A Tina Modot­ti… memo­ria de fue­go- Mai­té Campillo

Tina dejó de ser Tina

Y se con­vir­tió en “María la guerrillera”


8 de mar­zo del 2014

“A la Mujer que supo amar”

Tina Modot­ti, her­ma­na no duer­mas… “Son los tuyos, her­ma­na, los que hoy dicen tu nombre/​los que en todas par­tes, del agua y de la tie­rra, /​con tu nom­bre otros nom­bres calla­mos y deci­mos. /​Porque el fue­go no mue­re”, pala­bras del poe­ta Pablo Neruda.

A Tina Modot­ti, tan lejos y tan cerca

Entre esa pasión de lucha, fue­go y amor, Julio Anto­nio Mella escribe.

Mía cara Tinissima:

Pue­de ser que para ti fue­ra una impru­den­cia el tele­gra­ma, pues estás acos­tum­bra­da a lle­nar­te de asom­bro por todo lo que hay entre noso­tros. Como si fue­ra el cri­men más gran­de el que come­te­mos al amar­nos. Sin embar­go, nada más jus­to, natu­ral y nece­sa­rio para nues­tras vidas… Tu figu­ra no se me ha borra­do en todo el tra­yec­to. Tus pala­bras tam­bién las ten­go aca­ri­cián­do­me el oído. Y cuan­do lle­gué al tró­pi­co, y comen­zó el fes­tín del calor, con la sel­va y el cie­lo azul, ya sabes que me pare­cía ver en cada espe­su­ra su com­ple­men­to: aque­lla espal­da con aquel pelo negro, suel­to como una ban­de­ra, que era mi con­sue­lo al no poder ver­te. Bien, Tina, per­do­na que no sea lar­go, estoy ago­ta­do. Creo que voy a per­der la razón… He pen­sa­do con dema­sia­do dolor en estos días y hoy ten­go toda­vía abier­tas las heri­das que me ha pro­du­ci­do esta sepa­ra­ción, la más dolo­ro­sa de mi vida (…)

Julio, el líder estu­dian­til que nacie­ra en Cuba (1903−1929)

Co- fun­da­dor del Pri­mer Par­ti­do Comu­nis­ta de Cuba y de la Fede­ra­ción Estu­dian­til Uni­ver­si­ta­ria (FEU). El que ama­ra a Tina Modot­ti con pasión febril… Col­mó de amor y lucha la que se con­ver­ti­ría en su últi­mo idi­lio, com­pa­ñe­ra de los últi­mos meses en su agi­ta­da y cor­ta vida. Su ama­da, Asun­ta Ade­lai­da Lui­gia Modot­ti, o sim­ple­men­te Tina, nació en el entorno de Údi­ne (nor­te de Ita­lia), un 16 de agos­to de 1896. Empe­zó a tra­ba­jar a la edad de doce años, nada excep­cio­nal en la épo­ca, en una fábri­ca tex­til; sala­rio deter­mi­nan­te para el sus­ten­to fami­liar crí­ti­co, en el que se encon­tra­ba la gran mayo­ría de fami­lias de cla­se tra­ba­ja­do­ra. Emi­gró a la edad de die­ci­sie­te años a los EEUU, siguien­do los pasos jun­to a su her­ma­na Mer­ce­des del padre Giu­sep­pe, obre­ro de afi­lia­ción socia­lis­ta; don­de sufre en car­ne pro­pia la dis­cri­mi­na­ción y explo­ta­ción racial inima­gi­na­ble, des­de las peque­ñas aldeas rura­les que de unos y otros paí­ses se acer­can a la gran mole de los mila­gros del sue­ño americano.

Tina entra a tra­ba­jar como emplea­da en una fábri­ca de seda, mien­tras des­cu­bre la mejor for­ma de salir del alie­nan­te haci­na­mien­to se pre­sen­ta en una casa de modas, don­de ter­mi­na tra­ba­jan­do en la mis­ma como mode­lo. Cami­na, paso a paso den­tro del mun­do artís­ti­co. Actúa jun­to a su padre en los tea­tros obre­ros de la emi­gra­ción con­vir­tién­do­se de iso­fac­to en un ser que­ri­do y popu­lar entre la pobla­ción ita­lia­na residente.

Holly­wood empie­za a deter­mi­nar par­te de algu­nas de las pági­nas de su inquie­ta e inten­sa vida, don­de actúa en varios fil­mes de cine. Este­la des­lum­bran­te de per­fil latino soli­ci­ta­do, esa es ella. Pero la her­mo­sa Tina era más, se sen­tía mucho más que todo eso, y encon­tró la opor­tu­ni­dad de acer­car­se al arte ver­da­de­ro de la mano del poe­ta y pin­tor fran­co-cana­dien­se Rou­baix de L´Abrie Richey Robo (su pri­mer espo­so (1917), de quien había sido mode­lo), y des­pués de la mano del fotó­gra­fo nor­te­ame­ri­cano Edward Wes­ton, para quien tam­bién tra­ba­jó como mode­lo, con­vir­tién­do­se en discípula.

La des­lum­bra la efer­ves­cen­cia cul­tu­ral que va des­cu­brien­do jun­to al poe­ta y pin­tor. De Esta­dos Uni­dos pasan a Méxi­co, país que Robo con­si­de­ra­ba paraí­so de artis­tas y que a Tina la sedu­ce por com­ple­to. Y, allí fue don­de murió en 1922 “el mucha­cho de ojos oscu­re­ci­dos por los sue­ños”, como ella mis­ma le des­cri­bió. Para enton­ces Tina, ya había adqui­ri­do gra­des cono­ci­mien­tos, des­en­vol­tu­ra, y un talen­to inna­to en ella envi­dia­ble, que la pre­dis­po­ne en el pal­co de honor del mun­do de la cul­tu­ra. Esta­ble­ció rela­cio­nes con figu­ras tan autén­ti­cas como genios de la crea­ción, de la auten­ti­ci­dad, de la talla de Die­go Rive­ra, Sequei­ro, Fri­da Kha­lo, Juan Cle­men­te Oroz­co, Xavier Gue­rre­ro… Tina reco­rre la patria de Juá­rez, la que admi­ró y foto­gra­fió has­ta saciar­se, impreg­nán­do­se del con­tex­to social e iden­ti­fi­cán­do­se con los cam­pe­si­nos, toma algu­nas ins­tan­tá­neas, de la impre­sio­nan­te y fer­vien­te reali­dad paten­te, en medio de las con­tra­dic­cio­nes de una revo­lu­ción. Tina se sumer­ge en la polí­ti­ca uti­li­zan­do el arte, su mejor herra­mien­ta. Se hizo miem­bro del Par­ti­do Comu­nis­ta en 1927, par­ti­ci­pó acti­va­men­te en la cam­pa­ña “Manos fue­ra de Nica­ra­gua” en apo­yo a la lucha de Augus­to C. San­dino, y ayu­dó a fun­dar el pri­mer comi­té anti­fas­cis­ta ita­liano. Empe­zó a ganar­se la vida como edi­to­ra, cola­bo­ra­do­ra y fotó­gra­fa de la revis­ta Fol­klor Mexi­cano y en la publi­ca­ción de El Mache­te, crea­do por el Sin­di­ca­to de Obre­ros Téc­ni­cos, Pin­tu­ras y Escul­tu­ras en 1924. Y, así es como la joven ita­lia­na de ori­gen rural, va per­fi­lán­do­se como revo­lu­cio­na­ria, que sería has­ta el día de su muerte.


“Mue­ro por la Revolución”

Los bala­zos des­tro­za­ron vida y hechi­zo del que falle­ce­ría a la maña­na siguien­te. El atle­ta de la liber­tad. Fue­ron las pala­bras de Julio Anto­nio Mella en bra­zos de su ama­da la revo­lu­cio­na­ria que se entre­ga­ra en cuer­po y alma, al ser heri­do en la esqui­na de Abraham Gon­zá­lez y More­los (Ciu­dad de Méxi­co), la noche del 10 de enero de 1929… La reac­ción tra­tó de hacer ver que era un cri­men pasio­nal, pero cho­ca­ron con una roca, una roca alti­va en carác­ter y dis­po­si­ción revo­lu­cio­na­ria que supo des­en­mas­ca­rar a los cri­mi­na­les. Era la joven Tina, fir­me y con­cien­zu­da, que ven­ció al enemi­go de cla­se y con­ti­nuó bata­llan­do con­tra los enemi­gos de los pue­blos, con­vir­tién­do­se en una inter­na­cio­na­lis­ta acti­va de talla incal­cu­la­ble la bella revo­lu­cio­na­ria que nacie­ra en Údi­ne (Ita­lia), hija de tra­ba­ja­do­res que emi­gra­ron como tan­tos miles de miles, en bus­ca qui­zá de otra mise­ria en la mayo­ría de los casos.

Pero fue indu­da­ble­men­te la foto­gra­fiá, de manos de Robo, la que más le ins­pi­ró de las artes. Des­ta­cán­do­se en Méxi­co por sus impac­tan­tes tomas, de la vida pos-revo­lu­cio­na­ria, Villa y Zapa­ta… Tina con­trae nue­vo matri­mo­nio con Xavier Gue­rre­ro, quien ade­más de pin­tor era un des­ta­ca­do mili­tan­te del Par­ti­do Comu­nis­ta Mexi­cano, la intro­du­ce defi­ni­ti­va­men­te en el camino de la lucha pro­le­ta­ria. Y, Tina se hizo Mexi­ca­na ade­más de comu­nis­ta, y arte entre las artes que luchan por la dig­ni­dad enar­bo­lan­do a su gen­te humil­de como ban­de­ra inter­na­cio­nal. La ban­de­ra de los sin tie­rra ni patria como ambi­ción. Empe­zó para ella un antes y des­pués, nue­va eta­pa, tre­men­do sal­to cua­li­ta­ti­vo y cuan­ti­ta­ti­vo en su vida. Tina se con­vier­te ade­más de artis­ta la gue­rri­lle­ra que supo lle­nar de arte su vida, de amor y lucha anti­fas­cis­tas sus días, y pla­gar sus noches anti­im­pe­ria­lis­tas, apo­yan­do la lucha de libe­ra­ción de San­dino en Nica­ra­gua; for­man­do par­te del comi­té de apo­yo a los his­tó­ri­cos anar­quis­tas, Sac­co y Van­zet­ti, ase­si­na­dos por el gobierno de los EEUU, y a manos de Siquei­ros y Rive­ra, for­jar en su amor la foto­gra­fiá, la que unió a la lucha como arma impres­cin­di­ble de nues­tra his­to­ria. Y Tina se hizo cuba­na. Cuan­do se encon­tró con Mella, del que se ena­mo­ra­ra apa­sio­na­da­men­te. Y se hizo repu­bli­ca­na. Des­pla­zán­do­se al Esta­do Espa­ñol y mili­tan­do del lado del cora­zón de los pue­blos opri­mi­dos com­ba­tien­do el fas­cis­mo inter­na­cio­nal, duran­te la gue­rra anti­fas­cis­ta del 36.


Tina dejó de ser Tina

Y se con­vir­tió en “María la guerrillera”

Co-fun­da­do­ra del V Regi­mien­to, y como repre­sen­tan­te del Soco­rro Rojo Inter­na­cio­nal, de la que era vice­pre­si­den­ta, com­ba­tió fusil en mano y curan­do heri­dos por la Repú­bli­ca, con­tra el fas­cis­mo… Regre­sa de nue­vo a Méxi­co en 1938, con su nue­vo com­pa­ñe­ro, el legen­da­rio Vit­to­rio Vida­le (coman­dan­te Car­los), jefe del Quin­to Regi­mien­to… *En la capi­tal de la patria de Zapa­ta y Villa, mue­re un 5 de enero de 1942, víc­ti­ma de un sín­co­pe cardíaco.

¿Pero quien era Vit­to­rio Vidali?

Para algu­nos era más que un demo­nio stalinista.

Según ellos, Vit­to­rio fue el ins­ti­ga­dor de la muer­te de Mella (ase­si­na­do por los esbi­rros del dic­ta­dor Macha­do de sie­te dis­pa­ros a boca­ja­rro), de Tros­ki, de Nin, y de no se cuan­tos más per­so­na­jes en el mun­do y has­ta de su pro­pia com­pa­ñe­ra, Tina Modot­ti. De la que se dijo que no murió de sus dolen­cias car­día­cas, sinó enve­ne­na­da. Pare­ce ser que algu­nos comu­nis­tas eran malos, muy, pero que muy malos por aque­lla épo­ca, has­ta pudo ser el ins­ti­ga­dor de la muer­te de Sac­co y Van­zet­ti y de San­dino, según dicha lógica!

Lo cier­to es que Vida­li “el coman­dan­te Carlos”

Fue el que des­cu­brió al poe­ta Miguel Her­nán­dez en los fren­tes de bata­lla, y lo incor­po­ró como comi­sa­rio cul­tu­ral para aren­gar a los mili­cia­nos con su atra­yen­te y agi­ta­do­ra poe­sía y cró­ni­cas de gue­rra. Des­de enton­ces serían gran­des ami­gos… aun­que poco des­pués todo el par­ti­do lo aban­do­na­ra a una muer­te tan segu­ra como anun­cia­da. Vida­li lo reco­no­ció años des­pués como auto­crí­ti­ca. Hubo algu­nos del V Regi­mien­to, mili­tan­tes muy famo­sos del PCE, que pos­te­rior­men­te, con los años, renun­cia­ron al ideal comu­nis­ta, Vida­li nun­ca lo hizo… Tina Modot­ti murió en un taxi, en Méxi­co, de un ata­que al cora­zón, enfer­me­dad here­di­ta­ria que arras­tra­ba des­de la infan­cia, pese a su espí­ri­tu y tem­ple de acero.

*A Tina la revo­lu­cio­na­ria, mas cer­ca que nun­ca, flor de flor entre l@s que luchan. A la mujer que supo amar y ser ama­da… Como dijo el poe­ta chi­leno Pablo Neruda:

“Son los tuyos, her­ma­na, los que hoy dicen tu nombre”

Mai­té Cam­pi­llo (actriz y direc­to­ra de teatro)

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