Autor: Borroka garaia da!
Así es. Toca a su final el tiempo de todos esos condones que con toda la ilusión se recogen de txoznas o locales y terminan siempre en un rincón de casa amontonados en una montaña de cima insondable para acabar siendo irremediablemente víctimas de la fecha de caducidad. El ayuntamiento de Laudio nos ha dado la respuesta a esta incógnita histórica; Unos condones que incluso dan muchas más ganas de no hacer uso de ellos para lo que teóricamente sirven sino para hacer una estupenda colección de nuestros personajes de cómic y manga favoritos.
Detournement es un concepto que surgió dentro del movimiento situacionista que hablaba sobre la posibilidad política y artística de a partir de un objeto o concepto surgido del sistema, distorsionar su uso o significado para generar un efecto crítico. Obviamente no estoy hablando de condones aquí, sino de la tergiversación en positivo de los elementos cotidianos del sistema.
Si echamos un vistazo a nuestro alrededor ¿Cuál sería el elemento más cotidiano, surgido del sistema y la ocupación, que precisamente está diseñado con unas líneas a no sobrepasar y de esa forma ir integrando a las capas populares?. Pues efectivamente, las instituciones españolas. Que no olvidemos, lo son desde los ayuntamientos hasta los parlamentos autonómicos llegando hasta el congreso.
Es evidente la contradicción que supone participar en estructuras de las que un independentista desea salir. Esa contradicción puede ser asumible solo si esas instituciones son usadas para lo que no sirven, es decir, para producir un efecto crítico, la ruptura y precisamente abandonar el institucionalismo español, sus estructuras y sus legislaciones para abrir paso a la soberanía de Euskal Herria.
Es ese el mayor reto que tiene el independentismo vasco en relación a las instituciones y el baremo más importante a analizar a la hora de echar cuentas. Si están sirviendo las instituciones para lo que teóricamente no sirven. Y por lo tanto siendo positivas en el proceso de liberación.
Para los que además de ser independentistas buscamos un cambio social, tres cuartos de lo mismo. Decía recientemente Patxi Zabaleta que la representación de la sociedad está en los partidos y viene de los votos, sin que quepan tutelas. Sin embargo en las democracias burguesas como las que vivimos al norte y sur de nuestra troceada patria es la sociedad la que está tutelada por la clase política y el propio sistema, una sociedad que no cuenta con mecanismos de decisión y democracia directa . Delegando a la fuerza el poder que le corresponde a ella misma. Por lo tanto, otro de los retos volvería a ser el no hacer uso de las instituciones para lo que están diseñadas sino para que el pueblo se empodere sin intermediarios.
Es evidente que algo falla a la hora de imprimir un carácter transformador radical a la lucha institucional que traiga pasos directos y mejoras sustanciales a la clase trabajadora vasca y en el ámbito nacional de cara a nuestra soberanía. Mas teniendo en cuenta que la izquierda soberanista cuenta con una basta red de gestión de ayuntamientos en todos los herrialdes. Siendo además la primera fuerza a escala nacional en número de concejales. No es que falte ni mucho menos sindicalismo y movimiento popular en Euskal Herria. Al contrario.
La responsabilidad sería conjunta.
Es decir, existen los condimentos requeridos para cocinar algo muy diferente a todo lo visto hasta ahora. Tenemos experiencias donde aprender desde Marinaleda o hasta incluso de comunidades zapatistas. Tenemos una basta trayectoria de movimiento popular en nuestro país que ya debería darnos para muchas conclusiones. Hasta los ciegos ya ven que la gestión institucional es mejor que la del PNV, pero no nacimos para gestionar sino para construir algo nuevo.
Toca elegir entre el camino de los condones de Laudio o el de los que se amontonan en un rincón de casa. Arriesgar