Car­ta de Manuel Aran­go sobre el exter­mi­nio de Isa­bel Aparicio

Cár­cel de Zue­ra, 6 de abril de 2014

Algu­nos hechos que rodea­ron el falle­ci­mien­to de Isabel

Han pasa­do 5 días des­de el falle­ci­mien­to de Isa­bel el día 1 de abril y toda­vía estoy muy ais­la­do del exte­rior, ya que el mis­mo día 1 ago­té las lla­ma­das que tenía. Pero la soli­da­ri­dad anó­ni­ma pudo comu­ni­car lo suce­di­do sólo de mane­ra escue­ta a muy pocos telé­fo­nos de los que dis­po­nía. Se me con­ce­die­ron 2 lla­ma­das más, 3 días des­pués, pero vigi­la­das, de tal mane­ra que se cor­ta­rían si ata­ca­ba al cen­tro peni­ten­cia­rio. Igual­men­te, se me ha dene­ga­do mi peti­ción de poder escri­bir duran­te 10 días más de las 2 car­tas per­mi­ti­das a la semana.

El día 1 de abril, en torno a las 6 de la tar­de, me lle­van al exte­rior del módu­lo y me comu­ni­can que Isa­bel había falle­ci­do. No sé cómo expre­sar lo que esta­lló den­tro de mí; lle­gué con 8 o 10 fun­cio­na­rios a la enfer­me­ría de la pri­sión, allí me reci­be un médi­co y me dice que no se pudo hacer nada. Se me dice que falle­ció del corazón.

A con­ti­nua­ción me dicen si quie­ro ver a Isa­bel en un recin­to para falle­ci­dos. Les digo que sí, pero que no quie­ro que nadie esté con­mi­go y que se cie­rren com­ple­ta­men­te las puer­tas tras de mí.

Estu­ve con ella un tiem­po que no pue­do pre­ci­sar. Abra­cé su cuer­po no sé cuan­to tiem­po mien­tras habla­ba en voz muy alta y gri­ta­ba de todo sin parar. Gri­tos polí­ti­cos y gri­tos per­so­na­les. La dije lo que haría mien­tras aca­ri­cia­ba su ros­tro. Salí de aquel recin­to don­de que­da­ba mi cama­ra­da eter­na y mi mara­vi­llo­sa com­pa­ñe­ra sen­ti­men­tal, de la cual seguía pro­fun­da­men­te ena­mo­ra­do a mis 65 años des­de que deci­di­mos unir nues­tras vidas hacía 24 años en la clan­des­ti­ni­dad en Francia.

Al día siguien­te, muy poco des­pués de abrir mi cel­da, cuan­do no hacía ni 15 horas del falle­ci­mien­to de Isa­bel, se me dice entre varios fun­cio­na­rios y una mujer ves­ti­da de civil que ten­go 2 minu­tos para deci­dir si pre­fie­ro ente­rra­mien­to o cre­ma­ción. Les digo que todo me es nue­vo, que no sé nada de mi fami­lia ni de la Isa­bel y que mien­tras no hable con mi abo­ga­do no deci­do nada. Quie­ro recor­dar, en medio de aque­lla con­fu­sión de gen­tes, que se me dice: que todo esta­ba cla­ro y que no ten­go nada que esperar.

Envío al direc­tor del cen­tro una ins­tan­cia con el siguien­te tex­to: “Por el dere­cho que me otor­ga el ser espo­so de la falle­ci­da Isa­bel María Apa­ri­cio Sán­chez, no doy per­mi­so para su ente­rra­mien­to o cre­ma­ción, en tan­to no dis­pon­ga yo en mi poder el estu­dio foren­se que deter­mi­ne la cau­sa de su falle­ci­mien­to; así como exi­jo hablar con mi abo­ga­do por si se vie­se nece­sa­rio hacer un con­tra­es­tu­dio. Por tan­to, me nie­go a que sea ente­rra­da o inci­ne­ra­da sin antes deter­mi­nar las cau­sas de su falle­ci­mien­to”. 2 de abril.

Un tiem­po des­pués envié el mis­mo tex­to al Juz­ga­do de Guar­dia de Zaragoza.

Por otra par­te y en medio de una situa­ción de ais­la­mien­to del exte­rior por las cau­sas que he men­cio­na­do, voy sabien­do que Isa­bel se des­plo­mó de la silla don­de esta­ba y que en sue­lo aún esta­ba con vida. Tam­bién supe que algún doc­tor sos­te­nía que no había sido un infar­to, sino trom­bo­sis cere­bral o pulmonar.

Me dicen que ten­go que reco­ger todas las per­te­nen­cias de Isa­bel. Hace tiem­po que sólo pue­do car­gar con muy poco peso, por lo cual algu­nos pre­sos de mi módu­lo por soli­da­ri­dad me suben a dia­rio a mi cel­da las bol­sas de mis libros y el mate­rial de tra­ba­jo. En su cel­da reco­jo todo orde­na­da­men­te ayu­da­do por otros pre­sos del módu­lo car­ce­la­rio don­de estoy. Todo pasa­ría a un alma­cén de ingre­sos, excep­to una bol­sa de pape­les que no que­ría que que­da­se sin mi con­trol. Que­ría lle­var­me más, pero creo que no se podía. Toda­vía esta­ba en su mesa un tex­to polí­ti­co que está­ba­mos tra­ba­jan­do, había cajas de tra­ba­jos manua­les en pre­pa­ra­ción, su peque­ña ban­de­ra de la Repú­bli­ca Popu­lar y peque­ños men­sa­jes revo­lu­cio­na­rios en el cor­cho. La cel­da de Isa­bel era una cel­da de tra­ba­jo: car­pe­tas, libros, dibu­jos, etc.

Seguí sin saber nada de nadie, has­ta que vie­ne el hijo de Isa­bel y me dice que el examen mues­tra que fue infar­to de mio­car­dio y que no sabían cuan­do la lle­va­rían a Madrid des­pués de la inci­ne­ra­ción. Mien­tras tan­to, supe que el abo­ga­do había deman­da­do que se abrie­ran dili­gen­cias de inves­ti­ga­ción en el Juz­ga­do nº 9 de Zara­go­za, lo cual con­lle­va­ba pro­se­guir el tra­ba­jo foren­se a tra­vés de algu­nas mues­tras bási­cas, lo que no impe­día con­su­mar la cre­ma­ción. Todo fue un con­jun­to de hechos ace­le­ra­da­men­te encadenados.

El día 4 me lle­van a la fun­cio­na­ria muni­ci­pal de Torre­ro en Zara­go­za. En una sala esta­ban en un rin­cón, en silen­cio, una serie de per­so­nas que debían de ser de la fami­lia de Isa­bel. A mí me sitúan espo­sa­do y flan­quea­do por la poli­cía en el extre­mo opues­to de la sala. Allí estu­ve unos 2 minu­tos y exi­gí ver a Isa­bel. La poli­cía me lle­va has­ta el fére­tro, colo­qué mis manos espo­sa­das en el suda­rio de Isa­bel y des­pués levan­té mis dos puños hacia lo alto. La poli­cía me sacó de la sala. El dolor total y el odio total hacia todos mis enemi­gos de cla­se me acom­pa­ña­ron en la sole­dad del fur­gón poli­cial en el retorno a la prisión.

Habían pasa­do algo más de tres días des­de que me habían comu­ni­ca­do el falle­ci­mien­to de Isabel.

La soli­da­ri­dad

En estos cin­co días he reci­bi­do innu­me­ra­bles mues­tras de soli­da­ri­dad de todo tipo y pro­ce­den­cia de la calle. Tam­bién he logra­do saber que mis ancia­nos padres han reci­bi­do bas­tan­tes mues­tras de solidaridad.

En la pri­sión de Zue­ra he reci­bi­do la soli­da­ri­dad de los com­pa­ñe­ros vas­cos y una bue­na can­ti­dad de car­tas y men­sa­jes de apo­yo. Del módu­lo car­ce­la­rio don­de se encon­tra­ba Isa­bel reci­bí unos folios con 60 fir­mas con 60 peque­ñas fra­ses, una sola de esas peque­ñas fra­ses lo podría resu­mir todo: “Isa­bel era muy bue­na mujer”. En mi módu­lo, con todo el mun­do en pie, se expu­so la figu­ra revo­lu­cio­na­ria de Isabel.

Se con­su­mó el exter­mi­nio físico

No sé si Isa­bel falle­ció de infar­to de mio­car­dio, trom­bo­sis, etc, pero lo que sí sé, y eso debe que­dar muy cla­ro, es que su falle­ci­mien­to fue el últi­mo acto de un pro­ce­so de exter­mi­nio físi­co que comen­zó tan pron­to fue encar­ce­la­da en el año 2007.

Isa­bel vivió sus últi­mos 7 años de vida sufrien­do la polí­ti­ca repre­si­va peni­ten­cia­ria, mani­fes­ta­da en múl­ti­ples for­mas: sufrió la inde­fen­sión, el aban­dono o en su caso las negli­gen­cias en el terreno médi­co-sani­ta­rio. Isa­bel se fue murien­do de for­ma cruel no sólo por­que esta­ba en la cár­cel, sino y muy espe­cial­men­te por­que era una pre­sa polí­ti­ca. Por tan­to, el falle­ci­mien­to de Isa­bel fue un cri­men polí­ti­co de Estado.

En los últi­mos tiem­pos, Isa­bel ape­nas podía andar (cami­na­ba muy des­pa­ci­to) y sus bol­sas eran trans­por­ta­das soli­da­ria­men­te por otras pre­sas. Siem­pre esta­ba can­sa­da, a veces ago­ta­da; seguía dur­mien­do como máxi­mo 4 o 5 horas al día (y eso duran­te años) debi­do a la sinu­si­tis cró­ni­ca; tenía dolo­res bas­tan­te inten­sos en la colum­na ver­te­bral y en las pier­nas (que se le hin­cha­ban); sus dedos de los pies eran “ovi­llos”, y un lar­go etcé­te­ra de gra­ves pro­ble­mas físi­cos que han sido denun­cia­dos públi­ca­men­te en estos años.

Las muy nume­ro­sas car­tas de Isa­bel con­tie­nen pasa­jes cons­tan­tes de su mar­ti­rio físi­co, mien­tras que las foto­gra­fías que logra­ba hacer­se cada año son una cla­mo­ro­sa denun­cia grá­fi­ca del dete­rio­ro físi­co galo­pan­te que sufría.

Entre otros muchos tex­tos de denun­cia que hici­mos Isa­bel y yo en estos años, voy a reco­ger unos pasa­jes de un comu­ni­ca­do denun­cia que reali­cé exac­ta­men­te hace poco más de un año, en mar­zo de 2013, y en el cual ya aler­ta­ba del ace­le­ra­do exter­mi­nio físi­co que esta­ba sufrien­do Isabel.

“Recien­te­men­te, a mi com­pa­ñe­ra sen­ti­men­tal, Isa­bel Apa­ri­cio, la tuvie­ron que lle­var a la enfer­me­ría de la pri­sión (Zue­ra) en la que se encuen­tra para sumi­nis­trar­le, en dos días con­se­cu­ti­vos, varias sesio­nes de un bron­co­di­la­ta­dor com­bi­na­do con oxí­geno, debi­do a que el aire que absor­bía era tan esca­so que sen­tía una sen­sa­ción real de asfi­xia y la pri­va­ba de las fuer­zas sufi­cien­tes para rea­li­zar, de mane­ra nor­mal, has­ta las tareas más cotidianas.

Esta situa­ción, que se ha ido agra­van­do pau­la­ti­na­men­te, vie­ne pro­du­cién­do­se des­de hace mucho tiempo.

Hace más de dos años, estan­do en la cár­cel de Brie­va, ya tuvie­ron que sumi­nis­trar­le oxígeno (…)

Esto por una par­te, por otra, se encuen­tra la inope­ran­cia o aban­dono sani­ta­rio que vie­ne sufrien­do duran­te años por su sinu­si­tis cró­ni­ca, lo que agra­va con­ti­nua­men­te todo el fun­cio­na­mien­to res­pi­ra­to­rio y pro­vo­ca que pase una gran par­te de las noches des­pier­ta; no con­si­gue dor­mir más de dos horas segui­das, la tos y el blo­queo de las vías res­pi­ra­to­rias traen apa­re­ja­do la inte­rrup­ción del sue­ño y le obli­gan a levan­tar­se duran­te mucho tiem­po has­ta que con­si­gue res­ta­ble­cer la respiración.

Jun­to a todo ello, se encuen­tran los gra­ves pro­ble­mas de colum­na ver­te­bral. Los de la zona lum­bar le vie­nen pro­du­cien­do duran­te años fuer­tes dolo­res que se van inten­si­fi­can­do, pro­vo­cán­do­le una movi­li­dad cada vez más redu­ci­da y la pér­di­da de fuer­za en las pier­nas. La reali­dad es que hace tiem­po que ten­dría que haber sido ope­ra­da de dos her­nias dis­ca­les y del estre­cha­mien­to del con­duc­to medular. (…)

De las lesio­nes que pade­ce en las cer­vi­ca­les sólo ha reci­bi­do en unos cuan­tos años 7 sesio­nes de reha­bi­li­ta­ción de 10 minu­tos cada una; mien­tras tan­to, sus manos y su cabe­za tiem­blan con­ti­nua­men­te de mane­ra cada vez más osten­si­ble e incontrolada. (…)

Los diver­sos actos de pro­tes­ta rea­li­za­dos, los nume­ro­sos recur­sos judi­cia­les ante el juez de vigi­lan­cia peni­ten­cia­ria, así como las adver­ten­cias y denun­cias ante la direc­ción sani­ta­ria de pri­sio­nes, no han podi­do dete­ner esta diná­mi­ca de exterminio.

Todo el mun­do sabe que la repre­sión polí­ti­ca con­tra los revo­lu­cio­na­rios encar­ce­la­dos inci­de con espe­cial gra­ve­dad sobre los enfer­mos, a los que se apli­ca la repre­sión gene­ral más el aban­dono y la inde­fen­sión en el terreno sanitario.

Por tan­to, la sal­va­guar­da de la vida y la salud de los pre­sos polí­ti­cos, como siem­pre, depen­de de la resis­ten­cia y las luchas populares.”

Una lucha en pri­me­ra línea

La polí­ti­ca de dis­per­sión y ais­la­mien­to, las medi­das res­tric­ti­vas y las prohi­bi­cio­nes, las repre­sa­lias de diver­so tipo, etc. con­for­man el cam­po de bata­lla don­de se encuen­tran los revo­lu­cio­na­rios encar­ce­la­dos, entre ellos los mili­tan­tes del PCE® y los gue­rri­lle­ros de los GRAPO.

Fren­te al enemi­go tene­mos las armas de las con­vic­cio­nes revo­lu­cio­na­rias, la dig­ni­dad pro­le­ta­ria, la total con­fian­za en la vic­to­ria revo­lu­cio­na­ria, el estu­dio y el tra­ba­jo mul­ti­fa­cé­ti­co orga­ni­za­do. Con estas armas, y con el apo­yo de las orga­ni­za­cio­nes revo­lu­cio­na­rias y de soli­da­ri­dad en la calle, así como con el apo­yo de los tra­ba­ja­do­res, lucha­mos en las pri­sio­nes los revo­lu­cio­na­rios. Es una lucha en pri­me­ra línea de com­ba­te, una lucha a vida o muer­te en no pocas oca­sio­nes y cons­tan­te siempre.

Isa­bel man­tu­vo, a la vez, una lucha en dos frentes:

Con­tra la polí­ti­ca repre­si­va car­ce­la­ria y una lucha con­tra el dolor y su dete­rio­ro físi­co, en medio de la inde­fen­sión. Estas son ver­da­des irrefutables.

Ade­más, Isa­bel redac­ta­ba tex­tos, estu­dia­ba, dibu­ja­ba y hacía tra­ba­jos manua­les con esca­sos medios.

Así vivió Isa­bel en pri­sión has­ta el últi­mo día de su vida.

Una mujer comunista

Cum­plió 60 años en febre­ro y des­de los 18, en tiem­pos de Fran­co, par­ti­ci­pó en la lucha revo­lu­cio­na­ria. Fue mili­tan­te de de la OMLE (Orga­ni­za­ción Mar­xis­ta Leni­nis­ta de Espa­ña), la orga­ni­za­ción que creó las bases para la recons­ti­tu­ción en el PCE® en 1975, del cual Isa­bel fue mili­tan­te has­ta su falle­ci­mien­to. Fue tam­bién gue­rri­lle­ra de los GRAPO.

Podría indi­car muchos aspec­tos de Isa­bel, pero ante todo era una comu­nis­ta con­ven­ci­da, tra­ba­ja­do­ra tenaz y de cora­zón ague­rri­do. Era trans­pa­ren­te, expan­si­va y jovial, era, en suma, la ale­gría de vivir.

Para fina­li­zar este tex­to, rea­li­za­do por mi par­te bajo unas con­di­cio­nes difí­ci­les, reco­ge­ré algu­nos pasa­jes de su bio­gra­fía polí­ti­ca, rea­li­za­da en estos años.

“En nues­tros tex­tos en la Comu­na ‑de cuan­do Isa­bel estu­vo pre­sa en los años 80- le dedi­cá­ba­mos espe­cial aten­ción a la situa­ción de la mujer tra­ba­ja­do­ra y a la lucha con­tra la secu­lar opre­sión que vie­ne pade­cien­do, así como a la nece­si­dad de su incor­po­ra­ción a las Orga­ni­za­cio­nes que prac­ti­can la lucha revo­lu­cio­na­ria, acto supre­mo de la lucha por su eman­ci­pa­ción, que se haya inse­pa­ra­ble­men­te uni­da al derro­ca­mien­to del régi­men fas­cis­ta y la implan­ta­ción de la nue­va socie­dad socialista”

“La prin­ci­pal expe­rien­cia que tras­mi­to como mili­tan­te comu­nis­ta es que ten­go la cla­ra con­cien­cia de que nues­tro Par­ti­do es indes­truc­ti­ble: La jus­te­za de nues­tra Línea Polí­ti­ca, nues­tra rica y exten­sa teo­ría revo­lu­cio­na­ria de van­guar­dia y cer­ca de 40 años de expe­rien­cias prác­ti­cas revo­lu­cio­na­rias en pri­me­ra línea de com­ba­te son baluar­tes inexpugnables”.

Mi lla­ma­mien­to

Ani­mo con todas mis fuer­zas a que todos los actos que se reali­cen en memo­ria de Isa­bel sean actos de com­pro­mi­so de lucha y de com­pro­mi­so orga­ni­za­ti­vo. Y a ti, tra­ba­ja­do­ra anó­ni­ma, a la que no conoz­co, te ani­mo a que des un paso al fren­te y luches por tus dere­chos y por tu futu­ro con todo lo que puedas.

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