La estra­te­gia de la tensión

Instalaciones de la refinería de gas donde permanecen aún varios extranjeros secuestrados. -   Efe Agencia

Tra­duc­ción Boltxe Kolektiboa

Las imá­ge­nes dra­má­ti­cas del ata­que con­tra la plan­ta de gas en Arge­lia, rea­li­za­do por un coman­do que se defi­ne como jiha­dis­ta, han dado la vuel­ta al mun­do. Téc­ni­cos de BP y de Sta­toil ata­dos a explo­si­vos de plás­ti­co, muer­tos por los que los habían secues­tra­dos o duran­te los enfren­ta­mien­tos. Efec­to garan­ti­za­do. El minis­tro de Asun­tos Exte­rio­res fran­cés Fabius ha lan­za­do la alar­ma sobre la dra­má­ti­ca situa­ción arge­li­na. El pri­mer minis­tro bri­tá­ni­co Came­ron ha con­vo­ca­do el «Comi­té Cobra» de las situa­cio­nes de urgen­cia. El pre­si­den­te Oba­ma ha decla­ra­do que el ata­que nos recuer­da una vez más la ame­na­za que repre­sen­ta Al Qae­da en Áfri­ca y que los Esta­dos Uni­dos reac­cio­na­rán para que hechos aná­lo­gos no se repitan.

Según las infor­ma­cio­nes difun­di­das por fuen­tes no muy iden­ti­fi­ca­das, el coman­do terro­ris­ta reci­bía órde­nes por telé­fono a tra­vés de un saté­li­te del emir Moc­tar Bel­moc­tar, ex jefe de «Al Qae­da en el Magreb Islá­mi­co», actual­men­te a la cabe­za de una nue­va for­ma­ción que tie­ne la base en Mali. Pre­ci­sa­men­te (como por azar) en don­de Fran­cia está inter­vi­nien­do mili­tar­men­te y en don­de la Unión Euro­pea está a pun­to de enviar una «misión de entre­na­mien­to», for­ma­da por 450 espe­cia­lis­tas de la gue­rra (ita­lia­nos inclui­dos), que dará tam­bién «con­se­jos a las ope­ra­cio­nes de coman­do». Que­da el mis­te­rio de cómo un coman­do, for­ma­do por dece­nas de hom­bres muy arma­dos, ha podi­do reco­rrer a des­cu­bier­to con su con­voy de vehícu­los todo terreno cen­te­na­res de kiló­me­tros en un terri­to­rio vigi­la­do día y noche por alre­de­dor 300 mil hom­bres del ejér­ci­to arge­lino, entre­na­do y arma­do por Fran­cia y por el Man­do Áfri­ca de Esta­dos Uni­dos. Es legí­ti­mo sos­pe­char que el ata­que con­tra la plan­ta de gas ha esta­do orques­ta­do y/​o faci­li­ta­do por Fran­cia, con la cober­tu­ra de Esta­dos Uni­dos, para impli­car a Arge­lia y otros paí­ses nor­te-afri­ca­nos en la ope­ra­ción mili­tar en Mali, amplian­do el área.

En Áfri­ca, Fran­cia, Gran Bre­ta­ña, Esta­dos Uni­dos y otras poten­cias occi­den­ta­les no pue­den ges­tio­nar, con sus gru­pos mul­ti­na­cio­na­les, la com­pe­ten­cia eco­nó­mi­ca de Chi­na y de otros paí­ses emer­gen­tes. Que­rien­do man­te­ner a cual­quier pre­cio el con­trol de las fuen­tes ener­gé­ti­cas y de los mine­ra­les estra­té­gi­cos del con­ti­nen­te, así como de las zonas de impor­tan­cia geo­ses­tra­té­gi­ca, soplan sobre el fue­go de las ten­sio­nes y de los con­flic­tos inter­nos para jus­ti­fi­car su inter­ven­ción mili­tar, cuyo obje­ti­vo es el de aho­gar las luchas de libe­ra­ción de los pue­blos. A esto no tie­nen nin­gún escrú­pu­lo en uti­li­zar gru­pos jiha­dis­tas, cuyos mili­tan­tes de base, con­ven­ci­dos de com­ba­tir el impe­ria­lis­mo occi­den­tal, aca­ban sien­do su ins­tru­men­to. Han sido uti­li­za­dos en Libia para des­com­po­ner el país del inte­rior, mien­tras que la OTAN ata­ca­ba con sus caza-bom­bar­de­ros y sus fuer­zas espe­cia­les infil­tra­das. Inclu­so el New York Times, des­pués del ata­que en Arge­lia, admi­te que Gada­fi tenía razón cuan­do pre­ve­nía que la des­truc­ción del Esta­do libio pro­vo­ca­ría el caos, dejan­do las manos libres a los jiha­dis­tas. El New York Times no ha dicho, sin embar­go, que la OTAN está hacien­do la mis­ma cosa en Siria, con­fir­man­do que esto entra en su pro­pia estra­te­gia de tensión.

Ber­sa­ni [Secre­ta­rio del Par­ti­do Demo­crá­ti­co, jefe de la «opo­si­ción» en Ita­lia, NdT] lo ha com­pren­do muy bien. «Es nece­sa­rio dete­ner las for­ma­cio­nes djiha­dis­tas san­gui­na­rias ‑ha decla­ra­do- no se pue­de dejar sola a Fran­cia que ha inter­ve­ni­do en Mali: es nece­sa­rio inter­ve­nir, es el momen­to de que la Unión Euro­pea coja el extre­mo de la made­ja». Lo que, en reali­dad, ya ha cogi­do en mano Euro­pa para des­viar el vie­jo embro­llo de las gue­rras coloniales.

Man­lio Dinucci

Edi­ción del mar­tes 22 de enero de 2013 de il manifesto

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