Libia: vio­len­cia y cinis­mo para divi­dir a un país

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El horror no es una pala­bra capri­cho­sa para defi­nir lo que suce­de en la Libia actual. Como es sabi­do, el des­go­bierno, los enfren­ta­mien­tos arma­dos y aten­ta­dos, el per­ma­nen­te aumen­to en la cifra de muer­tos por el con­flic­to interno que aso­la al país del nor­te de Áfri­ca, y la con­fir­ma­ción de que esa tie­rra –que años atrás lle­gó a ser un mode­lo de socie­dad para el con­ti­nen­te negro- es cal­do de cul­ti­vo y base de entre­na­mien­to para mer­ce­na­rios y terro­ris­tas que des­es­ta­bi­li­zan a Medio Orien­te, son los pun­tos cons­tan­tes y per­ma­nen­tes que cru­zan a la nación.

Por más que la Orga­ni­za­ción de las Nacio­nes Uni­das (ONU) jun­to a otros orga­nis­mos inter­na­cio­na­les aler­ten sobre lo que ocu­rre en Libia, y por más que las poten­cias enca­be­za­das por Esta­dos Uni­dos, aho­ra con­de­nen el accio­nar de los terro­ris­tas que ellos finan­cia­ron y res­pal­da­ron, la crí­ti­ca situa­ción en terri­to­rio libio con­ti­núa en un espi­ral de vio­len­cia y caos que pare­ce no tener fin.

¿Quién gobier­na en Libia?

Esta pre­gun­ta podría tener varias res­pues­tas. Libia hoy es gober­na­da por la admi­nis­tra­ción del pri­mer minis­tro Abdu­lá Al Thin­ni, aun­que el gabi­ne­te se encuen­tra asen­ta­do en la ciu­dad de Tobruk (a 1.500 kiló­me­tros al este de la capi­tal), des­de don­de inten­ta con­tro­lar (sin mucha efi­ca­cia) la cri­sis que vive el país. El gobierno de Al Thin­ni, que fue ele­gi­do por la Cáma­ra de Repre­sen­tan­tes, tie­ne el reco­no­ci­mien­to de la ONU y de varios países.

Mien­tras tan­to, en Trí­po­li, capi­tal del país, el con­trol lo man­tie­ne un gru­po de mili­cias isla­mis­tas. En la ciu­dad fun­cio­na la Asam­blea Gene­ral Nacio­nal, que tam­bién eli­gió a su pri­mer minis­tro, Omar Al Has­si. Las mili­cias que toma­ron Trí­po­li pro­vie­nen de la loca­li­dad de Mis­ra­ta, uno de los prin­ci­pa­les pun­tos des­de don­de sur­gie­ron los gru­pos arma­dos, apo­ya­dos por la Orga­ni­za­ción del Tra­ta­do del Atlán­ti­co Nor­te (OTAN), que derro­ca­ron al líder libio Muam­mar Al Gad­da­fi y deja­ron cien­tos de miles de civi­les muer­tos en los ocho meses que dura­ron los bom­bar­deos de la alian­za atlán­ti­ca en 2011.

A su vez, en la segun­da ciu­dad en impor­tan­cia del país, Ben­ga­si, el gobierno de Al Has­si debe lidiar con el ex gene­ral pro esta­dou­ni­den­se Jali­fa Haf­ta que, lue­go de un fra­ca­sa­do gol­pe de Esta­do, levan­ta las ban­de­ras de la lucha con­tra las fac­cio­nes isla­mis­tas. Ben­ga­si, en el cual se haya el prin­ci­pal puer­to libio, es un botín pre­cia­do por su rique­za tan­to comer­cial como de recur­sos naturales.

A esto se suma el poder des­ple­ga­do por otras mili­cias isla­mis­tas que ope­ran en loca­li­da­des como Zin­tan o Sir­te, y el poder real que toda­vía osten­tan las prin­ci­pa­les tri­bus del país (en total exis­ten 140), como el caso de War­fa­llah, inte­gra­da por alre­de­dor de un millón de miembros.

Cada uno de estos polos de poder cuen­tan con dos ele­men­tos fun­da­men­ta­les: arma­men­tos y apo­yo exte­rior, tan­to de las monar­quías del Gol­fo Pér­si­co, Egip­to y las poten­cias occidentales.

Divi­sión y más división

Si algún ingre­dien­te fal­ta­ba al des­go­bierno que rei­na en Libia, el Tri­bu­nal Supre­mo de Jus­ti­cia de Trí­po­li lo agre­gó sin dema­sia­das vaci­la­cio­nes. La sema­na pasa­da, el orga­nis­mo decla­ró incons­ti­tu­cio­na­les las sesio­nes que cele­bró el Par­la­men­to con­fi­na­do en Tobruk. El dic­ta­men del Tri­bu­nal esti­pu­la la diso­lu­ción de ese poder legis­la­ti­vo así como la inva­li­da­ción de las deci­sio­nes que ha toma­do has­ta el momento.

Pero como si fue­ra poco, este jue­ves se cono­ció un men­sa­je emi­ti­do por el jerar­ca máxi­mo del Esta­do Islá­mi­co (EI), Abu Bakr Al Bagh­da­di que, según agen­cia de noti­cias inter­na­cio­na­les, anun­ció que el Cali­fa­to que enca­be­za se exten­de­rá des­de Siria e Irak a Ara­bia Sau­di­ta, Yemen, Egip­to, Libia y Argelia.

Aun­que la vera­ci­dad de este anun­cio es cues­tio­na­da, no pare­ce extra­ño que las garras del EI lle­guen a Libia, bási­ca­men­te por­que cen­te­na­res de mer­ce­na­rios que com­ba­ten en sus filas fue­ron entre­na­dos en ese terri­to­rio. La exis­ten­cia en Libia de gru­pos islá­mi­cos vin­cu­la­dos a Al Qae­da o que pro­fe­san el Islam más orto­do­xo y con­ser­va­dor no es una noti­cia nue­va. El pro­pio Gad­da­fi, comen­za­da la cri­sis en su país, denun­ció que Al Qae­da ope­ra­ba en terri­to­rio libio. Esta­dos Uni­dos, auto­de­no­mi­na­do el “caza­dor núme­ro uno de terro­ris­tas en el mun­do”, no hizo nada. Es más, las bom­bas y misi­les de Washing­ton apun­ta­ron con­tra el gobierno libio, que en ape­nas ocho meses fue derro­ca­do, ade­más de ser diez­ma­da la población.

Aten­ta­dos y cinismo

En lo que va de esta sema­na, el esce­na­rio libio pro­fun­di­zó su situa­ción de vio­len­cia. Algu­nos hechos ocu­rri­dos en los últi­mos días demues­tran el caos que atra­vie­sa la nación:

-Dos aten­ta­dos ocu­rrie­ron ayer fren­te a las emba­ja­das de Emi­ra­tos Ára­bes Uni­dos y Egip­to, ubi­ca­das en Trípoli.

-El miér­co­les, al menos ocho per­so­nas murie­ron y 26 resul­ta­ron heri­das en dife­ren­tes ciu­da­des del este del país, con­tro­la­das por el gobierno de Tobruk.

-El mar­tes, auto­ri­da­des libias halla­ron deca­pi­ta­dos en la loca­li­dad de Der­na a los acti­vis­tas Siraj Gha­tish, Moha­med Bat­tu y Moha­med Al Mes­ma­ri. Los tres jóve­nes difun­dían por las redes socia­les lo que suce­día en su ciu­dad. Des­de 2012, Der­na es dispu­tada por tres gran­des mili­cias islá­mi­cas: el Con­se­jo de la Shu­ra, los Már­ti­res de la Bri­ga­da Abus­lim y una rama local de Ansar Al Sharia.

-El domin­go, un tri­ple aten­ta­do fue eje­cu­ta­do en la ciu­dad de Shahat, al este del país, mien­tras se desa­rro­lla­ba una reu­nión entre el pri­mer minis­tro Al Thi­ni y el envia­do espe­cial de la ONU para Libia, Ber­nar­dino León. La Misión de Apo­yo de Nacio­nes Uni­das en Libia (UNSMIL) ase­gu­ró que el aten­ta­do “no afec­ta­rá” a sus trabajos.

La pro­fun­da divi­sión del país que­dó en evi­den­cia el pasa­do 7 de noviem­bre, cuan­do el gru­po irre­gu­lar enca­be­za­do por Ibrahim Jath­ram, decla­ró que si el Par­la­men­to en Trí­po­li es res­pal­da­do a nivel inter­na­cio­nal “nos vere­mos obli­ga­dos a decla­rar la inde­pen­den­cia del este de Libia”.

Aun­que la inje­ren­cia extran­je­ra en Libia fue com­pro­ba­da y se con­vir­tió en la pun­ta de lan­za para derro­car al gobierno de Gad­da­fi, las admi­nis­tra­cio­nes impli­ca­das en el finan­cia­mien­to y entre­na­mien­to de mer­ce­na­rios y gru­pos arma­dos ile­ga­les, se pro­nun­cia­ron sobre la situa­ción del país. Espa­ña, Ale­ma­nia, Cana­dá, Esta­dos Uni­dos, Fran­cia, Ita­lia, Mal­ta y Rei­no Uni­do emi­tie­ron un comu­ni­ca­do con­jun­to en el cual se decla­ran “pro­fun­da­men­te preo­cu­pa­dos” por la “pola­ri­za­ción polí­ti­ca” en la nación afri­ca­na. Los gobier­nos de esos paí­ses se com­pro­me­tie­ron a “ayu­dar a los libios en este momen­to difí­cil” y seña­la­ron que los “desa­fíos” actua­les “requie­ren solu­cio­nes políticas”.

El cinis­mo, por lo vis­to, sigue rigien­do la polí­ti­ca exte­rior de Esta­dos Uni­dos y de sus alia­dos europeos.

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