Cua­ren­ta tesis sobre la pers­pec­ti­va his­tó­ri­ca comu­nis­ta- Iña­ki Gil de San Vicente

1. Es urgen­te ampliar e inten­si­fi­car un anti­guo deba­te que se man­tu­vo entre peque­ños núcleos comu­nis­tas inter­na­cio­na­les a raíz de la Pri­me­ra Gue­rra Mun­dial y en espe­cial de la olea­da revo­lu­cio­na­ria ini­cia­da en 1917: ¿Ha entra­do el modo de pro­duc­ción capi­ta­lis­ta en una fase de decli­ve his­tó­ri­co o por el con­tra­rio man­tie­ne toda­vía fuer­zas expan­si­vas sus­tan­cia­les como las que tenía en el siglo XIX? Nóte­se que aquí habla­mos de modo de pro­duc­ción y no de for­ma­cio­nes eco­nó­mi­co-socia­les, es decir, aquí y por aho­ra, nos man­te­ne­mos en el plano de lo gené­ti­co-estruc­tu­ral del modo de pro­duc­ción, o si se quie­re, de su esen­cia bási­ca per­ma­nen­te a pesar de los cam­bios for­ma­les por impor­tan­tes que sean. Nóte­se tam­bién que no habla­mos de la tesis esta­li­nis­ta de la «Cri­sis Gene­ral» del capi­ta­lis­mo pre­ci­sa­men­te cuan­do este esta­ba ini­cian­do una fase expan­si­va en una par­te del mun­do, fase cono­ci­da como key­ne­sia­na y tay­lor-for­dis­ta, y que aho­ra, una vez con­clui­da, se le ha deno­mi­na­do como los «Trein­ta Gloriosos».

2. Habla­mos del deba­te que va cobran­do fuer­za y rigor sobre el ago­ta­mien­to interno del modo capi­ta­lis­ta de pro­duc­ción, ago­ta­mien­to que impe­di­rá otra lar­ga fase expan­si­va mun­dial de la mis­ma fuer­za que la fini­qui­ta­da, o de zonas impor­tan­tes aun­que tal vez pue­de per­mi­tir esta­bi­li­za­cio­nes loca­les tran­si­to­rias y has­ta fuga­ces repun­tes al alza muy loca­li­za­dos, que serán armas de lucha ideo­ló­gi­ca pro­pa­gan­dís­ti­ca a nivel mun­dial. Aho­ra mis­mo se emplean varios tér­mi­nos para refe­rir­se a la mis­ma pro­ble­má­ti­ca: capi­ta­lis­mo senil, decli­nan­te, deca­den­te, etc.; inclu­so el deba­te sobre las fases u ondas lar­gas con­du­ce a la mis­ma inte­rro­gan­te: ¿se están acor­tan­do las fases entre las cri­sis a la vez que aumen­ta su gra­ve­dad, inten­si­dad y exten­sión? ¿Cómo serán las siguien­tes cri­sis y sus inter-fases, y las fases inter-cri­sis? En defi­ni­ti­va ¿se ha ago­ta­do la fuer­za expan­si­va del capi­ta­lis­mo y de ser cier­to, qué con­se­cuen­cias glo­ba­les aca­rrea su deca­den­cia cons­tric­ti­va y cómo afrontarlas?

3. Un modo de pro­duc­ción es his­tó­ri­ca­men­te expan­si­vo en la medi­da en que sus fuer­zas pro­duc­ti­vas son supe­rio­res a sus fuer­zas des­truc­ti­vas, es decir, en la medi­da en que su impac­to obje­ti­vo sobre la natu­ra­le­za no impi­de toda­vía su capa­ci­dad de car­ga, de rege­ne­ra­ción y de repro­duc­ción en la zona afec­ta­da por ese modo de pro­duc­ción, y en la medi­da en que la espe­cie huma­na pue­de mejo­rar rela­ti­va­men­te sus con­di­cio­nes de exis­ten­cia en com­pa­ra­ción a las alcan­za­das en el ante­rior modo de pro­duc­ción. La obten­ción y uso racio­na­les de la ener­gía es uno de los bare­mos obje­ti­vos en su rela­ti­vi­dad socio­his­tó­ri­ca para medir con algu­na fia­bi­li­dad el ascen­so y decli­ve de un modo de pro­duc­ción. Dicho a gran­des ras­gos, la ley del aho­rro de ener­gía, o ley del míni­mo esfuer­zo, expli­ca muchas cosas deci­si­vas en la evo­lu­ción bio­ló­gi­ca, y la ley de la pro­duc­ti­vi­dad del tra­ba­jo las expli­ca en la antro­po­ge­nia. En los modos injus­tos y explo­ta­do­res, los cons­tre­ñi­dos por la pro­pie­dad pri­va­da de las fuer­zas pro­duc­ti­vas, la ley del valor-tra­ba­jo va mos­tran­do la irra­cio­na­li­dad glo­bal inhe­ren­te a la pro­pie­dad pri­va­da. Un ejem­plo lo tene­mos en la con­ti­nui­dad de fon­do y en los cam­bios de for­ma de la pro­pie­dad patriar­cal de las muje­res por su exclu­si­va capa­ci­dad de ins­tru­men­to de pro­duc­ción sexo-eco­nó­mi­co y sexo-afec­ti­vo para repro­du­cir fuer­za de tra­ba­jo huma­na que, en el modo capi­ta­lis­ta, es una mercancía.

4. Hay que tener en cuen­ta que jun­to al modo de pro­duc­ción domi­nan­te coexis­ten otros modos ante­rio­res, sub­su­mi­dos, supe­ra­dos ya o toda­vía decli­nan­tes, coexis­ten­cia que si bien difi­cul­ta la medi­ción de las poten­cia­li­da­des del modo de pro­duc­ción domi­nan­te, no la anu­lan total­men­te, de mane­ra que siem­pre es posi­ble cali­brar a gran­des ras­gos los avan­ces poten­cia­les y reales del nue­vo y domi­nan­te con res­pec­to a los supe­ra­dos. Aquí debe­mos vol­ver a la ley de la pro­duc­ti­vi­dad del tra­ba­jo, que con­sis­te en que con la mis­ma uni­dad de tiem­po y/​o ener­gía pue­de rea­li­zar­se más pro­duc­to de tra­ba­jo que otro colec­ti­vo o per­so­na, o lo que es lo mis­mo pero a la inver­sa, que el mis­mo pro­duc­to de tra­ba­jo se ha rea­li­za­do con menos gas­to de ener­gía y/​o menos tiem­po que otro colec­ti­vo o persona.

5. El aho­rro de tiem­po y ener­gía, o sea, la pro­duc­ti­vi­dad socio­his­tó­ri­ca media, es la base obje­ti­va, mate­ria­lis­ta, que per­mi­te valo­rar con algu­na fia­bi­li­dad el menor o mayor desa­rro­llo con­tra­dic­to­rio y rela­ti­vo de cada modo de pro­duc­ción com­pa­ra­do con el pre­ce­den­te y con el pos­te­rior. Desa­rro­llo rela­ti­vo y con­tra­dic­to­rio. Según evo­lu­cio­nen estas diná­mi­cas, pue­de lle­gar el momen­to en el que el cre­ci­mien­to de las fuer­zas pro­duc­ti­vas cho­que con las rela­cio­nes socia­les de pro­duc­ción, abrién­do­se una fase revo­lu­cio­na­ria que pue­de ter­mi­nar con la vic­to­ria de uno de los ban­dos en con­flic­to o con el hun­di­mien­to del sis­te­ma en su con­jun­to. Exis­ten varios posi­bles futu­ros, y el resul­tan­te últi­mo depen­de de la evo­lu­ción de la lucha de cla­ses a nivel mundial.

6. ¿Cómo saber que un modo de pro­duc­ción lle­ga al lími­te de sus fuer­zas expan­si­vas y entra en su fase decli­nan­te? Aho­ra sólo vamos a suge­rir cua­tro eva­lua­do­res. Uno, el incre­men­to de las cri­sis socio-eco­nó­mi­cas, la reduc­ción de los tiem­pos entre cri­sis y cri­sis, el aumen­to de su gra­ve­dad e inter­ac­ción, y el retro­ce­so en las con­di­cio­nes de vida y tra­ba­jo de los pue­blos. Dos, la difi­cul­tad cre­cien­te en la obten­ción de ener­gías has­ta entrar en la fase de ago­ta­mien­to, con su siner­gia nega­ti­va. Tres, el aumen­to de las resis­ten­cias a la explo­ta­ción y con­si­guien­te­men­te el aumen­to de las repre­sio­nes y de las vio­len­cias opre­so­ras para con­te­ner no sólo las luchas al alza, sino el mis­mo dete­rio­ro del sis­te­ma en su glo­ba­li­dad. Y cua­tro, el debi­li­ta­mien­to de la legi­ti­mi­dad de la cla­se domi­nan­te, el refor­za­mien­to de la legi­ti­mi­dad de las cla­ses domi­na­das y la apa­ri­ción de alter­na­ti­vas al sis­te­ma, que no sólo al poder. Excep­tuan­do el del comu­nis­mo pri­mi­ti­vo, cada modo de pro­duc­ción tie­ne sus for­mas espe­cí­fi­cas de inter­ac­ción sinér­gi­ca de esos cua­tro pun­tos y de otros que no hemos expues­to; cada modo tie­ne sus rit­mos de cre­ci­mien­to y des­apa­ri­ción. No pode­mos tras­la­dar nues­tro pen­sa­mien­to y coor­de­na­das men­ta­les al pasado.

7. En el capi­ta­lis­mo las cri­sis socio­eco­nó­mi­cas se acor­tan en el tiem­po, se hacen más devas­ta­do­ras, y se pro­pa­gan por el mun­do casi a la velo­ci­dad de la luz. Se ini­cian como sub­cri­sis par­cia­les, y aun­que las sub­cri­sis finan­cie­ras son las deto­nan­tes por lo gene­ral, tam­bién hay sub­cri­sis en el capi­tal indus­trial y en el de ser­vi­cios. Pero la razón de fon­do es el accio­nar len­to y osci­lan­te de la ten­den­cia a la caí­da de los bene­fi­cios medios como con­tra­dic­ción sub­te­rrá­nea que impul­sa al res­to. En la medi­da en que los bene­fi­cios tien­den a caer, en espe­cial en el capi­tal indus­trial y en menor cuan­tía en el de ser­vi­cios, enton­ces los capi­ta­lis­tas ape­nas rein­vier­ten en la poco ren­ta­ble indus­tria vol­cán­do­se en el finan­cie­ro, que se agi­gan­ta y se hace ingobernable.

8.
El capi­tal indus­trial tien­de a la caí­da de los bene­fi­cios por­que los cos­tos cre­cien­tes en capi­tal cons­tan­te redu­cen el plus­va­lor obte­ni­do. El capi­tal cons­tan­te debe incre­men­tar­se por­que la tec­no­lo­gía es cada vez más cara, y por mucho que se reduz­ca el capi­tal varia­ble, los suel­dos, para com­pen­sar, la inver­sión en capi­tal fijo es cada vez más cos­to­sa y nece­sa­ria. Por otra par­te, aumen­ta la capa­ci­dad pro­duc­ti­va y dis­mi­nu­ye la capa­ci­dad de com­pra por lo que aumen­ta el stock alma­ce­na­do y con él las pér­di­das. En un prin­ci­pio, la inver­sión en capi­tal finan­cie­ro ali­via la cri­sis indus­trial y aumen­ta la cir­cu­la­ción de capi­ta­les y los bene­fi­cios, pero a cos­ta de ir crean­do diver­sas bur­bu­jas que esta­llan siem­pre con efec­tos cada vez más desas­tro­sos. Así, sobre la base de la ley de la caí­da ten­den­cial de la tasa media de ganan­cia como diná­mi­ca des­es­ta­bi­li­za­do­ra pro­fun­da, se desa­rro­llan tres deto­nan­tes dife­ren­tes pero inter­re­la­cio­na­dos de la cri­sis: sobre­pro­duc­ción, sub­con­su­mo y no corres­pon­den­cia entre el sec­tor I y II: la cri­sis lle­ga a ser mundial.

9.
Si el ini­cio de la cri­sis siem­pre res­pon­de a cau­sas estric­ta­men­te eco­nó­mi­cas, la sali­da de la cri­sis res­pon­de a solu­cio­nes polí­ti­cas que diri­gen en un sen­ti­do u otro las posi­bi­li­da­des opues­tas inser­tas en las con­tra­dic­cio­nes socia­les del capi­ta­lis­mo, posi­bi­li­da­des que se deci­den por la lucha de cla­ses. Aho­ra bien, yerra quien sepa­re e inco­mu­ni­que las cau­sas eco­nó­mi­cas de la lucha de cla­ses expre­sa­da en los con­flic­tos socia­les, polí­ti­cos, mili­ta­res, etc. El capi­ta­lis­mo es una tota­li­dad en la que la con­tra­dic­cio­nes eco­nó­mi­cas actúan con rela­ti­va auto­no­mía del con­tex­to socio­po­lí­ti­co en cir­cuns­tan­cias nor­ma­les; es el accio­nar interno de esa auto­no­mía eco­nó­mi­ca el que, con sus con­tra­dic­cio­nes espe­cí­fi­cas, encien­de los fue­gos de las cri­sis, pero más pron­to que tar­de las deci­sio­nes socio­po­lí­ti­cas empie­zan a azu­zar o apa­gar esos fue­gos que pue­den ter­mi­nar en un incen­dio arra­sa­dor. Una de las prue­bas de que el capi­ta­lis­mo está en fase de seni­li­dad es que el tre­men­do inter­ven­cio­nis­mo esta­tal y de otras ins­ti­tu­cio­nes pri­va­das bur­gue­sas no con­si­guen impe­dir el esta­lli­do de cri­sis cada vez más duras y frecuentes.

10. La bur­gue­sía cabal­gó el tigre revo­lu­cio­na­rio de las masas cam­pe­si­nas y urba­nas enfu­re­ci­das por el ham­bre, el frío, la pes­te y el fue­go de la repre­sión. En mayor o en menor medi­da, las cua­tro revo­lu­cio­nes bur­gue­sas ‑Paí­ses Bajos, Gran Bre­ta­ña, Esta­dos Uni­dos y Esta­do francés‑, estu­vie­ron pro­vo­ca­das ade­más de otros fac­to­res tam­bién por una sos­te­ni­da baja­da de las tem­pe­ra­tu­ras medias, por un ago­ta­mien­to de la made­ra como com­bus­ti­ble, por unas cose­chas desas­tro­sas y por las ham­bru­nas y las enfer­me­da­des. Los moli­nos de agua y de vien­to, y la fuer­za huma­na y de otros ani­ma­les, ya no daban abas­to. La sal­va­ción ener­gé­ti­ca del capi­ta­lis­mo vino del car­bón y de la hulla, de la máqui­na de vapor y del paso de la manu­fac­tu­ra a la indus­tria. Para fina­les del siglo XIX estos recur­sos ener­gé­ti­cos eran insu­fi­cien­tes y el cru­do de petró­leo y la elec­tri­ci­dad apa­re­cie­ron como la segun­da sal­va­ción uni­da al trán­si­to del colo­nia­lis­mo al imperialismo.

11. La épo­ca feliz de los Trein­ta Glo­rio­sos dis­pa­ró el con­su­mo ener­gé­ti­co irra­cio­nal a nive­les inso­por­ta­bles para la natu­ra­le­za. La ener­gía nuclear apa­re­ció en la segun­da mitad del siglo XX como la alter­na­ti­va a un segu­ro ago­ta­mien­to del cru­do de petró­leo, pero los pro­ble­mas gene­ra­dos por la ener­gía nuclear son irre­so­lu­bles y des­truc­ti­vos, sui­ci­das, lo que no asus­ta a la bur­gue­sía mili­ta­ris­ta y pro-ató­mi­ca. Un sec­tor de la bur­gue­sía lan­zó la moda del «desa­rro­llo sos­te­ni­ble», del capi­ta­lis­mo ver­de, del eco-capi­ta­lis­mo, de las ener­gías blan­das y reno­va­bles pero en pro­pie­dad suya y no de los pue­blos, y el refor­mis­mo lan­zó la moda del decre­ci­mien­to. Tam­bién se bus­ca con deses­pe­ra­ción la lla­ma­da «ener­gía inago­ta­ble y lim­pia», la ener­gía de fusión, pero aun­que teó­ri­ca­men­te es fac­ti­ble, téc­ni­ca y prác­ti­ca­men­te es casi irrea­li­za­ble, al menos duran­te mucho tiem­po. Como solu­ción inme­dia­ta, el méto­do cono­ci­do como frac­king pue­de ali­viar la esca­sez a cor­to pla­zo, pero sólo retra­sa el pro­ble­ma ener­gé­ti­co crean­do otros nue­vos de índo­le ecológica.

12.
Ade­más de eco­nó­mi­co, el pro­ble­ma ener­gé­ti­co es polí­ti­co, de poder polí­ti­co en el dise­ño y eje­cu­ción del abas­te­ci­mien­to y gas­to ener­gé­ti­co de las pobla­cio­nes. La ali­men­ta­ción tam­bién es ener­gía, y lo es la cul­tu­ra y la liber­tad, ener­gía moral y éti­ca. Y lo es la salud. Todo ello es un pro­ble­ma polí­ti­co de con­trol y man­do sobre el capi­tal trans­na­cio­nal pro­pie­ta­rio de las indus­trias ener­gé­ti­cas, ali­men­ta­rias, sani­ta­rias, y sobre los Esta­dos impe­ria­lis­tas que pro­te­gen los espa­cios de rea­li­za­ción y alma­ce­na­je del capi­tal acu­mu­la­do por las trans­na­cio­na­les. Mien­tras que la capa­ci­dad de car­ga del pla­ne­ta se redu­ce alar­man­te­men­te, a la vez que los mine­ra­les estra­té­gi­cos han lle­ga­do al lími­te de la sobre­ex­plo­ta­ción y reci­cla­je, y mien­tras los cos­tos de la lla­ma­da «segun­da con­tra­dic­ción» del capi­tal se aña­den a los efec­tos de la ley de caí­da ten­den­cial de la tasa media de ganan­cia, mien­tras esto suce­de, las reser­vas ener­gé­ti­cas natu­ra­les, inclui­da la prin­ci­pal, la de la fuer­za de tra­ba­jo huma­na, se redu­ce impa­ra­ble­men­te. Una vez que el pro­ble­ma ener­gé­ti­co apa­re­ce como lo que es, un pro­ble­ma de poder polí­ti­co, un pro­ble­ma de for­ma de pro­pie­dad: colec­ti­va o pri­va­da, enton­ces, hay que saber que sólo exis­ten dos sali­das: caos o comunismo.

13.
Como hemos dicho, toda cri­sis, por peque­ña, par­cial y ais­la­da que fue­re, gene­ra una corres­pon­dien­te dosis de repre­sión, de des­truc­ción de fuer­zas pro­duc­ti­vas obso­le­tas. Pero no se tra­ta de una espe­cie de auto­de­pu­ra­ción auto­má­ti­ca y mecá­ni­ca del sis­te­ma, sino que siem­pre exis­te un con­te­ni­do polí­ti­co en la sali­da de cual­quier cri­sis. Y cuan­to más pro­fun­da, sis­té­mi­ca y pro­lon­ga­da es la catás­tro­fe más con­te­ni­do polí­ti­co, repre­si­vo y mili­tar, tie­ne su reso­lu­ción, sea en el sen­ti­do que sea. Des­de el siglo XVII las gue­rras mun­dia­les han sido las solu­cio­nes últi­mas para des­atas­car el ato­lla­de­ro capi­ta­lis­ta, pero las dos últi­mas, la de 1914 – 1918 y 1940 – 1945, mar­can un pun­to de infle­xión por su leta­li­dad y por las fuer­zas des­truc­ti­vas reales que han gene­ra­do. Aho­ra bien, las sali­das repre­si­vas y mili­ta­res res­pon­den en defi­ni­ti­va y antes que nada a la nece­si­dad de aca­bar con las resis­ten­cias de las cla­ses y pue­blos explo­ta­dos, así como de ven­cer las opo­si­cio­nes de otras bur­gue­sías competidoras.

14. La olea­da revo­lu­cio­na­ria ini­cia­da en 1917 y refor­za­da en 1929, que había teni­do un avi­so en la revo­lu­ción mexi­ca­na de 1910, entre otras luchas, fue aplas­ta median­te el fas­cis­mo, la des­ca­ra­da trai­ción social­de­mó­cra­ta, los erro­res del esta­li­nis­mo y, como ver­da­de­ra «solu­ción final», la Segun­da Gue­rra Mun­dial que duró más que de 1940 a 1945. Si ya en la gue­rra de 1914 – 1918 se for­ta­le­ció el com­ple­jo indus­trial-mili­tar, fue a par­tir de enton­ces cuan­do lo indus­trial-mili­tar empe­zó a fusio­nar­se con la tecno-cien­cia y el con­trol repre­si­vo poli­cial bajo la direc­ción estra­té­gi­ca del Esta­do, y en estre­cha sim­bio­sis con gran­des cor­po­ra­cio­nes finan­cie­ro-indus­tria­les. A par­tir de aquí, la ten­den­cia obje­ti­va es la del refor­za­mien­to del Esta­do inter­ven­tor, fuer­te y dota­do de casa vez más pode­res. Esta ten­den­cia no se debi­li­tó duran­te los famo­sos Trein­ta Glo­rio­sos, 1945 – 1975, y se for­ta­le­ció duran­te la deno­mi­na­da «gue­rra fría», 1949 – 1991, que ha sido en reali­dad un con­ti­nuo de peque­ñas y gran­des gue­rras calien­tes, san­gui­na­rias mucha de ellas, que tam­bién han sido silen­cia­das bajo el asép­ti­co nom­bre de «des­co­lo­ni­za­ción», o peor, de «alian­za por el pro­gre­so» según la pro­pa­gan­da yanqui.

15.
La fase key­ne­sia­na y tay­lor-for­dis­ta en el lla­ma­do «occi­den­te» no pudo dete­ner las con­tra­dic­cio­nes capi­ta­lis­tas en sus dos for­mas extre­mas y uni­das: la caí­da ten­den­cial de la tasa media de bene­fi­cios que se con­cre­tó en la cri­sis ini­cia­da a fina­les de los años 60, y la lucha de cla­ses que, dia­léc­ti­ca­men­te, azu­zó esa cri­sis. Es muy sig­ni­fi­ca­ti­vo que a media­dos de los años 70 y al poco del gol­pe fas­cis­ta de Pino­chet de 1973, fue­ra la Ale­ma­nia Fede­ral la que ini­cia­se la apli­ca­ción en la Euro­pa capi­ta­lis­ta del mone­ta­ris­mo neo­li­be­ral, aun­que no reci­bie­ra aún ese nom­bre. Des­de enton­ces has­ta aho­ra, el dete­rio­ro de las con­di­cio­nes de vida y tra­ba­jo, de la mis­ma demo­cra­cia bur­gue­sa y el desa­rro­llo del lla­ma­do «Esta­do fuer­te» a la vez que la ten­den­cia al alza del neo­fas­cis­mo, seme­jan­te diná­mi­ca ha ido en aumen­to, sien­do refor­za­da con la segun­da fase de la gue­rra fría a media­dos de los años 80 y con la implo­sión de la URSS. La for­ma­ción de la Unión Euro­pea como cuar­ta reor­de­na­ción en la his­to­ria del capi­ta­lis­mo euro­peo está inser­ta en esta diná­mi­ca a la vez mun­dial. Aho­ra bien, aun­que la pro­pa­gan­da inten­te negar­lo, poco a poco se va debi­li­tan­do la legi­ti­mi­dad del orden del capital.

16. Al igual que ocu­rrió des­de 1916 en ade­lan­te, des­de 1944 la espe­ran­za cun­día en amplias masas explo­ta­das, pero fue enfria­da y defrau­da­da, tar­dan­do dos déca­das en reapa­re­ce a fina­les de los años 60 man­te­nién­do­se has­ta media­dos de los 80. Sin embar­go, y en con­tra de lo que se cree, la implo­sión de la URSS no supu­so la total vic­to­ria de la ideo­lo­gía bur­gue­sa, para 1995 las luchas reapa­re­cían en Euro­pa y sobre todo nun­ca habían des­apa­re­ci­do del res­to del mun­do. Des­de esta épo­ca asis­ti­mos a tres fenó­me­nos que pue­den con­fluir: luchas auto­or­ga­ni­za­das de carác­ter popu­lar y veci­nal, en defen­sa de los ser­vi­cios socia­les, dere­chos demo­crá­ti­cos y bie­nes comu­nes, que sur­gen al mar­gen de los par­ti­dos refor­mis­tas y de «izquier­da» clá­si­cos que las des­vir­túan lla­mán­do­las «movi­mien­tos cívi­cos», «socie­dad civil», «ciu­da­da­nía», etc., que inten­tan con­tro­lar­los. Luchas más espe­cí­fi­ca­men­te obre­ras, sala­ria­les y sin­di­ca­les en defen­sa de los pues­tos de tra­ba­jo, más o menos con­tro­la­das por la buro­cra­cia sin­di­cal. Y las luchas en el res­to de paí­ses y Esta­dos no impe­ria­lis­tas, some­ti­dos de mil for­mas, y cuyas masas explo­ta­das cada vez aguan­tan menos las cre­cien­tes exi­gen­cias de sus bur­gue­sías sier­vas del imperialismo.

17. La legi­ti­mi­dad de la civi­li­za­ción bur­gue­sa está debi­li­tán­do­se pero el retra­so de ade­cua­ción de las izquier­das revo­lu­cio­na­rias y el alto gra­do de cen­tra­li­dad estra­té­gi­co-repre­si­va y pro­pa­gan­dís­ti­ca alcan­za­do por los Esta­dos impe­ria­lis­tas y por las ins­ti­tu­cio­nes inter­na­cio­na­les del capi­tal, así como el mie­do en todas sus gamas, son pode­ro­sos fre­nos al avan­ce de la con­cien­cia crí­ti­ca. Ade­más, como siem­pre en las gran­des cri­sis, tam­bién se refuer­zan las opcio­nes dere­chis­tas y con­tra­rre­vo­lu­cio­na­rias. La pola­ri­za­ción social toda­vía no ha alcan­za­do el nivel pre­rre­vo­lu­cio­na­rio desa­rro­lla­do en cri­sis sis­té­mi­cas ante­rio­res, pero aho­ra dos cir­cuns­tan­cias nue­vas aña­den una cua­li­dad que debe­mos tener muy en cuen­ta: la rapi­dez casi ins­tan­tá­nea de cono­ci­mien­to y deba­te entre las izquier­das del grue­so de las luchas mun­dia­les lo que está ace­le­ran­do su recom­po­si­ción si la vemos en pers­pec­ti­va his­tó­ri­ca y, sobre todo, como fuer­za obje­ti­va de fon­do, la finan­cia­ri­za­ción del capi­ta­lis­mo, su nece­si­dad cie­ga de mer­can­ti­li­zar­lo todo lo más rápi­da­men­te posi­ble, lo que exa­cer­ba al máxi­mo sus con­tra­dic­cio­nes inter­nas como nun­ca antes en su historia.

18. El capi­ta­lis­mo ha entra­do en su fase decli­nan­te aun­que siga acu­mu­lan­do ganan­cias, pero lo hace sobre todo median­te las finan­zas y no median­te la pro­duc­ción, es decir un «enri­que­ci­mien­to impro­duc­ti­vo». Para man­te­ner, al menos, esta situa­ción el capi­tal ha de repri­mir el poten­cial eman­ci­pa­dor de la cien­cia libre y crí­ti­ca, desa­rro­llan­do sólo la tec­no­cien­cia mili­ta­ri­za­da y auto­ri­ta­ria; ha de indus­tria­li­zar sólo para mino­rías ricas la salud, la ali­men­ta­ción y la ense­ñan­za entre ham­bru­nas, enfer­me­da­des y anal­fa­be­tis­mo fun­cio­nal; ha de mer­can­ti­li­zar la natu­ra­le­za aun a cos­ta de des­truir­la; ha de ha de con­ver­tir los ara­dos en espa­das y la man­te­qui­lla en sub­ma­ri­nos nuclea­res; ha de blin­dar su liber­tad y dere­cho de cla­se con­tra las masas expro­pia­das de todo y casi has­ta de su alien­to. Y si ade­más quie­re abrir una fase expan­si­va con un incre­men­to sos­te­ni­do de la tasa media de ganan­cia de modo que se logre un «enri­que­ci­mien­to pro­duc­ti­vo», apar­te de lo ante­rior, ha de ases­tar un gol­pe des­truc­tor a la huma­ni­dad tra­ba­ja­do­ra más bru­tal que el del perío­do 1917 – 1945, y a dis­ci­pli­nar y has­ta derro­tar sin con­tem­pla­cio­nes a las bur­gue­sías com­pe­ti­do­ras en el mer­ca­do mun­dial, y para ello se pre­pa­ra el impe­ria­lis­mo yan­qui apo­ya­do por el euro­peo y el japonés.

19. El capi­ta­lis­mo decli­nan­te tie­ne empe­ro dos fun­da­men­ta­les bazas de super­vi­ven­cia a pesar de su senec­tud: el mie­do a la repre­sión sal­va­je, y el com­po­nen­te de obe­dien­cia y sumi­sión a la «figu­ra del Amo» aun en medio del des­em­pleo empo­bre­ce­dor y míse­ro, de la penu­ria y del ham­bre, com­po­nen­te irra­cio­nal fuer­te­men­te ancla­do en la estruc­tu­ra psí­qui­ca de masas; y los efec­tos del feti­chis­mo de la mer­can­cía, que invier­te la reali­dad, que crea feti­ches, ído­los y dio­ses a los ado­rar y obe­de­cer en don­de sólo exis­te explo­ta­ción, opre­sión y domi­na­ción. El modo capi­ta­lis­ta es el úni­co de todos los basa­dos en la pro­pie­dad pri­va­da que invi­si­bi­li­za sus con­tra­dic­cio­nes bajo un celo­fán de «dere­chos natu­ra­les del ser humano» legi­ti­mán­do­se a sí mis­mo siem­pre con nue­vas for­mas ideo­ló­gi­cas. Pero al lle­var sus con­tra­dic­cio­nes al paro­xis­mo, esta dia­bó­li­ca capa­ci­dad debe ser refor­za­da por el terro­ris­mo más des­car­na­do y metó­di­co, lo que hace que sus mise­rias sal­gan inevi­ta­ble­men­te a la luz. Día a día, la prác­ti­ca del terror des­pla­za al efec­to nar­có­ti­co, opiá­ceo, del feti­chis­mo de la mer­can­cía. Otro signo de deca­den­cia por­que la civi­li­za­ción del terror nece­si­ta devo­rar­se a sí mis­ma, como Uró­bo­ros, pero sin poder eter­ni­zar­se por ello.

20. Pues bien, vis­to lo vis­to, en las con­di­cio­nes actua­les es vital para las izquier­das pro­fun­di­zar y popu­la­ri­zar el deba­te sobre el decli­ve del modo de pro­duc­ción capi­ta­lis­ta, huyen­do del catas­tro­fis­mo tan obtu­so y peli­gro­so a medio pla­zo. En los paí­ses impe­ria­lis­tas, y a pesar de la dure­za cre­cien­te de la vida, la mayo­ría de la cla­se explo­ta­da cree que este sis­te­ma es eterno por­que cree que «el socia­lis­mo ha fra­ca­sa­do» no exis­tien­do alter­na­ti­va posi­ble. Hun­di­da en este agu­je­ro obs­cu­ro, la opción más rea­lis­ta para quie­nes tie­nen algu­na con­cien­cia pro­gre­sis­ta es la de votar al refor­mis­mo duro, mien­tras que el res­to lo hace al blan­do o a lo sumo al cen­tro. No mere­ce la pena hablar de quie­nes ni siquie­ra tie­nen con­cien­cia. Com­ba­tir la creen­cia de que el socia­lis­mo no es posi­ble y que siem­pre se mal­vi­vi­rá en el capi­ta­lis­mo exi­ge la prác­ti­ca de la filo­so­fía de la pra­xis, es decir, de la simul­ta­nei­dad de la acción y de la teo­ría que debe basar­se en luchas con­cre­tas que apor­ten expe­rien­cias prác­ti­cas sin las cua­les la teo­ría se escle­ro­ti­za y dog­ma­ti­za rápidamente.

21. Des­de lue­go que lo mejor para la toma de con­cien­cia teó­ri­ca de que el socia­lis­mo no sólo es posi­ble sino que sobre todo es nece­sa­rio, es con­se­guir vic­to­rias en las luchas con­cre­tas que rea­li­za­mos, aun­que ello no es impres­cin­di­ble inme­dia­ta­men­te sino a medio pla­zo. Lo deci­si­vo siem­pre es empe­zar a luchar por­que es en la acción en don­de se cono­cen los lími­tes obje­ti­vos del capi­ta­lis­mo, sus con­tra­dic­cio­nes y debi­li­da­des. Sin lucha no hay teo­ría revo­lu­cio­na­ria, pero sin esta no hay prác­ti­ca revo­lu­cio­na­ria. Como se apre­cia, exis­te una dis­tan­cia entre la pri­me­ra acción de lucha con­cre­ta y la pos­te­rior prác­ti­ca revo­lu­cio­na­ria, dis­tan­cia que con­sis­te en el avan­ce de un pobre cono­ci­mien­to ini­cial del capi­ta­lis­mo cuan­do se ini­cia la acción a otro más pro­fun­do que se adquie­re median­te la crí­ti­ca y la auto­crí­ti­ca rea­li­za­da con­for­me se sos­tie­ne la lucha y se valo­ran sus resul­ta­dos últi­mos. Aho­ra bien, el momen­to cru­cial en el que pue­de ase­gu­rar­se el enri­que­ci­mien­to de la con­cien­cia revo­lu­cio­na­ria es cuan­do resol­ve­mos teó­ri­ca­men­te el pro­ble­ma de la explo­ta­ción, del poder y del méto­do de pensamiento.

22. El pro­ble­ma radi­ca en que des­de hace mucho tiem­po las fuer­zas refor­mis­tas que se dicen de izquier­da se nie­gan deli­be­ra­da­men­te a orga­ni­zar e impul­sar las luchas que pue­den sacar a la crí­ti­ca públi­ca la explo­ta­ción, el poder y la patra­ña ideo­ló­gi­ca. Estas fuer­zas sólo impul­san lo que sien­do elec­to­ral­men­te ren­ta­ble no cues­tio­na la lega­li­dad vigen­te y menos aún los pila­res de la civi­li­za­ción del capi­tal. Por su par­te, las toda­vía redu­ci­das fuer­zas revo­lu­cio­na­rias inten­tan supe­rar cua­tro obs­tácu­los que fre­nan su cre­ci­mien­to: la toda­vía insu­fi­cien­te legi­ti­mi­dad del socia­lis­mo; la per­vi­ven­cia de la des­con­fian­za de las masas en las orga­ni­za­cio­nes de van­guar­dia; el retra­so teó­ri­co con res­pec­to a los cam­bios del capi­ta­lis­mo; y el sec­ta­ris­mo de muchas izquier­das. No se pue­den negar los esfuer­zos que se hacen para supe­rar tales obs­tácu­los así como los avan­ces reales que len­ta­men­te se van logran­do. Mien­tras tan­to, mal que bien las resis­ten­cias sec­to­ria­les y de masas apor­tan expe­rien­cias muy ricas en con­te­ni­do que deben ser estu­dia­das a la luz de las cons­tan­tes inser­tas en el modo de pro­duc­ción como a la luz de las inno­va­cio­nes pro­du­ci­das y su mate­ria­li­za­ción en las socie­da­des con­cre­tas, en las for­ma­cio­nes económico-sociales.

23. Vamos a ana­li­zar cua­tro blo­ques de pro­ble­mas fun­da­men­ta­les del capi­ta­lis­mo que sólo tie­nen solu­ción si se actúa sobre ellos con la radi­cal pers­pec­ti­va his­tó­ri­ca comu­nis­ta, que se basa en la cer­ti­dum­bre de que el futu­ro terri­ble pue­de ser guia­do hacia la eman­ci­pa­ción huma­na, evi­tan­do el caos, pero sólo a con­di­ción de la cons­truc­ción de un poder revo­lu­cio­na­rio enrai­za­do en la demo­cra­cia socia­lis­ta, vivi­da por la bur­gue­sía como dic­ta­du­ra del pro­le­ta­ria­do con­tra ella, lo que es cierto.

24. El pri­mer blo­que tra­ta sobre el suje­to colec­ti­vo que pue­de y debe diri­gir ese pro­ce­so. Cuan­do deci­mos «debe» no nos refe­ri­mos a la éti­ca kan­tia­na sino a la mar­xis­ta, dife­ren­cia cua­li­ta­ti­va en la que no pode­mos exten­der­nos aho­ra pese a su impor­tan­cia: todos los refor­mis­mos han retro­ce­di­do de la éti­ca mar­xis­ta a cual­quier varian­te de la kan­tia­na. El suje­to colec­ti­vo no es otro que el tra­ba­jo explo­ta­do, es decir, esa fuer­za de tra­ba­jo huma­na que lo crea todo con su esfuer­zo pero que no tie­ne nada por­que el pro­duc­to que­da en manos de la pro­pie­dad pri­va­da. En cada modo de pro­duc­ción injus­to el suje­to colec­ti­vo adquie­re una expre­sión pre­ci­sa y ade­cua­da a las nece­si­da­des del sis­te­ma, pero en sus for­ma­cio­nes eco­nó­mi­co-socia­les, en sus paí­ses y socie­da­des par­ti­cu­la­res, el tra­ba­jo explo­ta­do se pre­sen­ta con dife­ren­cias más o menos mar­ca­das que no afec­tan a la natu­ra­le­za esen­cial de la explo­ta­ción del tra­ba­jo social por la cla­se domi­nan­te. En el nivel del modo de pro­duc­ción, la fuer­za de tra­ba­jo explo­ta­do y explo­ta­ble está cons­ti­tui­da por las muje­res, los pue­blos opri­mi­dos y las cla­ses expro­pia­das de todo menos de su fuer­za de trabajo.

25. Lo que une e iden­ti­fi­ca esen­cial­men­te a muje­res, pue­blos y cla­ses expro­pia­das que no sufren opre­sión nacio­nal es que for­man el tra­ba­jo social explo­ta­do en su con­jun­to en bene­fi­cio de una mino­ría que en su con­jun­to es úni­ca pro­pie­ta­ria de las fuer­zas pro­duc­ti­vas. Des­de que sur­gió la pro­pie­dad pri­va­da en for­ma de sis­te­ma patriar­cal la resis­ten­cia del tra­ba­jo explo­ta­do ha ali­men­ta­do la lucha de cla­ses entre él y la pro­pie­dad explo­ta­do­ra como motor de la his­to­ria. En el modo capi­ta­lis­ta, la fuer­za de tra­ba­jo sexo-eco­nó­mi­co y sexo-afec­ti­vo de las muje­res, la de los pue­blos opri­mi­dos y la de las cla­ses tra­ba­ja­do­ras no opri­mi­das nacio­nal­men­te, esta cua­li­dad bási­ca de la espe­cie huma­na-gené­ri­ca, cons­ti­tu­ye el Tra­ba­jo en sí mis­mo, mien­tras que todas las for­mas en las que se plas­ma la pro­pie­dad bur­gue­sa, cons­ti­tu­ye el Capi­tal. Tra­ba­jo con­tra Capi­tal, uni­dad y lucha de con­tra­rios irreconciliables.

26. La his­to­ria es incom­pren­si­ble si nega­mos u olvi­da­mos la lucha de cla­ses entre explo­ta­dos y explo­ta­do­res, lo que supo­ne en el plano teó­ri­co aban­do­nar la teo­ría mar­xis­ta y acep­tar la bur­gue­sa. En la segun­da déca­da del siglo XIX sur­gió la socio­lo­gía como la supues­ta «cien­cia social» neu­tral, posi­ti­vis­ta, encar­ga­da de sus­ti­tuir la lucha de cla­ses por la com­pe­ten­cia entre per­so­nas, esta­men­tos, eli­tes, o en todo caso por el «con­flic­to fun­cio­nal» entre las cla­ses. A raíz de la Comu­na de París en 1871 se redo­bló el esfuer­zo de la socio­lo­gía por sus­ti­tuir el estu­dio crí­ti­co de la lucha de cla­ses por la enu­me­ra­ción de cas­tas, esta­tus, éli­tes, des­co­nec­ta­das de las rela­cio­nes de pro­pie­dad y explo­ta­ción. Con alti­ba­jos depen­dien­tes de los vai­ve­nes de la lucha de cla­ses mun­dial, han apa­re­ci­do y des­apa­re­ci­do en el mer­ca­do de las modas inte­lec­tua­les suce­si­vas mer­can­cías ideo­ló­gi­cas de usar y tirar que siem­pre «coin­ci­dían» en menos­pre­ciar o negar la uni­ci­dad del suje­to colec­ti­vo revo­lu­cio­na­rio, del Tra­ba­jo explo­ta­do en sí y de sus for­mas de expre­sión par­ti­cu­la­res, sus­ti­tu­yén­do­lo por expre­sio­nes abs­trac­tas como «los de aba­jo», «el 99 por cien­to», «mul­ti­tud», «ciu­da­da­nía» y un lar­go etcétera.

27. De esta for­ma, y espe­cial­men­te des­de fina­les de la déca­da de 1960 cuan­do se fabri­có la moda de la «socie­dad post-indus­trial» en medio de las con­vul­sio­nes del mayo del 68 y de las repre­sio­nes pos­te­rio­res, la fábri­ca de ideo­lo­gía bur­gue­sa no ha para­do de lan­zar pro­duc­tos nove­do­sos: «fin de las ideo­lo­gías», «muer­te del pro­le­ta­ria­do», «fin de la his­to­ria», «lucha de civi­li­za­cio­nes», post-moder­nis­mo y post-mar­xis­mo, alter-mun­dia­lis­mo y anti­glo­ba­li­za­ción, «otro mun­do mejor», mul­ti­tud e Impe­rio, y las más recien­tes de post-capi­ta­lis­mo, anti-capi­ta­lis­mo, etc. Simul­tá­nea­men­te en los medios de pren­sa des­apa­re­cía todo rigor teó­ri­co-crí­ti­co y el empleo de con­cep­tos como «explo­ta­ción», «opre­sión», «domi­na­ción», «impe­ria­lis­mo», «cla­se bur­gue­sa», por no hablar del des­pre­cio del mar­xis­mo, comu­nis­mo, socia­lis­mo. Así, la des­po­li­ti­za­ción de las con­cien­cias seguía inme­dia­ta­men­te a los ata­ques neo­li­be­ra­les. Todo pen­sa­mien­to que inqui­rie­ra sobre el futu­ro del capi­ta­lis­mo era inme­dia­ta­men­te mar­gi­na­do y deni­gra­do. Sólo se admi­tía y se admi­te la tau­to­lo­gía sobre un pre­sen­te petri­fi­ca­do del que se ocul­tan sus con­tra­dic­cio­nes inter­nas explosivas.

28. Por lo gene­ral, tras cada gran derro­ta obre­ra y popu­lar se pro­du­ce la des­po­li­ti­za­ción y el debi­li­ta­mien­to del rigor teó­ri­co por razo­nes obvias que no pode­mos expo­ner aho­ra. Sue­len hacer fal­ta varios años de cri­sis y de rena­cer de las luchas, con sus expe­rien­cias nue­vas, para que la teo­ría vuel­va a recu­pe­rar su radi­cal rigor crí­ti­co. Des­de 2007 en Euro­pa, y des­de antes en las Amé­ri­cas, asis­ti­mos a un rever­de­ci­mien­to del poten­cial teó­ri­co sobre el suje­to colec­ti­vo, aun­que tam­bién vemos esfuer­zos por man­te­ner las abs­trac­cio­nes meta­fí­si­cas del inme­dia­to pasa­do. Aho­ra mis­mo, para enten­der los obje­ti­vos a lar­go pla­zo de la ofen­si­va capi­ta­lis­ta nece­si­ta­mos la teo­ría mar­xis­ta de la cri­sis y de la lucha de cla­ses, de la opre­sión nacio­nal, de la explo­ta­ción patriar­co-bur­gue­sa y del impe­ria­lis­mo en su fase finan­cie­ra, lo que nos obli­ga a emplear con­cep­tos des­pre­cia­dos por el refor­mis­mo de «izquier­das», pero que tie­nen la vir­tud de lla­mar a las cosas por su nom­bre, meter los dedos en las lla­gas y ojos del capital.

29.
El segun­do blo­que sólo pue­de desa­rro­llar­se a par­tir del pri­me­ro, como los otros dos que le siguen, por­que su expo­si­ción depen­de de los con­cep­tos que uti­li­ce­mos. Si usa­mos gene­ra­li­da­des vacías ‑socie­dad, con­su­mi­do­res, per­so­nas- para defi­nir las fuer­zas cla­sis­tas y popu­la­res nece­si­ta­das urgen­te­men­te de una racio­na­li­za­ción pro­gre­sis­ta y demo­crá­ti­ca de la polí­ti­ca ener­gé­ti­ca y de su mode­lo pro­duc­ti­vo y con­su­mis­ta, nos será impo­si­ble expli­car que la razón de la pobre­za ener­gé­ti­ca que con­de­na al frío a cada vez más fami­lias obre­ras es la pro­pie­dad pri­va­da de la indus­tria hidro­eléc­tri­ca y ener­gé­ti­ca. Pero este ejem­plo es sólo uno entre milla­res posi­bles. Siguien­do con el mis­mo ejem­plo, si que­re­mos impul­sar un pode­ro­so movi­mien­to de masas no sólo con­tra la irra­cio­na­li­dad con­su­mis­ta sino a favor de otro mode­lo pro­duc­ti­vo ten­den­te a la emi­sión cero de CO2 no «pode­mos» creer que bas­ta con lla­ma­mien­tos en abs­trac­to a la mera volun­tad del poder, una volun­tad que ade­más acep­ta todas las res­tric­cio­nes de la lega­li­dad burguesa.

30. La urgen­te reduc­ción drás­ti­ca de las emi­sio­nes de CO2, y otras medi­das simi­la­res des­ti­na­das a rever­tir la des­truc­ción ambien­tal es incom­pa­ti­ble con la obse­sión elec­to­ra­lis­ta de las «izquier­das» que no quie­ren aca­bar con la pro­pie­dad bur­gue­sa ni con la mer­can­ti­li­za­ción de la natu­ra­le­za. La impor­tan­cia cla­ve de la pers­pec­ti­va his­tó­ri­ca a lar­go pla­zo en cuan­to al posi­ble futu­ro del capi­ta­lis­mo y del rigu­ro­so empleo de los con­cep­tos apa­re­ce aquí de nue­vo: en 1976 altas ins­tan­cias ofi­cia­les del medioam­bien­ta­lis­mo refor­mis­ta pro­pu­sie­ron en un even­to inter­na­cio­nal el empleo del tér­mino «eco­de­sa­rro­llo» recha­za­do pocos días des­pués por H. Kis­sin­ger, que entre otras haza­ñas eco­lo­gis­tas había pla­ni­fi­ca­do el gol­pe de Pino­chet de 1973, y en poco tiem­po se impu­so el ambi­guo y mani­pu­la­ble con­cep­to de «desa­rro­llo sos­te­ni­ble» que es des­de enton­ces el tópi­co-insig­nia del eco-capi­ta­lis­mo, del capi­ta­lis­mo ver­de, etc., y de los refor­mis­mos. Mien­tras que las izquier­das revo­lu­cio­na­rias usan tér­mi­nos como «socia­lis­mo eco­ló­gi­co anti­im­pe­ria­lis­ta», «eco-comu­nis­mo», «eco-socia­lis­mo» y otros, el elec­to­ra­lis­mo par­la­men­ta­ris­ta nece­si­ta, para aunar la mayor can­ti­dad de votos, licuar la radi­ca­li­dad prác­ti­ca y teó­ri­ca en la defen­sa del ecosistema.

31. Lle­ga­mos así al ter­cer blo­que, tam­bién deci­si­vo: el del poder esta­tal, el poder de deci­dir y apli­car medi­das de cla­se, de nación opri­mi­da y de sexo-géne­ro, es decir de medi­das a favor del Tra­ba­jo si se tra­ta de un poder obre­ro y popu­lar que ha cons­trui­do su pro­pio Esta­do revo­lu­cio­na­rio, o de medi­da a favor del Capi­tal en el caso opues­to. Tan­to el suje­to colec­ti­vo como la lucha por un mode­lo socia­lis­ta que ace­le­re la reuni­fi­ca­ción de la espe­cie huma­na con la natu­ra­le­za y en ella, nos lle­van direc­ta­men­te al pro­ble­ma del poder, o mejor dicho, des­de la pers­pec­ti­va his­tó­ri­ca aquí expues­ta, suje­to, natu­ra­le­za y poder for­man un sis­te­ma que, jun­to al pro­ble­ma del méto­do de pen­sa­mien­to, defi­ne la pra­xis revolucionaria.

32. Del mis­mo modo en que la for­ma­ción de las cla­ses anta­gó­ni­cas y su lucha está con­di­cio­na­da por la inter­ven­ción del poder esta­tal de la cla­se domi­nan­te, tam­bién la lucha de la cla­se explo­ta­da con­di­cio­na al poder esta­tal y a la cla­se a la que este sir­ve. La mer­can­ti­li­za­ción de la natu­ra­le­za es inse­pa­ra­ble de las deci­sio­nes bur­gue­sas refor­za­das y pro­te­gi­das por el poder de su Esta­do. Por efec­to de «ven­gan­za de la natu­ra­le­za», la irra­cio­na­li­dad del capi­tal se vuel­ve con­tra él mis­mo median­te los desas­tres socio-eco­ló­gi­cos que mul­ti­pli­can los cos­tos mal lla­ma­dos «exter­nos» y que redu­cen la tasa media de bene­fi­cios. El Esta­do bur­gués toma enton­ces medi­das pre­ci­sas para des­car­gar esos cos­tos sobre las cla­ses explo­ta­das, con­di­cio­nan­do nega­ti­va­men­te su com­po­si­ción y desarrollo.

33.
Más en con­cre­to, al endu­re­cer­se el ata­que del Capi­tal con­tra el Tra­ba­jo median­te la inter­ven­ción del poder esta­tal, el suje­to colec­ti­vo pue­de empe­zar a resis­tir, pue­de empe­zar a cons­truir alter­na­ti­vas opues­tas que en lo bási­co siem­pre nos remi­ten a la eco­no­mía del tiem­po de tra­ba­jo y de la orde­na­ción del espa­cio, es decir, al con­trol de la ener­gía. La vic­to­ria popu­lar de la Comu­na de Gamo­nal, en Bur­gos, es un ejem­plo de lo que esta­mos dicien­do. Pero fren­te a una vic­to­ria obre­ra y popu­lar, hay muchas derro­tas y muchas otras luchas aún en tablas y ello fun­da­men­tal­men­te por la astu­cia y la fuer­za del poder esta­tal como cen­tra­li­za­dor estra­té­gi­co de todas las repre­sio­nes. Peor toda­vía, hay infi­ni­dad de rei­vin­di­ca­cio­nes poten­cial­men­te muy libe­ra­do­ras que están sin ini­ciar­se por efec­to de la alie­na­ción y del feti­chis­mo, del mie­do, del soborno y corrup­ción, del papel nefas­to del refor­mis­mo polí­ti­co-sin­di­cal… El Esta­do es un ins­tru­men­to cla­ve en la cen­tra­li­za­ción estra­té­gi­ca de estos y otros obs­tácu­los que impi­den el ini­cio de esas luchas, o que las abor­tan jus­to al comenzar.

34. El refor­mis­mo, cual­quie­ra de ellos, se nie­ga a rea­li­zar una crí­ti­ca revo­lu­cio­na­ria del Esta­do real­men­te exis­ten­te, plan­tean­do sólo denun­cias par­cia­les con­tra tal o cual injus­ti­cia ais­la­da, con­tra tal o cual minis­tro, ley, corrup­ción o «abu­so poli­cial». A la vez, su mode­lo de futu­ro pasa por vol­ver al Esta­do «neu­tral», al «Esta­do social», «bene­fac­tor», «del bien­es­tar», al Esta­do cum­pli­dor y pro­tec­tor de los «dere­chos cons­ti­tu­cio­na­les de todos los espa­ño­les» recom­po­nien­do el «con­tra­to social» (¿?) supues­ta­men­te roto. El refor­mis­mo pare­ce haber retro­ce­di­do a la polí­ti­ca feu­dal y abso­lu­tis­ta que denun­cia­ba a los con­se­je­ros del rey como los res­pon­sa­bles de todos los males, sal­van­do al Esta­do y a la monar­quía: bas­ta­ría cam­biar­los para res­ta­ble­cer la jus­ti­cia, ese pac­to entre el pue­blo y sus «repre­sen­tan­tes». Aho­ra, en caso extre­mo bas­ta cam­biar de gobierno para sal­var el Esta­do y la «demo­cra­cia». La pue­ri­li­dad de esta fan­ta­sía se mul­ti­pli­ca cuan­do es apli­ca­da a la Unión Euro­pea, cre­yen­do que una «demo­cra­cia ciu­da­da­na» pue­de refor­mar el euroimperialismo.

35. Como se apre­cia, y pasan­do a la cuar­ta cues­tión, en esta tri­ple pro­ble­má­ti­ca ‑el suje­to colec­ti­vo que diri­ge la lucha de cla­ses, la incom­pa­ti­bi­li­dad entre el Capi­tal y la Natu­ra­le­za, con mayús­cu­las, y el papel deci­si­vo del Esta­do y de su vio­len­cia explotadora‑, lo que está en cues­tión tam­bién es el méto­do de pen­sa­mien­to, es decir, la pre­gun­ta siem­pre actual de si pode­mos cono­cer y trans­for­mar radi­cal­men­te el mun­do o si por el con­tra­rio siem­pre habrá una par­te incog­nos­ci­ble de la reali­dad, lo que nos impi­de su efec­ti­va trans­for­ma­ción. Una de las pri­me­ras dife­ren­cias cua­li­ta­ti­vas entre el mar­xis­mo y el res­to de corrien­tes socia­lis­tas des­de la déca­da de 1840 fue la insis­ten­cia del pri­me­ro en la lucha teó­ri­ca, que no debe­mos reba­jar­la a «lucha ideo­ló­gi­ca», como fuer­za polí­ti­ca mate­rial en la medi­da en que pren­de en la con­cien­cia de las masas. Las otras corrien­tes socia­lis­tas, inclui­do el anar­quis­mo, tam­bién admi­tían esta nece­si­dad pero des­de una inter­pre­ta­ción mucho más blan­da y limi­ta­da del tér­mino «teo­ría» por­que nun­ca han lle­ga­do a enten­der la dia­léc­ti­ca mate­ria­lis­ta, o inclu­so la rechazan.

36. Los muy con­ta­dos mar­xis­tas del últi­mo ter­cio del siglo XIX redo­bla­ron su lucha teó­ri­ca y reco­no­cie­ron su error al insis­tir más en la impor­tan­cia de la eco­no­mía redu­cien­do la de otros aspec­tos de la reali­dad, como la cul­tu­ra, la polí­ti­ca, la his­to­ria, la opre­sión nacio­nal y patriar­cal, la ven­gan­za de la natu­ra­le­za, los avan­ces cien­tí­fi­cos, etc. Expli­ca­ron por qué tuvie­ron que hacer­lo en el pasa­do y advir­tie­ron de lo peli­gro­so que resul­ta­ría vol­ver a come­ter el mis­mo error. A comien­zos del siglo XX los con­ta­dos mar­xis­tas saca­ron lec­cio­nes auto­crí­ti­cas de la revo­lu­ción de 1905 lle­van­do la lucha teó­ri­ca a la mis­ma esen­cia de la teo­ría del cono­ci­mien­to de la épo­ca, al cho­que entre mate­ria­lis­mo e idea­lis­mo, por ejem­plo. Lue­go pasa­ron a estu­diar la irrup­ción de la fase impe­ria­lis­ta y a raíz de la gue­rra mun­dial de 1914 – 1918 y de la revo­lu­ción de 1917 apor­ta­ron al cau­dal de la cul­tu­ra huma­na una masa de cono­ci­mien­tos socia­les que ridi­cu­li­za­ba las diva­ga­cio­nes bur­gue­sas de la épo­ca. Las repre­sio­nes des­ata­das des­de la mitad de la déca­da de 1920 y tras 1945 ‑fas­cis­mo, dog­ma­tis­mo esta­li­nis­ta, «gue­rra fría cul­tu­ral»- redu­je­ron el cau­dal mar­xis­ta en «occi­den­te» pero su apor­ta­ción fue deci­si­va en el res­to del mun­do, apor­ta­ción que aho­ra empie­za a cono­cer­se. Des­de comien­zos del siglo XXI el mar­xis­mo vuel­ve a demos­trar ser la úni­ca teo­ría válida.

37.
Nos hemos exten­di­do lige­ra­men­te sobre la his­to­ria de la lucha teó­ri­ca, inse­pa­ra­ble de la de la lucha revo­lu­cio­na­ria, por­que aho­ra mis­mo uno de los las­tres más pesa­dos que la fre­nan es la mer­can­ti­li­za­ción de las modas ideo­ló­gi­cas de «izquier­da». La indus­tria polí­ti­co-mediá­ti­ca des­cu­brió el sucu­len­to nego­cio de la mani­pu­la­ción patrio­te­ra de los impe­ria­lis­mos en lucha des­de 1914, por no retro­ce­der más. Des­de 1940 Gran Bre­ta­ña y Esta­dos Uni­dos crea­ron agen­cias ofi­cia­les y secre­tas para cono­cer la evo­lu­ción de la «opi­nión públi­ca», dis­po­nien­do así de datos rela­ti­va­men­te fia­bles para diri­gir la «gue­rra fría cul­tu­ral» anti­co­mu­nis­ta a esca­la mun­dial. En la segun­da mitad de la déca­da de 1960 la indus­tria mediá­ti­ca fran­ce­sa des­cu­brió el filón de las mer­can­cías inte­lec­tua­les de la izquier­da blan­da com­pa­ra­da con la ante­rior pro­duc­ción bol­che­vi­que y comu­nis­ta en gene­ral. La cas­ta inte­lec­tual, fran­ce­sa sobre todo y tam­bién el «mar­xis­mo occi­den­tal» se des­en­ten­die­ron de los pro­ble­mas capi­ta­les: el poder, la repre­sión, el impe­ria­lis­mo. De este modo, mien­tras la cas­ta inte­lec­tual pro­fe­ti­za­da sobre la des­apa­ri­ción del suje­to y del Esta­do, el mar­xis­mo ofi­cial aban­do­na­ba la lucha del suje­to colec­ti­vo con­tra el Estado.

38. El neo­li­be­ra­lis­mo tenía vía libre en el plano ideo­ló­gi­co por­que la izquier­da no hacía lucha teó­ri­ca. La dife­ren­cia entre la pro­pa­gan­da ideo­ló­gi­ca y la lucha teó­ri­ca es que la pri­me­ra se orien­ta hacia lo irra­cio­nal y en todo caso al sen­ti­do común, nada más, mien­tra que la segun­da bus­ca la con­cien­cia crí­ti­ca y auto­crí­ti­ca. La pro­pa­gan­da ideo­ló­gi­ca no nece­si­ta de la pra­xis, de la lucha de cla­ses coti­dia­na y de sus lec­cio­nes, sino de la mani­pu­la­ción de las depen­den­cias, ansie­da­des, mie­dos y tópi­cos, en todo caso del sen­ti­do común, pero no más allá del sen­ti­do común. La lucha teó­ri­ca supera el sen­ti­do común y ata­ca a la raíz del mie­do y de las depen­den­cias afec­ti­vo-emo­cio­na­les, de los tópi­cos. Una de las difi­cul­ta­des de la lucha teó­ri­ca es que nece­si­ta de la his­to­ria crí­ti­ca, real y dura en extre­mo, para basar su argu­men­ta­ción, mien­tras que la pro­pa­gan­da ideo­ló­gi­ca sólo nece­si­ta de la his­to­ria ofi­cial, sua­ve, tran­qui­la e irreal, la de la «revo­lu­ción demo­crá­ti­ca» sin con­tra­dic­cio­nes irre­con­ci­lia­bles que esta­llan en inso­por­ta­bles cri­sis y en vio­len­tas luchas de cla­ses. El «ciu­da­dano» no sopor­ta la ensan­gren­ta­da ten­sión de la his­to­ria y por eso no quie­re pen­sar sobre los futuros.

39. Pero si se quie­re que sea efec­ti­va la inten­si­fi­ca­ción de la lucha teó­ri­ca hay que sus­ten­tar­la tan­to en la lucha de cla­ses prác­ti­ca como en la per­ma­nen­te refe­ren­cia a los futu­ros posi­bles del modo capi­ta­lis­ta de pro­duc­ción. Las vic­to­rias con­cre­tas son la base del opti­mis­mo, fuer­za sub­je­ti­va que azu­za y ace­le­ra la con­cien­cia­ción teó­ri­ca, pero el opti­mis­mo es cie­go si la teo­ría no le alum­bra en las tinie­blas de un futu­ro que la bur­gue­sía fal­si­fi­ca y ter­gi­ver­sa. Saber que nues­tras accio­nes pre­sen­tes pue­den deci­dir qué futu­ro de los posi­bles se irá hacien­do pro­ba­ble para ter­mi­nar sien­do real; saber que maña­na pode­mos ser más libres por­que hoy lucha­mos para ser menos opri­mi­dos; cono­cer gra­cias a la teo­ría que sí exis­te un suje­to de la his­to­ria y que somos noso­tros ese suje­to; apren­der a pen­sar his­tó­ri­ca­men­te y a actuar para diri­gir la his­to­ria por la sen­da de la liber­tad, con­de­nan­do a la explo­ta­ción al museo del pasa­do, apli­car esta pers­pec­ti­va his­tó­ri­ca que tie­ne un neto sen­ti­do filo­só­fi­co antro­po­cén­tri­co, refuer­za inter­na­men­te la razo­na­da y fun­da­men­ta­da ilu­sión opti­mis­ta que refuer­za cada lucha inclu­so aun­que la per­da­mos, esa pers­pec­ti­va his­tó­ri­ca nos ense­ña que la úni­ca liber­tad defi­ni­ti­va­men­te per­di­da es la que no nos hemos atre­vi­do a conquistar.

40. Ter­mi­nan­do, la pers­pec­ti­va his­tó­ri­ca sobre los futu­ros posi­bles del capi­ta­lis­mo es hoy más nece­sa­ria que nun­ca antes por­que jamás sus con­tra­dic­cio­nes pre­sen­tes habían lle­ga­do a tal gra­do de evo­lu­ción des­con­tro­la­da con res­pec­to a las orga­ni­za­cio­nes y Esta­dos con que la bur­gue­sía mun­dial inten­ta dome­ñar las fuer­zas infer­na­les des­ata­das por los con­ju­ros del irra­cio­na­lis­mo glo­bal del capi­tal. Nun­ca antes la loco­mo­to­ra de la acu­mu­la­ción amplia­da había cogi­do tan­ta velo­ci­dad hacia un futu­ro lleno de cur­vas estre­chas y cerra­das, con pre­ci­pi­cios y tem­blo­res sís­mi­cos, y nun­ca antes el maqui­nis­ta de la loco­mo­to­ra del máxi­mo bene­fi­cio a la mayor velo­ci­dad posi­ble había teni­do tan­tas difi­cul­ta­des para lle­gar a la palan­ca y freno y accio­nar­la. Esta­mos para­fra­sean­do sími­les emplea­dos por Marx y Engels.

Iña­ki Gil de San Vicente

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