En la Mesa de La Haba­na con­ver­san las dos par­tes de un Con­flic­to Interno de más de 50 años

hí están pin­ta­dos. La tro­glo­di­ta –o sea, los ”enemi­gos de la Paz”-, o vale decir, Uribhitler, Ordó­ñe­se, y todos los demás ”acto­res” de repar­to del uri­bis­mo, han apro­ve­cha­do opor­tu­nis­ta­men­te los ”via­jes de Timo­chenc­ko” para irse lan­za en ris­tre con­tra el pre­si­den­te Juan­Pa Santos.

Esgri­men argu­men­tos estú­pi­dos que demues­tran bien lo que pien­sa la ”tro­glo­di­ta” del país. Que si el pre­si­den­te Juan­Pa vio­ló la Cons­ti­tu­ción por­que auto­ri­zó los via­jes. Que si no ”debía auto­ri­zar el via­je a un ”terro­ris­ta””. Que si pata­tín. Que si pata­tán. Todo eso le lla­ma el peu­blo ”pata­leos de ahogado”.
Por­que la ver­dad es que si acep­tá­ra­mos el epí­te­to de ”terro­ris­ta”, pues no se hubie­ran podi­do ade­lan­tar nin­gún encuen­tro con la ”insur­gen­cia colom­bia­na”. En el mun­do hay ejem­plos de esto.
En pri­mer lugar, hubie­ra sido impo­si­ble la solu­ción polí­ti­ca al con­flic­to interno de muchos paí­ses, Irlan­da y El Sal­va­dor, entre otros.
Mas los que hoy denun­cian a Juan­Pa por haber auto­ri­za­do los via­jes del coman­dan­te de las FARC-EP –una de las dos par­tes del con­flic­to interno colombiano‑, antes ”pac­ta­ron con el terro­ris­mo” de las FARC-EP, y has­ta les ofre­cie­ron ”áreas o zonas de des­pe­je mili­tar oficial”.
Sabe­mos que el ex pre­si­den­te nar­co-para­mi­li­tar ex-pre­si­den­te Uri­be Vélez le pro­me­tió ”el oro y el moro” a las FARC, mas las FARC en un acto de dig­ni­dad le dijo: ”No, señor Uribhitler, las FARC-EP no dia­lo­ga con mafio­sos nar­co-para­mi­li­ta­res” y cerró en sus nari­ces esa posi­bi­li­dad. Qui­zás por eso Uribhitler está ”supu­ran­do por la heri­da”, heri­da que como en el valle­na­to ”la heri­da que lle­vo en el alma no cica­tri­za, inevi­ta­ble me mar­ca la pena, que es infinita…”.
Mas no solo fue eso, sino que Uri­be –más cono­ci­do como ”Uribhitler”-, usur­pó fun­cio­nes de la jus­ti­cia y libe­ró, oíga­se bien, dió ”orden de liber­tad” al coman­dan­te de las FARC-EP, Rodri­go Gran­da, a pedi­do del pre­si­den­te fran­cés Zar­kozy. Ahí sí podía un pre­si­den­te colombiano.
Y como si fue­ra poco, el gobierno de Uribhitler ”nego­ció” con los encar­ga­dos de la cus­to­dia de los pri­so­ne­ros de las FARC –por deter­mi­na­da can­ti­dad de dinero‑, y una vez rea­li­za­da la lla­ma­da ”Ope­ra­ción Jaque” –que no fue nin­gún jaque por­que las estruc­tu­ras de las FARC esta­ban indemnes‑, al pare­cer, al pare­cer, les paga­ron varios millo­nes de dóla­res (vaya usted a saber si fue ver­dad por­que a los dos ”car­ce­le­ros” los ”des­apa­re­cie­ron” de la vida públi­ca, inclu­so ellos se habían que­ja­do de que el gobierno les ”había hecho cone­jo”. Están vivos? Están muertos?).
Pre­ten­den des­co­no­cer los ”enemi­gos de la Paz” que en la Mesa de La Haba­na hay dos par­tes –gobierno y gue­rri­lla de las FARC-EP‑, y ambos tie­nen dere­chos y res­pon­sa­bi­li­da­des. El pri­mer dere­cho que tie­nen las FARC, por siem­pre con­cul­ca­do por los gobier­nos oli­gár­qui­cos, es el carác­ter polí­ti­co de las FARC-EP y, des­de lue­go, el carác­ter jus­to de la gue­rra que ade­lan­tan en defen­sa del dere­cho a la vida, en pri­mer lugar. Este reco­no­ci­mien­to habla muy bien del gobierno colom­biano y por ello su reco­no­ci­mien­to de que en Colom­bia hay un Con­flic­to Interno en todas sus dimen­sio­nes está en con­so­nan­cia de tal postura.
Así como cada tan­to la dele­ga­ción del gobierno via­ja a Bogo­tá a ”dar par­te” a su jefe, Juan Manuel San­tos, coman­dan­te supre­mo de las fuer­zas mili­ta­res esta­ta­les (inclu­so a los sec­to­res eco­nó­mi­cos, a los mili­ta­res, etc), así las FARC-EP debe en cier­tas oca­sio­nes ana­li­zar con su Coman­dan­te en Jefe, Timo­león Jimé­nez, más cono­ci­do como Timo­chen­ko, el cur­so de las conversaciones.
Las dos par­tes de la Mesa tie­nen sus dere­chos, no sola­men­te el gobierno.
Por qué se extra­ñan por ello. No saben que son dere­chos de las dos par­tes en Con­flic­to? Ah, es que esa for­ma mez­qui­na de ejer­cer la polí­ti­ca –yo ten­go dere­chos, pero el enemi­go no tie­ne ninguno‑, es la par­te polí­ti­ca de la Doc­tri­na de Segu­ri­dad Nacio­nal que ha ane­ga­do en san­gre el sue­lo patrio. Esa for­ma de ”hacer polí­ti­ca” es una de las cosas que los even­tua­les Acuer­dos que se logren en La Haba­na debe erra­di­car de la vida nacional.
Y para éste y otros pun­tos es que están sen­ta­dos en la Mesa los dele­ga­dos del Gobierno y de las FARC-EP, con­ver­san­do, dia­lo­gan­do, dis­cu­tien­do, civi­li­za­da­men­te, para encon­trar la solu­ción polí­ti­ca al Con­flic­to Interno, sali­da que quie­re y desea con todas sus fuer­zas el pue­blo colombiano.

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