Los pro­le­gó­me­nos de una ban­ca­rro­ta- Manuel Taibo

Pen­sa­mos, natu­ral­men­te, en eri­gir mura­llas, en impe­dir la entra­da del inva­sor. Pero toda medi­da «defen­si­va» trae con­si­go el peli­gro de agra­var nues­tra debi­li­dad. Al bus­car la razón de ello, tro­pe­za­mos con el hecho esen­cial: es una gue­rra —pues de gue­rra se tra­ta— no a base de caño­nes, no a base de dóla­res, de petró­leo, de tone­la­das de ace­ro, ni siquie­ra de máqui­nas moder­nas, sino a gol­pes de ima­gi­na­ción crea­do­ra y de talen­to organizador.

Pues si cada pie­za ais­la­da del rom­pe­ca­be­zas ha sido mira­da dis­traí­da­men­te por los encar­ga­dos de ilu­mi­nar las opcio­nes y de guiar al pue­blo, su con­jun­to no pue­de ser ya igno­ra­do. El acon­te­ci­mien­to que urde este con­jun­to, el peli­gro que reve­la, su dimen­sión y su poder, domi­nan y fas­ci­nan. Has­ta el pun­to de que, aho­ra, el mayor ries­go es pasar de la igno­ran­cia al desaliento.

Es una regla de carác­ter his­tó­ri­co: cuan­do un país es, polí­ti­ca y eco­nó­mi­ca­men­te, el más fuer­te, pre­fie­re las inver­sio­nes direc­tas (toma con­trol) en los otros paí­ses. De esta mane­ra, emi­gra­ron anta­ño a Áfri­ca los capi­ta­les euro­peos, no con fines de colo­ca­ción, sino para ejer­cer poder eco­nó­mi­co y explo­tar los recur­sos loca­les. Por el con­tra­rio, los paí­ses eco­nó­mi­ca­men­te débi­les, siguien­do una ley clá­si­ca, ven emi­grar al extran­je­ro sus aho­rros líqui­dos en for­ma de colo­ca­cio­nes de dine­ro en paí­ses más fuer­tes. Es lo que actual­men­te ocu­rre con los titu­la­res de ren­tas ele­va­das en los paí­ses subdesarrollados.

Pero es pre­ci­so que la eco­no­mía se halle en con­di­cio­nes de hacer­lo. En los paí­ses débi­les, en los paí­ses del Ter­cer Mun­do, se advier­te, en cam­bio, con rela­ción a las inver­sio­nes extran­je­ras, una acti­tud que osci­la entre una tole­ran­cia mez­cla­da con un sen­ti­mien­to de explo­ta­ción y reac­cio­nes vio­len­tas que se tra­du­cen en prohi­bi­cio­nes o nacio­na­li­za­cio­nes. Estos extre­mis­mos no res­pon­den en mane­ra algu­na a los pro­ble­mas plan­tea­dos a una eco­no­mía moder­na. Y, dado que la inver­sión extran­je­ra no hace más que tra­du­cir una supe­rio­ri­dad tec­no­ló­gi­ca, la nacio­na­li­za­ción sólo nacio­na­li­za­rá las pare­des de las fábri­cas: es impo­si­ble expro­piar los cono­ci­mien­tos téc­ni­cos y la capa­ci­dad de invención.

La indus­tria se halla fun­da­men­tal­men­te liga­da a los prin­ci­pios de la liber­tad de movi­mien­to de los capi­ta­les y de la liber­tad de esta­ble­ci­mien­tos de empre­sas. Por con­si­guien­te, adop­ta una acti­tud posi­ti­va y libe­ral en lo tocan­te a las inver­sio­nes extran­je­ras y a la implan­ta­ción de empre­sas den­tro del país elegido.

De acuer­do con este espí­ri­tu, expre­san el deseo de que, sí hay que tomar dis­po­si­cio­nes con el fin de estar mejor infor­ma­dos de los movi­mien­tos de capi­ta­les pro­ce­den­tes de paí­ses exte­rio­res, estas medi­das no pue­den cons­ti­tuir, en nin­gún caso, obs­tácu­los a la entra­da de capi­ta­les extran­je­ros en el país ele­gi­do, ni afec­tar a su orientación.

Así se nos anun­cia, tran­qui­la­men­te, una muta­ción sen­sa­cio­nal, his­tó­ri­ca. Den­tro de una gene­ra­ción no exis­ti­rá ya una dife­ren­cia de gra­do entre nues­tra situa­ción y la de los paí­ses avan­za­dos, sino una dife­ren­cia de natu­ra­le­za. For­ma­re­mos par­te de otro uni­ver­so. Un uni­ver­so inter­me­dio entre la civi­li­za­ción más avan­za­da y la de los paí­ses atrasados.

La expe­rien­cia nos mues­tra, sin excep­ción, que en la eco­no­mía moder­na, cuya carac­te­rís­ti­ca esen­cial es un rit­mo ace­le­ra­do de inno­va­ción, el inven­tor de un pro­duc­to o de un pro­ce­di­mien­to nue­vo se encuen­tra en una situa­ción de fuer­za en rela­ción con sus com­pe­ti­do­res. Cuan­do acep­ta com­par­tir con ellos el fru­to de un des­cu­bri­mien­to, lo hace ejer­cien­do un ver­da­de­ro efec­to de domi­na­ción, mani­fes­ta­do en los ele­va­dos cáno­nes que, natu­ral­men­te, exi­gen como contrapartida.

Caso Vene­zue­la:

Oiga­mos, los cuen­tos de camino, de un Minis­tro «revo­lu­cio­na­rio». El Sr. Minis­tro de Agri­cul­tu­ra y Tie­rras, en días recien­tes, dijo: La empre­sa de pro­duc­tos Lác­teos los Andes. Pro­du­ce dia­ria­men­te 390.000 litros de leche. Pero Sr. Minis­tro, don­de está escon­di­da la leche que no se ve por nin­gu­na par­te. Será que se la man­dan a la Polar para hacer yogurt, ¡la con­tra­ban­dean para Colom­bia! Lo úni­co que se con­si­gue, a veces, es leche en pol­vo des­cre­ma­da que, según los pul­pe­ros que la enva­san, tie­ne «pro­to­nes y neu­tro­nes», para curar a los suje­tos des­creí­dos. Coño, pero cues­ta Bs. 274/​kilo. ¡Qué pasó con las vacas leche­ras y búfa­las que impor­tó del Uru­guay y Bra­sil el Pre­si­den­te Coman­dan­te Hugo Chá­vez, se las comie­ron o están en Colombia!

Seño­res Minis­tros de la Eco­no­mía; la infla­ción en lo que va de año supera ya el 240%. Vea­mos: El kilo de arroz que cos­ta­ba Bs. 9, lo subie­ron a Bs.25/kilo; la car­ne impor­ta­da de Bs. 30, la subie­ron a Bs. 90 Bs/​kilo; la car­ne en los super­mer­ca­dos pri­va­dos está a Bs. 300 y dale; el kilo de papas está a Bs. 80; el kilo de toma­tes a Bs. 100; el kilo de pimen­tón a Bs. 84; el kilo de cebo­lla a Bs. 100; la car­ne de cer­do por las nubes; del pes­ca­do ni hablar, lo com­pra­rán los ricos y los fun­cio­na­rios públi­cos, por­que tie­nen su resuel­ve. No con­se­gui­mos artícu­los de aseo per­so­nal, ni deter­gen­te para lavar por nin­gu­na par­te. Y, segui­mos sil­ban­do baji­to por el cami­ni­to hacia Colom­bia don­de está el amor mío. No mejo­ra nada el enfermo.

¡Grin­gos Go Home! ¡Liber­tad para los anti­te­rro­ris­tas cuba­nos Héroes de la Humanidad!

¡Chá­vez Vive, la Lucha sigue!

¡Patria Socia­lis­ta o Muerte!

¡Vivi­re­mos y Venceremos!

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