Voto crí­ti­co y cons­truc­ti­vo- Iña­ki Gil de San Vicente

Para Eus­kal Herria al menos son tres las razo­nes que expli­can la impor­tan­cia cua­li­ta­ti­va de las elec­cio­nes euro­peas del pró­xi­mo 25 de mayo: la agu­di­za­ción de la cri­sis del impe­ria­lis­mo; el retro­ce­so de los Esta­dos espa­ñol y fran­cés; y la evo­lu­ción de nues­tra lucha de libe­ra­ción nacio­nal de cla­se. Nin­gu­na de las ante­rio­res elec­cio­nes euro­peas había adqui­ri­do esta sin­gu­lar impor­tan­cia debi­da, fun­da­men­tal­men­te, a que ya están mate­ria­li­za­das las con­se­cuen­cias de la con­tra­ofen­si­va mun­dial del capi­tal con­tra la huma­ni­dad tra­ba­ja­do­ra ini­cia­da en el últi­mo ter­cio del siglo XX, y al holo­caus­to social mul­ti­pli­ca­do des­de 2007. Nin­gu­na de las tres ver­sio­nes ofi­cia­les sobre la Unión Euro­pea expli­ca esta reali­dad: la con­tra­rre­vo­lu­cio­na­ria de la «Idea Euro­pea» des­de Cara­ca­lla en 212 has­ta aho­ra; la reac­cio­na­ria de la «Euro­pa de la Paz» des­de 1945, y la social­de­mó­cra­ta de la «Euro­pa Demo­crá­ti­ca» des­de la déca­da de los años 50. La Unión Euro­pea es, en reali­dad, la for­ma polí­ti­ca actual del deve­nir de la lucha de cla­ses y de la con­cen­tra­ción y cen­tra­li­za­ción de capi­ta­les en el oes­te de Eura­sia. En cuan­to for­ma polí­ti­ca del impe­ria­lis­mo en Euro­pa, la Unión Euro­pea es un poder de cla­se inac­ce­si­ble a las ins­ti­tu­cio­nes parlamentarias.

Hay que par­tir de aquí para com­pren­der la vía muer­ta en la que entra­ron las polí­ti­cas sim­ple­men­te demo­cra­ti­cis­tas que pro­me­tían avan­zar hacia la lla­ma­da «Euro­pa social». El giro hacia el «rea­lis­mo polí­ti­co» de los Ver­des ale­ma­nes, de Siritza y Die Lin­ke, por citar algu­nos casos, es sólo uno de tan­to ejem­plos de la futi­li­dad de estas vías caren­tes de pro­gra­ma máxi­mo y de estra­te­gia. El tac­ti­cis­mo inme­dia­to y urgen­te pue­de ren­dir bene­fi­cios elec­to­ra­les de vue­lo cor­to, pero a medio y a lar­go pla­zo es la mejor ave­ni­da para la inte­gra­ción en la «nor­ma­li­dad demo­crá­ti­ca». Un peli­gro simi­lar ace­cha­rá a EH Bil­du en su futu­ro euro­peo si sólo se guía por su actual pro­gra­ma ‑Mani­fies­to de la can­di­da­tu­ra para las Elec­cio­nes al Par­la­men­to Euro­peo fir­ma­do por los seis colec­ti­vos que inte­gran la lis­ta- carac­te­ri­za­do por cin­co pro­pues­tas que anu­lan la fac­ti­bi­li­dad del res­to del Mani­fies­to por­que afec­tan a la esen­cia mis­ma de la Unión Europea.

Por orden de apa­ri­ción en el tex­to. Una, no ade­lan­tar una pro­pues­ta cla­ra sobre la cues­tión deci­si­va de la pro­pie­dad de la Ban­ca y de las gran­des empre­sas, acep­tan­do el deba­te futu­ro pero sin mar­car línea. Dos, defen­der la tesis de la audi­to­ría de la deu­da en vez de la del impa­go total, recha­zan­do la «deu­da ile­gí­ti­ma» y acep­tan­do el de la supues­ta­men­te «legí­ti­ma». Tres, recu­rrir al ambi­guo tér­mino de «pro­ce­so des­ti­tu­yen­te» de la Unión Euro­pea para abrir uno «cons­ti­tu­yen­te» sin citar el pun­to cru­cial: el poder polí­ti­co efec­ti­vo situa­do fue­ra del Par­la­men­to Euro­peo. Cua­tro, no posi­cio­nar­se tam­po­co con­tra la Unión Euro­pea en sí mis­ma, pos­po­nien­do el deba­te para un futu­ro inde­ter­mi­na­do. Y cin­co, no decir nada sobre cómo va a recha­zar­se a la OTAN y al euroejército.

Las cin­co pro­pues­tas afec­ta­rían direc­ta­men­te a la esen­cia de la Unión Euro­pea si hubie­ran sido lle­va­das a su rigor últi­mo. Al no hacer­lo, al que­dar­se en la ambi­güe­dad e impre­ci­sión dejan en el aire la cues­tión cla­ve de la estruc­tu­ra inter­na de la Unión Euro­pea: la pro­pie­dad pri­va­da de la Ban­ca, el poder polí­ti­co de euro­ale­ma­nia y el bra­zo arma­do de Esta­dos Uni­dos, la OTAN. El res­to de las lógi­cas y nece­sa­rias pro­pues­tas del Mani­fies­to es con­de­na­do así al lim­bo de las con­quis­tas par­cia­les, si es que se con­si­guen, por­que el pro­ble­ma deci­si­vo, el del poder, no se abor­da en el Mani­fies­to. EH Bil­du emplea en sus docu­men­tos pro­pios los tér­mi­nos «revo­lu­ción demo­crá­ti­ca» e «izquier­da trans­for­ma­do­ra», remar­can­do que no quie­re refor­mar la Unión Euro­pea sino trans­for­mar­la, y que no se van a limi­tar a la acción ins­ti­tu­cio­nal, sin embar­go no supe­ran la tóni­ca del Mani­fies­to. En sín­te­sis: no se pre­sen­ta un mode­lo de «revo­lu­ción demo­crá­ti­ca», aun sien­do muy dis­cu­ti­ble este con­cep­to, sino sólo de «trans­for­ma­ción democrática».

Des­con­tex­tua­li­za­do y leí­do sin tener en cuen­ta la impor­tan­cia cua­li­ta­ti­va de perío­do abier­to, como hemos dicho al comien­zo, el Mani­fies­to no apor­ta nin­gu­na razón de peso para ser vota­do, y sí todas para la abs­ten­ción. Pero come­te­ría­mos un error estra­té­gi­co si cayé­ra­mos en esa super­fi­cia­li­dad. EH Bil­du es una des­equi­li­bra­da alian­za socio­po­lí­ti­ca y refor­mis­ta radi­cal que no bus­ca la revo­lu­ción socia­lis­ta y no tie­ne sen­ti­do pedir peras al olmo. Sí tie­ne sen­ti­do ubi­car el papel de EH Bin­du no sólo en el con­tex­to des­cri­to sino tam­bién en sus rela­cio­nes con el res­to de la izquier­da aber­tza­le, y más con­cre­ta­men­te con el inde­pen­den­tis­mo socia­lis­ta. Des­de esta doble pers­pec­ti­va, vemos que en la actua­li­dad el pue­blo tra­ba­ja­dor se enfren­ta a tres gran­des retos: lle­nar de con­te­ni­do una estra­te­gia aún tuer­ta, man­ca y coja; tomar con­cien­cia ple­na de los lími­tes obje­ti­vos insal­va­bles de la «demo­cra­cia»; y enri­que­cer el inter­na­cio­na­lis­mo socia­lis­ta. Las tres pasan por asu­mir que ha con­clui­do una fase his­tó­ri­ca del sis­te­ma demo­crá­ti­co-bur­gués y hemos entra­do en otra mucho más dura y sal­va­je, mar­ca­da entre otras cosas por la mili­ta­ri­za­ción repre­si­va. Este cam­bio afec­ta a la tota­li­dad socio­eco­nó­mi­ca, polí­ti­ca, cul­tu­ral, etc., y su pro­fun­di­dad es tal que el PSOE defien­de que hemos de «ceder más sobe­ra­nía a la Unión Euro­pea», el PP lo da por hecho y el PNV lo acep­ta en la práctica.

Entra­mos en un ciclo elec­to­ral muy impor­tan­te para Hegoal­de en el que es pro­ba­ble que se ela­bo­re la sali­da nacio­na­lis­ta espa­ño­la a la cri­sis de su Esta­do, total­men­te con­di­cio­na­da por las exi­gen­cias impla­ca­bles de la Unión Euro­pea para que pague la deu­da impa­ga­ble que pudre su futu­ro. Ipa­rral­de será muy afec­ta­da por el brus­co y masi­vo recor­te socio­eco­nó­mi­co y recen­tra­li­za­dor impues­to por el PSF cum­plien­do las órde­nes de Bru­se­las. El capi­tal va a inten­tar estru­jar a Eus­kal Herria has­ta la últi­ma gota de su vida para bene­fi­cio del amo euro­peo. Fren­te a esto es más nece­sa­rio que nun­ca antes ampliar las luchas con­tra la invo­lu­ción gene­ra­li­za­da, sabien­do que debe­mos avan­zar en la cons­truc­ción de nues­tra estra­te­gia. El voto crí­ti­co con­sis­te en el avi­so de que por la línea actual del Mani­fies­to no se avan­za real­men­te por el sen­de­ro de la eman­ci­pa­ción, aun­que pue­dan con­se­guir­se algu­nas vic­to­rias tác­ti­cas, pero sí se amplían por el con­tra­rio las posi­bi­li­da­des de empan­ta­na­mien­to en el euro-par­la­men­ta­ris­mo ino­cuo a pesar de las bue­nas inten­cio­nes. El voto cons­truc­ti­vo con­sis­te en reac­ti­var la mili­tan­cia en su sen­ti­do ver­da­de­ro de pra­xis revo­lu­cio­na­ria, es decir, de supe­rar en la prác­ti­ca y en la teo­ría el lími­te insu­pe­ra­ble de la tesis de la «trans­for­ma­ción demo­crá­ti­ca» para pro­fun­di­zar en la diná­mi­ca ascen­den­te de los con­tra­po­de­res popu­la­res, de las situa­cio­nes de doble poder, etc., como pre­fi­gu­ra­ción tác­ti­ca y estra­té­gi­ca de los obje­ti­vos his­tó­ri­cos, más nece­sa­rios hoy que ayer.

Crí­ti­ca y cons­truc­ción van uni­das en la pra­xis coti­dia­na. Sin la pri­me­ra, la cons­truc­ción de la estra­te­gia se rea­li­za sobre el vacío del silen­cio des­ilu­sio­na­do, ter­mi­nan­do en nada. Pero sin la segun­da, la crí­ti­ca care­ce de efi­ca­cia y legi­ti­mi­dad por­que es mera­men­te des­truc­ti­va. Su uni­dad dia­léc­ti­ca com­ple­men­ta­ria gene­ra ilu­sión y cohe­ren­cia, deci­si­vas para el futu­ro. Des­de este cri­te­rio, la cons­truc­ción de una alter­na­ti­va para avan­zar en la Euro­pa Socia­lis­ta de los Pue­blos tie­ne que tener, como míni­mo, dos gran­des capí­tu­los inter­re­la­cio­na­dos pero a la vez rela­ti­va­men­te dife­ren­cia­dos: el pri­me­ro debe expli­car por qué y como debe­mos pro­po­ner medi­das radi­ca­les sobre el impa­go de la deu­da; sobre el avan­ce en el con­trol obre­ro y popu­lar de empre­sas, escue­las, ban­cos, ins­ti­tu­cio­nes, etc.; sobre la recu­pe­ra­ción de todos los dere­chos socia­les recor­ta­dos o anu­la­dos… en fin, sobre las rei­vin­di­ca­cio­nes que jus­ta­men­te apa­re­cen en el Mani­fies­to pero no des­de la pers­pec­ti­va de la «trans­for­ma­ción demo­crá­ti­ca», sino des­de la revo­lu­ción socia­lis­ta, aún leja­na pero la úni­ca efec­ti­va. La segun­da, más len­ta pero tam­bién actual, sobre el con­te­ni­do de la Euro­pa Socia­lis­ta de los Pue­blos, tarea de todas y todos.

Iña­ki Gil de San Vicente

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