Los opor­tu­nis­tas no nacen: se hacen- J M Olarieta

Ni siquie­ra eso es cues­tión de cro­mo­so­mas: los opor­tu­nis­tas se hacen. Pero no se hacen a sí mis­mos, como ellos creen, sino que el Esta­do bur­gués ‑quie­nes lle­van sus rien­das- los hacen por­que los nece­si­tan. Ellos sólo se dejan hacer. Son los suje­tos pasi­vos.

Un Esta­do nece­si­ta su opo­si­ción, como el orga­nis­mo nece­si­ta sus pro­pios anti­cuer­pos. Si la bur­gue­sía no tie­ne una opo­si­ción, la crea como un tra­je a la medi­da por­que nece­si­ta un deter­mi­na­do tipo de opo­si­ción, una opo­si­ción domes­ti­ca­da, no una opo­si­ción ver­da­de­ra. Si no hubie­ra opo­si­ción, tam­po­co habría demo­cra­cia. Es más, lo que demues­tra que hay demo­cra­cia es que hay opo­si­ción, ese tipo de opo­si­ción leal que es tan nece­sa­ria para la super­vi­ven­cia del moderno Esta­do monopolista.

Pero nadie se con­vier­te en opo­si­ción de la noche a la maña­na. Los aspi­ran­tes a opo­si­to­res tie­nen que pasar su Via Cru­cis; no se lo dan todo hecho sino que tie­nen que poner algo de su par­te. En fin, tie­nen que demos­trar cier­ta valía, cum­plir deter­mi­na­das fun­cio­nes que son para­dó­ji­cas: pro­nun­ciar­se en con­tra del Esta­do que defienden.

Se les lla­ma opor­tu­nis­tas por­que son gen­tes sin prin­ci­pios, o sea, que al prin­ci­pio son muy radi­ca­les pero aca­ba­rán ado­ce­na­dos. Los opor­tu­nis­tas apa­re­cen cuan­do al Esta­do, lo mis­mo que al man­do a dis­tan­cia, se le aca­ban las pilas y se echa de menos un recam­bio. Su ascen­so es el ter­mó­me­tro que detec­ta el males­tar social. La gen­te está har­ta, des­con­ten­ta y renie­ga de todo, pero sobre todo del vie­jo anda­mia­je ofi­cial, de los gas­ta­dos par­ti­dos e ins­ti­tu­cio­nes. Hacen fal­ta caras nue­vas, moder­nas, que digan cosas que no esta­mos acos­tum­bra­dos a escu­char. A veces ni siquie­ra son nece­sa­rias miga­jas para ilu­sio­nar a la gen­te y que todo vuel­va a su cauce.

La cri­sis es a los opor­tu­nis­tas lo que la mier­da a las mos­cas. Pro­li­fe­ran en esos eco­sis­te­mas. Por eso nun­ca hay sólo un úni­co opor­tu­nis­ta sino varios al ace­cho de su opor­tu­ni­dad, a la espe­ra del momen­to de tre­par. A medi­da que la cri­sis se pro­fun­di­za, los opor­tu­nis­tas se mul­ti­pli­can como la gan­gre­na. No debe sor­pren­der que algu­nos de ellos logren un puña­do de votos por­que el gran opor­tu­nis­ta de los tiem­pos recien­tes siem­pre fue Feli­pe Gon­zá­lez, que logró 10 millo­nes de ellos en 1982.

Los del PSOE de hace 30 años sí que eran opor­tu­nis­tas de ver­dad, no los de aho­ra. Aque­llo sí que fue­ron cam­pa­ñas de ima­gen, no el cir­co de aho­ra. Para ser opor­tu­nis­ta hay que ser joven, tener reco­rri­do por delan­te, ya que, de lo con­tra­rio, no te da tiem­po para dar el cam­bia­zo. Los vie­jos no cam­bian, mien­tras que a Feli­pe Gon­zá­lez le pusie­ron de «pri­mer secre­ta­rio» con 33 años. Se pre­pa­ra­ba la transición.

Has­ta que ocu­pó su car­go, la secre­ta­ría del PSOE era colec­ti­va, algo que está reñi­do con el mar­ke­ting moderno, eso que pro­ce­de de las uni­ver­si­da­des grin­gas y que lla­man «lide­raz­go». La polí­ti­ca bur­gue­sa es elec­to­ra­lis­mo puro; vota­mos a per­so­na­ji­llos y fan­to­ches, no a par­ti­dos, ni a pro­gra­mas. ¿Cómo pro­mo­cio­nar a una direc­ción colec­ti­va? De ahí que con Feli­pe Gon­zá­lez en el PSOE se aca­ba­ran los órga­nos cole­gia­dos de dirección.

El opor­tu­nis­ta es fru­to de un dise­ño. En la tran­si­ción los opor­tu­nis­tas como Feli­pe Gon­zá­lez exhi­bían una cui­da­da ima­gen des­cui­da­da: pelo lar­go, pati­llas y cha­que­ta de pana. Lo de menos es lo que uno sea; lo que vale es una ima­gen que sea nue­va, dis­tin­ta. Por eso en tiem­pos de la tran­si­ción al PSOE se le lla­ma­ba «reno­va­do». Ya no era el de la gue­rra, sino un par­ti­do a la últi­ma moda, lo mis­mo que la movi­da madri­le­ña y su lema «Ena­mo­ra­do de la moda juve­nil» que can­ta­ba Radio Futura:

Y yo caí ena­mo­ra­do de la moda juvenil
de los pre­cios y reba­jas que yo vi
ena­mo­ra­do de tí.
Sí, yo caí ena­mo­ra­do de la moda juvenil
de los chi­cos, de las chi­cas, de los maniquís
ena­mo­ra­do de tí.

En la tran­si­ción la tele no era tan impor­tan­te y quie­nes te ven­dían eran perió­di­cos y revis­tas. Por ejem­plo, el Con­gre­so del PSOE en Sures­nes lo pro­mo­cio­nó has­ta Pedro Rodrí­guez, un cono­ci­do colum­nis­ta del dia­rio de los sin­di­ca­tos fran­quis­tas «Pue­blo», que hizo una rese­ña del mis­mo en octu­bre de 1974. El PSOE nece­si­ta­ba al fran­quis­mo casi tan­to como el fran­quis­mo al PSOE.

Como toda la polí­ti­ca bur­gue­sa y demás modas, los opor­tu­nis­tas son de usar y tirar. Tie­nen fecha de cadu­ci­dad. Más tar­de o más tem­prano se que­dan obso­le­tos para que la rue­da de la polí­ti­ca siga fun­cio­nan­do. Son la res­pi­ra­ción asis­ti­da: esti­ran un poqui­to más la ago­nía, nece­si­tan ganar un tiem­po pre­cio­so que les per­mi­ta lle­gar has­ta las pró­xi­mas ilusiones.

Sí, he escri­to ilu­sio­nes y no elec­cio­nes por­que la polí­ti­ca bur­gue­sa vive de ilu­sio­nes más que de elec­cio­nes. Me ima­gino que el lec­tor se habrá aper­ci­bi­do, como yo, de lo siguien­te: todos los par­ti­dos polí­ti­cos quie­ren cam­biar las cosas, lo cual sig­ni­fi­ca que todos ellos reco­no­cen que las cosas están mal. Es más, hay par­ti­dos y elec­cio­nes pre­ci­sa­men­te por­que hay que cam­biar­las. Sin embar­go, las cosas no van a cam­biar nun­ca median­te los votos, por­que para eso están las elec­cio­nes: para que todo siga como has­ta aho­ra. De lo con­tra­rio, ¿con qué cam­bio nos enga­ña­rían en las siguien­tes elecciones?

Para quie­nes votan, la ver­da­de­ra elec­ción es sólo una: o bien votas a alguien que nun­ca va a poder poner en mar­cha su pro­gra­ma elec­to­ral, por­que nun­ca va a gober­nar, o bien votas a alguien que va a trai­cio­nar su pro­gra­ma elec­to­ral en cuan­to gobier­ne. Ésta últi­ma es siem­pre mayo­ri­ta­ria, es decir, que la mayo­ría vota a un opor­tu­nis­ta que le va a enga­ñar. Pero casi todos saben que hablar de elec­cio­nes y enga­ños es un redun­dan­cia. Lo impor­tan­te es la ley de la trans­for­ma­ción de los cam­bios cuan­ti­ta­ti­vos en cua­li­ta­ti­vos: el enga­ño es mayor cuan­tos más sean los votos. No me refie­ro a hayan enga­ña­do a más votan­tes sino al aspec­to cua­li­ta­ti­vo del frau­de, que se con­vier­te en un fias­co. Las elec­cio­nes de 1982 son el mejor ejem­plo de ello.

Pero, ¿como lograr muchos votos? Los que bus­can votos en la blan­den­gue­ría polí­ti­ca se equi­vo­can de estra­te­gia. En la tran­si­ción Feli­pe Gon­zá­lez, el PSOE y la UGT eran extre­mis­tas y radi­ca­les, la izquier­da de la izquier­da. A nadie se les calen­ta­ba la boca tan­to como a ellos. Cuan­do Feli­pe Gon­zá­lez se opo­nía a la refor­ma del fran­quis­mo para exi­gir la rup­tu­ra, le acu­sa­ban de inci­tar a la vio­len­cia, o sea, al terro­ris­mo. Pero en la polí­ti­ca bur­gue­sa no impor­ta lo que digan de tí; el caso es que hablen. En eso los tiem­pos no han cam­bia­do nada: si los fran­quis­tas te ata­can es para promocionarte.

No hay más que recor­dar los míti­nes de Feli­pe Gon­zá­lez en con­tra de la OTAN, enton­ces el asun­to de moda: «OTAN de entra­da no», fue el lema de la cam­pa­ña elec­to­ral que recau­dó 10 milo­nes de votos. Natu­ral­men­te que muy poco des­pués Feli­pe Gon­zá­lez nos metió en la OTAN de cabe­za y otro del mis­mo equi­po, Javier Sola­na, fue secre­ta­rio gene­ral de la OTAN, que fue el cri­mi­nal que orde­nó el bom­bar­deo de Yugoes­la­via con arma­men­to radiac­ti­vo, y así sucesivamente.

De Sures­nes (1974) al gobierno (1982) sólo trans­cu­rrie­ron ocho años. Pero mien­tras en París pro­me­tie­ron cons­truir el socia­lis­mo, en Madrid lo que hicie­ron fue ini­ciar la recon­ver­sión indus­trial. En Sures­nes el PSOE se pro­nun­ció en con­tra de la Unión Euro­pea, pero quien intro­du­jo a Espa­ña en ella fue el gobierno de Feli­pe González…

Etcé­te­ra. ¿O hay que seguir con­tan­do batallitas?

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