Évo­le y el billar a tres ban­das- Car­los Tena

Pare­ce ser que el espa­cio “Sal­va­dos” ha emi­ti­do un pro­gra­ma de esos que baten récords de audiencia.

Un fal­so docu­men­tal que no lle­ga ni a ser la som­bra de “Zelig” (lo mejor de Woody Allen), pero se que­da en “Ino­cen­te, ino­cen­te”, aun­que sin Alex de la Iglesia.

Se tra­ta­ba de mani­pu­lar aquel fra­ca­sa­do gol­pe cono­ci­do como 23‑F, inven­tan­do una supues­ta reu­nión de res­pon­sa­bles polí­ti­cos y mili­ta­res (ade­más de algu­nos perio­dis­tas), que tuvo lugar en el Hotel Pala­ce, sema­nas antes del asal­to al Congreso.

Lo chus­co fue que el entre­vis­ta­dor dedi­có su tiem­po a jugar con la can­di­dez de la audien­cia. Para ello, nada más creí­ble que entre­vis­tar a per­so­na­li­da­des de todas las áreas socia­les, cul­tu­ra­les y polí­ti­cas, a quie­nes iba for­mu­lan­do pre­gun­tas inter­ca­la­das con tes­ti­mo­nios vario­pin­tos sobre un supues­to com­plot, del que el Rey sal­dría beneficiado.

Al final del espa­cio, el inven­tor del exi­to­so cacha­rro con­fe­sa­ba que todo había sido un cuen­to de Calle­ja. Y no era 28 de diciem­bre, sino 23 de febre­ro. Ni hubo reu­nión en el Hotel, ni estra­ta­ge­ma. Todo había sido una bro­ma en alta definición.

No se tra­ta­ba de un nue­vo Orson Welles alu­ci­nan­do a la audien­cia con un gol­pe de esta­do terrí­co­la a manos de extra­te­rres­tres, pero casi. Lo ava­la­ban Gabi­lon­dos, Anso­nes, Serras y Legui­nas, agen­tes y otras gen­tes cua­si alienígenas.

Évo­le, que debía ser un niño en aque­lla fecha, sabe que el 23‑F fue una aña­ga­za y no un gol­pe tal y como le habrán con­ta­do las len­guas ofi­cia­les, o como se dice en las publi­ca­cio­nes de épo­ca o como habrá vis­to en algu­nas de las pelí­cu­las rea­li­za­das a mayor glo­ria del ahi­ja­do de Fran­co, en las que se colo­ca­ba al monar­ca Bor­bón poco menos que a la altu­ra de un ver­da­de­ro demócrata.
Pero tal vez, Évo­le haya oído hablar (e inclu­so conoz­ca de cer­ca) de “La CIA en Espa­ña” (que un ser­vi­dor tuvo el honor de pre­sen­tar en la Feria del Libro de La Haba­na) o de “Cró­ni­cas de la Tran­si­ción“, ambos del exce­len­te inves­ti­ga­dor y perio­dis­ta Alfre­do Gri­mal­dos (y eru­di­to fla­men­có­lo­go), la máxi­ma auto­ri­dad en el cam­po de la inves­ti­ga­ción sobre ese oscu­ro y tene­bro­so tiempo.
Es enton­ces cuan­do se encien­te la bom­bi­lla y sal­ta la chis­pa de la vida en la cabe­za del “inci­si­vo” reportero.

Jor­di, que jue­ga siem­pre a tres ban­das, arma el taco y gol­pea sobre la bola ama­ri­lla: la ver­sión ofi­cial, pero man­te­nien­do en vilo a los per­so­na­jes cer­ca­nos a la asonada.

El impac­to lo reci­be la ama­ri­lla: una adap­ta­ción sobre el asal­to, ama­ña­da con la tea­tra­li­dad exi­gi­ble en la TV para un pro­gra­ma que bus­ca­ba audiencia.
Tras el cho­que, logra la caram­bo­la al alcan­zar a la roja: el silen­cio sobre esa otra reali­dad que Gri­mal­dos demues­tra, apor­tan­do toda cla­se de docu­men­ta­ción, con rigor, gra­cia y obje­ti­vi­dad, vir­tu­des con­de­na­das en el perio­dis­mo espa­ñol des­de hace decenios.

Apos­tar por el más que evi­den­te “auto­gol­pe” de Esta­do, tal vez era pedir peras al olmo del sim­pá­ti­co Jor­di, que ha que­ri­do poner en sol­fa, indi­rec­ta­men­te, a quie­nes han teni­do el valor de denun­ciar los teje­ma­ne­jes ocul­tos de la transición.

Évo­le optó por “legi­ti­mar” la ver­sión monár­qui­co-fran­quis­ta, bro­mean­do sobre una inter­ven­ción real en el gol­pe, rati­fi­ca­da por los infor­mes deri­va­dos de los cien­tos de horas de inves­ti­ga­ción que Gri­mal­dos y otros admi­ra­bles auto­res han plas­ma­do en sus obras.

Jor­di ha tira­do por la calle de en medio, tomán­do­le el pelo a tirios y tro­ya­nos con una bur­la nacio­nal para la que con­tó con la flor y nata de la impos­tu­ra. Su majes­tad habrá reí­do con la chan­za de Évole.

En La Sex­ta se jue­ga por la izquier­da mien­tras la pelo­ta va hacia a la dere­cha… y que sigan mar­can­do goles des­de esa ban­da. Évo­le no se atre­vió a dejar “en pelo­ta” al Rey.

Évo­le ha hecho un estu­pen­do rega­ló de ani­ver­sa­rio al monar­ca: un tra­je nue­vo, color demo­crá­ti­co, para que el Bor­bón cubra sus vergüenzas.

Por cier­to ¿saben que el pre­sen­ta­dor ya tie­ne cita en la Zar­zue­la para reu­nir­se con Juan Car­los?… ¡Que no, hom­bre, no¡… Que es broma…

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