Amé­ri­ca Lati­na: Mujer insur­gen­te y liber­ta­ria- Daniel Benadava


His­tó­ri­ca­men­te las muje­res no hubie­sen sido ava­sa­lla­das en su dig­ni­dad si, como plan­tea Eduar­do Galeano, Eva hubie­se escri­to el Géne­sis y acla­ra­do que no nació de nin­gu­na cos­ti­lla, ni cono­ció a nin­gu­na ser­pien­te, ni ofre­ció nun­ca nin­gu­na man­za­na a nadie y que Dios nun­ca le dijo que pari­rás con dolor y tu mari­do te dominará.

Pero des­de el prin­ci­pio de los tiem­pos los hom­bres escri­bie­ron la his­to­ria y con­de­na­ron a las muje­res a exis­tir para com­pla­cer los deseos de ellos y a car­gar con el rótu­lo de “sexo débil”.

Aho­ra bien des­de la déca­da del 70 del siglo pasa­do, tiem­po en el que Juan Pablo I afir­mó que Dios es Padre y mas aún Madre, muchas lati­no­ame­ri­ca­nas comen­za­ron a sumer­gir­se en la Teo­lo­gía de la Libe­ra­ción y en el fres­cor de sus aguas pen­sa­ron crí­ti­ca­men­te su reali­dad, leye­ron como hijas la Pala­bra de Dios y con ojos, men­te y cora­zón de mujer, lo reco­no­cie­ron des­de su Ser Muje­res. En otras pala­bras, como dicen las indí­ge­nas tzel­ta­les que habi­tan en terri­to­rio mexi­cano, expe­ri­men­ta­ron y des­cu­brie­ron la dul­zu­ra de la Pala­bra de Dios, cono­cién­do­la, leyén­do­la y sacán­do­le esa dulzura.
En pala­bras de la teó­lo­ga Pilar Aquino, las lati­no­ame­ri­ca­nas refle­xio­na­ron sobre la viven­cia que las muje­res y hom­bres tie­nen de Dios en sus prác­ti­cas que bus­can trans­for­mar los sis­te­mas que pro­du­cen empo­bre­ci­mien­to y vio­len­cia con­tra las per­so­nas, con el fin de avan­zar hacia nue­vas rela­cio­nes socia­les gober­na­das por la jus­ti­cia y la inte­gri­dad de vida, en un ambien­te cul­tu­ral libre de domi­na­ción patriarcal.
Actual­men­te, dife­ren­tes comu­ni­da­des lati­no­ame­ri­ca­nas con­ti­núan des­anu­dan­do la com­ple­ja tra­ma en la que se encuen­tra enma­ra­ña­da la sub­je­ti­vi­dad feme­ni­na e inven­tan nue­vas for­mas rela­cio­na­les. Entre estos colec­ti­vos se encuen­tra el Ejér­ci­to Zapa­tis­ta de Libe­ra­ción Nacio­nal ‑EZLN- que, del 26 al 30 de mayo, orga­ni­za­rá un encuen­tro en el que se com­par­ti­rán pen­sa­mien­tos e his­to­rias de lucha y resis­ten­cia indígenas.

Una de estas luchas esta sien­do pro­ta­go­ni­za­da por las rebel­des e incó­mo­das muje­res indí­ge­nas del EZLN que, habien­do par­ti­ci­pa­do muchas de ellas en comu­ni­da­des de base adhe­ren­tes a la Teo­lo­gía de la Libe­ra­ción, ocu­pan un rol pro­ta­gó­ni­co en las luchas cam­pe­si­nas ya que com­pren­den que la his­to­ria sin ellas no es más que una his­to­ria mal hecha.

Así des­de el pri­mer día del levan­ta­mien­to del EZLN, en enero de 1994, logra­ron que se pro­cla­me la Ley Revo­lu­cio­na­ria de Muje­res y, a tra­vés de ella, se trans­for­ma­ron en insur­gen­tas y for­mal­men­te se reco­no­cie­ron sus dere­chos a ocu­par car­gos de direc­ción en la orga­ni­za­ción, tener gra­dos mili­ta­res en las fuer­zas revo­lu­cio­na­rias, tra­ba­jar y per­ci­bir un sala­rio jus­to, deci­dir el núme­ro de hijos a tener, par­ti­ci­par en los asun­tos comu­ni­ta­rios, ele­gir su pare­ja, reci­bir edu­ca­ción, etc.

Tal como dicen las muje­res del EZLN, aún fal­ta mucho por hacer y por luchar por­que resul­ta que eso de la dig­ni­dad es con­ta­gio­so y son las muje­res las más pro­pen­sas a enfer­mar­se de ese incó­mo­do mal. Pero es indu­da­ble que con su andar, eman­ci­pa­dor y revo­lu­cio­na­rio, ellas están parien­do nue­vas for­mas de vida insur­gen­tes y liber­ta­rias que se pro­pa­gan a tra­vés de las venas latinoamericanas.

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