«El neo­de­sa­rro­llis­mo es una fal­sa alter­na­ti­va al neoliberalismo»

Pasa­da más de una déca­da del ingre­so de Amé­ri­ca Lati­na en un “ciclo pro­gre­sis­ta”, aún pare­ce pen­dien­te una correc­ta carac­te­ri­za­ción de este fenó­meno. ¿Hemos supe­ra­do el neo­li­be­ra­lis­mo? ¿Es el neo­de­sa­rro­llis­mo una alter­na­ti­va al pro­yec­to neo­li­be­ral de las bur­gue­sías latinoamericanas?

-Ya han pasa­do casi quin­ce años des­de la lle­ga­da a gobier­nos lati­no­ame­ri­ca­nos de dife­ren­tes fuer­zas de izquier­da y pro­gre­sis­tas. ¿Qué balan­ce se pue­de hacer de esas experiencias?

-Car­canho­lo (MC): En reali­dad, lo pri­me­ro a enten­der es que esos gobier­nos, cada uno con sus espe­ci­fi­ci­da­des, se con­for­ma­ron en un momen­to don­de la estra­te­gia neo­li­be­ral de desa­rro­llo pre­sen­ta­ba sus lími­tes y con­tra­dic­cio­nes. De esa for­ma, cuan­do se dice que se tra­ta de gobier­nos pro­gre­sis­tas se los debe com­pa­rar con lo que es la estra­te­gia neo­li­be­ral de desa­rro­llo y en este pun­to exis­ten muchas con­fu­sio­nes, e inclu­so, erro­res. El neo­li­be­ra­lis­mo no se defi­ne en el nivel de abs­trac­ción de las polí­ti­cas eco­nó­mi­cas (mone­ta­ria, fis­cal y cam­bia­ria). No se tra­ta de polí­ti­cas eco­nó­mi­cas orto­do­xas, de con­trol de la deman­da agre­ga­da para com­ba­tir los pro­ble­mas infla­cio­na­rios y fis­ca­les. El neo­li­be­ra­lis­mo se defi­ne en un nivel más ele­va­do de abs­trac­ción, en el nivel de los mar­cos estru­cu­tu­ra­les de la socie­dad, más allá de las dis­tin­tas coyun­tu­ras que se pre­sen­ten en esos mar­cos. Estas dis­tin­tas coyun­tu­ras son lo que defi­nen dis­tin­tas polí­ti­cas económicas.

El neo­li­be­ra­lis­mo se defi­ne por dos carac­te­rís­ti­cas. La pri­me­ra es que la esta­bi­li­za­ción macro­eco­nó­mi­ca (con­trol de pre­cios y de los equi­lí­brios fis­ca­les) es una con­di­ción pre­via, nece­sa­ria. No impor­ta la for­ma como se obten­ga (con cual tipo de polí­ti­ca eco­nó­mi­ca), sino que sea obte­ni­da. Es por eso que, en los años 90, los neo­li­be­ra­les acep­ta­ron el con­trol del tipo de cam­bio como for­ma de con­trol de pre­cios, aun­que esto sea con­tra­rio a lo que nor­mal­men­te se cree sean las polí­ti­cas orto­do­xas. La segun­da, que es la cla­ve, es que des­pués de la esta­bi­li­za­ción, son nece­sa­rias las refor­mas estruc­tu­ra­les de libe­ra­li­za­ción y aper­tu­ra de los mer­ca­dos (par­ti­cu­lar­men­te el mer­ca­do finan­cie­ro y de tra­ba­jo), así como las pri­va­ti­za­cio­nes. La idea es que esto pro­fun­di­za la socia­bi­li­dad mer­can­til, pro­mo­vien­do la com­pe­ten­cia y, por lo tan­to, las inver­sio­nes, el aumen­to de la pro­duc­ti­vi­dad, el cre­ci­mien­to, la dis­tri­bu­ción del ingre­so y el desarrollo.

El hecho es que estas pro­me­sas neo­li­be­ra­les no fue­ron cum­pli­das por sus pro­gra­mas de ajus­te. Los pro­ble­mas socia­les gra­ves que se esta­ble­cie­ron como con­se­cuen­cia de esos pro­gra­mas defi­nen el mar­co en que los gobier­nos pro­gre­sis­tas suben al poder. Eso quie­re decir que estos gobier­nos fue­ron ele­gi­dos para com­ba­tir el pro­yec­to neo­li­be­ral. Algu­nos de ellos se pro­pu­sie­ron avan­zar en el com­ba­te e inten­ta­ron rever­tir algu­nas de las refor­mas neo­li­be­ra­les, con todas las reac­cio­nes polí­ti­cas que eso pro­du­ce. Otros, ni siquie­ra se pro­pu­sie­ron eso.

El balan­ce que se pue­de hacer des­pués de casi quin­ce años de esos gobier­nos se debe divi­dir en dos par­tes. En pri­mer lugar, los gobier­nos (fue­ron pocos) que se pro­pu­sie­ron rever­tir las pri­va­ti­za­cio­nes, el gra­do de aper­tu­ra eco­nó­mi­ca, incor­po­rar dere­chos labo­ra­les, etc., siguen sufrien­do las reac­cio­nes eco­nó­mi­cas y polí­ti­cas de los gru­pos domi­nan­tes inter­nos y exter­nos. Ade­más, en fun­ción del pro­pio des­gas­te de tan­tos años de lucha, en algu­nos casos con rela­ti­vos pocos avan­ces, la dere­cha tra­di­cio­nal empie­za a recon­quis­tar espa­cios políticos.

En segun­do lugar, aque­llos gobier­nos que, más allá del dis­cur­so crí­ti­co, no com­ba­tie­ron de fren­te el pro­yec­to neo­li­be­ral. Pro­mo­vie­ron dos cosas: por un lado, el agra­va­mien­to de los efec­tos socia­les de ese pro­yec­to. Por otro lado, la decons­truc­ción de alter­na­ti­vas real­men­te de izquier­da, una vez que en el sen­ti­mien­to de la mayo­ria de la pobla­ción, en fun­ción de lo que hicie­ron en los gobier­nos, no habría mucha dife­ren­cia entre unos y otros.

Al final de cuen­tas, lo que se tra­ta de hacer es pro­fun­di­zar la crí­ti­ca a los pro­yec­tos neo­li­be­ra­les, cam­bian­do las polí­ti­cas eco­nó­mi­cas sí, pero por sobre­to­do rom­pien­do con las refor­mas estruc­tu­ra­les que ele­va­ron el gra­do de depen­den­cia de nues­tras eco­no­mías, apun­tan­do a una estra­te­gia que, al final, cues­tio­ne ese carác­ter depen­dien­te que tene­mos fren­te a la eco­no­mía capi­ta­lis­ta mun­dial. Y eso, en los mar­cos del capi­ta­lis­mo, no es posible.

ZUR: ¿Deja­mos atrás el neoliberalismo?

MC: Des­afor­tu­na­da­men­te, no. Y eso por tres razones.

Algu­nos pien­san que el neo­li­be­ra­lis­mo fue supe­ra­do por­que los gobier­nos pro­gre­sis­tas imple­men­ta­ron polí­ti­cas socia­les para com­ba­tir los pro­ble­mas crea­dos por ese pro­yec­to. Pero de nue­vo se demues­tra el des­co­no­ci­mien­to sobre lo que es el neo­li­be­ra­lis­mo. Las dis­tin­tas pers­pec­ti­vas polí­ti­co-teó­ri­cas no se defi­nen por las ban­de­ras que defien­den, sino por lo que pro­po­nen polí­ti­ca y teó­ri­ca­men­te para cada una de ellas. Los neo­li­be­ra­les tie­nen pro­pues­tas para las polí­ti­cas socia­les. Ellas tie­nen que ser foca­li­za­das, com­pen­sa­to­rias, con base en los indi­vi­duos más frá­gi­les (para pro­mo­ver la com­pe­ten­cia). Las polí­ti­cas socia­les apli­ca­das por los gobier­nos pro­gre­sis­tas, en su mayo­ria, no están afue­ra de los mar­cos pro­pues­tos por el neo­li­be­ra­lis­mo. Al con­tra­rio, hacen par­te de sus recetas.

Otros nos dicen que el neo­li­be­ra­lis­mo fue derro­ta­do, pues hoy día lo que se imple­men­ta en gran par­te es lo que se lla­ma neo­de­sa­rro­llis­mo. ¿Pero qué es eso? ¿Se tra­ta de res­ca­tar el vie­jo desa­rro­llis­mo, que plan­tea­ba una fuer­te pre­sen­cia del Esta­do para diri­gir el desa­rro­llo, en con­tra­po­si­ción a los seña­les del mer­ca­do? No. El neo­de­sa­rro­llis­mo sos­tie­ne, en su ver­sión más cíni­ca, que el cos­to de rever­tir las refor­mas neo­li­be­ra­les es tan alto que lo mejor es no hacer­lo y tra­ta de imple­men­tar polí­ti­cas para ceñir los efec­tos de esas refor­mas que, sola­men­te en el cor­to pla­zo, pue­den tener cos­tos eco­nó­mi­cos y socia­les. De esa for­ma, lo que pro­po­ne el neo­de­sa­rro­llis­mo sola­men­te es bajar las tasas de inte­rés a níve­les infe­rio­res a las tasas de ganan­cia del capi­tal pro­duc­ti­vo para que los capi­ta­les invier­tan y acu­mu­len en pro­ce­so (re)productivo, gene­ran­do cre­ci­mien­to y empleo, y no la valo­ri­za­ción finan­cie­ra. Se debe tener cla­ro que la pro­pues­ta del neo­de­sa­rro­llis­mo fren­te al neo­li­be­ra­lis­mo no es enfren­tar­lo don­de él se defi­ne, esto es, en los mar­cos socia­les estruc­tu­ra­les (las reformas).Incluso se habla a veces de la nece­si­dad de pro­fun­di­zar las refor­mas, modi­fi­can­doa­pe­nas las polí­ti­cas eco­nó­mi­cas. Por eso es que el neo­de­sa­rro­llis­mo es una fal­sa alter­na­ti­va al neoliberalismo.

Ade­más, la for­ma que el capi­ta­lis­mo encuen­tra para res­pon­der a los efec­tos de su cri­sis actual, tan­to en el cen­tro de la acu­mu­la­ción mun­dial como en las eco­no­mías depen­dien­tes ‑lo que nos incluye‑, es pro­fun­di­zar el neo­li­be­ra­lis­mo más radi­cal. Esto por­que la cri­sis actual impli­ca una reba­ja de las tasas de ganan­cia, una vez que gran par­te de los capi­ta­les se espe­cia­li­za­ron mera­men­te en apro­priar­se de la rique­za, sin con­tri­buir direc­ta­men­te­pa­ra su pro­duc­ción. Así, hay dos for­mas de resol­ver la situa­ción. Una es dejar que los mer­ca­dos deva­lúen esa can­ti­dad enor­me de capi­ta­les super­acu­mu­la­dos, sin res­pal­do en la pro­duc­ción de la rique­za. Esa sali­da está des­car­ta­da por­que impli­ca­ría quie­bra de capi­ta­les. La otra es ganar tiem­po en los mer­ca­dos de cor­to pla­zo para que esos capi­ta­les no se deva­lúen, lo que impli­ca que el Esta­do tie­ne que entrar com­pran­do los títu­los podri­dos, garan­ti­zan­do deman­da por esos títu­los e impi­dien­do sus reba­jas. La impli­can­cia de esto es el cre­ci­mien­to de la deu­da públi­ca, actual for­ma de mani­fes­ta­ción de la cri­sis mun­dial. Pero eso ape­nas per­mi­te ganar tiem­po para lo que de hecho es la sali­da del capi­tal para la cri­sis. Se tra­ta de aumen­tar la pro­duc­ción de rique­za, para que los dere­chos de apro­pia­ción ten­gan sos­te­ni­bi­li­dad en la pro­duc­ción aumen­ta­da. Y para eso hay que sobre­ex­plo­tar la fuer­za de tra­ba­jo. ¿Cómo se hace? Pro­fun­di­zan­do las refor­mas neo­li­be­ra­les. O sea, el ajus­te que pro­mue­ve el pro­pio capi­tal para su cri­sis hace que quien pague la cuen­ta sean los tra­ba­ja­do­res. Esto en los mar­cos del capi­ta­lis­mo es lo normal.

ZUR: Chi­na ya es el prin­ci­pal socio comer­cial de varios paí­ses sud­ame­ri­ca­nos y comien­za un cla­ro pro­ce­so de expor­ta­ción de capi­ta­les a la región, ¿Qué impli­can­cias tie­ne esto?

MC: La mayor par­ti­ci­pa­ción de Chi­na en la balan­za comer­cial de los paí­ses sud­ame­ri­ca­nos es mani­fes­ta­ción de una redi­vi­sión inter­na­cio­nal del tra­ba­jo en el capi­ta­lis­mo con­tem­po­rá­neo. Se ha pro­du­ci­do uma repri­ma­ri­za­ción de las expor­ta­cio­nes de las eco­no­mías sud­ame­ri­ca­nas, al mis­mo tiem­po que aumen­tan las impor­ta­cio­nes de mer­can­cías con mayor pro­duc­ti­vi­dad y de ele­va­da inten­si­dad tec­no­ló­gi­ca. Eso tie­ne que ver con la pre­sen­cia chi­na. Esta eco­no­mía es la que más cre­ció en los últi­mos años y se espe­cia­li­zó en impor­tar pro­duc­tos pri­ma­rios basa­dos en recur­sos natu­ra­les, pre­ci­sa­men­te lo que Suda­mé­ri­ca expor­ta. Por otro lado, Chi­na expor­ta la gran par­te de los pro­duc­tos manu­fac­tu­ra­dos que nues­tra región importa.

De esa for­ma, Chi­na tie­ne un papel pro­ta­gó­ni­co en lo que se pue­de lla­mar como impe­ria­lis­mo con­tem­po­rá­neo. Ala­vez, capi­ta­les chi­nos lle­gan­ya hace tiem­po a nues­tra región, inclu­so com­pran­do bue­na par­te de las tie­rras que pro­du­cen jus­ta­men­te los pro­duc­tos pri­ma­rios que ellos impor­tan de noso­tros. Esos capi­ta­les tam­bién empie­zan a com­prar capi­tal pro­duc­ti­vo en la región y, des­de aquí, impul­san pro­duc­ción de rique­za que gene­ra­rá ingre­sos para esos capi­ta­les, aun­que sean pro­du­ci­dos en nues­tras economias.

Esos pro­ce­sos impli­can que se reafir­man, aho­ra con el pro­ta­go­nis­mo chino, los meca­nis­mos de trans­fe­ren­cia de valor, sien­do que el valor pro­du­ci­do en nues­tras eco­no­mías final­men­te es rea­li­za­do y acu­mu­la­do en los paí­ses cen­tra­les, recon­fi­gu­ran­do la con­di­ción depen­dien­te de nues­tras economías.

ZUR: ¿Man­tie­ne vali­dez la cateo­go­ría de Rui Mau­ro Mari­ni de sub-impe­ria­lis­mo para pen­sar, por ejem­plo, el rol de Bra­sil en Amé­ri­ca del Sur?

MC: Por lo vis­to antes, se pue­de sos­te­ner la vali­dez con­tem­po­rá­nea de la teo­ria mar­xis­ta de la depen­den­cia, que tie­ne en Rui Mau­ro Mari­ni uno de sus prin­ci­pa­les auto­res. Este autor arries­gó en lla­mar subim­pe­ria­lis­mo a algu­nas carac­te­rís­ti­cas espe­cí­fi­cas de algu­nas eco­no­mías depen­dien­tes, como el caso bra­si­le­ño. Para ese autor, el hecho de que algu­nas eta­pas del pro­ce­so pro­duc­ti­vo hayan sido tras­la­da­das a eco­no­mías como la bra­si­le­ña, pro­du­jo una ele­va­ción de la pro­duc­ti­vi­dad media en el capi­ta­lis­mo bra­si­le­ño. Con esto, capi­ta­les ancla­dos en Bra­sil logran repro­du­cir hacia la región sud­ame­ri­ca­na los meca­nis­mos de trans­fe­ren­cia de valor des­de las eco­no­mías menos pro­duc­ti­vas hacia las eco­no­mías más productivas.

Lo impor­tan­te de la cate­go­ría subim­pe­ria­lis­mo es tener cla­ro que no se tra­ta que Bra­sil no sea más una eco­no­mía depen­dien­te. Lo sigue sien­do. Pero con ese pro­ce­so, los capi­ta­les­de­Bra­sil logran apro­priar­se de par­te del valor pro­du­ci­do en las eco­no­mías menos desa­rro­lla­das de la región. Como esos capi­ta­les están trans­na­cio­na­li­za­dos, el impe­ria­lis­mo tam­bién pue­de par­ti­ci­par en ese pro­ce­so de apro­pia­ción del valor pro­du­ci­do en la región.

En el siglo XXI este subim­pe­ria­lis­mo bra­si­le­ño pre­sen­ta carac­te­rís­ti­cas más fuer­tes. Des­de el plan de comer­cio exte­rior, la eco­no­mía bra­si­le­ña se espe­cia­li­zó en impor­tar mer­can­cías pri­ma­rias y basa­das en recur­sos natu­ra­les des­de las otras eco­no­mías de la región, y en expor­tar pro­duc­tos con algún gra­do de com­ple­ji­dad tec­no­ló­gi­ca repro­du­cien­do hacia la región el mis­mo meca­nis­mo de trans­fe­ren­cia de valor del impe­ria­lis­mo. Por otro lado, inver­sio­nes des­de el Bra­sil inva­den otras eco­no­mías de la región, ya sean las cons­truc­to­ras, mine­ras, Petro­brás, etc. De esa for­ma, la carac­te­rís­ti­ca impe­ria­lis­ta de expor­ta­ción de capi­ta­les tam­bién se pre­sen­ta. En ter­cer lugar, esos pro­ce­sos son finan­cia­dos en bue­na par­te por un ban­co semi-ofi­cial, el BNDES, que finan­cia capi­ta­les “bra­si­le­ños” para “actuar” en la región. Des­de Bra­sil, un ban­co que se dice de desa­rro­llo eco­nó­mi­co y social finan­cia la actua­ción subim­pe­ria­lis­ta de los capi­ta­les “bra­si­le­ños”.

Algu­nos auto­res siguen cri­ti­can­do la uti­li­za­ción de la cate­go­ría. Un argu­men­to es que haría fal­ta la pata mili­tar del impe­ria­lis­mo. Pare­ce que con el lide­raz­go bra­si­le­ño en las fuer­zas de ocu­pa­ción de la MINUSTAH en Hai­ti esa pata ya no está ausen­te. Otro argu­men­to de los crí­ti­cos es que la eco­no­mía bra­si­le­ña sigue sien­do depen­dien­te del impe­ria­lis­mo inter­na­cio­nal, lo que es la más abso­lu­ta ver­dad. Por eso es que Mari­ni no lla­mó el capi­ta­lis­mo bra­si­le­ño de impe­ria­lis­ta, sino de subimperialista.

ZUR: En el deba­te eco­nó­mi­co actual pare­cie­ra que no hay espa­cio para medi­das que pue­dan afec­tar lo que el mains­tream con­si­de­ra un mane­jo “serio y res­po­na­ble” de la macro­eco­no­mía. ¿Tene­mos pro­gra­ma eco­nó­mi­co con­tra­he­ge­mó­ni­co para relan­zar la pers­pec­ti­va socia­lis­ta? ¿Cuá­les serían sus prin­ci­pa­les ejes?

MC: Esta pre­gun­ta nos remi­te, nue­va­men­te, al dis­tin­to plan de abs­trac­ción en la crí­ti­ca al desa­rro­llo neo­li­be­ral. Una cosa es plan­tear otra polí­ti­ca eco­nó­mi­ca, o sea, sos­te­ner que la polí­ti­ca mone­ta­ria debe dis­mi­nuir las tasas de inte­rés para que los capi­ta­les sean inver­ti­dos cada vez más en pro­ce­sos pro­duc­ti­vos que gene­ren cre­ci­mien­to y empleo. Ade­más, las polí­ti­cas fis­ca­les tam­bién ten­drían que ser pro-cre­ci­mien­to, y no para crear sal­dos fis­ca­les que garan­ti­cen el pago de los intere­ses finan­cie­ros. Las pre-con­di­cio­nes para eso son, por un lado, con­tro­lar el flu­jo de capi­ta­les, pues una dis­mi­nu­ción de la tasa de inte­rés pue­de gene­rar fuga de capi­ta­les, con pro­ble­mas exter­nos serios. Por otro lado, las inver­sio­nes públi­cas deben expan­dir la capa­ci­dad pro­duc­ti­va de los pro­duc­tos prio­ri­ta­rios, de for­ma que la expan­sión de la deman­da no gene­re inflación.

Pero esta otra polí­ti­ca eco­nó­mi­ca en nada modi­fi­ca la super­ex­plo­ta­ción de la fuer­za de tra­ba­jo que carac­te­ri­za las eco­no­mías depen­dien­tes. Ape­nas modi­fi­ca la for­ma de apro­pia­ción del valor pro­du­ci­do en esas eco­no­mías. Un nível mayor de crí­ti­ca es jus­ta­men­te dis­mi­nuir el impac­to de los fac­to­res estruc­tu­ra­les que con­di­cio­nan la depen­den­cia. Ese otro mode­lo de desa­rro­llo tie­ne que rom­per con los pro­ce­sos de libe­ra­li­za­ción, aper­tu­ra exter­na, pri­va­ti­za­cio­nes, con­for­man­do una ver­da­de­ra estra­te­gia alter­na­ti­va de desa­rro­llo, que impli­que tam­bién un cam­bio de mode­lo pro­duc­ti­vo en con­tra de la lógi­ca trans­na­cio­na­li­za­da y extrac­ti­vis­ta que carac­te­ri­za las eco­no­mías de la región en la actua­li­dad. Esta otra estra­te­gia tam­bién requie­re un cam­bio de polí­ti­ca eco­nó­mi­ca, pues nece­si­ta de la amplia­ción de los mer­ca­dos inter­nos, para rea­li­zar el valor pro­du­ci­do. Esto, a su vez, requie­re redis­tri­buir ingre­sos y rique­zas para que más per­so­nas ten­gan con­di­cio­nes de par­ti­ci­par del mer­ca­do interno. Todo aún den­tro de una socie­dad capi­ta­lis­ta, aun­que en con­tra­po­si­ción a su face­ta neo­li­be­ral. De cual­quier for­ma, por más radi­ca­les que sean estas modi­fi­ca­cio­nes, no se resl­ve­ría el carác­ter depen­dien­te de nues­tras eco­no­mías, ape­nas dis­mi­nui­ría­mos sus manifestaciones.

Una estra­té­gia socia­lis­ta debe, mas allá de cam­biar la polí­ti­ca eco­nó­mi­ca y la estra­te­gia de desa­rro­llo, lo que es abso­lu­ta­men­te nece­sa­rio, modi­fi­car el pro­prio carác­ter social que defi­ne el capi­ta­lis­mo. En éste, las rela­cio­nes socia­les son inter­me­dia­das por los inter­cam­bios mer­can­ti­les. Ellas son esta­ble­ci­das por el inter­cam­bio de nues­tras mer­can­cías. Se tra­ta de una socie­dad inter­me­dia­da por lo mer­can­til. Una estra­té­gia socia­lis­ta debe cons­truir espa­cios don­de las rela­cio­nes socia­les sean cada vez más direc­tas, sin nin­gún tipo de inter­me­dia­ción. El socia­lis­mo requie­re que los seres huma­nos, de for­ma colec­ti­va, con­cien­te, y sin nin­gu­na ins­tan­cia que haga la inter­me­dia­ción, deci­dan lo que van a pro­du­cir, la for­ma de pro­du­cir­lo, dis­tri­buir­lo y con­su­mir­lo. Por eso es que un socia­lis­mo de mer­ca­do es una con­tra­dic­ción. No se pue­de vivir el socia­lis­mo si las deci­sio­nes de los seres huma­nos son defi­ni­das por algo (el mer­ca­do, la ley del valor) que les es ajeno, extraño.

ZUR: Por acá, Fer­nan­do Hen­ri­que Car­do­so es uno de los auto­res bra­si­le­ros más difun­di­dos y se lo tie­ne como refe­ren­te prin­ci­pal de la teo­ría de la depen­den­cia. ¿Qué opi­nión te mere­ce eso?

MC: Lo más increi­ble de todo eso es que lo mis­mo ocu­rre en Bra­sil. Arries­go decir que de for­ma más inten­sa. Auto­res de la teo­ría mar­xis­ta de la depen­den­cia bra­si­le­ños como Mari­ni, Theo­to­nio dos San­tos y Vania Bam­bi­rra eran abso­lu­ta­men­te des­co­no­ci­dos hace algu­nos años. Eso tie­ne que ver con la estra­te­gia deli­be­ra­da que las eli­tes bra­si­le­ñas, finan­cia­das por ins­ti­tu­cio­nes como la fun­da­ción Ford (y otras), tuvie­ron de tor­nar estos auto­res des­co­no­ci­dos, pro­mo­vien­do ade­más otros de muy baja cali­dad, como Fer­nan­do Hen­ri­que Car­do­so. ¿Y, por qué eso?

La expli­ca­ción se encuen­tra en la pro­pia cate­go­ría de depen­den­cia, como la entien­de Fer­nan­do Hen­ri­que Car­do­so. Para ese autor, la depen­den­cia quie­re decir que nues­tras eco­no­mías están con­di­cio­na­das por la eco­no­mía mun­dial y, esto es lo más impor­tan­te, la úni­ca for­ma que tene­mos de gene­rar algún cre­ci­mien­to y desa­rro­llo, es apro­ve­char momen­tos don­de la eco­no­mía mun­dial nos per­mi­ta engan­char­nos den­tro de su lógi­ca. Es como si ella fue­ra un tren que, en algu­nos momen­tos coyun­tu­ra­les, acep­ta otros vago­nes. Para que eso sea posi­ble, son nece­sa­rios gobier­nos que apro­ve­chen las opor­tu­ni­da­des, abrien­do nues­tras eco­no­mías para el comer­cio y la entra­da de capi­ta­les. Fue exac­ta­men­te lo que hizo este señor en su gobierno en los años 90. Sim­ple­men­te impul­só lo que habia escrito.

Se tra­ta de una ver­sión webe­ria­na de la depen­den­cia, don­de al actor cen­tral es el Esta­do Nación, como si éste fue­ra una enti­dad úni­ca, sin con­tra­dic­cio­nes, con una lógi­ca pro­pia y racio­na­li­dad ins­tru­men­tal buro­crá­ti­ca. No hay cla­ses socia­les, lucha de cla­ses, dia­léc­ti­ca en la actua­ción esta­tal, etc. Cuan­do éstas apa­re­cen son subor­di­na­das al pro­yec­to esta­tal. No se ve que el Esta­do es el resul­ta­do con­tra­dic­to­rio de las luchas sociales.

Lo que la teo­ria mar­xis­ta de la depen­den­cia acen­túa es jus­ta­men­te el hecho de que el actor cen­tral en el capi­ta­lis­mo es el capi­tal, y éste es cons­ti­tui­do con base en una rela­ción social cla­ve. Los capi­ta­lis­tas pagan la fuer­za de tra­ba­jo para que esta pro­duz­ca más valor de lo que se requie­re para pro­du­cir un equi­va­len­te a sus suel­dos. Este valor a más, el plus­va­lor, es la base de las ganan­cias de los capi­ta­les. El Esta­do, con todas sus con­tra­dic­cio­nes, y auto­no­mía rela­ti­va de actua­ción, es el resul­ta­do dia­léc­ti­co de este tipo de sociedad.

Ade­más, cuan­to más las eco­no­mías depen­dien­tes pro­fun­di­cen sus rela­cio­nes eco­nó­mi­cas con el capi­ta­lis­mo mun­dial, más los meca­nis­mos de depen­den­cia van a actuar, pro­fun­di­zan­do la depen­den­cia, y no crean­do cre­ci­mien­to y desa­rro­llo, como pien­sa Fer­nan­do Hen­ri­que Car­do­so. La his­tó­ria pare­ce que le dio la razón a la teo­ria mar­xis­ta de la dependencia.

ZUR: ¿Cómo anda el mar­xis­mo lati­no­ame­ri­cano hoy?

MC: El pen­sa­mien­to crí­ti­co mar­xis­ta está resur­gien­do en Amé­ri­ca Lati­na. La región ya tuvo una fuer­te tra­di­ción en el pen­sa­mien­to mar­xis­ta, y lo más intere­san­te de éste no era la mera copia del mar­xis­mo que lle­ga­ba de Euro­pa. La pro­pia reali­dad con­tra­dic­to­ria de la región obli­gó al pen­sa­mien­to mar­xis­ta lati­no­ame­ri­cano a cons­truir­se en con­for­mi­dad con sus pro­ble­mas espe­cí­fi­cos. En este momen­to pre­ci­so vuel­ve el inte­rés por la teo­ría mar­xis­ta, en pri­mer lugar, por la situa­ción social espe­cí­fi­ca de pro­fun­di­za­ción de los pro­ble­mas estruc­tu­ra­les pro­mo­vi­da por las polí­ti­cas neo­li­be­ra­les des­de los años 90 del siglo pasa­do. Los movi­mien­tos de lucha y resis­ten­cia socia­les, de algu­na for­ma, nece­si­ta­ron para esos pro­ce­sos recu­pe­rar la tra­di­ción del pen­sa­mien­to crí­ti­co, espe­ci­fi­ca­men­te el marxista.

En segun­do lugar, las fal­sas alter­na­ti­vas que se pre­sen­ta­ron a esa situa­ción (como el neo­de­sa­rro­llis­mo) mues­tran en estos momen­tos sus lími­tes, lo que per­mi­te que pen­sa­mien­tos más radi­ca­les y genui­na­men­te alter­na­ti­vos, como el mar­xis­mo, sean pre­sen­ta­dos y sostenidos.

Ade­más de eso, la actual cri­sis del capi­ta­lis­mo mun­dial tam­bién con­tie­ne una cri­sis de la teo­ría social que no logra expli­car el hecho que el pro­ce­so de acu­mu­la­ción de capi­tal fun­cio­na ineren­te­men­te de mane­ra cícli­ca. Esto quie­re decir que las cri­sis hacen par­te del fun­cio­na­mien­to de la eco­no­mía capi­ta­lis­ta, no es un fenó­meno ajeno, for­tui­to, casual. La úni­ca teo­ria social que logra enten­der las cri­sis como de hecho ellas son es la mar­xis­ta. Como nues­tras eco­no­mías tie­nen una inser­ción depen­dien­te en el capi­ta­lis­mo mun­dial, las cri­sis de éste últi­mo se mani­fies­tan con par­ti­cu­la­ri­da­des en nues­tra región, y eso expli­ca el res­ca­te del pen­sa­mien­to mar­xis­ta latinoamericano.

Este pro­ce­so ocu­rre no sola­men­te en las uni­ver­si­da­des sino tam­bién en los pro­ce­sos de for­ma­ción que los mis­mos movi­mien­tos socia­les imple­men­tan, al dar­se cuen­ta de que el arma teó­ri­ca es cru­cial para los enfren­ta­mien­tos anti­ca­pi­ta­lis­tas que se pro­po­nen. De hecho, esa rela­ción del tra­ba­jo mili­tan­te aca­dé­mi­co for­mal con los pro­ce­sos de for­ma­ción y pen­sa­mien­to que vie­nen des­de los movi­mien­tos socia­les, sin­di­ca­les y polí­ti­cos es cla­ve para una estra­te­gia socia­lis­ta de com­ba­te a la mane­ra como el capi­tal está salien­do de su actual cri­sis. La polí­ti­ca de los ajus­tes para enfren­tar la cri­sis, des­de la pers­pec­ti­va del capi­tal, es pro­fun­di­zar el neo­li­be­ra­lis­mo. Sólo un tra­ba­jo serio e inten­so de cons­truc­ción de esa estra­te­gia socia­lis­ta, con base en un pro­ce­so de rela­ción de mutuo apo­yo entre inte­lec­tua­les orgá­ni­cos y movi­mien­tos socia­lis­tas, pue­de enfren­tar la estra­te­gia del capi­tal. Este es el sen­ti­do, por ejem­plo, de la Socie­dad Lati­no­ame­ri­ca­na de Eco­no­mía Polí­ti­ca y Pen­sa­mien­to Crí­ti­co (SEPLA) que, jun­to con otras orga­ni­za­cio­nes, pre­ten­de impul­sar esa estra­te­gia ver­da­de­ra­men­te crí­ti­ca, socialista.

ZUR: ¿Algu­nas lec­tu­ras impres­cin­di­bles para pen­sar Amé­ri­ca Latina?

MC: Es impres­cin­di­ble recu­pe­rar todas las expe­rien­cias teó­ri­cas y prác­ti­cas de los movi­mien­tos socia­lis­tas. No pode­mos olvi­dar­nos de las expe­rien­cias revo­lu­cio­na­rias que ya ocu­rrie­ron en la his­tó­ria, y no sólo en Amé­ri­ca Lati­na, sino tam­bién de otras par­tes del mun­do, en dis­tin­tos momen­tos históricos.

La tra­di­ción mar­xis­ta tie­ne una enor­me can­ti­dad de deba­tes teó­ri­cos muy impor­tan­tes para enten­der nues­tra reali­dad. No se tra­ta de tras­pa­sar dis­cu­sio­nes anti­guas como si fue­ran sufi­cien­tes para trans­for­mar nues­tra reali­dad pre­sen­te. Hay que res­pe­tar la espe­ci­fi­ci­dad de los dis­tin­tos momen­tos his­tó­ri­cos. Des­de que el capi­ta­lis­mo es capi­ta­lis­mo noso­tros los tra­ba­ja­do­res sufri­mos las con­tra­dic­cio­nes de este sis­te­ma social. Tene­mos que cono­cer al enemi­go si que­re­mos derro­tar­lo. Para eso la lec­tu­ra de los clá­si­cos del mar­xis­mo es imprescindible.

Adi­cio­nal­men­te, tene­mos que recu­pe­rar lo nues­tro, el pen­sa­mien­to crí­ti­co lati­no­ame­ri­cano, y aquí la lis­ta tam­bien es enor­me (Mariá­te­gui, Mella, Che Gue­va­ra, y muchos otros). La teo­ria mar­xis­ta de la depen­den­cia (Mari­ni, Bam­bi­rra, Dos San­tos, Capu­to) tie­ne que ser res­ca­ta­da, pero, nue­va­men­te, sin creer que se pue­de uti­li­zar este deba­te de los 60, 70, del siglo pasa­do sin nin­gu­na inter­me­dia­ción hacia la reali­dad pre­sen­te. Se tra­ta de cons­truir una estra­te­gia socia­lis­ta para la depen­den­cia con­tem­po­rá­nea de nues­tra región. Afor­tu­na­da­men­te aquí tam­bien tene­mos nom­bres impor­tan­tes que nos ayu­dan en ese tra­ba­jo, pero hay que des­ta­car una gran can­ti­dad de jóve­nes que recién empie­zan a estu­diar este gran lis­ta­do de lec­tu­ras impres­cin­di­bles des­de Amé­ri­ca Lati­na y para pen­sar Amé­ri­ca Lati­na con una pers­pec­ti­va crí­ti­ca. No sólo en la SEPLA, sino en otras ins­ti­tu­cio­nes se ve mucho tra­ba­jo de esos jóve­nes, y de la mejor for­ma, sin res­trin­gir­se al aca­de­mi­cis­mo y tra­ba­jan­do jun­to con los movi­mien­tos socia­les, polí­ti­cos y sindicales.

ZUR: ¿Hay preo­cu­pa­ción en Bra­sil por un nue­vo “Mara­ca­na­zo’?

-C :Si uno se que­da en lo mera­men­te fut­bo­lís­ti­co, se pue­de decir que exis­te un cier­to temor por la posi­bi­li­dad de que Bra­sil no gane el mun­dial en la segun­da vez que lo orga­ni­za. Pero, de hecho, para los sec­to­res que impul­san las mani­fes­ta­cio­nes popu­la­res des­de junio del 2013 el resul­ta­do del mun­dial no es relevante.

Una de las prin­ci­pa­les carac­te­rís­ti­cas de las lla­ma­das mani­fes­ta­cio­nes de junio fue el hecho de que ellas sepa­ra­ban los recla­mos en la calle del apo­yo a la selec­ción bra­si­le­ña. Las pro­tes­tas no eran con­tra la selec­ción, en el cam­po de jue­go, pero con­tra la lógi­ca que está por arri­ba de eso, y que deter­mi­na toda el “busi­ness” en torno al fút­bol mun­dial. Las pro­tes­tas ocu­rrie­ron, y están ocu­rrien­do en este exac­to momen­to, en con­tra el domí­nio y la impo­si­ción por par­te de la FIFA de todo el nego­cio (capi­ta­lis­ta) que eso invo­lu­cra. Muchas inver­sio­nes (que en el capi­ta­lis­mo requie­ren ganan­cias) en esta­dios e infra­es­truc­tu­ra con el úni­co obje­ti­vo de tor­nar el mun­dial ren­ta­ble. ¿Cuán­to de eso para salud, edu­ca­ción, vivien­das? Nada.

Lo que ocu­rre es una cre­cien­te mer­can­ti­li­za­ción (capi­ta­lis­mo) de los espa­cios urba­nos, con fuer­te espe­cu­la­ción imo­bi­lia­ria, que expul­sa los más pobres de sus vivien­das. En San Pablo, incen­dios sos­pe­cho­sos en fave­las que se trans­for­man, des­pués de “lim­pio” el espa­cio, en negó­cios imo­bi­lia­rios para las eli­tes; en Rio ocu­rren fuer­tes y vio­len­tas des­ocu­pa­cio­nes de los más pobres para cons­truir lo nece­sa­rio para el mun­dial y las olim­pia­das. Esta­mos tam­bién ante un incre­men­to de la cri­mi­na­li­za­ción de los movi­mien­tos socia­les, lle­gan­do al ase­si­na­to de algu­nos líde­res, como si fue­ran meros tra­fi­can­tes de dro­gas, lo que se suma al fuer­te apa­ra­to poli­cial para repri­mir vio­len­ta­men­te las protestas.

No son pro­tes­tas cons­cien­tes con una estra­te­gia socia­lis­ta, pero tie­nen un carác­ter de recha­zo a las con­se­cuen­cias socia­les de una fal­sa estra­te­gia de desa­rro­llo, que esta­lla­ron en el momen­to en que se per­ci­bió cuan­to se gas­tó, y aún se va a gas­tar, para via­bi­li­zar los nego­cios pro­mo­vi­dos por la FIFA y sus socios. ¿Se pue­den radi­ca­li­zar las pro­tes­tas? Por supues­to, una vez que la cau­sa de fon­do segui­rá des­pués del mun­dial, sea cual sea el resul­ta­do que ten­ga en el cam­po de jue­go. El neo­de­sa­rro­llis­mo es una fal­sa alter­na­ti­va, por lo menos des­de el pun­to de vis­ta de los trabajadores.

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