Vasi­le Dobrian: la lucha de los tra­ba­ja­do­res ruma­nos por su eman­ci­pa­ción en diez dibujos

Vasi­le Dobrian fue un poe­ta y dibu­jan­te rumano naci­do cuan­do Sibiu toda­vía era la capi­tal de la Tran­sil­va­nia aus­tro­hún­ga­ra, en 1912. Años des­pués, tras la unión de Tran­sil­va­nia con Ruma­nia en 1918, se licen­ció en la Escue­la de Bellas Artes de Buca­rest (1934), tras lo cual lle­ga­ría a ser uno de los valo­res emer­gen­tes de la van­guar­dia ruma­na del perio­do de entreguerras.

Vasi­le Dobrian

Sus dibu­jos refle­jan el ambien­te social de explo­ta­ción de una épo­ca de auge del fas­cis­mo, tenien­do siem­pre sus crea­cio­nes un carác­ter mili­tan­te. De hecho, cola­bo­ró con la mayo­ría de dia­rios de izquier­das de la épo­ca y con algu­nos clan­des­ti­nos, como los del Par­ti­do Comunista.

Ade­más de su carác­ter com­ba­ti­vo con­tra el régi­men opre­si­vo capi­ta­lis­ta, Dobrian par­ti­ci­pa­ría codo con codo con otros repre­sen­tan­tes de la pro­lí­fi­ca van­guar­dia lite­ra­ria de Ruma­nia, tam­bién cer­ca­nos al socia­lis­mo: Gellu Naum, Sasa Pana, Geo Bog­za, Stephan Roll, Ila­rie Voron­ca, Teo­do­res­cu, etc…

Su apor­ta­ción a la lucha con­tra el régi­men pro­fas­cis­ta y su par­ti­ci­pa­ción y mili­tan­cia clan­des­ti­na por la libe­ra­ción de los tra­ba­ja­do­res se con­cre­ta en algu­nos de sus dibu­jos, entre ellos los que vamos a pre­sen­tar a continuación.

Se tra­ta de su obra «Dru­mul unei Vie­ti» (El camino de una vida), publi­ca­da por la edi­to­rial comu­nis­ta Ori­zont en 1945, y en la que a tra­vés de sus expre­si­vas y duras líneas se retra­ta el camino de los tra­ba­ja­do­res ruma­nos, pro­le­ta­rios, cam­pe­si­nos e inte­lec­tua­les, des­de la escla­vi­tud bajo la soga capi­ta­lis­ta hacia la libe­ra­ción y la cons­truc­ción de un esta­do socia­lis­ta (la Repú­bli­ca Popu­lar Rumana).

La obra está pre­sen­ta­da por uno de los gran­des repre­sen­tan­tes de la lite­ra­tu­ra comu­nis­ta ruma­na, tan­to en el perio­do de entre­gue­rras como tras la pro­cla­ma­ción de la Repu­bli­ca Popu­lar Ruma­na en 1948: Zaha­ria Stan­cu. Éste nos habla en el pró­lo­go de la obra de Dobrian tan­to del pro­pio autor, rompe­dor y com­pro­me­ti­do a la vez, como de los dibu­jos que for­man par­te de este «Dru­mul une vie­tii», don­de se con­cen­tra en diez expre­si­vas imá­ge­nes lo que, como afir­ma Stan­cu, «cual­quier escri­tor hubie­ra nece­si­ta­do cien­tos y cien­tos de páginas».

A con­ti­nua­ción. tra­du­ci­mos el pró­lo­go de Stan­cu jun­to a los bellos y expre­si­vos dibu­jos de Dobrian: toda una his­to­ria de la lucha por la eman­ci­pa­ción de los tra­ba­ja­do­res ruma­nos has­ta 1945, el año de su publicación:

««El nom­bre de Dobrian es cono­ci­do des­de hace muchos años. En la épo­ca pre­ce­den­te a las Segun­da Gue­rra Mun­dial no exis­tió publi­ca­ción de izquier­das en cuyas pági­nas no apa­re­cie­ran imá­ge­nes dibu­ja­das por este com­ba­ti­vo artis­ta. Dobrian de ha apar­ta­do de la línea sen­ti­men­tal y tier­na de moda y del gus­to del públi­co. Dise­ñó con vigor la áspe­ra reali­dad y tuvo el valor de mos­trar­se, en tiem­pos de exce­si­va pru­den­cia, como el pre­cur­sor en la plás­ti­ca ruma­na de una mane­ra de ser que sola­men­te aho­ra se abre camino hacia la luz. Cada dise­ño de Dobrian era una pro­tes­ta, un avi­so, o una lla­ma­da a la lucha de la mayo­ría con­tra las fuer­zas opresoras.

Los años duros fue­ron pasan­do y en su cur­so el arte de Dobrian fue madu­ran­do, pro­fun­di­zán­do­se. El artis­ta, due­ño de sí mis­mo hoy de todos sus medios de expre­sión, nos pre­sen­ta aquí algu­nos gra­ba­dos valio­sos repre­sen­ta­ti­vos de las pagi­nas de la his­to­ria ruma­na contemporánea.

Por ejem­plo, el gra­ba­do que abre el álbum. En el hori­zon­te, tres ahor­ca­dos, cuel­gan balan­cea­dos por el vien­to, tres cuer­pos de hom­bres vic­ti­mas de la dic­ta­du­ra nazi. El cie­lo es pesa­do, revuel­to. En pri­mer plano, una mujer dolien­te, con la cara arru­ga­da y los ojos vacíos hun­di­dos en el fon­do de la cabe­za. Un dibu­jo sim­ple en apa­rien­cia. En sus líneas som­brías cie­rra una épo­ca. Espe­re­mos que cerra­da para siempre…

Pero, mien­tras la dic­ta­du­ra nazi recu­rre a las repre­sa­lias cri­mi­na­les para man­te­ner su domi­nio, en los bos­ques den­sos lucha el par­ti­sano. En sus manos fir­mes toma las armas. Su meji­lla está ilu­mi­na­da por la espe­ran­za de la vic­to­ria. Los mis­mos árbo­les de su alre­de­dor pare­cen esta­llar por la vita­li­dad que debe ven­cer el poder del mal. Este gra­ba­do es uno de los mejo­res que han sali­do de los dedos de Dobrian.

El día pre­vis­to para la libe­ra­ción lle­ga por fin. Sobre las chi­me­neas de las fábri­cas ama­ne­ce el nue­vo mun­do. En un esfuer­zo supre­mo el escla­vo rom­pe sus cadenas.

En el nue­vo mun­do libre los tra­ba­ja­do­res se reúnen en las asam­bleas. Las cade­nas de la escla­vi­tud han sido rotas. La liber­tad ha sido con­quis­ta­da, pero ella debe ser con­so­li­da­da ¿Quien va a cum­plir esta obra? El obre­ro cuyo mar­ti­llo se alza ame­na­zan­te ante el anti­guo régi­men, y a la vez dis­pues­to a cons­truir el mun­do nue­vo. El tra­ba­ja­dor cuyo puño cerra­do mues­tra que los anti­guos enemi­gos aun están pre­sen­tes en la lucha. El tra­ba­ja­dor que lla­ma a que se le sumen todas las fuer­zas hones­tas del país. La mujer, igual al hom­bre, res­pon­de a la lla­ma­da. Cami­na al lado de los que agi­tan la ban­de­ra en direc­ción al futuro.

El inte­lec­tual ha deja­do su torre de mar­fil. Se ha mez­cla­do en el remo­lino de la lucha polí­ti­ca. Con su men­te ilu­mi­na­da él mar­ca el camino hacia el maña­na y de la vic­to­ria final.

Al lado del tra­ba­ja­dor y del inte­lec­tual está el cam­pe­sino. Los tra­ba­ja­do­res de las fábri­cas, los cam­pe­si­nos de los cam­pos, y los inte­lec­tua­les del país se han her­ma­na­do para siem­pre. Se esfor­za­rán jun­tos para crear una patria libre y demo­crá­ti­ca en un mun­do sobre el que baja, como en los anti­guos ico­nos, las palo­mas de la paz con ramas de oli­vo en el pico.

En algu­nos gra­ba­dos Dobrian ha con­ta­do acon­te­ci­mien­tos que para des­cri­bir­los un escri­tor hubie­ra nece­si­ta­do cien­tos y cien­tos de páginas.

Es el méri­to de su talen­to, ori­gi­nal y lleno de savia, y de su jus­ta y com­pro­me­ti­da orien­ta­ción política.

Zaha­ria Stancu»

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