El con­flic­to no tie­ne solu­ción- Borro­ka Garaia

solucion

Siem­pre me ha pare­ci­do algo per­tur­ba­dor que las dro­gas sean bási­ca­men­te un auto-enga­ño en bús­que­da de sen­sa­cio­nes y sen­ti­mien­tos como si la quí­mi­ca fue­ra real­men­te el prin­ci­pio y final de todo lo que ope­ra en el cere­bro. Y a lo peor es cier­to. Sien­do esto así, lo impor­tan­te no sería bus­car el bien­es­tar o ale­gría sino la mez­cla ade­cua­da de sus­tan­cias que la simulen.

Vivi­mos en la era de la ima­gen don­de las pala­bras ape­nas tie­nen sig­ni­fi­ca­do, valor y peso. Son gene­ral­men­te estra­ta­ge­mas para con­se­guir cier­to impac­to o resul­ta­do. Un fun­cio­na­mien­to muy simi­lar al de las drogas.

Des­de que ten­go uso de razón he escu­cha­do hablar de la solu­ción al con­flic­to. Solu­ción al con­flic­to polí­ti­co que enfren­ta Eus­kal Herria a los esta­dos espa­ñol y fran­cés. Solu­ción a todo lo deri­va­do de ello como el “pro­ble­ma de la vio­len­cia”, “la pro­ble­má­ti­ca de los pre­sos”, etc…

La mayor men­ti­ra del con­flic­to polí­ti­co en Eus­kal Herria es que ten­ga “solu­ción”. No la tiene.

Enton­ces pro­ba­ble­men­te me pre­gun­ta­rás a ver como es posi­ble que afir­me eso si algu­na vez me has leí­do que yo mis­mo he escri­to que la solu­ción al con­flic­to resi­de en un reco­no­ci­mien­to de la nación vas­ca libre­men­te expre­sa­do a tra­vés del dere­cho de autodeterminación.

Y si bien eso es cier­to, lo más cier­to es que la solu­ción no lle­ga­rá a tra­vés de solu­cio­nes sino a tra­vés del pro­ble­ma, del con­flic­to. Solo una vic­to­ria en el con­flic­to trae­rá la solución.

¿Por qué?

Por­que el con­flic­to en Eus­kal Herria, al igual que todos los con­flic­tos polí­ti­cos y socia­les se pro­du­ce entre ele­men­tos anta­gó­ni­cos e irre­con­ci­lia­bles. Y por muy genui­nos y sin­gu­la­res que sea­mos los vas­cos y vas­cas no esca­pa­mos a leyes his­tó­ri­cas que has­ta hoy se han cum­pli­do. El motor de la his­to­ria es la lucha de cla­ses y de los pue­blos y no hay nadie has­ta hoy que pue­da reba­tir­lo con datos enci­ma de la mesa.

Jamás el con­flic­to ten­drá una solu­ción por­que de mutuo acuer­do se lle­gue a ella. Todos los pasos en reso­lu­ción del con­flic­to son más fal­sos que una mone­da de made­ra si eso no inci­de y está rela­cio­na­do con una vic­to­ria sobre el opo­nen­te. Los acuer­dos de lle­gar, los con­sen­sos de dar­se, las nego­cia­cio­nes de pro­du­cir­se, son refle­jo direc­to de la balan­za de poder entre el opre­sor y opri­mi­do. De esa lucha entre con­tra­rios irreconciliables.

La solu­ción al con­flic­to es la derro­ta del esta­do espa­ñol y fran­cés en cuan­to a sus infa­mes intere­ses sobre Eus­kal Herria. La libe­ra­ción nacio­nal. Ya que solo ésta ase­gu­ra­rá que el pue­blo vas­co deci­da sobre su des­tino y lo haga con paz par­cial. Ya que la paz total solo lle­ga­rá cuan­do la cla­se bur­gue­sa se vea subor­di­na­da a la mayo­ría de la población.

Pedir “solu­ción al con­flic­to” es como pedir a una nube tor­men­to­sa que no arro­je llu­via ya que para­dó­ji­ca­men­te pedir solu­ción al con­flic­to real­men­te es inten­si­fi­car el con­flic­to has­ta vencer.

Si la socie­dad vas­ca es capaz de enten­der el esque­ma que guía el accio­nar del esta­do que hace irre­con­ci­lia­ble cual­quier entron­que de una Eus­kal Herria libre bajo legis­la­cio­nes que bus­can su des­truc­ción, si la con­fron­ta­ción se ins­ta­la, ini­cián­do­se un pro­ce­so uni­la­te­ral has­ta ejer­cer la sobe­ra­nía, si la cla­se tra­ba­ja­do­ra se radi­ca­li­za y empie­za a gene­rar con­tra­dic­cio­nes, pue­de abrir­se la opción para cor­tar ama­rras con ese bucle chan­ta­jis­ta del esta­do que nun­ca ter­mi­na­rá, o por el con­tra­rio ins­ta­lar­nos en él y lle­gar a creer que depen­dien­do de lo que haga el opri­mi­do en el sen­ti­do vehi­cu­li­za­do por el esta­do, éste cesa­rá en sus ansias depre­da­do­ras. No lo hará, no se acu­mu­la­rá más “fuer­za” ni se ejer­ce­rá ahí don­de haga des­es­ta­bi­li­zar los pila­res base de la injus­ti­cia y se dilui­rá el carác­ter rebel­de nece­sa­rio para el reto de supe­rar un con­glo­me­ra­do legal impues­to. En defi­ni­ti­va, la solu­ción del con­flic­to ven­drá del incre­men­to expo­nen­cial del con­flic­to y no al revés.

Esa es la dife­ren­cia fun­da­men­tal. Tomar la pas­ti­lla alu­ci­nó­ge­na o enfren­tar­se a la realidad.

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