El archivo de la denuncia presentada por la familia de Xuban Nafarrate contra la Ertzaintza ha causado el revuelo que era de esperar entre quienes desde un principio creímos al joven y no a sus victimarios, y entre quienes han proclamado ver en los hechos indicios suficientes para al menos investigar el caso, como fue el caso del Ararteko.
Habrá movilizaciones, hay artículos, mensajes y conversaciones. Pero con hechos como este, y los que se producen casi minuto a minuto (según escribo esto me entero que la Ertzaintza ha entrado en el Gaztetxe de Gasteiz, identificado a quienes allí estaban y robado las fotos de los presos y presas), lo que hay por encima de todo es un alto nivel de hartazgo.
Hay una sensación de “otra vez”, “esto no cambia”, “con proceso y sin proceso todo sigue igual”… Los optimistas, seguramente, intentarían contrarrestar este estado anímico con aquello del “ladran luego cabalgamos”, que es como decir que a ellos debe dolerles mucho cuando te pegan. Y los pesimistas lo alentarían como muestra del “no future”.
Lo difícil es estar en medio, intentar mantener la cabeza fría y tirar siempre p’alante. Los del PNV saben hacerlo (lo de estar en el medio, digo). Mientras los demás nos esforzamos para no hundirnos en arenas movedizas, ellos se sitúan levitando encima de nuestras cabezas, o haciendo ese trabajo discreto que tantos frutos les da. A ellos.
Pero al resto, a quienes no estamos obligados ni obligadas al trabajo discreto, nos queda la posibilidad de hacer ruido y llenar las calles. Sí, tirar p’alante. Defender el derecho a la huelga, a la disidencia, a la protesta, a la denuncia, a defender nuestras ideas, a perseguir nuestros proyectos. Porque sí hay futuro.