Entre­vis­ta iné­di­ta al sub­co­man­dan­te Mar­cos sobre el ori­gen y el balan­ce de la gue­rra de 1994

Duran­te casi 20 años, y sin moti­vo apa­ren­te, se guar­dó esta entre­vis­ta con el sub­co­man­dan­te Mar­cos, voce­ro y jefe mili­tar del Ejér­ci­to Zapa­tis­ta de Libe­ra­ción Nacio­nal (EZLN). Los pri­me­ros días, sema­nas y meses de 1994 corrían ver­ti­gi­no­sa­men­te y los case­tes se acu­mu­la­ban, pues los y las perio­dis­tas le plan­tá­ba­mos la gra­ba­do­ra al pri­mer des­cui­do. Y en uno de esos, en la comu­ni­dad tzel­tal de Pra­do Paya­cal, el sub­co­man­dan­te acce­dió a hablar sobre la estra­te­gia de la gue­rra, las manio­bras y el des­plie­gue mili­tar, sobre los erro­res de esos días pri­me­ros de com­ba­tes con el ejér­ci­to fede­ral, los cálcu­los ini­cia­les, el resul­ta­do, el pri­mer balan­ce. Habló del ori­gen de las armas y del equi­po, y deli­neó la pri­me­ra vic­to­ria de un movi­mien­to que hoy cum­ple 20 años.

Tam­bién habló del ini­cio del diá­lo­go con el gobierno, de las pri­me­ras sor­pre­sas, de su pos­tu­ra fren­te a los par­ti­dos polí­ti­cos y de lo que en ese enton­ces pro­nos­ti­ca­ban ya los zapa­tis­tas para este país.

Los case­tes se guar­da­ron y se trans­cri­bie­ron este diciem­bre de 2013. La entre­vis­ta se reali­zó en mar­zo de 1994, lue­go del ase­si­na­to del enton­ces can­di­da­to priis­ta a la pre­si­den­cia, Luis Donal­do Colo­sio. Mar­cos con­ce­dió en ese momen­to hablar con el sema­na­rio Pun­to, pero el resul­ta­do no vio la luz enton­ces. Hoy se publi­ca en Des­in­for­mé­mo­nos este mate­rial iné­di­to de un hom­bre que habló así cuan­do pro­ba­ble­men­te se esta­ba des­cu­brien­do a sí mis­mo, y le daba a cono­cer al mun­do ente­ro los moti­vos de su lucha.

¿Cuál es la estra­te­gia mili­tar del pri­me­ro de enero de 1994? ¿Qué se propusieron?

La estra­te­gia tenía que ser la de un ejér­ci­to regu­lar, y no la de una gue­rri­lla, por­que se con­ta­ba con la gen­te nece­sa­ria para hacer esas accio­nes como ejér­ci­to regu­lar; de eso depen­día que pudié­ra­mos brin­car los obs­tácu­los que pre­veía­mos, sobre todo de mane­jo ideo­ló­gi­co del movi­mien­to, que nos acu­sa­ran de nar­co­gue­rri­lla, de extran­je­ros, de ban­di­dos, y de todo eso con lo que tie­nen que car­gar las gue­rri­llas cuan­do aparecen.

Era nece­sa­rio dar un gol­pe que fue­ra lo sufi­cien­te­men­te espec­ta­cu­lar para que no se sos­tu­vie­ran las tesis que mane­jan el gobierno y los medios en con­tra nues­tra. Por eso se deci­de que el ata­que sea en las ciu­da­des. No empe­zar com­ba­tien­do como las gue­rri­llas tra­di­cio­na­les, con peque­ños gol­pes en algu­nos lados a colum­nas móvi­les o peque­ñas guar­ni­cio­nes, sino ir sobre las ciu­da­des para inme­dia­ta­men­te dar a cono­cer el movi­mien­to, sus carac­te­rís­ti­cas y su fun­da­men­to social.

Se pla­nea empe­zar con Alta­mi­rano, Mar­ga­ri­tas, Oco­sin­go, San Cris­tó­bal de las Casas, y con­ti­nuar con Oxchuc, Cha­nal, Huix­tán y Comi­tán. Tres de estos últi­mos se con­si­guen: Cha­nal, Huix­tán y Oxchuc y el de Comi­tán no alcan­za a rea­li­zar­se por­que el ata­que en todos lados no empie­za simul­tá­nea­men­te, sino con horas de dife­ren­cia, lo que per­mi­te que el enemi­go alcan­ce a reac­cio­nar en sus cuar­te­les-base, en estos casos los de Ran­cho Nue­vo y Comi­tán, y los peri­fé­ri­cos: Tuxtla Gutié­rrez, Tapa­chu­la, Tona­lá, Villaher­mo­sa y Teno­si­que, el cer­co externo, como le deci­mos nosotros.

Con el pen­sa­mien­to bási­co de la pro­pa­gan­da arma­da se deci­de la estra­te­gia del pri­me­ro de enero, es decir, no es en tér­mi­nos mili­ta­res que se deci­de, sino en tér­mi­nos de propaganda.

La estra­te­gia esta­ba pen­sa­da para el 31 de diciem­bre a las cero horas, pero se da has­ta el pri­me­ro de enero. No alcan­za­mos a salir a tiem­po. Había uni­da­des que esta­ban muy reti­ra­das de los pun­tos de reu­nión y no lle­ga­ron a tiem­po el día 31 para ini­ciar los ata­ques. Esto ya es par­te de los erro­res. Los ata­ques en Alta­mi­rano y Oco­sin­go empie­zan has­ta las seis de la maña­na. El pri­mer ata­que que se da y el pri­me­ro que tie­ne éxi­to es el de San Cris­tó­bal, a la una de la maña­na; des­pués el de Las Mar­ga­ri­tas, a las tres de la maña­na; lue­go el de Alta­mi­rano, a las sie­te de la maña­na; y el últi­mo el de Oco­sin­go, has­ta las tres de la tar­de del día pri­me­ro. En par­te de ese día caen Cha­nal y Oxchuc; y en la madru­ga­da del 2 de enero cae Huix­tán. Esa madru­ga­da ya tene­mos sie­te cabe­ce­ras muni­ci­pa­les en nues­tras manos.

¿Cuál es el des­plie­gue mili­tar, en qué consistió?

No es des­plie­gue, es la manio­bra estra­té­gi­ca. Las manio­bras mili­ta­res son, a gros­so modo, de dos tipos: las de dis­per­sión o dis­lo­ca­ción, que quie­re decir que te repar­tes en el terreno; y las de con­cen­tra­ción, que es cuan­do jun­tas fuer­za en un lado para diri­gir­la en una direc­ción. En este caso fue una manio­bra de con­cen­tra­ción de fuer­zas sobre los pun­tos de ata­que, y des­pués de despliegue.

En el caso de las manio­bras de con­cen­tra­ción, el pro­ble­ma es que tie­nes tro­pa dis­per­sa, por­que tu base com­ba­tien­te es la mis­ma pobla­ción, su asien­to natu­ral no es un cuar­tel, como el ejér­ci­to fede­ral, sino su mis­mo pobla­do, por lo que para poder tener masa, can­ti­dad de tro­pa, pues nece­si­tas con­cen­trar­la, y para eso nece­si­tas mover­la. Y como es el gol­pe ini­cial, se nece­si­ta hacer­lo en secre­to. Tie­nes que cui­dar el paso por fin­cas, por carre­te­ras, y lle­gar a un pun­to, con­cen­trar tro­pa y tra­tar de mover­la con vehícu­los hacia los pun­tos de ata­que, en este caso a Oco­sin­go, San Cris­tó­bal, Alta­mi­rano y Las Margaritas.

Des­pués de que las con­cen­tra­cio­nes se dan con dis­pa­ri­dad de tiem­po, cosa que no esta­ba en el plan, por supues­to, aun­que era una varia­ble que había­mos toma­do en cuen­ta, se dan los ata­ques, tie­nen éxi­to, y lue­go se da el des­plie­gue de fuer­zas para jun­tar­las otra vez sobre pun­tos más fuer­tes, en este caso los cuar­te­les de Comi­tán y de Ran­cho Nue­vo. Otra par­te de la fuer­za se replie­ga, es decir, se reti­ra a con­tro­lar el terri­to­rio del que se salió, la pla­ta­for­ma de des­pe­gue, en este caso la Sel­va Lacan­do­na. De la fuer­za que ata­có Oco­sin­go, una par­te peque­ña de la tro­pa se que­da ahí, es la que que­da cer­ca­da; y la mayor par­te de la tro­pa se regre­sa a con­tro­lar este terri­to­rio, que es el noso­tros tenía­mos pre­vis­to que si había fra­ca­so en las otras ofen­si­vas, ten­dría­mos que reple­gar­nos para acá.

Se da el des­plie­gue de las fuer­zas y empie­zan a mar­chas dos colum­nas sobre el cuar­tel de Ran­cho Nue­vo y, ya fue­ra de tiem­po, otra colum­na sobre Comi­tán, cuyo ata­que ten­dría que haber sido simultáneo.

Lle­gan dis­pa­res las colum­nas en Ran­cho Nue­vo. Una está a tiem­po y la otra lle­ga des­pués, por lo que no se logra con­cen­trar la fuer­za. Hay una patru­lla que se ade­lan­ta impru­den­te­men­te (por el man­do que la envía) y cho­ca con el ejér­ci­to. Ahí per­de­mos a 14 com­pa­ñe­ros, y se des­or­ga­ni­za esa colum­na, pier­den el con­trol los gru­pos de man­do, y empie­za una reti­ra­da muy des­or­de­na­da. Otra colum­na se que­da en las mon­ta­ñas del sur de San Cris­tó­bal espe­ran­do órde­nes, en este caso tenía­mos que hos­ti­gar el cuar­tel de Ran­cho Nue­vo, para dar tiem­po a la tro­pa que había que­da­do dis­per­sa a que se reti­ra­ra en orden para que no la per­si­guie­ran; ya había empe­za­do el cer­co sobre Oco­sin­go y tenía­mos tam­bién que aflo­jar ahí. Enton­ces, los días 3, 4, 5 y 6 estu­vi­mos pelean­do en las inme­dia­cio­nes del cuar­tel de Ran­cho Nue­vo con ese obje­ti­vo, es decir, ya no tra­tá­ba­mos de tomar­lo, sino de fijar a la tro­pa ahí para que no desplegara.

Cuan­do Oco­sin­go cae en las manos del ejér­ci­to fede­ral, nos reti­ra­mos de Alta­mi­rano y de Las Mar­ga­ri­tas, de acuer­do al plan. Y tam­bién la colum­na que esta­ba fijan­do el cuar­tel de Ran­cho Nue­vo. Todos esos días son de replie­gue, has­ta que se da el cese al fuego.

¿Entra­ron a Ran­cho Nuevo?

No. Es men­ti­ra eso de que entra­mos y que aga­rra­mos a no sé quién.

¿Esta­ba contemplado?

Sí, pero falló la lle­ga­da de las colum­nas. Con una manio­bra de pin­zas se iba a ata­car por dos extremos.

¿Y en con­jun­to cua­les fue­ron los erro­res? Men­cio­nas­te ya el de Oco­sin­go, Alta­mi­rano, el de la patru­lla. ¿Qué fue lo que pasó?

Bueno, la tar­dan­za en el ini­cio de los ata­ques en Alta­mi­rano y Oco­sin­go no es un error. En tér­mi­nos mili­ta­res man­da el gene­ral cli­ma y el coro­nel terreno. Tú pue­des hacer pla­nes mara­vi­llo­sos, pero el cli­ma es quien te va a per­mi­tir hacer­lo, y el terreno te va a obli­gar a hacer­los de una u otra for­ma. Los ver­da­de­ros gene­ra­les de la gue­rra son esos, el tiem­po y el terreno. En este caso el tiem­po jugó en con­tra nues­tra en Alta­mi­rano y Oco­sin­go. Había que sacar tro­pa de muy atrás, el camino esta­ba muy malo….todo eso que ves, ahí por don­de entras­te, todo lleno de lodo. Los vehícu­los se atas­ca­ban y como era mucho tra­sie­go se jodió más el camino. Otra tro­pa de plano tuvo que irse cami­nan­do, diez, doce horas, para lle­gar a los pun­tos de reco­lec­ción ya en la carre­te­ra bue­na. Enton­ces lo que pasó no es un error del mando.

¿Y erro­res estratégicos?

Nin­guno, tác­ti­cos sí. Entre los erro­res tác­ti­cos es que la tro­pa que esta­ba en Oco­sin­go cede los acce­sos y se encie­rra en el mer­ca­do. Es un terreno que no mane­ja­mos. Es decir, tú no pue­des lle­var a la tro­pa a pelear don­de no sabe pelear, pues la pones en des­ven­ta­ja. Para un ejér­ci­to popu­lar, que no está bien arma­do, tie­nes que lle­var­lo a pelear en ven­ta­ja, cuan­do estás segu­ro de que vas a ganar. En Oco­sin­go, el ofi­cial al man­do se encie­rra en la zona del mer­ca­do, y aun­que tenían órde­nes de reti­rar­se inme­dia­ta­men­te des­pués de que cho­ca­ran con el ejér­ci­to, no lo hacen, se man­tie­nen y lue­go los cer­can, por lo que tie­nen que com­ba­tir en una terreno que no les toca­ba, en don­de ade­más impli­cas a la pobla­ción civil, que es algo que no debes hacer. Esto fue un error tác­ti­co. Y los erro­res tác­ti­cos en las gue­rras se pagan con muer­tes, los estra­té­gi­cos con muer­tes y con retro­ce­sos gigan­tes­cos, no sólo la gen­te que se te mue­re, sino ade­más la for­ma en la que que­da tu ejér­ci­to o tu orga­ni­za­ción para hacer lo que sigue, lo que tie­nes pla­nea­do, lo que pue­des hacer después.

¿Otros erro­res?

No, pues fue­ron peque­ños, sin con­se­cuen­cias. Órde­nes incum­pli­das, como que no se des­tru­ye­ran los pala­cios muni­ci­pa­les has­ta que se hubie­ran aban­do­na­dos. Hubo varios que fue­ron des­trui­dos a la entra­da en lugar de a la sali­da. Pero esto es com­pren­si­ble, por­que para los com­pa­ñe­ros sig­ni­fi­can el cen­tro del opro­bio, don­de vive el gobierno que tan­to los des­pre­ció, humi­lló y mal­tra­tó. Por eso es com­pren­si­ble que no se pudie­ran con­tro­lar, pero no deja de ser un pro­ble­ma en un ejér­ci­to que no se pue­da con­tro­lar en deter­mi­na­do momen­to a la tro­pa. Pero eso no tuvo con­se­cuen­cias. Oco­sin­go sí.

¿Hubo des­pués un Tri­bu­nal de Gue­rra don­de se eva­lua­ron estos erro­res? ¿A qué se lle­gó? ¿Para qué fue el Tribunal?

Los Tri­bu­na­les de Gue­rra se con­for­man bajo deter­mi­na­das cir­cuns­tan­cias, es decir, no exis­ten más que para un caso con­cre­to. Uno fue el de Absa­lón Cas­te­lla­nos, lo que se iba a hacer con él, sabien­do que había que juz­gar­lo. Y los demás fue­ron de indis­ci­pli­nas o fal­tas a los regla­men­tos que hubo en los com­ba­tes, o lo que pasó des­pués, como indi­ca­cio­nes que die­ron los man­dos y no se cum­plie­ron, o que ya esta­ban de por sí en las leyes y no fue­ron cum­pli­das. Por ejem­plo, está prohi­bi­do que los mili­ta­res cobren impues­to de gue­rra, pues tie­ne que hacer­lo una auto­ri­dad civil del pobla­do o de la región, y hubo ofi­cia­les que estu­vie­ron cobran­do impues­tos de gue­rra. Tres. Cla­ro, lo entre­ga­ban al pobla­do, pero como quie­ra no les toca­ba eso. Lo tie­nes que seña­lar por­que si dejas el pre­ce­den­te lue­go lo pue­den seguir hacien­do y se pue­de colar la corrup­ción o el ban­di­da­je, es decir, que ten­gas un ejér­ci­to en el que una par­te se con­vier­te en una gavi­lla de ban­di­dos que lue­go se dedi­que a robar, en este caso bajo la ban­de­ra zapa­tis­ta. Por eso se tenían que seña­lar y san­cio­nar estas conductas.

¿Y el arma­men­to de dón­de viene?

Armas vie­jas, peda­cea­das, algu­nas que se con­si­guie­ron ya rotas, des­com­pues­tas, de la Segun­da Gue­rra Mun­dial, fue­ron recons­trui­das por com­pa­ñe­ros del ser­vi­cio de mate­ria­les de gue­rra, los arme­ros. Ellos aga­rra­ban la pie­za y con manua­les y dia­gra­mas fue­ron pro­ban­do la for­ma de aco­mo­dar­las, has­ta que que­da­ban lis­tas. Y así arre­gla­ban otra y otra. El prin­ci­pal tra­ba­jo de ese ser­vi­cio era arre­glar armas vie­jas que esta­ban des­com­pues­tas, rifles 22, chim­bas, esco­pe­tas de taco que ya tenían mucho tiem­po en los pobla­dos y que las tenían los com­pa­ñe­ros en los poblados.

¿Y tam­bién las demás armas las per­fec­cio­nan? ¿Las modifican?

Ahí lo que hacía­mos era con­ver­tir armas semi­au­to­má­ti­cas en auto­má­ti­cas, de ráfa­ga. O se les hacen arre­glos para fran­co­ti­ra­dor, o para lan­zar gra­na­das. Estos son arre­glos más fáciles.

¿Y todo esto cómo lo aprendieron?

Es la mis­ma his­to­ria que no crees tú ni nadie, que es la de los manua­les. La vie­ja téc­ni­ca del méto­do del ensa­yo y el error. Se hace una pie­za, se prue­ba, no sir­ve, se vuel­ve a hacer y así has­ta que queda.

¿Fabri­can explosivos?

No. No tene­mos mate­rial para fabri­car­los. Los explo­si­vos que tene­mos son los que le qui­ta­mos al enemi­go en com­ba­te. El úni­co explo­si­vo que no es explo­si­vo es la pól­vo­ra, que se usa para cohe­tes y cohe­to­nes. Es fácil de hacer, pero no es muy efi­caz como explo­si­vo. Hace rui­do pero no tie­ne poder des­truc­ti­vo. No es como la dinamita.

¿Minas?

Las minas sí, con la dina­mi­ta que le deco­mi­sa­mos al enemi­go. Hacer una mina no es pro­ble­ma, el pro­ble­ma es el explo­si­vo para que true­ne, para que haga daño, para que chin­gue un tan­que o un camión.

¿Gra­na­das?

Gra­na­das de mano fabri­ca­mos algu­nas. Otras con­se­guía­mos (iner­tes), que se anu­lan para que no explo­ten, las repa­rá­ba­mos y las relle­ná­ba­mos de pól­vo­ra. Y les cam­biá­ba­mos el meca­nis­mo de acción, no es el sto­ping que usan las gra­na­das moder­nas, que se los qui­tas y auto­má­ti­ca­men­te se encien­den, corre un tiem­po y explo­tan. Noso­tros las usa­mos con mecha, así como en las cari­ca­tu­ras, nada más que el cuer­po es de una gra­na­da nor­mal, pero el con­te­ni­do explo­si­vo no es el plás­ti­co que usan las gra­na­das, igual su poder des­truc­ti­vo es más limitado.

¿De dón­de sale el dine­ro para com­prar todo eso y hacer­se un ejér­ci­to regular?

El des­pe­gue sale de los mis­mos com­pa­ñe­ros o gen­te que cola­bo­ra­ba en las ciu­da­des. Es rela­ti­va­men­te bara­to el ini­cio del Ejér­ci­to Zapa­tis­ta. Quie­ro decir, éra­mos pocos hom­bres y prác­ti­ca­men­te lo úni­co que se com­pró fue­ron los par­ques, las balas. Por­que las armas se fue­ron reco­lec­tan­do de varios pun­tos, armas vie­jas, cara­bi­nas M, rifles 22, armas usa­das que había por varios lados. El pro­ble­ma era el par­queo y ahí sí se gas­tó. Pero el gas­to mayor era la ali­men­ta­ción por­que no había enton­ces apo­yo de los pue­blos, y había que meter­la des­de la ciu­dad. Pero como era una uni­dad peque­ña que ten­día a ser auto­su­fi­cien­te, tenía que apren­der a vivir de la mon­ta­ña, comer de ella, y cuan­do se apren­dió esa car­ga eco­nó­mi­ca bajó.

En esa pri­me­ra eta­pa se hace el tra­ba­jo de sobre­vi­ven­cia y ahí se resuel­ve la depen­den­cia de la línea logís­ti­ca, que es cómo se ali­men­ta tu tro­pa. La línea que vie­ne de la ciu­dad es muy vul­ne­ra­ble por­que la pue­den aga­rrar en un retén o cor­tar sim­ple­men­te con un cer­co y ya te chin­ga­ron. Enton­ces, cuan­do pue­des resol­ver que el mis­mo terreno te de comer, acor­tas tu línea logís­ti­ca. Un ejér­ci­to con esa línea cor­ta, es fuer­te, uno que la tie­ne muy lar­ga es débil, por­que es muy vul­ne­ra­ble. Cuan­do noso­tros nos adap­ta­mos a la mon­ta­ña, acor­ta­mos la línea, y eso evi­tó tam­bién que fué­ra­mos detec­ta­dos, pues no hay mucho tra­sie­go de gen­te, ni de medios, ni de equi­pos de la ciu­dad al campo.

Lue­go se pasa a la eta­pa polí­ti­ca y enton­ces se amplía la línea logís­ti­ca, que se hace más rica, más gran­de, y ahí es don­de ya es posi­ble ampliar la línea de com­ba­tien­tes, sin recar­gar­se en la línea logís­ti­ca de la ciu­dad, por­que pue­des man­te­ner­lo con el mis­mo apo­yo de los pue­blos, y lo pue­des hacer por­que es la mis­ma gen­te de los pue­blos la que se incor­po­ra. Eso es lo más difí­cil de un ejér­ci­to, dar­le de comer y un lugar dón­de mover­se, vivir pues.

Del lado de los equi­pos, noso­tros ya había­mos pro­ba­do equi­pos comer­cia­les que no ser­vían en la mon­ta­ña, como los que usa el ejér­ci­to fede­ral o el ejér­ci­to nor­te­ame­ri­cano, o el cam­ping, los equi­pos que usan los explo­ra­do­res, boy scouts y todos esos…o los perio­dis­tas, como esa bota que traes ahí…

La bota es lo más impor­tan­te de una gue­rri­lla, el cal­za­do, y ese sí no te lo pue­de dar la mon­ta­ña, por lo menos en una pri­me­ra eta­pa. Ten­drías que pasar a la eta­pa del apo­yo de los pobla­dos para cur­tir piel, y poner a alguien a apren­der zapa­te­ría y con­se­guir los mate­ria­les. Esto se hace y se man­da gen­te a que apren­da. Sigue sien­do peque­ña la colum­na y no se bata­lla en hacer­los, pues no tie­nes que con­se­guir muchos pares, ni de uni­for­mes, en el caso de la costura.

Tam­bién sabía­mos que la ropa que no sir­ve es la ropa de algo­dón, se pudre muy rápi­do. La mez­cli­lla tar­da mucho en secar­se y no sir­ve para la mon­ta­ña. El nay­lon es más resis­ten­te, no se pudre y tar­da poco en secar­se en un terri­to­rio en el que llue­ve nue­ve meses al año y los otros tres meses te llue­ve aden­tro, por­que sudas mucho. Para esto hici­mos un taller de cos­tu­ra tam­bién en comu­ni­da­des. Se hacen en varios pobla­dos cuan­do empie­zan a entrar muchos com­ba­tien­tes mili­cia­nos e insur­gen­tes. La tela se com­pra por varios lados, de tal for­ma que no se detec­te que alguien está com­pran­do mucha tela del mis­mo color. Pero aun­que así fue­ra, como no es una gue­rri­lla actuan­te, es difí­cil pen­sar que eso se está formando.

El nay­lon, los techos don­de vivi­mos, los com­pra­mos en cual­quier mer­ca­do. Con eso te pro­te­ges de la llu­via. Y las hama­cas las teje­mos noso­tros, sólo com­prá­ba­mos el hilo. Cada uno que lle­ga­ba tenía que tener su hamaca.

Es una gue­rri­lla barata.

¿Pero de dón­de sale el dine­ro para com­prar todo eso que es barato?

En la pri­me­ra eta­pa, como te digo, sale de las cola­bo­ra­cio­nes de los com­pa­ñe­ros que tie­nen empleo en la ciu­dad, o fami­lia­res de gen­te que no sabe para qué va el dinero.

¿Y para las armas?

En la segun­da eta­pa, cuan­do ya entran más com­pa­ñe­ros en los pobla­dos, están las armas que de por sí tie­nen. Y por otra par­te las que empie­zan a com­prar algu­nos pue­blos que pue­den hacer­lo por­que tie­nen gana­do o cafe­tal en colec­ti­vo. Ellos jun­ta­ban el dine­ro, nos lo pasa­ban a noso­tros, y ya alguien de noso­tros se encar­ga­ba de bus­car dón­de con­se­guir esas armas. Es ahí don­de se hace el con­tac­to con gen­te del anti­nar­co­trá­fi­co, que son los que daban los gol­pes a los nar­co­tra­fi­can­tes y lue­go reven­den las armas. Ahí se con­si­guie­ron armas bara­tas, por­que son “negras”, es decir, ya tie­nen el ante­ce­den­te de que fue­ron usa­das y nadie las quie­re, y por eso bajan de pre­cio. Las armas lim­pias, que nadie ha usa­do antes, son más caras. Así se logran con­se­guir algu­nas armas de cali­bres gran­des, pero sobre todo par­que, que es el coco de cual­quier gue­rri­lla. Ahí el pro­ble­ma de las armas no es gran­de, por­que el terreno jue­ga del lado nuestro.

Cuan­do se da la orden del Comi­té de que hay que ata­car las ciu­da­des, ahí sí tie­nes un pro­ble­ma por­que ya el terreno no jue­ga de tu lado, enton­ces se hace un tra­ba­jo de infil­tra­ción e inves­ti­ga­ción, de inte­li­gen­cia mili­tar, para ver dón­de hay armas. Infil­tra­mos a las guar­dias blan­cas de los fin­que­ros y hace­mos una espe­cie de retra­to habla­do de todas las fin­cas, has­ta saber inclu­so en que cajón están las armas. Esa infor­ma­ción la usa­mos el 31, cuan­do todos los fin­que­ros esta­ban en las ciu­da­des cele­bran­do el año nue­vo. Fue una ope­ra­ción lim­pia, rápi­da, por­que ya sabía­mos dón­de mero bus­car, y obte­ne­mos así varios cien­tos de armas.

Lue­go, apo­ya­dos en la sor­pre­sa del gol­pe ini­cial, recu­pe­ra­mos otros cien­tos de armas ya de cali­bres del ejér­ci­to y de la policía.

¿Se arman más enton­ces prác­ti­ca­men­te des­pués del pri­me­ro de enero?

Sí. Defi­ni­ti­va­men­te. El 31 de diciem­bre es cuan­do tene­mos poten­cial de fue­go. Antes, no. Sí tenía­mos armas ade­cua­das para el terreno en el que está­ba­mos, pero no para lan­zar un ata­que de tal enver­ga­du­ra. De hecho, los ata­ques de las ciu­da­des depen­dían de esa pei­na­da a las fincas.

¿A más de dos meses de la gue­rra, cuál es el balan­ce que hacen?

A nivel estra­té­gi­co es una vic­to­ria. Es decir, aun­que per­di­mos algu­nos com­ba­tes, por ejem­plo el de Oco­sin­go, man­te­ne­mos el con­trol de un terri­to­rio toda­vía, a casi tres meses del ini­cio de la gue­rra. En infe­rio­ri­dad numé­ri­ca y de medios, damos a cono­cer nues­tro movi­mien­to, nues­tras deman­das, su base social, y brin­ca­mos todas las acu­sa­cio­nes de nar­co­gue­rri­lla y la de los extran­je­ros que ya nadie se la tra­ga, aun­que toda­vía alguien lo suel­ta por ahí. En ese sen­ti­do, el pro­ble­ma se des­pla­za de quié­nes son, a si es bueno o no el camino. Es decir, ya nadie cues­tio­na las cau­sas que ori­gi­na­ron el movi­mien­to. Todos acep­tan que hay con­di­cio­nes socia­les muy lace­ran­tes, una situa­ción polí­ti­ca muy asfi­xian­te, que hacen has­ta cier­to pun­to lógi­co que pase lo que pasó. Enton­ces la dis­cu­sión se des­pla­za a por qué con las armas, por qué no mejor el diá­lo­go y todo eso. Todo esto le da mucho oxí­geno a un movi­mien­to arma­do, eso te hace brin­car eta­pas don­de pri­me­ro tie­nes que con­ven­cer a la gen­te de que no eres extran­je­ro, no eres nar­co­tra­fi­can­te, no per­te­ne­ces a una fac­ción del gobierno, que sí tie­nes base popu­lar. Y eso ya te pone fren­te a otros pro­ble­mas. Noso­tros le juga­mos eso, le apos­ta­mos a brin­car eta­pas y poner­nos de lleno ante la socie­dad como inter­lo­cu­to­res. La socie­dad es la que pre­gun­ta enton­ces quié­nes son y qué quie­ren. En este sen­ti­do, creo que lo logra­mos, que tuvi­mos un éxi­to estra­té­gi­co, sobre­vi­vi­mos, exis­ti­mos, aun­que nues­tras posi­bi­li­da­des mili­ta­res son muy limi­ta­das, nues­tras posi­bi­li­da­des polí­ti­cas son gigan­tes­cas, envi­dia­bles, diría yo, para cual­quier otro movimiento.

Nues­tro aná­li­sis polí­ti­co sobre la situa­ción en la que íba­mos a esta­llar se que­dó cor­to. Cal­cu­lá­ba­mos que había des­con­ten­to y que iba a atraer sim­pa­tías el hecho de que alguien se levan­ta­ra a pro­tes­tar, pero no a tal gra­do de lo que ocurrió.

Lue­go vie­ne la eta­pa del diá­lo­go, que es la que nos aga­rra de sorpresa.

El ini­cio del diá­lo­go con el gobierno y con la socie­dad civil

El mis­mo revue­lo que cau­só la gue­rra hace que el gobierno bus­que saber tam­bién qué está pasan­do. No cree­mos que el gobierno haya que­ri­do lle­gar a un acuer­do de paz, sino saber quié­nes éra­mos y qué pasa­ba, saber por­qué no nos podía aca­bar como le habían pro­me­ti­do los militares.

Al mis­mo tiem­po, en la socie­dad se empie­za a gene­rar esa mis­ma expec­ta­ti­va: saber quié­nes son, y bue­na par­te de ella pide que se bus­que otro camino, dice que sí son jus­tas las cau­sas, pero que se bus­que el camino polí­ti­co; otra par­te pide que nos pre­sen­te­mos para saber quié­nes somos, para cono­cer­nos, para ver si somos lo que deci­mos que somos o somos otra cosa. Y ahí es don­de noso­tros deci­di­mos pre­sen­tar­nos al diá­lo­go, sin nin­gu­na espe­ran­za res­pec­to a la res­pues­ta del gobierno, pero que­ría­mos hablar­le al país de otra for­ma y por otros medios.

Y lue­go vie­ne la eta­pa pos­te­rior al diá­lo­go, don­de se pola­ri­zan muchas fuer­zas que esta­ban sub­ya­cen­tes has­ta antes del diá­lo­go. Pare­cía que sí había con­sen­so por la paz, y lue­go se ve que no, que hay sec­to­res de la pobla­ción que quie­ren la paz, pero la de antes, no una nue­va paz. Se ve que por lo menos una par­te del gobierno no está intere­sa­do en la sali­da polí­tí­ca, sino sólo en ganar tiem­po, en espe­rar el momen­to opor­tuno para una solu­ción mili­tar. Enton­ces se dete­rio­ra mucho el cli­ma polí­ti­co para una solu­ción nego­cia­da, y la cul­mi­na­ción es el ase­si­na­to de Luis Donal­do Colosio.

¿Las cabe­zas que han caí­do, la de Elmar Setzer (gober­na­dor del esta­do), la de Patro­ci­nio Gon­zá­lez (secre­ta­rio de Gober­na­ción); la de José Cór­do­ba Mon­to­ya (bra­zo dere­cho de Sali­nas de Gor­ta­ri), for­man par­te de ese balance?

Tal vez la de Cór­do­ba, pero la de Patro­ci­nio y la de Setzer res­pon­den a ajus­tes de cuen­tas inter­nos más que a pre­sión nues­tra. Patro­ci­nio tenía enci­ma que era el encar­ga­do de Gober­na­ción y debe­ría haber sabi­do lo que esta­ba pasan­do, y ade­más fue el gober­na­dor de Chia­pas cuan­do noso­tros está­ba­mos cre­cien­do. Por qué no se dio cuen­ta, o si se dio cuen­ta por qué no dijo nada y si sí dijo por qué no lo escu­cha­ron. Alguien tenía que pagar por eso y le tocó a él. Lo de Setzer, pues fue por sus tor­pe­zas, por cómo se mane­jó al prin­ci­pio del movi­mien­to. Ellos pen­sa­ron que para que noso­tros nos sen­tá­ra­mos a dia­lo­gar había que man­dar una señal, en ese caso la de qui­tar a un gober­na­dor duro.

¿Y la de Córdoba?

Yo pien­so que vie­ne del dete­rio­ro del ambien­te, en el que una par­te es lo que hizo el EZLN, pero no todo. Está el pro­pio ase­si­na­to de Colo­sio. Cór­do­ba ya tenía enton­ces dos erro­res gran­des, el del EZLN, por supues­to, y lue­go el de Colosio.

La par­ti­ci­pa­ción del EZLN en esos cam­bios den­tro del gobierno es míni­ma. Lue­go dicen “bueno, ya logra­ron muchas cosas, ya cál­men­se, tran­qui­lí­cen­se”, pero como quie­ra todo eso que ha pasa­do no le hado ni demo­cra­cia, ni liber­tad ni jus­ti­cia a este país, que es lo que noso­tros queremos.

Noso­tros no que­re­mos un cam­bio de nom­bres. Si sigue sin haber cam­bios pro­fun­dos que pro­pi­cien una demo­cra­cia, el ejer­ci­cio de la liber­tad polí­ti­ca y como con­se­cuen­cia el cum­pli­mien­to de la jus­ti­cia, por­que si no la cum­ples pues te qui­tan y ponen a otro, que es la pre­sión que debe tener cual­quier gober­nan­te, pues enton­ces no hay un cam­bio. Tien­den mucho los perio­dis­tas y algu­nos poli­tó­lo­gos a ver en todo esto cam­bios estruc­tu­ra­les, pero noso­tros, de veras, no lo vemos así.

¿Cuá­les son sus expec­ta­ti­vas en estos momentos?

La expec­ta­ti­va de este movi­mien­to es triun­far, lograr que en este país haya demo­cra­cia, liber­tad para esco­ger una u otra for­ma de gobierno o sis­te­ma social o como le lla­men aho­ra, y un equi­li­brio ini­cial de los fac­to­res socia­les y eco­nó­mi­cos, has­ta lograr una jus­ti­cia real.

El movi­mien­to tie­ne la pers­pec­ti­va de, por lo menos una par­te, seguir cre­cien­do en la clan­des­ti­ni­dad; mien­tras la otra tam­bién se man­tie­ne clan­des­ti­na pero visi­ble en el sen­ti­do de que ahí están, están arma­dos, poseen un terri­to­rio, quie­ren tal cosa y pue­den ata­car y defen­der­se. Otra par­te, los topos se pre­pa­ran para cuan­do nos gol­pean a noso­tros tomar ellos el relevo.

¿Y qué hay en el res­to del país?

Algu­nos pun­tos suel­tos de simpatizantes…La par­te que es mero del ejér­ci­to, sobre la que se fin­có el EZ, es muy peque­ña, no pode­mos decir que sea del país, aun­que tie­ne rami­fi­ca­cio­nes, es muy rali­ta, como la barba.

Ya des­pués del pri­me­ro de enero, pues apa­re­cen sim­pa­tías por varios lados, pero en el nivel decla­ra­ti­vo o en el de ayu­da, sin implicarse.

¿No hay orga­ni­za­ción zapa­tis­ta en el res­to del país?

En el sen­ti­do clá­si­co del tér­mino, no. Hay como una base de des­pe­gue, muy, muy pequeña.

¿Sólo en el centro?

Yo no dije que era en el cen­tro. No, no está en el centro.

La for­ma­ción del EZLN. Sus pri­me­ros pasos

En la for­ma­ción ori­gi­nal del EZLN coin­ci­den dos fac­to­res, por un lado un gru­po de per­so­nas de ori­gen cita­dino, peque­ño, unos diez o doce…Digamos que eran 12, que venían de los fra­ca­sos en movi­mien­tos pací­fi­cos o lega­les, con­si­de­ra­ban que esta­ban ago­ta­das las vías para un cam­bio demo­crá­ti­co, gen­te del 1968, del 1971, de los cho­ques popu­la­res de pro­tes­ta, con la expec­ta­ti­va de que la lucha fue­ra un camino, entre otros, para cam­biar el mun­do. No en el sen­ti­do de la lucha arma­da como un todo­po­de­ro­so, que por sí sola gene­ra­ra un cam­bio, en ellos no esta­ba esa con­cep­ción. Eso fue hace diez años.

Por otro lado, un gru­po indí­ge­na, cam­pe­sino, del sur­es­te de Chia­pas, tam­bién en el mis­mo pro­ce­so, pero sin pre­fe­ren­cia con la lucha arma­da, sino en el sen­ti­do de abrir cau­ces demo­crá­ti­cos ante la impo­si­bi­li­dad de la lucha legal, con con­di­cio­nes de vida muy pobres y con un sec­tor social inte­gra­do por los fin­que­ros, los gana­de­ros, los terra­te­nien­tes, muy beli­ge­ran­tes con­tra ellos, en fin, lo que aho­ra es Chia­pas, lo que aho­ra uste­des des­cu­bren en Alta­mi­rano, des­de hace muchos años así era.

Estos dos gru­pos, los de la ciu­dad y los indí­ge­nas, se plan­tean la nece­si­dad de pre­pa­rar la lucha arma­da. Des­de el ini­cio en el pri­mer gru­po, el que es cita­dino, urbano, se madu­ran las expe­rien­cias de las gue­rri­llas de los seten­tas, la con­cep­ción del foco, el balan­ce de gue­rri­lla urba­na y de gue­rri­lla rural, el movi­mien­to urbano que cre­cía con accio­nes de pro­pa­gan­da y se sol­ven­ta­ba eco­nó­mi­ca­men­te con secues­tros, con recu­pe­ra­cio­nes. Diga­mos que es la línea muy esque­má­ti­ca, con muchos mati­ces de la expe­rien­cia gue­rri­lle­ra de los seten­tas, muy gol­pea­da por la repre­sión, des­man­te­la­da casi en su totalidad.

Este gru­po pen­sa­ba que no, que la gue­rri­lla no podía nacer de un foco, que era algo que había pre­pa­rar, que su par­te pri­mor­dial, su colum­na ver­te­bral, era el apo­yo de la pobla­ción, que no nece­sa­ria­men­te se mani­fes­ta­ba en el momen­to del enfren­ta­mien­to arma­do, sino des­de su preparación.

La cues­tión eco­nó­mi­ca, el finan­cia­mien­to de esta gue­rri­lla en esta nue­va con­cep­ción, no podía venir de accio­nes de este tipo, que pusie­ran en ries­go la vida de los com­pa­ñe­ros o del per­so­nal civil, como los secues­tros o asal­tos con fines terro­ris­tas. Enton­ces se recu­rría a la cola­bo­ra­ción. Era una orga­ni­za­ción muy pobre eco­nó­mi­ca­men­te, se sos­te­nía con lo que cada uno podía apor­tar, según sus medios o el tra­ba­jo en el que esta­ban como pro­fe­sio­nis­tas, maes­tros, etcétera.

Con­flu­yen dos nece­si­da­des: Por un lado la nece­si­dad de la auto­de­fen­sa fren­te a un sec­tor social com­pues­to por los fin­que­ros y el gobierno esta­tal y muni­ci­pal que los favo­re­cía, y que los pro­te­ge toda­vía. Y del otro, una nue­va con­cep­ción gue­rri­lle­ra en Méxi­co, tan nue­va que no se vie­ne a cono­cer has­ta el pri­me­ro de enero de 1994, por­que su nove­dad esta­ba en que no supe­di­ta­ba su apa­ri­ción al hecho de actuar, sino a que estu­vie­ra pre­pa­ra­da para hacer­lo. La for­ma de finan­cia­mien­to fue de tal for­ma que el aspec­to mili­tar corres­pon­die­ra al aspec­to polí­ti­co, es decir, tú cre­cías tan­to como el mis­mo pue­blo te abas­te­cía, no recu­rrías a otros medios para con­se­guir apo­yo eco­nó­mi­co, recur­sos o equi­po. Eso hace que esa con­cep­ción sea a muy lar­go pla­zo, o al pla­zo que mar­que su mis­mo cre­ci­mien­to polí­ti­co. Y es eso lo que mar­ca la línea mili­tar nues­tra, tan anti­mi­li­tar en ese sen­ti­do, don­de no se le da tan­to peso al aspec­to mili­tar, sino al político.

Pues bien, esas dos for­mas con­flu­yen y se plan­tean el pro­ble­ma de dón­de. Final­men­te, si tú quie­res pre­pa­rar un gru­po arma­do, entre­nar­lo, pues tie­ne que ser un lugar que reúna cier­tas carac­te­rís­ti­cas para no ser detec­ta­do, por­que tu pro­pó­si­to es jus­to que no te des­cu­bran, lo que quie­res es pre­pa­rar­te, no enfren­tar­te. Enton­ces el gru­po de indí­ge­nas cam­pe­si­nos de Chia­pas, muy avan­za­do polí­ti­ca­men­te, una espe­cie de éli­te polí­ti­ca, dice “vén­gan­se para acá, aquí hay con­di­cio­nes”. Y es así como entra el pri­mer gru­po del Ejér­ci­to Zapa­tis­ta de Libe­ra­ción Nacio­nal, en 1983. Ahí dicen, “bueno, nos vamos a alzar y nos vamos a lla­mar Ejér­ci­to”, por­que la aspi­ra­ción era a no fun­cio­nar como gue­rri­lla sino plan­tear una estruc­tu­ra de ejér­ci­to regu­lar, pen­san­do en que la tira­da era aglu­ti­nar gran­des con­tin­gen­tes arma­dos y no gru­pi­tos que estu­vie­ran hacien­do accio­nes terro­ris­tas. Zapa­tis­ta, por la expec­ta­ti­va de los com­pa­ñe­ros del cam­po, con todo el pro­ble­ma de la tie­rra que es muy agu­do en el esta­do. Y de Libe­ra­ción Nacio­nal por­que siem­pre se plan­teó que la lucha fue­ra nacio­nal, y que se arti­cu­la­ría con otras fuer­zas para un movi­mien­to más amplio, revolucionario.

Así lle­ga el pri­mer gru­po a la sel­va y se empie­za a tra­ba­jar en el aspec­to mili­tar. Hay que estu­diar manua­les nor­te­ame­ri­ca­nos y mexi­ca­nos de ins­truc­ción mili­tar, pri­me­ro gue­rri­lle­ra. Aga­rra­mos los manua­les de con­tra­in­sur­gen­cia nor­te­ame­ri­ca­nos y lue­go los mexi­ca­nos, que en reali­dad son sólo una tra­duc­ción de los pri­me­ros. Y empe­za­mos a apren­der a vivir en la mon­ta­ña, a cami­nar, a car­gar, a cono­cer las rutas, el terreno, los ani­ma­les, sus hue­llas, su olor. En fin, toda la lógi­ca den­tro de la sel­va. En la sel­va de la que te estoy hablan­do no hay pobla­dos, nadie se mete ahí, ni siquie­ra los cam­pe­si­nos, por­que es muy hos­til, muy agre­si­va. La mon­ta­ña te hace de nue­vo o te avien­ta para afuera.

Pasa­ron varios años en los que el gru­po que está en la mon­ta­ña vivía del gru­po que esta­ba en la ciu­dad, con la ayu­da de ese otro gru­po de indí­ge­nas que es el que apo­ya en pasar las cosas has­ta la mon­ta­ña, a un lugar en el que noso­tros pasá­ba­mos a recogerlo.

De cual­quier for­ma noso­tros tra­ta­mos de no depen­der del ali­men­to que man­da­ban de la ciu­dad, por­que sabía­mos que en cual­quier momen­to se cor­ta­ba. Por eso le dába­mos mucho a la cace­ría y al cono­ci­mien­to de plan­tas que hay en la mon­ta­ña, y así poder balan­cear un poco la ali­men­ta­ción que teníamos.

Lo que sigue es que el gru­po de indí­ge­nas empie­za a hacer el tra­ba­jo polí­ti­co, expli­can­do en los pue­blos que en deter­mi­na­do momen­to se va a nece­si­tar la lucha arma­da, por­que el gobierno no hace caso, y que even­tual­men­te se van a ago­tar los cami­nos lega­les, las vías pací­fi­cas para resol­ver los pro­ble­mas. Y en un cal­do de cul­ti­vo don­de los gana­de­ros y los fin­que­ros son muy agre­si­vos, esta idea empie­za a pren­der, pero toda­vía muy lento.

La con­cien­cia­ción sobre las con­di­cio­nes de vida es tan evi­den­te que no nece­si­tas expli­car más. En este caso, el tra­ba­jo polí­ti­co con­sis­tía en expli­car­les que había que con­tem­plar una for­ma más de lucha, en este caso la lucha arma­da. En esos momen­tos el con­tac­to sigue sien­do muy cui­da­do­so, com­par­ti­men­ta­do, y así se va cre­cien­do poco a poco, lo que hace que se alar­gue la vía de abas­te­ci­mien­to, y que sea más fácil meter y sacar cosas, por­que más gen­te cola­bo­ra. Y empie­zan a apa­re­cer cola­bo­ra­cio­nes espon­tá­neas, nos man­dan tos­ta­das, algu­na fru­ta, lo que se da en las casas de los com­pa­ñe­ros, y un poco de café. Pri­me­ro todo esto se man­da­ba has­ta deter­mi­na­do pun­to, ahí lo deja­ban, y sin que ellos supie­ran quién lo hacía, uno de noso­tros baja­ba y lo pepe­na­ba, y lo lle­vá­ba­mos a otro lado, a don­de esta­ba nues­tro campamento.

La cosa era tan limi­ta­da que la tos­ta­da la guar­dá­ba­mos para una fies­ta, por ejem­plo para el 8 de mar­zo, para el pri­me­ro de mayo, 20 de noviem­bre, esos días nos toca­ba una tos­ta­da a cada uno y tomá­ba­mos café tam­bién. En ese tiem­po los com­pa­ñe­ros de los pue­blos, que eran pocos aún, que­rían cono­cer per­so­nal­men­te a quie­nes esta­ban ayu­dan­do. Y ahí hay otro cam­bio res­pec­to a gue­rri­llas ante­rio­res, por­que les damos paso a los cam­pa­men­tos, que se supo­ne que es algo que no debe hacer la gue­rri­lla, por segu­ri­dad y por otras cosas. Pero ellos lle­gan a los cam­pa­men­tos y empie­zan a pedir ins­truc­ción mili­tar, algo muy ele­men­tal por­que noso­tros está­ba­mos más dedi­ca­dos a apren­der a vivir de la mon­ta­ña y ape­nas está­ba­mos apren­dien­do de los manua­les posi­cio­nes de tiro y orden cerra­do (lo que hace que una uni­dad mili­tar se mue­va como colec­ti­vo). Enton­ces lle­gan ellos y nos dicen “por qué no me ense­ñas eso”. Y a par­tir de ese momen­to ya no nada más entre­gan la car­ga, sino tam­bién lle­gan a apren­der. Y como noso­tros lle­vá­ba­mos una vida muy inten­sa, le sacá­ba­mos pro­ve­cho al día por­que depen­día­mos de la luz del sol, en las tar­des y en las noches nos sen­tá­ba­mos a pla­ti­car, y ahí los que había­mos leí­do algo pues les pla­ti­cá­ba­mos a los demás. Era un espe­cie de semi­na­rio, como dicen uste­des, y a cada quien le toca­ba expo­ner un tema. Y enton­ces los com­pa­ñe­ros empie­zan a meter­se tam­bién en esa diná­mi­ca, en esa for­ma de apren­der la polí­ti­ca, sobre todo la his­to­ria de México.

Ahí se empie­za a tejer entre noso­tros y ellos una rela­ción muy gran­de, muy uni­da, muy difí­cil de romper.

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