En torno a «Dia­léc­ti­ca de la depen­den­cia»- Ruy Mau­ro Marini

Por: Ruy Mau­ro Marini

¿Cómo podre­mos avan­zar hacia la ela­bo­ra­ción de una teo­ría mar­xis­ta de la dependencia?

Ini­cial­men­te, mi inten­ción fue la de escri­bir un pre­fa­cio al ensa­yo pre­ce­den­te. Pero es difí­cil pre­sen­tar un tra­ba­jo que es de por sí una pre­sen­ta­ción. Y “Dia­léc­ti­ca de la depen­den­cia” no pre­ten­de ser sino esto: una intro­duc­ción a la temá­ti­ca de inves­ti­ga­ción que me vie­ne ocu­pan­do y de las líneas gene­ra­les que me orien­tan en esa labor. Su publi­ca­ción obe­de­ce al pro­pó­si­to de ade­lan­tar algu­nas de las con­clu­sio­nes a que he lle­ga­do, sus­cep­ti­bles qui­zá de con­tri­buir al esfuer­zo de otros que se dedi­can al estu­dio de las leyes de desa­rro­llo del capi­ta­lis­mo depen­dien­te, así como al deseo de dar­me a mí mis­mo la opor­tu­ni­dad de lan­zar una ojea­da glo­bal sobre el terreno que inten­to desbrozar.

Apro­ve­cha­ré, pues, este post-scrip­tum para acla­rar algu­nas cues­tio­nes y des­ha­cer cier­tos equí­vo­cos que el tex­to ha sus­ci­ta­do. En efec­to, pese al cui­da­do pues­to en mati­zar las afir­ma­cio­nes más tajan­tes, su exten­sión limi­ta­da lle­vó a que las ten­den­cias ana­li­za­das se pin­ta­ran a bro­cha­zos, lo que les con­fi­rió a veces un per­fil muy acu­sa­do. Por otra par­te, el nivel mis­mo de abs­trac­ción del ensa­yo no pro­pi­cia­ba el examen de situa­cio­nes par­ti­cu­la­res, que per­mi­tie­ran intro­du­cir en el estu­dio un cier­to gra­do de rela­ti­vi­za­ción. Sin pre­ten­der jus­ti­fi­car­me con esto, los incon­ve­nien­tes men­cio­na­dos son los mis­mos a que alu­de Marx, cuan­do advierte:

… teó­ri­ca­men­te, se par­te del supues­to de que las leyes de la pro­duc­ción capi­ta­lis­ta se desa­rro­llan en esta­do de pure­za. En la reali­dad, las cosas ocu­rren siem­pre apro­xi­ma­da­men­te; pero la apro­xi­ma­ción es tan­to mayor cuan­to más desa­rro­lla­da se halla la pro­duc­ción capi­ta­lis­ta y más se eli­mi­na su mez­cla y su entre­la­za­mien­to con los ves­ti­gios de sis­te­mas eco­nó­mi­cos ante­rio­res.[1]

Aho­ra bien, una pri­me­ra cues­tión a des­ta­car es pre­ci­sa­men­te la de que las ten­den­cias seña­la­das en mi ensa­yo inci­den de for­ma diver­sa en los dife­ren­tes paí­ses lati­no­ame­ri­ca­nos, según la espe­ci­fi­ci­dad de su for­ma­ción social. Es pro­ba­ble que, por defi­cien­cia mía, el lec­tor no advier­ta uno de los supues­tos que infor­man mi aná­li­sis: el de que la eco­no­mía expor­ta­do­ra cons­ti­tu­ye la eta­pa de tran­si­ción a una autén­ti­ca eco­no­mía capi­ta­lis­ta nacio­nal la cual sólo se con­fi­gu­ra cuan­do emer­ge allí la eco­no­mía indus­trial,[2]y que las super­vi­ven­cias de los anti­guos modos de pro­duc­ción que regían en la eco­no­mía colo­nial deter­mi­nan toda­vía en un gra­do con­si­de­ra­ble la mane­ra cómo se mani­fies­tan en esos paí­ses las leyes de desa­rro­llo del capi­ta­lis­mo depen­dien­te. La impor­tan­cia del régi­men de pro­duc­ción escla­vis­ta en la deter­mi­na­ción de la actual eco­no­mía de algu­nos paí­ses lati­no­ame­ri­ca­nos, como por ejem­plo Bra­sil, es un hecho que no pue­de ser soslayado.

Un segun­do pro­ble­ma se refie­re al méto­do uti­li­za­do en el ensa­yo, que se expli­ci­ta en la indi­ca­ción de la nece­si­dad de par­tir de la cir­cu­la­ción hacia la pro­duc­ción, para empren­der des­pués el estu­dio de la cir­cu­la­ción que ésta engen­dra. Esto, que ha sus­ci­ta­do algu­nas obje­cio­nes, corres­pon­de rigu­ro­sa­men­te al camino segui­do por Marx. Bas­ta recor­dar cómo, en ElCapi­tal las pri­me­ras sec­cio­nes del Libro 1 están dedi­ca­das a pro­ble­mas pro­pios de la esfe­ra de la cir­cu­la­ción y sólo a par­tir da la ter­ce­ra sec­ción se entra al estu­dio de la pro­duc­ción; asi­mis­mo, una vez con­clui­do el examen de las cues­tio­nes gene­ra­les, las cues­tio­nes par­ti­cu­la­res del modo de pro­duc­ción capi­ta­lis­ta se ana­li­zan de idén­ti­ca mane­ra en los dos libros siguien­tes. Más allá del sim­ple orde­na­mien­to for­mal de la expo­si­ción, ello tie­ne que ver con la esen­cia mis­ma del méto­do dia­léc­ti­co, que hace coin­ci­dir el examen teó­ri­co de un pro­ble­ma con su desa­rro­llo his­tó­ri­co; es así como esa orien­ta­ción meto­do­ló­gi­ca no sólo corres­pon­de a la fór­mu­la gene­ral del capi­tal, sino que tam­bién da cuen­ta de la trans­for­ma­ción de la pro­duc­ción mer­can­til sim­ple en pro­duc­ción mer­can­til capitalista.

La secuen­cia se apli­ca con más fuer­te razón cuan­do el obje­to de estu­dio está cons­ti­tui­do por la eco­no­mía depen­dien­te. No insis­ta­mos aquí en el énfa­sis que los estu­dios tra­di­cio­na­les sobre la depen­den­cia dan al papel que desem­pe­ña en ella el mer­ca­do mun­dial o, para usar el len­gua­je desa­rro­llis­ta, el sec­tor externo. Des­ta­que­mos más bien lo que cons­ti­tu­ye uno de los temas cen­tra­les del ensa­yo: al comien­zo de su desa­rro­llo, la eco­no­mía depen­dien­te se encuen­tra ente­ra­men­te subor­di­na­da a la diná­mi­ca de la acu­mu­la­ción en los paí­ses indus­tria­les, a tal pun­to que es en fun­ción de la ten­den­cia a la baja de la cuo­ta de ganan­cia en éstos, o sea, de la mane­ra cómo allí se expre­sa la acu­mu­la­ción de capital,[3] que dicho desa­rro­llo pue­de ser expli­ca­do. Sólo a medi­da que la eco­no­mía depen­dien­te se va con­vir­tien­do de hecho en un ver­da­de­ro cen­tro pro­duc­tor de capi­tal, que trae incor­po­ra­da su fase de circulación[4] —lo que alcan­za su madu­rez al cons­ti­tuir­se allí un sec­tor indus­trial— es que se mani­fies­tan ple­na­men­te en ella sus leyes de desa­rro­llo, las cua­les repre­sen­tan siem­pre una expre­sión par­ti­cu­lar de las leyes gene­ra­les que rigen al sis­te­ma en su con­jun­to. A par­tir de ese momen­to, los fenó­me­nos de cir­cu­la­ción que se pre­sen­tan en la eco­no­mía depen­dien­te dejan de corres­pon­der pri­ma­ria­men­te a pro­ble­mas de rea­li­za­ción de la nación indus­trial a la que ella está subor­di­na­dapara tor­nar­se cada vez más en pro­ble­mas de rea­li­za­ción refe­ri­dos a su pro­pio ciclo de capital.

Habría que con­si­de­rar, ade­más, que el énfa­sis en los pro­ble­mas de rea­li­za­ción sólo sería cri­ti­ca­ble si se hicie­ra en des­me­dro del que cabe a las con­di­cio­nes en que se rea­li­za la pro­duc­ción y no con­tri­bu­ye­ra a expli­car­las. Aho­ra bien, al cons­ta­tar el divor­cio que se veri­fi­ca entre pro­duc­ción y cir­cu­la­ción en la eco­no­mía depen­dien­te (y sub­ra­yar las for­mas par­ti­cu­la­res que asu­me ese divor­cio en las dis­tin­tas fases de su desa­rro­llo), se insis­tió a] en el hecho de que ese divor­cio se gene­ra a par­tir de las con­di­cio­nes pecu­lia­res que adquie­re la explo­ta­ción del tra­ba­jo en dicha eco­no­mía —las que deno­mi­né de super­ex­plo­ta­ción— y b] en la mane­ra como esas con­di­cio­nes hacen bro­tar, per­ma­nen­te­men­te, des­de el seno mis­mo de la pro­duc­ción, los fac­to­res que agra­van el divor­cio y lo lle­van, al con­fi­gu­rar­se la eco­no­mía indus­trial, a desem­bo­car en gra­ves pro­ble­mas de realización.

1. Dos momen­tos en la eco­no­mía internacional

Es en esta pers­pec­ti­va como podre­mos avan­zar hacia la ela­bo­ra­ción de una teo­ría mar­xis­ta de la depen­den­cia. En mi ensa­yo tra­té de demues­tra que es en fun­ción de la acu­mu­la­ción de capi­tal en esca­la mun­dial, y en par­ti­cu­lar en fun­ción de su resor­te vital, la cuo­ta gene­ral de ganan­cia, como pode­mos enten­der la for­ma­ción de la eco­no­mía depen­dien­te. En lo esen­cial, los pasos segui­do: fue­ron: a] exa­mi­nar el pro­ble­ma des­de el pun­to de vis­ta de la ten­den­cia a la baja de la cuo­ta de ganan­cia en las eco­no­mías indus­tria­les y b] plan­tear­lo a la luz de las leyes que ope­ran en el comer­cio inter­na­cio­nal, y que le dan el carác­ter de un inter­cam­bio des­igual; pos­te­rior­men­te, el foco de aten­ción se des­pla­za hacia los fenó­me­nos inter­nos de la eco­no­mía depen­dien­te, para pro­se­guir des­pués en la línea meto­do­ló­gi­ca ya indi­ca­da. Dado el nivel de abs­trac­ción del tra­ba­jo, me preo­cu­pé tan sólo, al desa­rro­llar el tema del inter­cam­bio des­igual, del mer­ca­do mun­dial capi­ta­lis­ta en su esta­do de madu­rez, es decir, some­ti­do ple­na­men­te a los meca­nis­mos de la acu­mu­la­ción de capi­tal. Con­vie­ne, sin embar­go, indi­car aquí cómo esos meca­nis­mos lle­gan a imponerse.

La diver­si­dad del gra­do de desa­rro­llo de las fuer­zas pro­duc­ti­vas en las eco­no­mías que se inte­gran al mer­ca­do mun­dial con­lle­va dife­ren­cias sig­ni­fi­ca­ti­vas en sus res­pec­ti­vas com­po­si­cio­nes orgá­ni­cas de capi­tal, que apun­tan a dis­tin­tas for­mas y gra­dos de explo­ta­ción del tra­ba­jo. A medi­da que se va esta­bi­li­zan­do el inter­cam­bio entre ellas, tien­de a cris­ta­li­zar­se un pre­cio comer­cial cuyo tér­mino de refe­ren­cia es, más allá de sus varia­cio­nes cícli­cas, el valor de las mer­can­cías pro­du­ci­das. En con­se­cuen­cia, el gra­do de par­ti­ci­pa­ción en el valor glo­bal rea­li­za­do en la cir­cu­la­ción inter­na­cio­nal es mayor para las eco­no­mías de com­po­si­ción orgá­ni­ca más baja, o sea, para las eco­no­mías depen­dien­tes. En tér­mi­nos estric­ta­men­te eco­nó­mi­cos, las eco­no­mías indus­tria­les se enfren­tan a esa situa­ción recu­rrien­do a meca­nis­mos que tie­nen como resul­ta­do extre­mar las dife­ren­cias ini­cia­les en que se daba el inter­cam­bio. Es así como echan mano del aumen­to de su pro­duc­ti­vi­dad, con el fin de reba­jar el valor indi­vi­dual de las mer­can­cías en rela­ción, al valor medio en vigor y de ele­var por lo tan­to su par­ti­ci­pa­ción en el mon­to total de valor inter­cam­bia­do; esto se veri­fi­ca tan­to entre pro­duc­to­res indi­vi­dua­les de una mis­ma nación como entre las nacio­nes com­pe­ti­do­ras. Sin embar­go, ese pro­ce­di­mien­to, que corres­pon­de al inten­to de bur­lar las leyes del mer­ca­do median­te la apli­ca­ción de las mis­mas, con­lle­va la ele­va­ción de su com­po­si­ción orgá­ni­ca y acti­va la ten­den­cia a la baja de su cuo­ta de ganan­cia, por las razo­nes seña­la­das en mi ensayo.

Como se ha vis­to allí, la acción de las eco­no­mías indus­tria­les reper­cu­te en el mer­ca­do mun­dial en el sen­ti­do de inflar la deman­da de ali­men­tos y mate­rias pri­mas, pero la res­pues­ta que le da la eco­no­mía expor­ta­do­ra es rigu­ro­sa­men­te inver­sa: al revés de recu­rrir al aumen­to de pro­duc­ti­vi­dad, o al menos de hacer­lo con carác­ter prio­ri­ta­rio, ella se vale de un mayor empleo exten­si­vo e inten­si­vo de la fuer­za de tra­ba­jo; en con­se­cuen­cia, baja su com­po­si­ción orgá­ni­ca y aumen­ta el valor de las mer­can­cías pro­du­ci­das, lo que hace ele­var simul­tá­nea­men­te la plus­va­lía y la ganan­cia. En el plano del mer­ca­do, lle­va a que mejo­ren en su favor los tér­mi­nos de inter­cam­bio, allí don­de ha lle­ga­do a esta­ble­cer­se un pre­cio comer­cial para los pro­duc­tos pri­ma­rios. Oscu­re­ci­da por las fluc­tua­cio­nes cícli­cas del mer­ca­do, esa ten­den­cia se man­tie­ne has­ta la déca­da de 1870; el cre­ci­mien­to de las expor­ta­cio­nes lati­no­ame­ri­ca­nas con­du­ce, inclu­so, a que empie­cen a pre­sen­tar­se sal­dos favo­ra­bles en la balan­za comer­cial, que supe­ran los pagos por con­cep­to de amor­ti­za­ción e intere­ses de la deu­da exter­na, lo que está indi­can­do que el sis­te­ma de cré­di­to con­ce­bi­do por los paí­ses indus­tria­les, y que se des­ti­na­ba pri­ma­ria­men­te a fun­cio­nar como fon­do de com­pen­sa­ción de las tran­sac­cio­nes inter­na­cio­na­les, no es sufi­cien­te para rever­tir la tendencia.

Es evi­den­te que, inde­pen­dien­te­men­te de las demás cau­sas que actúan en el mis­mo sen­ti­do y que tie­nen que ver con el paso del capi­ta­lis­mo indus­trial a la eta­pa impe­ria­lis­ta, la situa­ción des­cri­ta con­tri­bu­ye a moti­var las expor­ta­cio­nes de capi­tal hacia las eco­no­mías depen­dien­tes, una vez que las ganan­cias son allí con­si­de­ra­bles. Un pri­mer resul­ta­do de esto es la ele­va­ción de la com­po­si­ción orgá­ni­ca del capi­tal en dichas eco­no­mías y el aumen­to de la pro­duc­ti­vi­dad del tra­ba­jo, que se tra­du­cen en la baja del valor de las mer­can­cías y que (de no mediar la super­ex­plo­ta­ción) debe­rían con­du­cir a la baja de la cuo­ta de ganan­cia. En con­se­cuen­cia, empie­zan a decli­nar sos­te­ni­da­men­te los tér­mi­nos de inter­cam­bio, como se indi­ca en mi ensayo.

Por otra par­te, la pre­sen­cia cre­cien­te del capi­tal extran­je­ro en el finan­cia­mien­to, la comer­cia­li­za­ción e inclu­so en la pro­duc­ción de los paí­ses depen­dien­tes, así como en los ser­vi­cios bási­cos, actúa en el sen­ti­do de trans­fe­rir par­te de las ganan­cias allí obte­ni­das hacia los paí­ses indus­tria­les; a par­tir de enton­ces, el mon­to de capi­tal cedi­do por la eco­no­mía depen­dien­te a tra­vés de las ope­ra­cio­nes finan­cie­ras cre­ce más rápi­da­men­te que el sal­do comercial.

La trans­fe­ren­cia de ganan­cias, y por ende de plus­va­lía, hacia los paí­ses indus­tria­les apun­ta en el sen­ti­do de la for­ma­ción de una tasa media de ganan­cia a nivel inter­na­cio­nal, libe­ran­do por tan­to el inter­cam­bio de su depen­den­cia estric­ta en rela­ción al valor de las mer­can­cías; en otros tér­mi­nos, la impor­tan­cia que en la eta­pa ante­rior tenía el valor como regu­la­dor de las tran­sac­cio­nes inter­na­cio­na­les cede pro­gre­si­va­men­te lugar a la pri­ma­cía del pre­cio de pro­duc­ción (el cos­to de pro­duc­ción más la ganan­cia media, la cual, como vimos, es infe­rior a la plus­va­lía, en el caso de los paí­ses depen­dien­tes). Sólo enton­ces se pue­de afir­mar que (a pesar de seguir estor­ba­da por fac­to­res de orden extra­eco­nó­mi­co, como por ejem­plo los mono­po­lios colo­nia­les) la eco­no­mía inter­na­cio­nal alcan­za su ple­na madu­rez y hace jugar en esca­la cre­cien­te a los meca­nis­mos pro­pios de la acu­mu­la­ción de capital.[5]

Recor­de­mos, para evi­tar equi­vo­ca­cio­nes, que la baja de la cuo­ta de ganan­cia en los paí­ses depen­dien­tes, como con­tra­par­ti­da de la ele­va­ción de su com­po­si­ción orgá­ni­ca, se com­pen­sa median­te los pro­ce­di­mien­tos de la super­ex­plo­ta­ción del tra­ba­jo, ade­más de las cir­cuns­tan­cias pecu­lia­res que favo­re­cen, en las eco­no­mías agra­rias y mine­ras, la alta ren­ta­bi­li­dad del capi­tal varia­ble. En con­se­cuen­cia, la eco­no­mía depen­dien­te sigue expan­dien­do sus expor­ta­cio­nes, a pre­cios siem­pre más com­pen­sa­do­res para los paí­ses indus­tria­les (con los efec­tos cono­ci­dos en la acu­mu­la­ción inter­na de éstos) y, simul­tá­nea­men­te, man­tie­ne su atrac­ti­vo para los capi­ta­les exter­nos, lo que per­mi­te dar con­ti­nui­dad al proceso.

2. El desa­rro­llo capi­ta­lis­ta y la super­ex­plo­ta­ción del trabajo

Es en este sen­ti­do que la eco­no­mía depen­dien­te —y por ende la super­ex­plo­ta­ción del tra­ba­jo— apa­re­ce como una con­di­ción nece­sa­ria del capi­ta­lis­mo mun­dial, con­tra­di­cien­do a quie­nes, como Fer­nan­do Hen­ri­que Car­do­so, la entien­den como un suce­so acci­den­tal en el desa­rro­llo de éste. La opi­nión de Car­do­so, emi­ti­da en un comen­ta­rio polé­mi­co a mi ensayo,[6] es la de que, tenien­do a la vis­ta que la espe­cia­li­dad del capi­ta­lis­mo indus­trial resi­de en la pro­duc­ción de plus­va­lía rela­ti­va, todo lo que se refie­re a las for­mas de pro­duc­ción basa­das en la plus­va­lía abso­lu­ta, por sig­ni­fi­ca­ti­va que sea su impor­tan­cia his­tó­ri­ca, care­ce de inte­rés teó­ri­co. Sin embar­go, para Car­do­so, ello no impli­ca aban­do­nar el estu­dio de la eco­no­mía depen­dien­te, una vez que en ésta se da un pro­ce­so simul­tá­neo de desa­rro­llo y de depen­den­cia, lo que hace que, en su eta­pa con­tem­po­rá­nea, ella esté basa­da tam­bién en la plus­va­lía rela­ti­va y en el aumen­to de la productividad.

Seña­le­mos, ini­cial­men­te, que el con­cep­to de super­ex­plo­ta­ción no es idén­ti­co al de plus­va­lía abso­lu­ta, ya que inclu­ye tam­bién una moda­li­dad de pro­duc­ción de plus­va­lía rela­ti­va —la que corres­pon­de al aumen­to de la inten­si­dad del tra­ba­jo. Por otra par­te, la con­ver­sión de par­te del fon­do de sala­rio en fon­do de acu­mu­la­ción de capi­tal no repre­sen­ta rigu­ro­sa­men­te una for­ma de pro­duc­ción de plus­va­lía abso­lu­ta, pues­to que afec­ta simul­tá­nea­men­te los dos tiem­pos de tra­ba­jo al inte­rior de la jor­na­da labo­ral, y no sólo al tiem­po de tra­ba­jo exce­den­te, como pasa con la plus­va­lía abso­lu­ta. Por todo ello, la super­ex­plo­ta­ción se defi­ne más bien por la mayor explo­ta­ción de la fuer­za físi­ca del tra­ba­ja­dor, en con­tra­po­si­ción a la explo­ta­ción resul­tan­te del aumen­to de su pro­duc­ti­vi­dad, y tien­de nor­mal­men­te a expre­sar­se en el hecho de que la fuer­za de tra­ba­jo se remu­ne­re por deba­jo de su valor real.

No es éste, sin embar­go, el pun­to cen­tral de la dis­cu­sión. Lo que se dis­cu­te es si las for­mas de explo­ta­ción que se ale­jan de la que engen­dra la plus­va­lía rela­ti­va sobre la base de una mayor pro­duc­ti­vi­dad deben ser exclui­das del aná­li­sis teó­ri­co del modo de pro­duc­ción capi­ta­lis­ta. El equí­vo­co de Car­do­so está en res­pon­der afir­ma­ti­va­men­te a esta cues­tión, como si las for­mas supe­rio­res de la acu­mu­la­ción capi­ta­lis­ta impli­ca­ran la exclu­sión de sus for­mas infe­rio­res y se die­ran inde­pen­dien­te­men­te de éstas. Si Marx hubie­ra com­par­ti­do esa opi­nión, segu­ra­men­te no se habría preo­cu­pa­do de la plus­va­lía abso­lu­ta y no la habría inte­gra­do, en tan­to que con­cep­to bási­co, en su esque­ma teórico.[7]

Aho­ra bien, lo que se pre­ten­de demos­trar en mi ensa­yo es, pri­me­ro, que la pro­duc­ción capi­ta­lis­ta, al desa­rro­llar la fuer­za pro­duc­ti­va del tra­ba­jo no supri­me sino acen­túa, la mayor explo­ta­ción del tra­ba­ja­dor, y segun­do, que las com­bi­na­cio­nes de for­mas de explo­ta­ción capi­ta­lis­ta se lle­van a cabo de mane­ra des­igual en el con­jun­to del sis­te­ma, engen­dran­do for­ma­cio­nes socia­les dis­tin­tas según el pre­do­mi­nio de una for­ma determinada.

Desa­rro­lle­mos bre­ve­men­te estos pun­tos. El pri­me­ro es fun­da­men­tal, si se quie­re enten­der cómo actúa la ley gene­ral de la acu­mu­la­ción capi­ta­lis­ta, o sea, por qué se pro­du­ce la pola­ri­za­ción cre­cien­te de la rique­za y la mise­ria en el seno de las socie­da­des en que ella ope­ra. Es en esta pers­pec­ti­va, y sola­men­te en ella, como los estu­dios sobre la lla­ma­da mar­gi­na­li­dad social pue­den ser incor­po­ra­dos a la teo­ría mar­xis­ta de la depen­den­cia; dicho de otra mane­ra, sólo así ésta podrá resol­ver teó­ri­ca­men­te el pro­ble­ma plan­tea­do por el cre­ci­mien­to de la super­po­bla­ción rela­ti­va con las carac­te­rís­ti­cas extre­ma­das que pre­sen­ta en las socie­da­des depen­dien­tes, sin caer en el eclec­ti­cis­mo de José Nun, que el mis­mo Car­do­so cri­ti­có con tan­ta razón,[8] ni tam­po­co en el esque­ma de Aní­bal Qui­jano, que, inde­pen­dien­te­men­te de sus méri­tos, con­du­ce a la iden­ti­fi­ca­ción de un polo mar­gi­nal en esas socie­da­des que no guar­da rela­ción con la mane­ra como allí se pola­ri­zan las con­tra­dic­cio­nes de clase.[9] Sin pre­ten­der hacer aquí un ver­da­de­ro aná­li­sis del pro­ble­ma, sen­te­mos algu­nos ele­men­tos expli­ca­ti­vos que se deri­van de las tesis arri­ba enunciadas.

La rela­ción posi­ti­va entre el aumen­to de la fuer­za pro­duc­ti­va del tra­ba­jo y la mayor explo­ta­ción del tra­ba­ja­dor, que adquie­re un carác­ter agu­do en la eco­no­mía depen­dien­te, no es pri­va­ti­va de ella, sino que hace al modo de pro­duc­ción capi­ta­lis­ta en sí mis­mo. Esto se debe a la mane­ra con­tra­dic­to­ria como esas dos for­mas fun­da­men­ta­les de explo­ta­ción inci­den en el valor de la pro­duc­ción y, por ende, en la plus­va­lía que ésta arro­ja. El desa­rro­llo de la fuer­za pro­duc­ti­va del tra­ba­jo, que impli­ca pro­du­cir más en el mis­mo tiem­po y con un mis­mo gas­to de fuer­za de tra­ba­jo, redu­ce la can­ti­dad de tra­ba­jo incor­po­ra­da al pro­duc­to indi­vi­dual y reba­ja por ende su valor, afec­tan­do nega­ti­va­men­te a la plus­va­lía. La mayor explo­ta­ción del tra­ba­ja­dor ofre­ce dos alter­na­ti­vas: aumen­tar el tiem­po de tra­ba­jo exce­den­te (modi­fi­can­do o no la jor­na­da de tra­ba­jo), o, sin alte­rar la jor­na­da y los tiem­pos de tra­ba­jo, ele­var la inten­si­dad del tra­ba­jo; en ambos casos, aumen­ta la masa de valor y la plus­va­lía pro­du­ci­das, pero en el últi­mo (que se dife­ren­cia del aumen­to de pro­duc­ti­vi­dad por­que, aun­que se pro­duz­ca más en el mis­mo tiem­po, ello aca­rrea un mayor gas­to de fuer­za de trabajo[10]), des­de que el nue­vo gra­do de inten­si­dad se gene­ra­li­za, des­cien­de el valor indi­vi­dual de las mer­can­cías y, a cir­cuns­tan­cias igua­les, dis­mi­nu­ye tam­bién la plusvalía.

En el mar­co del régi­men capi­ta­lis­ta de pro­duc­ción, esas ten­den­cias opues­tas que se deri­van de las dos gran­des for­mas de explo­ta­ción tien­den a neu­tra­li­zar­se, una vez que el aumen­to de la fuer­za pro­duc­ti­va del tra­ba­jo no sólo crea la posi­bi­li­dad de una mayor explo­ta­ción del tra­ba­ja­dor, sino que con­du­ce a ese resul­ta­do. En efec­to, la reduc­ción del tiem­po total de tra­ba­jo que el obre­ro nece­si­ta para pro­du­cir una cier­ta masa de mer­can­cías le per­mi­te al capi­tal, sin exten­der la jor­na­da legal e inclu­so, redu­cién­do­la, exi­gir al tra­ba­ja­dor más tiem­po de tra­ba­jo efec­ti­vo y por lo tan­to una masa supe­rior de valor. Con ello, la ame­na­za que pesa­ba sobre la cuo­ta de plus­va­lía y de ganan­cia se con­tra­rres­ta total o par­cial­men­te. Lo que apa­re­ce, en el plano de la pro­duc­ción como una dis­mi­nu­ción del tiem­po de tra­ba­jo, se con­vier­te, des­de el pun­to de vis­ta del capi­tal, en aumen­to de la pro­duc­ción exi­gi­da al tra­ba­ja­dor. Ello se expre­sa en las con­di­cio­nes de pro­duc­ción a tra­vés de la ele­va­ción de la com­po­si­ción orgá­ni­ca del capi­tal, es decir, en la dis­mi­nu­ción rela­ti­va o abso­lu­ta (según el rit­mo de la acu­mu­la­ción) del capi­tal varia­ble; en otras pala­bras, en la reduc­ción rela­ti­va o abso­lu­ta de la fuer­za de tra­ba­jo emplea­da y en la expan­sión del ejér­ci­to indus­trial de reserva.

Sin embar­go, exis­te una estre­cha inter­de­pen­den­cia entre el aumen­to de la pro­duc­ti­vi­dad, la inten­si­fi­ca­ción del tra­ba­jo y la dura­ción de la jor­na­da. El aumen­to de la fuer­za pro­duc­ti­va del tra­ba­jo, al impli­car un menor gas­to de fuer­za físi­ca, es lo que per­mi­te aumen­tar la inten­si­dad; pero el aumen­to de la inten­si­dad cho­ca con la posi­bi­li­dad de exten­der la jor­na­da de tra­ba­jo y jue­ga más bien en el sen­ti­do de redu­cir­la. Inver­sa­men­te, una menor pro­duc­ti­vi­dad limi­ta la posi­bi­li­dad de inten­si­fi­car el rit­mo de tra­ba­jo y apun­ta hacia la exten­sión de la jor­na­da. El hecho de que, en los paí­ses alta­men­te indus­tria­li­za­dos, la ele­va­ción simul­tá­nea de la pro­duc­ti­vi­dad y de la inten­si­dad del tra­ba­jo no se hayan tra­du­ci­do des­de hace varias déca­das en reduc­ción de la jor­na­da no inva­li­da lo que se ha dicho; ape­nas reve­la la inca­pa­ci­dad de la cla­se obre­ra para defen­der sus legí­ti­mos intere­ses, y se tra­du­ce en el ago­ta­mien­to pre­ma­tu­ro de la fuer­za de tra­ba­jo, expre­sa­do en la reduc­ción pro­gre­si­va de la vida útil del tra­ba­ja­dor, así como en los tras­tor­nos psi­co­fí­si­cos pro­vo­ca­dos por el exce­so de fati­ga. En la mis­ma línea de razo­na­mien­to, las limi­ta­cio­nes sur­gi­das en los paí­ses depen­dien­tes para dis­ten­der al máxi­mo la jor­na­da de tra­ba­jo han obli­ga­do al capi­tal a recu­rrir al aumen­to de la pro­duc­ti­vi­dad y de la inten­si­dad del tra­ba­jo, con los efec­tos cono­ci­dos en el gra­do de con­ser­va­ción y desa­rro­llo de ésta.

Lo que impor­ta seña­lar aquí, en pri­mer lugar, es que la super­ex­plo­ta­ción no corres­pon­de a una super­vi­ven­cia de modos pri­mi­ti­vos de acu­mu­la­ción de capi­tal, sino que es inhe­ren­te a ésta y cre­ce corre­la­ti­va­men­te al desa­rro­llo de la fuer­za pro­duc­ti­va del tra­ba­jo; supo­ner lo con­tra­rio equi­va­le a admi­tir que el capi­ta­lis­mo, a medi­da que se apro­xi­ma de su mode­lo puro, se con­vier­te en un sis­te­ma cada vez menos explo­ta­ti­vo y lograr reu­nir las con­di­cio­nes para solu­cio­nar inde­fi­ni­da­men­te sus con­tra­dic­cio­nes inter­nas. En segun­do lugar, según el gra­do de desa­rro­llo de las eco­no­mías nacio­na­les que inte­gran el sis­te­ma, y del que se veri­fi­ca en los sec­to­res que com­po­nen cada una de ellas, la mayor o menor inci­den­cia de las for­mas de explo­ta­ción y la con­fi­gu­ra­ción espe­cí­fi­ca que ellas asu­men modi­fi­can cua­li­ta­ti­va­men­te la mane­ra como allí inci­den las leyes de movi­mien­to del sis­te­ma, y en par­ti­cu­lar la ley gene­ral de la acu­mu­la­ción de capi­tal. Es por esta razón que la lla­ma­da mar­gi­na­li­dad social no pue­de ser tra­ta­da inde­pen­dien­te­men­te del modo como se entre­la­zan en las eco­no­mías depen­dien­tes el aumen­to de la pro­duc­ti­vi­dad del tra­ba­jo, que se deri­va de la impor­ta­ción de tec­no­lo­gía, con la mayor explo­ta­ción del tra­ba­ja­dor, que ese aumen­to de la pro­duc­ti­vi­dad hace posible.

No por otra razón la mar­gi­na­li­dad sólo adquie­re su ple­na expre­sión en los paí­ses lati­no­ame­ri­ca­nos al desa­rro­llar­se en éstos la eco­no­mía industrial.

La tarea fun­da­men­tal de la teo­ría mar­xis­ta de la depen­den­cia con­sis­te en deter­mi­nar lalega­li­dad espe­cí­fi­ca por la que se rige la eco­no­mía depen­dien­te. Ello supo­ne, des­de lue­go, plan­tear su estu­dio en el con­tex­to más amplio de las leyes de desa­rro­llo del sis­te­ma en su con­jun­to y defi­nir los gra­dos inter­me­dios median­te los cua­les esas leyes se van espe­ci­fi­can­do. Es así como la simul­ta­nei­dad de la depen­den­cia y del desa­rro­llo podrá ser real­men­te enten­di­da. El con­cep­to de subim­pe­ria­lis­mo emer­ge de la defi­ni­ción de esos gra­dos inter­me­dios y apun­ta a la espe­ci­fi­ca­ción de cómo inci­de en la eco­no­mía depen­dien­te la ley según la cual el aumen­to de la pro­duc­ti­vi­dad del tra­ba­jo (y por ende de la com­po­si­ción orgá­ni­ca del capi­tal) aca­rrea un aumen­to de la super­ex­plo­ta­ción. Es evi­den­te que dicho con­cep­to no ago­ta la tota­li­dad del problema.

Como quie­ra que sea, la exi­gen­cia de espe­ci­fi­car las leyes gene­ra­les del desa­rro­llo capi­ta­lis­ta no per­mi­te, des­de un pun­to de vis­ta rigu­ro­sa­men­te cien­tí­fi­co, recu­rrir a gene­ra­li­da­des como la de que la nue­va for­ma de la depen­den­cia repo­sa en la plus­va­lía rela­ti­va y el aumen­to de la pro­duc­ti­vi­dad. Y no lo per­mi­te por­que ésta es la carac­te­rís­ti­ca gene­ral de todo desa­rro­llo capi­ta­lis­ta, como se ha vis­to. El pro­ble­ma está pues en deter­mi­nar el carác­ter que asu­me en la eco­no­mía depen­dien­te la pro­duc­ción de plus­va­lía rela­ti­va y el aumen­to de la pro­duc­ti­vi­dad del trabajo.

En este sen­ti­do, se pue­den encon­trar en mi ensa­yo indi­ca­cio­nes que, aun­que noto­ria­men­te insu­fi­cien­tes, per­mi­ten vis­lum­brar el pro­ble­ma de fon­do que la teo­ría mar­xis­ta de la depen­den­cia está urgi­da a enfren­tar: el hecho de que las con­di­cio­nes crea­das por la super­ex­plo­ta­ción del tra­ba­jo en la eco­no­mía capi­ta­lis­ta depen­dien­te tien­den a obs­ta­cu­li­zar su trán­si­to des­de la pro­duc­ción de plus­va­lía abso­lu­ta a la de plus­va­lía rela­ti­va, en tan­to que for­ma domi­nan­te en las rela­cio­nes entre el capi­tal y el tra­ba­jo. La gra­vi­ta­ción des­pro­por­cio­na­da que asu­me en el sis­te­ma depen­dien­te la plus­va­lía extra­or­di­na­ria es un resul­ta­do de esto y corres­pon­de a la expan­sión del ejér­ci­to indus­trial de reser­va y al estran­gu­la­mien­to rela­ti­vo de la capa­ci­dad de rea­li­za­ción de la pro­duc­ción. Más que meros acci­den­tes en el cur­so del desa­rro­llo depen­dien­te o ele­men­tos de orden tran­si­cio­nal, estos fenó­me­nos son mani­fes­ta­cio­nes de la mane­ra par­ti­cu­lar como inci­de en la eco­no­mía depen­dien­te la ley gene­ral de la acu­mu­la­ción de capi­tal. En últi­ma ins­tan­cia, es de nue­vo a la super­ex­plo­ta­ción del tra­ba­jo que tene­mos que refe­rir­nos para analizarlos.

Estas son algu­nas cues­tio­nes sus­tan­ti­vas de mi ensa­yo, que con­ve­nía pun­tua­li­zar y acla­rar. Ellas están reafir­man­do la tesis cen­tral que allí se sos­tie­ne, es decir, la de que el fun­da­men­to de la depen­den­cia es la super­ex­plo­ta­ción del tra­ba­jo. No nos que­da, en esta bre­ve nota, sino adver­tir que las impli­ca­cio­nes de la super­ex­plo­ta­ción tras­cien­den el plano de aná­li­sis eco­nó­mi­co y deben ser estu­dia­das tam­bién des­de el pun­to de vis­ta socio­ló­gi­co y polí­ti­co. Es avan­zan­do en esa direc­ción como ace­le­ra­re­mos el par­to de la teo­ría mar­xis­ta de la depen­den­cia, libe­rán­do­la de las carac­te­rís­ti­cas fun­cio­nal-desa­rro­llis­tas que se le han adhe­ri­do en su gestación.

_​_​_​_​_​_​_​_​_​_​_​_​_​_​_​_​

Notas

[1] El Capi­tal. Ed. Fon­do de Cul­tu­ra Eco­nó­mi­ca, Méxi­co, t. III, cap. VII, p. 180. Esta será la edi­ción cita­da, cuan­do no se indi­que otra.

[2] Véa­se el tra­ta­mien­to que da a este tema Jai­me Torres, en Para un con­cep­to de “for­ma­ción social colo­nial”. CESO, San­tia­go, 1972, mimeo.

[3] Según Marx, la ten­den­cia des­cen­dien­te de la cuo­ta gene­ral de ganan­cia no es sino “una mane­ra pro­pia al modo de pro­duc­ción capi­ta­lis­ta de expre­sar el pro­gre­so de la pro­duc­ti­vi­dad social, del tra­ba­jo”, sien­do que “la acu­mu­la­ción mis­ma —y la con­cen­tra­ción del capi­tal que ella impli­ca— es un medio mate­rial de aumen­tar la pro­duc­ti­vi­dad”. Le Capi­tal. Oeuvres, NRF. París, t. II, pp. 1002 y 1006, sub­ra­ya­do por Marx; cf. edi­ción FCE, III, pp. 215 y 219.

[4] “En un comien­zo la pro­duc­ción fun­da­da en el capi­tal par­tía de la cir­cu­la­ción; vemos aho­ra cómo aqué­lla pone la cir­cu­la­ción como su pro­pia con­di­ción y pone asi­mis­mo al pro­ce­so de pro­duc­ción, en su inme­dia­tez, en cuan­to momen­to del pro­ce­so de cir­cu­la­ción, así como pone a éste como fase del pro­ce­so de pro­duc­ción en su tota­li­dad.” Marx, Ele­men­tos fun­da­men­ta­les para la crí­ti­ca de la eco­no­mía polí­ti­ca (borra­dor) 1857 – 1858. Ed. Siglo XXI Argen­ti­na. Bue­nos Aires, 1972, vol. II, p. 34.

[5] Para decir­lo con Marx: “El cam­bio de mer­can­cías por sus valo­res o apro­xi­ma­da­men­te por sus valo­res pre­su­po­ne… una fase mucho más baja que el cam­bio a base de los pre­cios de pro­duc­ción, lo cual requie­re un nivel bas­tan­te ele­va­do en el desa­rro­llo capi­ta­lis­ta.” El Capi­tal, lll, VIII, p. 181.

[6] Véa­se “Notas sobre el esta­do actual de los estu­dios sobre depen­den­cia”, en Revis­ta Lati­no­ame­ri­ca­na de Cien­cias Socia­les, n. 4, San­tia­go, 1972.

[7] “La pro­duc­ción de plus­va­lía abso­lu­ta es la base gene­ral sobre la que des­can­sa el sis­te­ma capi­ta­lis­ta y el pun­to de arran­que para la pro­duc­ción de plus­va­lía rela­ti­va.” El Capi­tal, I, XIV, p. 246.

[8] Véan­se, de José Nun, “Sobre­po­bla­ción rela­ti­va, ejér­ci­to indus­trial de reser­va y masa mar­gi­nal”, en Revis­ta Lati­no­ame­ri­ca­na de Socio­lo­gía, n. 2, Bue­nos Aires, 1969, y, de F.H. Car­do­so, “Comen­ta­rio sobre los con­cep­tos de sobre­po­bla­ción rela­ti­va y mar­gi­na­li­dad”, enRevis­ta lati­no­ame­ri­ca­na de Cien­cias Socia­les, n. 1 – 2, San­tia­go, 1971.

[9] Véa­se, de Ani­bal Qui­jano, Rede­fi­ni­ción de la depen­den­cia y mar­gi­na­li­za­ción en Amé­ri­ca Lati­na. CESO, San­tia­go, 1970, mimeo.

[10] La eco­no­mía bur­gue­sa no per­mi­te esta­ble­cer cla­ra­men­te esa dife­ren­cia, ya que pri­vi­le­gia como tér­mino de refe­ren­cia al pro­duc­to y no a la fuer­za de trabajo.

www​.mari​ni​-escri​tos​.unam​.mx

Artikulua gustoko al duzu? / ¿Te ha gustado este artículo?

Twitter
Facebook
Telegram

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *