Marx habla sobre los 25 años de la Caí­da del Muro de Ber­lín. ¡No pier­da su car­ta a los tra­ba­ja­do­res del Mundo!

No pue­do dar los deta­lles pre­ci­sos, sino sim­ple­men­te hacer saber que reci­bí esta car­ta. Con mi pobre ale­mán me per­mi­tí hacer la tra­duc­ción, y como creo que esto es muy impor­tan­te, hago cir­cu­lar el tex­to de marras en su ver­sión española.


Marx en su lugar en Chem­nitz, siem­pre el «opti­mis­ta his­tó­ri­co». Los reac­cio­na­rios cele­bran hoy su show mediá­ti­co pero maña­na lunes, vere­mos otras mani­fes­ta­cio­nes y con­fron­ta­cio­nes de tra­ba­ja­do­res que luchan por su pues­to de tra­ba­jo, su casa o apar­ta­men­to que con­fir­ma que Marx no esta «mal para­do» sino sigue más vigen­te que nunca.

Tra­ba­ja­do­res del mundo:

Las fuer­zas de la dere­cha inter­na­cio­nal fes­te­jan albo­ro­za­das estos 25 años de la Caí­da del Muro de Ber­lín. Pero se equi­vo­can. ¿Qué fes­te­jan en reali­dad? ¿El fin del socialismo?

La his­to­ria, con­tra­ria­men­te a como dijo ese apo­lo­gis­ta del sis­te­ma de ape­lli­do Fuku­ya­ma hace algu­nos años atrás, no ha ter­mi­na­do. ¿De dón­de sal­dría tama­ño dis­pa­ra­te? La his­to­ria con­ti­núa su paso sin que sepa­mos hacia dón­de va. Hoy, sin temor a equi­vo­car­nos, dadas las carac­te­rís­ti­cas que ha toma­do el sis­te­ma capi­ta­lis­ta inter­na­cio­nal, per­fec­ta­men­te podría estar diri­gién­do­se hacia la ani­qui­la­ción de la espe­cie huma­na, dado el afán de lucro impa­ra­ble que lo ali­men­ta, y que bien podría lle­var al holo­caus­to ter­mo­nu­clear de acti­var­se todas las armas de des­truc­ción masi­va que exis­ten sobre la faz del pla­ne­ta. O tam­bién, dado ese afán insa­cia­ble de obten­ción de ganan­cia que no pue­de eli­mi­nar, a la des­truc­ción del pla­ne­ta por el con­su­mo irra­cio­nal que se está lle­van­do a cabo.

Las fuer­zas de la dere­cha can­tan vic­to­rio­sas su supues­to triun­fo, pero en reali­dad no hay nin­gún triun­fo. Como escri­bí algu­na vez en mis años mozos, sien­do dis­cí­pu­lo del Pro­fe­sor Hegel: el amo tiem­bla ate­rro­ri­za­do delan­te del escla­vo por­que sabe que inexo­ra­ble­men­te tie­ne sus días contados.

¿Qué qui­se decir en su momen­to con esta fra­se, algo enig­má­ti­ca qui­zá, antes de poner­me a estu­diar eco­no­mía polí­ti­ca para lue­go redac­tar el Tomo I de El Capi­tal? Pues no es nada com­pli­ca­do: apa­ren­te­men­te el sis­te­ma capi­ta­lis­ta “triun­fó” de mane­ra inexo­ra­ble sobre las expe­rien­cias socia­lis­tas que se esta­ban cons­tru­yen­do, sien­do la demos­tra­ción pal­pa­ble de ello la caí­da de este muro de la que aho­ra se cum­plen 25 años. Supues­ta­men­te, según la fan­fa­rria con que esa dere­cha pre­sen­ta las cosas, la mis­ma pobla­ción ale­ma­na del este, “sojuz­ga­da” por el yugo socia­lis­ta, habría derrum­ba­do el tal muro para “libe­rar­se” y acce­der a las bon­da­des del capi­ta­lis­mo. ¡Pam­pli­nas! Puras pam­pli­nas, estu­pi­de­ces con que los actua­les medios masi­vos de comu­ni­ca­ción pre­sen­tan las cosas.

En reali­dad lo que esta dere­cha, por aho­ra gana­do­ra, fes­te­ja es que el Amo, para tomar la metá­fo­ra hege­lia­na (léa­se: la cla­se capi­ta­lis­ta) ale­jó por un tiem­po el fan­tas­ma que la per­si­gue (la cla­se tra­ba­ja­do­ra y la posi­bi­li­dad que algu­na vez la mis­ma se orga­ni­ce, abra los ojos y la expro­pie, tal como pasó varias veces duran­te el siglo XX, en Rusia, en Chi­na, en Cuba). Es decir: la cla­se por aho­ra domi­nan­te (indus­tria­les, ban­que­ros, terra­te­nien­tes) sabe que está sen­ta­da sobre un barril de pól­vo­ra; sabe que los tra­ba­ja­do­res del mun­do (obre­ros indus­tria­les urba­nos –que fue lo que yo más estu­dié en su momen­to – , cam­pe­si­nos, tra­ba­ja­do­res explo­ta­dos de toda índo­le, sub-ocu­pa­dos y des­ocu­pa­dos –lo que yo en otro tiem­po lla­mé Lum­pen­pro­le­ta­riät, es decir: pobla­ción exclui­da y mar­gi­na­li­za­da) en algún momen­to van a explotar.

La his­to­ria de la huma­ni­dad, y tam­bién la his­to­ria del capi­ta­lis­mo, se los mues­tra. Las cla­ses opri­mi­das aguan­tan (por­que no tie­nen otra alter­na­ti­va, por­que están sojuz­ga­das, repri­mi­das bru­tal­men­te a veces, mani­pu­la­das en otras oca­sio­nes). Aguan­tan has­ta que, lle­ga­do a un pun­to de la acu­mu­la­ción de con­tra­dic­cio­nes, esta­lla un perío­do de vio­len­cia revo­lu­cio­na­ria, trans­for­mán­do­se las rela­cio­nes de poder, pasan­do la pro­pie­dad de los medios de pro­duc­ción de una cla­se a otra. Esto la dere­cha lo sabe. Sabe muy cla­ra­men­te que la pro­pie­dad pri­va­da de esos medios es un saqueo lega­li­za­do; sabe con pre­ci­sión mili­mé­tri­ca que no pue­de dejar ni por un segun­do de cui­dar esa pro­pie­dad, asen­ta­do en una explo­ta­ción inmi­se­ri­cor­de. Sabe que si se des­cui­da, si deja de pro­te­ger a capa y espa­da sus pri­vi­le­gios, las gran­des mayo­rías exclui­das se levan­tan. Por eso, día a día, minu­to a minu­to, no dejan de con­tro­lar y evi­tar que los tra­ba­ja­do­res se orga­ni­cen, pien­sen, conoz­can la ver­da­de­ra reali­dad. Por eso los embru­te­cen con dádi­vas: es decir, el vie­jo pan y cir­co de los romanos.

Pero esa dere­cha sabe que el barril de pól­vo­ra sobre el que está sen­ta­da pue­de explo­tar, lo cual sig­ni­fi­ca­ría per­der sus pri­vi­le­gios de cla­se. De hecho, eso ya suce­dió varias veces el siglo pasa­do. Por eso mis­mo, ante el retro­ce­so que sufrió el pri­mer Esta­do obre­ro del mun­do, la lla­ma­da Unión de Repú­bli­cas Socia­lis­tas Sovié­ti­cas, las fuer­zas de la dere­cha can­ta­ron vic­to­ria, mos­tran­do el derri­ba­mien­to del Muro de Ber­lín como la caí­da de las ideas socia­lis­tas. Dicho de otra mane­ra: como están tan ate­rro­ri­za­dos con la posi­bi­li­dad que los tra­ba­ja­do­res reac­cio­nen algu­na vez, se per­mi­tie­ron mos­trar ese inci­den­te como el fra­ca­so inexo­ra­ble de las ideas socia­lis­tas. Pero ello no es sino una demos­tra­ción del pavor que sien­ten a ser expro­pia­dos. De ahí que lo pre­sen­ten como un triun­fo apo­teó­si­co y que cie­rra de una vez la historia.

No hay dudas que con la invo­lu­ción que sufrie­ron las pri­me­ras expe­rien­cias socia­lis­tas del mun­do (la Unión Sovié­ti­ca se desin­te­gró, Chi­na se abrió al mer­ca­do capi­ta­lis­ta, Cuba que­dó flo­tan­do en el aire como pudo), el capi­ta­lis­mo inter­na­cio­nal avan­zó gro­se­ra­men­te sobre las con­quis­tas de los tra­ba­ja­do­res obte­ni­das a fuer­za de sacri­fi­cio en déca­das y déca­das de lucha. Por eso aho­ra ese sis­te­ma, que se auto­pre­sen­ta como gana­dor y úni­ca sali­da posi­ble, se per­mi­te explo­tar más aún que hace un siglo atrás. Hoy día se per­die­ron con­quis­tas sin­di­ca­les, se hacen con­tra­tos sin pres­ta­cio­nes labo­ra­les, no se res­pe­ta la jor­na­da labo­ral de ocho horas, se expo­lia sin la menor pudi­cia y se entro­ni­za la figu­ra del “gana­dor”.

No hay dudas, para tra­tar de con­cluir la refe­ri­da cita que hice más arri­ba, que el sis­te­ma sabe que ya le va a lle­gar el turno, que su cabe­za, igual que la del monar­ca fran­cés en 1789, roda­rá por el pol­vo. Por eso fes­te­ja este triun­fo par­cial –que, sin dudas, hizo retro­ce­der mucho al cam­po popu­lar en estos últi­mos años– como un triun­fo abso­lu­to, que­rien­do pre­sen­tar las cosas como que con el Muro de Ber­lín derri­ba­do ter­mi­nó la explo­ta­ción, y por tan­to el ideal revo­lu­cio­na­rio socia­lis­ta de trans­for­ma­ción social.

Pero los tra­ba­ja­do­res del mun­do siguen sien­do explo­ta­dos, más que antes inclu­so, apa­lea­dos, repri­mi­dos. ¿Por qué no habrían de reac­cio­nar? Tal vez hoy día, hay que reco­no­cer­lo, los par­ti­dos comu­nis­tas están un tan­to des­pis­ta­dos. Mis ideas –que, en reali­dad, no son mías, sino pro­duc­to de una refle­xión cien­tí­fi­ca (¡no digan “mar­xis­mo” sino mate­ria­lis­mo his­tó­ri­co!)– se han que­ri­do pre­sen­tar como anti­cua­das, fra­ca­sa­das, “pasa­das de moda”. Nada más con­tra­rio a la verdad.

Mien­tras siga la explo­ta­ción en el mun­do (y esa es la esen­cia del sis­te­ma capi­ta­lis­ta) habrá quien pro­tes­te, quien alce la voz, quien bus­que orga­ni­zar­se para cam­biar la situa­ción. Que hoy día esa orga­ni­za­ción y los pro­gra­mas polí­ti­cos al res­pec­to estén gol­pea­dos, es una cosa. Pero pre­ten­der que se esfu­ma­ron, que los explo­ta­dos que­da­rán con­ten­tos y feli­ces con su con­di­ción de tales, que las injus­ti­cias cesa­ron por­que el sis­te­ma ganó esta bata­lla, es un cra­so error.

No hay que olvi­dar que el capi­ta­lis­mo, como pro­yec­to eco­nó­mi­co-polí­ti­co, comen­zó a sur­gir en los siglos XII y XIII, allá en la Liga de Han­sen, y demo­ró varias cen­tu­rias has­ta poder tomar mayo­ría de edad cons­ti­tu­yén­do­se en sis­te­ma domi­nan­te, casi a fines del siglo XVIII, tan­to en Fran­cia e Ingla­te­rra como en los nacien­tes Esta­dos Uni­dos de Amé­ri­ca. Las expe­rien­cias socia­lis­tas no tie­nen ni 100 años de vida. ¡No olvi­dar­lo! Can­tar vic­to­ria por­que se ganó una bata­lla es de mal gue­rre­ro. Lo úni­co que demues­tra es que sí, efec­ti­va­men­te, ese Amo tiem­bla por­que sabe que ya le va a lle­gar su gui­llo­ti­na…, aun­que en este momen­to se sien­ta ganador.

Los 25 años que aho­ra se pre­ten­den fes­te­jar no son sino una demos­tra­ción que el sis­te­ma capi­ta­lis­ta no tie­ne sali­da. Se fes­te­ja el triun­fo de la explo­ta­ción y la injus­ti­cia. Si el sis­te­ma tuvie­ra “res­pon­sa­bi­li­dad social empre­sa­rial”, como pare­ce que aho­ra se puso de moda decir, debe­ría echar­se a llo­rar por el des­ca­la­bro abso­lu­to que ha crea­do. Para decir­lo sólo con dos ejem­plos, lapi­da­rios y ter­mi­nan­tes por cier­to: en estos momen­tos –créan­me que sigo muy de cer­ca estos acon­te­ci­mien­tos y estoy per­fec­ta­men­te infor­ma­do– la huma­ni­dad pro­du­ce un 45% más de los ali­men­tos nece­sa­rios para nutrir a los 7.300 millo­nes de almas que pue­blan el mun­do, y ver­gon­zo­sa­men­te la prin­ci­pal cau­sa de muer­te sigue sien­do nada más y nada menos que ¡el ham­bre! ¡Infa­me!, no caben dudas. Y para ter­mi­nar: la prin­ci­pal acti­vi­dad de la espe­cie huma­na, la que más ganan­cias gene­ra des­de el pun­to de vis­ta capi­ta­lis­ta, la van­guar­dia de la cien­cia y de la téc­ni­ca es la pro­duc­ción de arma­men­tos. Es decir: la defen­sa a muer­te de los pri­vi­le­gios de algu­nos. ¡Más paté­ti­co todavía!

Por tan­to, cama­ra­das, los ins­to a que no nos deje­mos con­fun­dir por estos can­tos de sire­na: la dere­cha no fes­te­ja un triun­fo sino que sigue estan­do en gue­rra, y con mie­do, por­que sabe que los tra­ba­ja­do­res, tar­de o tem­prano, reaccionaremos.

Hoy, como hace un siglo y medio, la con­sig­na no es lamen­tar­se por la pali­za reci­bi­da recien­te­men­te ni que­dar­se embo­ba­dos vien­do la tele­vi­sión. Sigue sien­do como escri­bí con Fede­ri­co en 1848: “No hay nada que per­der más que las cade­nas. Por tan­to: ¡uníos!”

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