Las FARC a los dos años de nego­cia­ció­nes de paz: ¡“La paz triun­fa­rá en Colombia”!

En una rue­da de pren­sa en La Haba­na, el jefe de la dele­ga­ción insur­gen­te, Iván Már­quez, sub­ra­yó que hay fun­da­men­tos para ser opti­mis­tas para una solu­ción polí­ti­ca a 50 años de con­flic­to social y arma­do. Como un ser­vi­cio a nues­tros lec­to­res, ANNCOL repro­du­ce el comu­ni­ca­do que fue leí­do por el coman­dan­te gue­rri­lle­ro ante la prensa.

La paz triun­fa­rá en Colombia

La Haba­na, Cuba, sede de los diá­lo­gos de paz, noviem­bre 19 de 2014

El más des­te­llan­te logro de 2 años de pro­ce­so de paz en La Haba­na es la pro­gre­si­va expan­sión del sen­ti­mien­to de recon­ci­lia­ción en el cora­zón de los colombianos.

Aho­ra más que nun­ca nece­si­ta­mos dar­le vida y movi­mien­to al preám­bu­lo, al espí­ri­tu del Acuer­do Gene­ral que esta­ble­ce que la cons­truc­ción de la paz es asun­to de la socie­dad en su con­jun­to que requie­re de la par­ti­ci­pa­ción de todos, sin dis­tin­ción, para que la mar­cha de Colom­bia hacia su des­tino de paz, avan­ce sin reversa.

Nadie con­tro­vier­te hoy que el res­pe­to a los dere­chos huma­nos debe tre­mo­lar en todos los con­fi­nes del terri­to­rio nacio­nal; que el desa­rro­llo eco­nó­mi­co con jus­ti­cia social y en armo­nía con el medio ambien­te es garan­tía de paz y pro­gre­so; que es impor­tan­te ampliar la demo­cra­cia como con­di­ción para lograr bases sóli­das de paz y que el desa­rro­llo social con equi­dad y bien­es­tar, nos per­mi­ti­rá cre­cer como país.

Estos pos­tu­la­dos del mar­co con­cep­tual del Acuer­do de agos­to de 2012, están en sin­to­nía con el pal­pi­tar del anhe­lo nacio­nal; pero tam­bién en con­tras­te con estos fun­da­men­tos, y en con­tra­dic­ción con lo has­ta aho­ra logra­do en los acuer­dos par­cia­les, el gobierno avan­za con sus ini­cia­ti­vas legis­la­ti­vas neo­li­be­ra­les que tiran por la bor­da la posi­bi­li­dad cier­ta de una Refor­ma Rural Inte­gral, lo cual indi­ca, que si algo urge para lograr un rum­bo de irre­ver­si­bi­li­dad hacia la con­quis­ta del Acuer­do Final, debe­rá el gobierno actuar con sin­dé­re­sis, inter­pre­tan­do el sen­tir de las mayo­rías nacio­na­les que piden paz, demo­cra­cia y buen vivir, en vez de mar­char al com­pás del egoís­mo y la exclu­sión que carac­te­ri­za a la dere­cha guerrerista.

La mayo­ría de los acuer­dos par­cia­les, y gran par­te de las 28 sal­ve­da­des, no son otra cosa que rei­vin­di­ca­cio­nes cuyas solu­cio­nes se pue­den mate­ria­li­zar cum­plien­do las nor­mas lega­les y cons­ti­tu­cio­na­les. Un Esta­do con ver­da­de­ra volun­tad de paz no ten­dría que hacer mucho esfuer­zo para hacer reali­dad estas aspiraciones.

Una Refor­ma Rural Inte­gral como la que pre­ten­de el pri­mer acuer­do par­cial, por más inten­tos de for­ma­li­za­ción, dis­tri­bu­ción y res­ti­tu­ción que se hagan, es impo­si­ble si no resuel­ve el gra­ve pro­ble­ma del lati­fun­dio que está laten­te y en cre­ci­mien­to; es impo­si­ble si sigue avan­zan­do el pro­yec­to de Ley 133 de 2014 impul­sa­do para com­pla­cer a los empre­sa­rios que están toman­do por asal­to la Alti­lla­nu­ra, o si no se resuel­ven asun­tos de suma tras­cen­den­cia como los con­flic­tos de uso del sue­lo, que con aspec­tos como la explo­ta­ción mine­ro ener­gé­ti­ca lle­van apa­re­ja­dos el saqueo de nues­tras rique­zas natu­ra­les, el detri­men­to de nues­tra sobe­ra­nía y la nece­si­dad de un reor­de­na­mien­to terri­to­rial participativo.

La expan­sión de la demo­cra­cia, por más ini­cia­ti­vas de par­ti­ci­pa­ción ciu­da­da­na que se hayan pac­ta­do, no será cier­ta si se con­ti­núa con la con­tra-refor­ma polí­ti­ca que impi­de el acce­so de las mino­rías a las ins­tan­cias de repre­sen­ta­ción, como si se man­tie­nen la Doc­tri­na de la Segu­ri­dad Nacio­nal, la con­cep­ción del enemi­go interno, el para­mi­li­ta­ris­mo, las leyes liber­ti­ci­das de segu­ri­dad ciu­da­da­na, la pre­ten­sión de apro­bar un fue­ro mili­tar de impu­ni­dad, y el mono­po­lio mez­quino de los medios de comu­ni­ca­ción. Menos si se nie­ga la posi­bi­li­dad de abor­dar los pro­ble­mas de orden polí­ti­co, eco­nó­mi­co y social que tie­nen las enor­mes masas de pobla­ción urba­na y se obs­tru­yen las ini­cia­ti­vas de trans­for­ma­cio­nes institucionales.

La vie­ja polí­ti­ca anti­nar­có­ti­cos que aún per­vi­ve como desa­rro­llo de la fra­ca­sa­da “gue­rra con­tra las dro­gas” impues­ta por Washing­ton ha favo­re­ci­do en Colom­bia la corrup­ción, el cri­men, la impu­ni­dad y la ofen­si­va con­tra­in­sur­gen­te de un Esta­do gans­te­ri­za­do, y en gran medi­da cap­tu­ra­do por las mafias del nar­co­trá­fi­co. Fren­te a esta reali­dad logra­mos cons­truir un ter­cer acuer­do par­cial, que con­ci­be una nue­va polí­ti­ca de lucha con­tra las dro­gas de uso ilí­ci­to, fun­da­men­ta­do en el carác­ter social del pro­ble­ma, des­mi­li­ta­ri­zán­do­lo, res­tán­do­le el acen­to prohi­bi­cio­nis­ta y puni­ti­vo res­pec­to a los cam­pe­si­nos cul­ti­va­do­res y a los con­su­mi­do­res, que en reali­dad son víc­ti­mas y el esla­bón más débil del pro­ble­ma. Este acuer­do par­cial, que enfa­ti­za en que la per­se­cu­ción debe diri­gir­se con­tra los comer­cia­li­za­do­res y el sec­tor finan­cie­ro que se lucra del lava­do de acti­vos, ha sido pon­de­ra­do con cre­ces por orga­nis­mos inter­na­cio­na­les como Nacio­nes Uni­das. No obs­tan­te, el fenó­meno en cues­tión no tie­ne posi­bi­li­dad de solu­ción sin el con­cur­so del con­jun­to de las nacio­nes del mun­do por la con­di­ción de nego­cio capi­ta­lis­ta que entraña.

Por otra par­te, en nues­tro pro­pio terri­to­rio la solu­ción del pro­ble­ma impli­ca defi­nir una nue­va polí­ti­ca cri­mi­nal, pro­pen­der por la sus­pen­sión inme­dia­ta de las asper­sio­nes aéreas con gli­fo­sa­to y por la repa­ra­ción inte­gral de sus víc­ti­mas; y requie­re aca­bar en defi­ni­ti­va, el vie­jo esque­ma de erra­di­ca­cio­nes for­za­das-fumi­ga­cio­nes, que ha fra­ca­sa­do gene­ran­do enor­mes daños al teji­do ambien­tal y social, lo cual impli­ca que deben bus­car­se alter­na­ti­vas urgentes.

Al lado de estos y otros pro­fun­dos pro­ble­mas socia­les que se encuen­tran en el cen­tro de los deba­tes de la Mesa de Con­ver­sa­cio­nes, está el tras­cen­den­tal tema de las víc­ti­mas del con­flic­to, hoy en pleno des­en­vol­vi­mien­to y ya con algu­nos com­pro­mi­sos sus­cri­tos en el Acuer­do de Prin­ci­pios y en la rea­li­za­ción de 4 de las 5 audien­cias que se pro­gra­ma­ron para escu­char sus dolo­res del alma y sus espe­ran­zas de paz. En todos los encuen­tros no hay idea que haya res­plan­de­ci­do más que la de encon­trar la recon­ci­lia­ción des­de ya, cesan­do las hos­ti­li­da­des que evi­ten la gene­ra­ción de nue­vas víc­ti­mas. Cree­mos estar mar­chan­do con paso fir­me y segu­ro en la cons­truc­ción de meca­nis­mos que escla­rez­can los orí­ge­nes, las cau­sas y las res­pon­sa­bi­li­da­des en el sur­gi­mien­to y la per­ma­nen­cia de una gue­rra impues­ta por el blo­que de poder domi­nan­te, res­pec­to a la cual, ins­tan­cias no guber­na­men­ta­les de alta cre­di­bi­li­dad han seña­la­do al Esta­do y a sus gru­pos para­mi­li­ta­res, como los res­pon­sa­bles de más del 80% de los casos de vic­ti­mi­za­ción, sin con­tar su pro­ta­go­nis­mo en la pro­li­fe­ra­ción de la mise­ria, la des­igual­dad y la vio­la­ción del con­jun­to de los dere­chos huma­nos, inclu­yen­do los dere­chos eco­nó­mi­cos, socia­les y culturales.

Entre los meca­nis­mos a los que alu­di­mos, regis­tra­mos la pues­ta en mar­cha de la “Comi­sión His­tó­ri­ca del Con­flic­to y sus Víc­ti­mas”, cuyo infor­me debe­rá tener alcan­ces vin­cu­lan­tes, con un mar­co de refe­ren­cia inelu­di­ble, no sus­ti­tu­ti­vo, en el cual se debe­rá apo­yar la comi­sión de escla­re­ci­mien­to y de memo­ria que nos entre­gue ver­da­des sobre la con­fron­ta­ción y sien­te bases de no repe­ti­ción. Para dina­mi­zar estas ins­tan­cias, las FARC-EP pre­sen­ta­ron un decá­lo­go de pro­pues­tas míni­mas y linea­mien­tos orien­ta­do­res para la dis­cu­sión del pun­to 5 de la Agen­da, las cua­les son ele­men­tos de dis­cu­sión que hemos pro­pues­to para que el país bus­que alter­na­ti­vas de resar­ci­mien­to y con­vi­ven­cia sobre bases de jus­ti­cia, en su sen­ti­do más amplio e integral.

Otros espa­cios de inter­lo­cu­ción para tra­tar aspec­tos cen­tra­les de la Agen­da, son la sub­co­mi­sión de géne­ro y la sub­co­mi­sión téc­ni­ca, la últi­ma de las cua­les, ade­más de tener la misión de abor­dar asun­tos como el del cese bila­te­ral de fue­gos y la deja­ción de las armas, tie­ne al Coman­do Gue­rri­lle­ro de Nor­ma­li­za­ción como com­ple­men­to en la tarea de obser­var el nece­sa­rio y hon­ro­so retorno de las Fuer­zas Mili­ta­res a su rol cons­ti­tu­cio­nal de defen­sa de las fron­te­ras de la patria.

Vale resal­tar que las dis­cu­sio­nes y cons­truc­cio­nes teó­ri­cas rea­li­za­das por la insur­gen­cia duran­te los ciclos dedi­ca­dos a ana­li­zar el pun­to VÍCTIMAS, han per­mi­ti­do poner en cla­ro el sen­ti­do que para las FARC tie­nen con­cep­tos y pro­ce­di­mien­tos como los de armis­ti­cio y deja­ción de armas, o cómo ha de ser el paso de orga­ni­za­ción arma­da a movi­mien­to polí­ti­co para la lucha abier­ta en un perio­do de nor­ma­li­za­ción, que no de tran­si­ción. En este plano de ideas, cuyas con­se­cuen­cias tocan en com­pro­mi­sos, tan­to al gobierno como a la insur­gen­cia, no hay para el pro­ce­so de paz nin­gún mar­co jurí­di­co dife­ren­te al Acuer­do Gene­ral de La Haba­na, ni hay Ley de jus­ti­cia tran­si­cio­nal dife­ren­te a los com­pro­mi­sos que de este se deriven.

Tan­to la deja­ción de las armas, que es el com­pro­mi­so de la gue­rri­lla y del Esta­do de su no uti­li­za­ción en polí­ti­ca, como el armis­ti­cio, duran­te el cual se deben imple­men­tar los acuer­dos, serían ele­men­tos bási­cos del tra­ta­do de paz, cuya refren­da­ción debe­rá tener un meca­nis­mo pac­ta­do entre las par­tes para lle­var­lo a la más amplia posi­bi­li­dad de com­ple­men­ta­ción y con­va­li­da­ción del soberano.

Sin duda, el Tra­ta­do de Paz debe­rá for­jar­se como pro­duc­to de pro­fun­dos acuer­dos polí­ti­cos que le sumi­nis­tren un sufi­cien­te blin­da­je jurí­di­co, en el que el reco­no­ci­mien­to de la rebe­lión como dere­cho uni­ver­sal, pues­to en prác­ti­ca por la insur­gen­cia, ten­ga la valo­ra­ción y las garan­tías pro­pias del carác­ter altruis­ta que lo ins­pi­ra, cir­cuns­tan­cia que impli­ca­rá, apar­te de los cam­bios estruc­tu­ra­les para supe­rar la des­igual­dad, la mise­ria y fal­ta de demo­cra­cia, el res­ta­ble­ci­mien­to del deli­to polí­ti­co como aspec­to nodal de las con­clu­sio­nes que debe tener el tra­ta­mien­to inte­gral y simul­tá­neo de los temas que se com­pren­den en el pun­to 3 FIN DEL CONFLICTO, por­que nadie enten­de­ría que las FARC-EP depu­sie­ran su opción por la rebe­lión, sin que su lucha haya apor­ta­do de mane­ra sus­tan­cial a la supera­ción y solu­ción de los fac­to­res que gene­ra­ron el alzamiento.

Con este balan­ce alta­men­te favo­ra­ble a la sali­da polí­ti­ca del con­flic­to y, sobre todo, tenien­do en nues­tras manos los acuer­dos par­cia­les y los avan­ces a los que hemos hecho alu­sión, indi­can­do que con ellos comen­za­mos la dis­cu­sión de temas deci­si­vos, debe­mos decir que no es sen­sa­to que con­ti­nue­mos matán­do­nos en una con­fron­ta­ción, que de no parar, gene­ra­rá pri­sio­ne­ros e inci­den­tes que pue­den poner en peli­gro la con­ti­nui­dad de la Mesa de Con­ver­sa­cio­nes y la anhe­la­da posi­bi­li­dad de lle­gar a la fir­ma del Acuer­do Final. No es este un temor infun­da­do, por­que hoy mis­mo tene­mos la cir­cuns­tan­cia de que el Gobierno, habien­do orde­na­do arre­ciar la ofen­si­va con­tra la insur­gen­cia, cuan­do reci­be gol­pes que invo­lu­cra la cap­tu­ra de pri­sio­ne­ros, tal como ocu­rrió con los sol­da­dos de la fuer­za de tarea Qui­rón o como suce­dió con la cap­tu­ra por fuer­zas gue­rri­lle­ras del coman­dan­te de la fuer­za de tarea Titán, gene­ral Rubén Darío Alzá­te, de mane­ra impul­si­va e incon­se­cuen­te sus­pen­de las con­ver­sa­cio­nes. No es admi­si­ble que quien decla­ra la gue­rra sin cuar­tel, en medio de ella pre­ten­da que no se le toquen a sus sol­da­dos y generales.

Final­men­te, debe­mos recor­dar que si todos los sub­pun­tos del pun­to 3 sobre “Fin del con­flic­to” deben resol­ver­se inte­gral y simul­tá­nea­men­te, es bueno que el gobierno, en aten­ción al sub­pun­to 5, vaya esta­ble­cien­do con su inter­lo­cu­tor cómo se “revi­sa­rá” y se van a hacer “las refor­mas y los ajus­tes ins­ti­tu­cio­na­les nece­sa­rios para hacer fren­te a los retos de la cons­truc­ción de la paz”.

A dos años de des­en­vol­vi­mien­to de estas con­ver­sa­cio­nes que han hecho rever­be­rar la espe­ran­za de un pue­blo, no pode­mos dejar de pro­nun­ciar con pro­fun­do sen­ti­mien­to boli­va­riano y con la memo­ria viva de nues­tro coman­dan­te Manuel Maru­lan­da Vélez, las siguien­tes palabras:

A Cuba, garan­te del pro­ce­so y país anfi­trión, a su gobierno revo­lu­cio­na­rio y a su pue­blo, en nom­bre de los colom­bia­nos, nues­tro amor y eter­na gra­ti­tud por tan­to des­ve­lo por la paz de Colom­bia. Al gobierno y al pue­blo de Norue­ga, gra­cias por con­tri­buir a la recon­ci­lia­ción de un país lati­no­ame­ri­cano que mere­ce vivir en paz. Gra­cias pre­si­den­te Nico­lás Madu­ro de Vene­zue­la, gra­cias pre­si­den­ta Miche­lle Bache­let de Chi­le, por su acom­pa­ña­mien­to y solidaridad.

La paz debe­rá triun­far en Colombia.

¡VENCEREMOS!

DELEGACIÓN DE PAZ DE LAS FARC-EP

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