Tlatla­ya, Ayotzi­na­pa: el ase­sino es el sis­te­ma y su gobierno- Gui­ller­mo Almeyra

Una polí­ti­ca cri­mi­nal –la entre­ga de los recur­sos natu­ra­les a las trans­na­cio­na­les, la des­truc­ción del ambien­te y el robo del agua por la gran mine­ría, la reduc­ción de los sala­rios reales y las con­quis­tas de los tra­ba­ja­do­res, la eli­mi­na­ción de las leyes de pro­tec­ción labo­ral, la dis­mi­nu­ción de los fon­dos para la edu­ca­ción, la repre­sión ase­si­na de las mani­fes­ta­cio­nes de estu­dian­tes y nor­ma­lis­tas son ape­nas algu­nas de las per­las de este maca­bro collar- sólo pue­de ser impues­ta con méto­dos criminales.

El gran capi­tal eli­gió a Peña Nie­to para pro­fun­di­zar el neo­por­fi­ris­mo sal­va­je de Cal­de­rón cre­yen­do que el atra­so polí­ti­co de las mayo­rías y la fase de la polí­ti­ca mun­dial que actual­men­te atra­ve­sa­mos podrían ale­jar por años una nue­va Revo­lu­ción Mexi­ca­na, esta vez anti­ca­pi­ta­lis­ta. La mayo­ría de la pobla­ción, impul­sa­da en este sen­ti­do por López Obra­dor y MORENA, toda­vía reac­cio­na des­gra­cia­da­men­te sólo con­tra lo inme­dia­to sin ver aún los cul­pa­bles reales, bus­ca mera­men­te que reapa­rez­can con vida los nor­ma­lis­tas des­apa­re­ci­dos o se cas­ti­gue al gober­na­dor de Gue­rre­ro, y al alcal­de de Igua­la, ambos del PRD y repu­dia a este par­ti­do que pasó de ser cóm­pli­ce del gobierno y pale­ro del PRI a eje­cu­tor de sus crí­me­nes más abyec­tos, como en Ayotzinapa.

¡Cla­ro que deben reapa­re­cer los nor­ma­lis­tas y deben ser cas­ti­ga­dos los cul­pa­bles inme­dia­tos y sus man­dan­tes polí­ti­cos pero con eso no bas­ta! Es nece­sa­rio levan­tar la pun­te­ría y com­ba­tir al sis­te­ma capi­ta­lis­ta, a su Esta­do y su gobierno en manos de la oli­gar­quía entre­guis­ta y liga­dos con el sec­tor del capi­tal dedi­ca­do al nar­co­trá­fi­co, o sea a los ver­da­de­ros res­pon­sa­bles de los deli­tos y crí­me­nes y defen­so­res de los ase­si­nos directos.

La corrup­ción, el lazo con los gangs­ters, los ase­si­na­tos poli­cia­les en la Cuba de Batis­ta aca­ba­ron cuan­do éste fue expul­sa­do del poder y la revo­lu­ción cuba­na barrió el Esta­do de los cri­mi­na­les. La escla­vi­tud de yaquis y mayas, el mono­po­lio del agua por los inge­nios que se las roba­ba a los pue­blos, la repre­sión al movi­mien­to obre­ro y la entre­ga del país en tiem­pos de Por­fi­rio Díaz aca­ba­ron sólo cuan­do los ejér­ci­tos de Villa y Zapa­ta des­tru­ye­ron al vie­jo ejér­ci­to y al vie­jo Esta­do. El más estric­to rea­lis­mo nos dice que si se quie­re paz y un nue­vo orden hay que pre­pa­rar la con­cien­cia de las mayo­rías y orga­ni­zar­las para una nue­va revo­lu­ción de masas con­tra los agen­tes del impe­ria­lis­mo y explo­ta­do­res del pue­blo de Méxi­co. Quie­nes bus­can úni­ca­men­te solu­cio­nes a medias y cul­pa­bles inme­dia­tos para entre­gar­los a la jus­ti­cia (¿a cuál jus­ti­cia?) y espe­ran utó­pi­ca­men­te cam­biar la situa­ción eco­nó­mi­ca y social depo­si­tan­do millo­nes de pape­le­tas en las urnas, cola­bo­ran pode­ro­sa­men­te al ador­me­ci­mien­to polí­ti­co de la mayo­ría con­ser­va­do­ra de los mexi­ca­nos que votan PRI, PAN o PRD. El elec­to­ra­lis­mo de MORENA, que se con­vier­te rápi­da­men­te en un PRD bis, es uti­li­za­do por el gobierno ase­sino para, en el fon­do, actuar como amor­ti­gua­dor del odio popular.

El caso, total­men­te inci­den­tal en la gran mar­cha de pro­tes­ta del 8, de la agre­sión con­tra Cuauh­té­moc Cár­de­nas y su gru­pos de ami­gos y sos­te­ne­do­res, con el resul­ta­do del des­ca­la­bra­mien­to de Adol­fo Gilly, es una prue­ba abe­rran­te y repu­dia­ble de una acti­tud pri­mi­ti­va fren­te al adver­sa­rio. Una cosa, en efec­to, es con­de­nar, sil­bar, abu­chear a Cár­de­nas por su res­pon­sa­bi­li­dad en la afir­ma­ción del sali­nis­mo y en la nefas­ta trans­for­ma­ción de su par­ti­do y por creer toda­vía que el PRD de los chu­chos y del gober­na­dor y el alcal­de de Igua­la ase­si­nos es toda­vía refor­ma­ble, y otra es tra­tar de impe­dir a nadie su par­ti­ci­pa­ción en una mani­fes­ta­ción uni­ta­ria de repu­dio a un ase­si­na­to de Estado.

Todos tie­nen el deber y el dere­cho de com­ba­tir con­tra el gobierno y sus cri­mi­na­les. El sec­ta­ris­mo exclu­yen­te trans­for­ma en enemi­go a quien tie­ne opi­nio­nes dife­ren­tes y des­vía la aten­ción de los ver­da­de­ros enemi­gos. Quie­nes hirie­ron a Gilly por­que iba como escu­de­ro de su ami­go Cár­de­nas ata­ca­ron a uno de los pocos que han denun­cia­do que la matan­za de Ayotzi­na­pa es un deli­to de Esta­do y pres­ta­ron gran ser­vi­cio a la dere­cha y su pren­sa, que apro­ve­cha­ron para des­ta­car la bar­ba­rie de esta agre­sión y ocul­tar la mag­ni­tud de la pro­tes­ta popular.

¿Qué aco­gi­da espe­ra­ba Cár­de­nas, que no ha renun­cia­do a un Par­ti­do que ni siquie­ra sin­tió la nece­si­dad de al menos sus­pen­der como mili­tan­tes al gober­na­dor de Gue­rre­ro y al alcal­de de Igua­la has­ta tan­to una comi­sión impar­cial de gue­rre­ren­ses juz­gue su actua­ción? En vez de tra­tar de dar­le oxí­geno a un cadá­ver putre­fac­to debe­ría acom­pa­ñar la lucha por la auto­or­ga­ni­za­ción inde­pen­dien­te de las víc­ti­mas del capi­tal nacio­nal y extran­je­ro. Por su par­te, MORENA, para ser creí­ble, debe­ría eli­mi­nar de sus lis­tas en Gue­rre­ro a los fun­cio­na­rios del ase­sino Agui­rre y, en las mani­fes­ta­cio­nes, velar por la demo­cra­cia que no sig­ni­fi­ca aca­llar la crí­ti­ca sino la impo­si­ción de vías civi­li­za­das de disenso.

La bru­ta­li­dad de la repre­sión demues­tra por otra par­te que ha lle­ga­do el momen­to de com­pren­der cuál es el obje­ti­vo estra­té­gi­co de la lucha y el real enemi­go y, por con­si­guien­te, de intro­du­cir cla­ri­dad en las ideas y las pro­tes­tas. Es muy impor­tan­te pero no bas­ta con que los nor­ma­lis­tas apa­rez­can con vida si des­pués todo sigue igual y, por lo tan­to, habrán otros ase­si­na­tos de Esta­do impu­nes. Las renun­cias de Agui­rre y del alcal­de de Igua­la son impres­cin­di­bles pero tam­po­co bas­tan: en Gue­rre­ro o Michoa­cán como en bue­na par­te del país la lucha con­tra el cri­men y el nar­co­trá­fi­co debe estar en manos de la poli­cía comu­ni­ta­ria y de las auto­de­fen­sas, no del poder capi­ta­lis­ta enla­za­do con el nar­co­trá­fi­co y de sus poli­cías corrup­tas. Los par­ti­dos del régi­men deben ser repu­dia­dos y, con­jun­ta­men­te, hay que refor­zar la Orga­ni­za­ción Polí­ti­ca de los Tra­ba­ja­do­res (OPT). Lle­gó la hora de dis­cu­tir cuál es la estra­te­gia popu­lar para el pró­xi­mo período.

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