c​i​o​l​o​g​i​q​u​e​s​-​e​t​-​p​o​l​i​t​i​q​ues

[2] http://atterres.org/article/communiqué-des-ea-à-propos-de-la-tribune-du-monde-parue-le-15-janvier

[3] Véa­se a este res­pec­to el tex­to de Sadri Khia­ri: El pue­blo y la pobla­ción de ter­ce­ra.

[4]http://​clas​si​ques​.uqac​.ca/​c​l​a​s​s​i​q​u​e​s​/​f​a​n​o​n​_​f​r​a​n​z​/​d​a​m​n​e​s​_​d​e​_​l​a​_​t​e​r​r​e​/​d​a​m​n​e​s​_​d​e​_​l​a​_​t​e​r​r​e​.​h​tml

[5] «Quie­ro que los musul­ma­nes en Fran­cia se sien­tan uni­dos, pro­te­gi­dos y res­pe­ta­dos como ellos mis­mos deben res­pe­tar la República.»

[6] Véa­se a este res­pec­to: Res­pues­ta a Phi­lip­pe Cor­cuff rela­ti­va al comu­ni­ca­do de los Indí­ge­nas de la Repú­bli­ca acer­ca del ase­si­na­to de Hali­mi. Y tam­bién: Judíos y musul­ma­nes en Fran­cia, his­to­ria de una rela­ción.

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