Refle­xio­nes sobre el esce­na­rio pre y post 9N y el papel de la izquier­da inde­pen­den­tis­ta- Endavant

Ante la pro­xi­mi­dad del 9‑N, el carác­ter abier­to del esce­na­rio y la con­fu­sión gene­ra­da por el tac­ti­cis­mo de los par­ti­dos «nacio­na­lis­tas» sobre el antes y el des­pués del 9‑N, así como sobre la pro­pia fecha, es deci­si­vo que el Esque­rra Inde­pen­den­tis­ta actúe en una sola direc­ción sobre la base de un aná­li­sis que nos per­mi­ta inci­dir en la reali­dad a cor­to pla­zo y man­te­ner, al mis­mo tiem­po, una línea estra­té­gi­ca de lar­go pla­zo. Los obje­ti­vos estra­té­gi­cos de la Izquier­da Inde­pen­den­tis­ta son la inde­pen­den­cia y el socia­lis­mo por los Paï­sos Cata­lans y pen­sa­mos que cual­quier valo­ra­ción sobre el pro­ce­so sobe­ra­nis­ta y el 9‑N hay que hacer­la des­de este pun­to de vis­ta y en fun­ción del papel que estos fac­to­res jue­gan en nues­tro pro­yec­to global.

Cree­mos que hay unos pun­tos pre­vios a tener en cuen­ta para poder hacer un aná­li­sis que no esté inter­fe­ri­do por apre­cia­cio­nes sub­je­ti­vas o inmediatistas:

El pro­ce­so sobe­ra­nis­ta se da en una par­te del país y no pue­de ni sus­ti­tuir ni obs­ta­cu­li­zar el pro­ce­so de cons­truc­ción nacio­nal de los Paí­ses Catalanes
La inde­pen­den­cia del Prin­ci­pa­do en sí no es el obje­ti­vo del pro­gra­ma polí­ti­co de la Izquier­da Independentista.
Las valo­ra­cio­nes sobre la con­ve­nien­cia o incon­ve­nien­cia de la inde­pen­den­cia del Prin­ci­pa­do en rela­ción a estos obje­ti­vos estra­té­gi­cos no son per­ti­nen­tes para que final­men­te el pro­ta­go­nis­mo y la deci­sión recaen sobre el pue­blo y en nin­gún caso es tarea de la Izquier­da Inde­pen­den­tis­ta obs­ta­cu­li­zar la mate­ria­li­za­ción de la volun­tad popular .

Es impor­tan­te, tam­bién, hacer una correc­ta carac­te­ri­za­ción del pro­ce­so sobe­ra­nis­ta para no per­der de vis­ta el papel que jue­ga en el pro­ce­so de libe­ra­ción nacio­nal de los Paï­sos Cata­lans. A nues­tro enten­der, están los siguien­tes ele­men­tos a tener en cuenta:

El obje­ti­vo del gobierno de CiU no es la auto­de­ter­mi­na­ción del Prin­ci­pa­do, sino cana­li­zar la movi­li­za­ción social inde­pen­den­tis­ta hacia una nego­cia­ción con el Esta­do espa­ñol. Pro­ba­ble­men­te, CiU no sea el úni­co actor que se con­for­ma­ría con una solu­ción autonomista.
Si CiU no ha des­obe­de­ci­do ya para con­vo­car la con­sul­ta des­de la ins­ti­tu­ción, no lo hará para pro­cla­mar la inde­pen­den­cia. Sin des­obe­dien­cia no hay inde­pen­den­cia y para rea­li­zar este ges­to de rup­tu­ra hay que rom­per víncu­los con la bur­gue­sía prin­ci­pa­ti­na y su feti­chis­mo de las leyes, el orden y la segu­ri­dad jurídica.
No exis­te un «pro­ce­so legal». Para que un pro­ce­so de auto­de­ter­mi­na­ción fue­ra legal debe­ría­mos sacar pre­via­men­te de sobre la pro­pia ocu­pa­ción espa­ño­la. Un pro­ce­so legal es la nega­ción del proceso.
El con­flic­to nacio­nal es un con­flic­to entre el pue­blo y el Esta­do. Si se nie­ga a des­obe­de­cer, la Gene­ra­li­tat se pone de par­te del Estado.
Como estruc­tu­ra bur­gue­sa de Esta­do, la Gene­ra­li­tat no es la repre­sen­ta­ción del pue­blo de Cata­lu­ña sino de los intere­ses de las cla­ses domi­nan­tes del Principado.

El gobierno auto­nó­mi­co pre­ten­de des­ca­fei­nar la con­sul­ta para des­ac­ti­var­la como man­da­to demo­crá­ti­co al pro­pio gobierno y poder seguir uti­li­zan­do la capa­ci­dad de movi­li­za­ción del inde­pen­den­tis­mo como arma arro­ja­di­za en su pul­so con el Estado.

La cues­tión no es si la con­sul­ta que el gobierno pro­po­ne para el 9‑N es téc­ni­ca­men­te simi­lar a la que pro­me­tió; la cues­tión cree­mos que es:

Que la pre­gun­ta está expre­sa­men­te dise­ña­da para dejar la puer­ta abier­ta a una refor­mu­la­ción del pac­to con el esta­do, que es pre­ci­sa­men­te la nega­ción del ejer­ci­cio del dere­cho de autodeterminación.
Que la con­sul­ta del 9‑N no pue­de sus­ti­tuir en nin­gún caso un refe­rén­dum de autodeterminación.
Que el gobierno pro­me­tió que orga­ni­za­ría una con­sul­ta y no ha pre­pa­ra­do los pasos téc­ni­co-admi­nis­tra­ti­vas nece­sa­rias para hacer­lo. La con­sul­ta del 9‑N es, por tan­to, una prue­ba del incum­pli­mien­to de sus promesas.
Que las reba­jas que la actual pro­pues­ta impli­ca en rela­ción a la que ha pedi­do el pue­blo en la calle, más allá de la valo­ra­ción de su rele­van­cia téc­ni­ca, se deben a la volun­tad de evi­tar el cho­que de sobe­ra­nías con el Esta­do español.

Esta últi­ma cues­tión cree­mos que no tie­ne, como algu­nos qui­sie­ran, un valor pura­men­te simbólico:

A lar­go pla­zo un plan­tea­mien­to así pone el pro­ce­so en una vía muer­ta y se limi­ta a pos­po­ner la ren­di­ción, ya que no habrá inde­pen­den­cia sin des­obe­dien­cia, es decir, sin ruptura.
A cor­to pla­zo, este plan­tea­mien­to impli­ca que si el Esta­do impug­na tam­bién este mode­lo de con­sul­ta, que es una opción muy, muy posi­ble, no habría nin­gún tipo de consulta.

Ante esta even­tua­li­dad, el Gobierno está inten­tan­do cana­li­zar las ener­gías rei­vin­di­ca­ti­vas popu­la­res hacia un esce­na­rio de «elec­cio­nes ple­bis­ci­ta­rias». Este esce­na­rio cree­mos que es inacep­ta­ble porque:

Unas elec­cio­nes al Par­la­men­to de Cata­lu­ña no pue­den ser en nin­gún caso ple­bis­ci­ta­rias. Se votan muchos otros aspec­tos de la ges­tión autonómica.
No hay nin­gu­na garan­tía del cum­pli­mien­to de las pro­me­sas elec­to­ra­les como demues­tra la his­to­ria del sis­te­ma par­la­men­ta­rio catalán
La úni­ca sali­da en cla­ve de auto­de­ter­mi­na­ción que podrían tener unas elec­cio­nes de este tipo sería una Decla­ra­ción Uni­la­te­ral de Inde­pen­den­cia. Unas éli­tes polí­ti­cas inca­pa­ces de con­vo­car una con­sul­ta «ile­gal» son aún más inca­pa­ces de hacer una decla­ra­ción así.

Los hechos cree­mos que demues­tran, por tan­to, que:

El úni­co agen­te acti­vo por la auto­de­ter­mi­na­ción se encuen­tra en el pue­blo y que CiU no es en nin­gún caso un alia­do en la mate­ria­li­za­ción de esta reivindicación.
Si la actual hoja de ruta hacia la inde­pen­den­cia del Prin­ci­pa­do entra en una vía muer­ta, ten­dre­mos que estar pre­pa­ra­dos para poner sobre la mesa una estra­te­gia de libe­ra­ción nacio­nal por los Paí­ses Cata­la­nes a lar­go pla­zo, en la que un refe­rén­dum es sólo un capí­tu­lo o un ins­tru­men­to, pero no el obje­ti­vo estratégico.
Esta estra­te­gia debe ser capaz de reu­nir los movi­mien­tos popu­la­res en torno a un pro­gra­ma de Uni­dad Popu­lar que inclu­ya la inde­pen­den­cia de los Paí­ses Cata­la­nes como una de sus rei­vin­di­ca­cio­nes básicas.
De la expe­rien­cia de estos últi­mos dos años habrá que ana­li­zar todo el resul­ta­do de la apues­ta del inde­pen­den­tis­mo en torno al tra­ba­jo polí­ti­co inter­cla­sis­ta (refe­ren­cia­li­dad del «ANC) y de la terri­to­ria­li­dad (inde­pen­den­cia por fases). A nues­tro enten­der, ha habi­do una inca­pa­ci­dad para trans­for­mar estos «sacri­fi­cios» ideo­ló­gi­cos en acu­mu­la­ción de fuer­za hacia el pro­yec­to estra­té­gi­co de la izquier­da independentista.
Si la direc­ción polí­ti­ca del pro­ce­so por par­te de las éli­tes del Prin­ci­pa­do es inca­paz de mate­ria­li­zar cual­quier rup­tu­ra con Espa­ña, habrá que­da­do demos­tra­do una vez más que un pro­ce­so popu­lar como el que ha defen­di­do his­tó­ri­ca­men­te la Izquier­da Inde­pen­den­tis­ta es el úni­co posible.
El pro­ce­so popu­lar que pro­po­ne­mos es, ade­más, el úni­co que, al pasar por enci­ma de las leyes espa­ño­las, pasa por enci­ma tam­bién de las fron­te­ras espa­ño­las (entre comu­ni­da­des y entre esta­dos) y es par­te, por tan­to, del nece­sa­rio pro­ce­so de cons­truc­ción nacional.
Esta estra­te­gia de libe­ra­ción nacio­nal debe ser váli­da para todo el terri­to­rio de los Paï­sos Cata­lans y pasa nece­sa­ria­men­te por la des­obe­dien­cia y la rup­tu­ra. Tan­to en la coyun­tu­ra de cor­to pla­zo (el pro­pio 9‑N) como en esce­na­rios pos­te­rio­res, la Izquier­da Inde­pen­den­tis­ta ha dota­do de un ins­tru­men­to (Inde­pen­dén­cia per Can­viar-ho tot) y de una cam­pa­ña (desobeïm) que han supues­to un pri­mer inten­to de cons­truir un movi­mien­to autó­no­mo de las cla­ses popu­la­res para inter­ve­nir en la ola movi­li­za­do­ra inde­pen­den­tis­ta. Este mode­lo cree­mos que debe ser refor­za­do por todo el movi­mien­to si no se quie­re caer en el sim­ple segui­dis­mo de la hoja de ruta de las cla­ses dirigentes.

¿Qué carac­te­rís­ti­cas debe tener este pro­ce­so popu­lar hacia la independencia?

La socia­li­za­ción del pro­gra­ma de la Uni­dad Popular
La cons­truc­ción del suje­to revo­lu­cio­na­rio que debe mate­ria­li­zar­se este programa
La crea­ción de estruc­tu­ras de alcan­ce nacio­nal que cons­ti­tu­yan una alter­na­ti­va a las estruc­tu­ras ins­ti­tu­cio­na­les existentes
La crea­ción de orga­ni­za­cio­nes sec­to­ria­les de alcan­ce nacio­nal en todos los ámbitos
La socia­li­za­ción de una estra­te­gia con­cre­ta diri­gi­da al «derri­bo del» Estado

De la crí­ti­ca nece­sa­ria al actual pro­ce­so ins­ti­tu­cio­nal no debe­mos dedu­cir que no hay que espe­rar nada del actual esce­na­rio polí­ti­co. Al con­tra­rio, está lleno de opor­tu­ni­da­des para que:

Pone en cues­tión el mar­co polí­ti­co impues­to con los pac­tos de la Transición.
Otor­ga a los acto­res prin­ci­pa­les (el Esta­do y la Gene­ra­li­tat) un mar­gen de manio­bra muy limi­ta­do y por lo tan­to un gran ries­go de come­ter errores.
Da a los sec­to­res popu­la­res un pro­ta­go­nis­mo y una capa­ci­dad de inter­ven­ción, pre­sión y des­es­ta­bi­li­za­ción sin pre­ce­den­tes des­de la Transición.

Por todo ello:

De cara al esce­na­rio con­cre­to del 9‑N, hay que pro­mo­ver el úni­co esce­na­rio que pue­de cerrar o difi­cul­tar el desa­rro­llo de un nue­vo pac­to entre Esta­do y Gene­ra­li­tat, es decir, una par­ti­ci­pa­ción masi­va en la con­sul­ta del 9‑N en for­ma de votos a favor de la independencia.
De cara a los esce­na­rios pos­te­rio­res hay que pro­mo­ver la movi­li­za­ción masi­va a favor de la inde­pen­den­cia de los Paí­ses Cata­la­nes en for­ma de lucha en la calle.

Para que estos fac­to­res ter­mi­nen dan­do sus fru­tos en el camino hacia la libe­ra­ción nacio­nal y social de los Paí­ses Cata­la­nes, cree­mos que es nece­sa­rio que el pue­blo actúe autó­no­ma­men­te de la bur­gue­sía y sus par­ti­dos des­de estruc­tu­ras de cla­se (es decir, no trans­ver­sa­les). Con esta estra­te­gia autó­no­ma de las cla­ses popu­la­res se pue­de con­se­guir, a medio pla­zo, con­ver­tir la rei­vin­di­ca­ción popu­lar, la expe­rien­cia popu­lar de la trai­ción de los líde­res y la indig­na­ción acu­mu­la­da, en un pro­ce­so autén­ti­co de auto­de­ter­mi­na­ción por enci­ma de las leyes espa­ño­las y de las fron­te­ras (entre esta­dos o entre auto­no­mías) esta­ble­ci­das por éstas.

Este pro­ce­so es tan difí­cil como siem­pre lo ha sido. No hay ata­jos en el camino hacia la inde­pen­den­cia y pen­sa­mos fir­me­men­te que la Izquier­da Inde­pen­den­tis­ta no se pue­de dejar des­orien­tar por los dis­cur­sos que pro­mue­ven un pro­ce­so de inde­pen­den­cia indo­lo­ra e inter­cla­sis­ta, de la mano de las mis­mas éli­tes que han diri­gi­do duran­te déca­das el auto­no­mis­mo. Un pro­ce­so que, plan­tea­do en su ver­sión lega­lis­ta, es impo­si­ble de mate­ria­li­zar. El pro­ce­so popu­lar hacia la inde­pen­den­cia es un camino difí­cil, pero cree­mos que es el úni­co camino posi­ble hacia la inde­pen­den­cia de los Paï­sos Cata­lans y la cons­truc­ción de una socie­dad socia­lis­ta y femi­nis­ta, obje­ti­vos polí­ti­cos de nues­tro movimiento.

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