Refle­xio­nes des­de «El nor­te de Irlan­da» ante la ola de vio­len­cia lea­lis­ta en East Belfast

Este es un blog que ver­sa sobre el con­flic­to en el nor­te de Irlan­da y que pre­ten­de ir más allá de lo que pue­den ofre­cer los Mass Media en esta cues­tión, y por ello, voy a tra­tar de mirar un poco más allá del humo pro­vo­ca­do por las alga­ra­das y dar mi pun­to de vis­ta de lo que está ocu­rrien­do en los últi­mos días en el este de Bel­fast a raiz (o apro­ve­chan­do) de la polé­mi­ca sobre la iza­da selec­ti­va ‑solo en dias deter­mi­na­dos- de la ban­de­ra de la Unión en el ayun­ta­mien­to de Belfast.

Lo que empe­zó como una pro­tes­ta por la cai­da de un sím­bo­lo se ha ido con­vir­tien­do con el paso de los días en una vál­vu­la de esca­pe para algu­nos, un recur­so para mos­trar múscu­lo para otros, un que­bra­de­ro de cabe­za para los que inten­ta­ban sacar redi­to del hecho, un pro­ble­ma «de otros» para los que muchas veces han teni­do que lidiar con temas simi­la­res en la otra comu­ni­dad y curio­sa­men­te una reafir­ma­ción en cier­to modo para los que están en posi­cio­nes anta­go­nis­tas a los que lle­van a cabo esta ola de vio­len­cia, me explico.

Vál­vu­la de escape

Des­de algu­nos sec­to­res polí­ti­cos, como por ejem­plo Peter Robin­son, líder del DUP, y des­de sec­to­res poli­cia­les, como por ejem­plo Matt Bag­gott y Terry Spen­ce, se ha afir­ma­do que los jove­nes y niños que par­ti­ci­pan en los dis­tur­bios pue­den echar a per­der su futu­ro, sin duda es así. Pero a cam­bio ¿que es lo que lle­van ofre­cien­do estos per­so­na­jes a la juven­tud de cla­se tra­ba­ja­do­ra en el este de Bel­fast?. Hablan de un futu­ro que esos jove­nes no cono­cen, hablan de futu­ro a un sec­tor que día a día aumen­ta las colas del des­em­pleo, que ven como sus fami­lias viven de las sub­ven­cio­nes y que ven como sus veci­nos ‑pero «enemi­gos»- mejo­ran su cali­dad de vida fren­te a ellos que pier­den su otro­ra alta­ne­ria y pri­vi­le­gios labo­ra­les y sociales.

El bas­tión lea­lis­ta del este de Bel­fast es la cuna del Tita­nic, de los pode­ro­sos asti­lle­ros, de una épo­ca de pro­gre­so indus­trial en don­de el «Pro­tes­tan­te» tenía tra­ba­jo ase­gu­ra­do y el «cató­li­co» era un ele­men­to de segun­da en el pai­sa­je. Pero pre­ci­sa­men­te el Tita­nic nos brin­da un para­le­lis­mo curio­so, fue cons­trui­do para asom­brar, para lide­rar, para el lujo, la osten­ta­ción y la opu­len­cia, pero aca­bó cho­can­do con­tra la natu­ra­le­za, con­tra la reali­dad, y ter­mi­nó en el fon­do del mar. El lea­lis­mo de igual modo ha sido crea­do para inti­mi­dar, para dejar cla­ro el domi­nio unio­nis­ta, su opu­len­cia, ha sido el caba­llo de bata­lla del unio­nis­mo (que no se man­cha­ba las manos), pero aho­ra, al igual que el Tita­nic, está sien­do hun­di­do por la reali­dad, cada vez tie­ne menos sen­ti­do y es aban­do­na­do inclu­so por sus seño­res, los unionistas.
Y como ani­mal heri­do que se resis­te a morir, el lea­lis­mo usa lo que tie­ne a su alcan­ce para hacer­se notar, y esto no es otra cosa que la violencia.

Esos jove­nes y niños no dejan de ser más que un refle­jo de una socie­dad con mie­do, con mie­do al cam­bio, con mie­do a ese futu­ro que no ven, con mie­do a sus veci­nos, con mie­do a una reali­dad que les pri­va de los pri­vi­le­gios que les con­ta­ron sus abue­los. Una juven­tud cas­ti­ga­da social y eco­no­mi­ca­men­te que ve en este tipo de actos una reafir­ma­ción tri­bal, una vál­vu­la de esca­pe fren­te a su reali­dad coti­dia­na, una últi­ma lla­ma­da de aten­ción antes del hundimiento.

Demos­tra­ción de fuerza

El lea­lis­mo, como ya he dicho con ante­rio­ri­dad está per­dien­do su sitio en la socie­dad norir­lan­de­sa, cada vez más se ve envuel­to en la cri­mi­na­li­dad común y en las dro­gas (algo nada nue­vo, pero aho­ra más evi­den­te sin la cor­ti­na del con­flic­to) y evi­den­te­men­te es un las­tre para sus amos unionistas.

Ante esa reali­dad solo que­dan dos sali­das, asu­mir­lo y pro­gre­sar hacia otros pará­me­tros o como un jaba­lí heri­do, ata­car e inten­tar sacar lo máxi­mo posi­ble con la pre­sión violenta.

La segun­da opción es la que pare­ce que está toman­do un sec­tor del lea­lis­mo cen­tra­do en la UVF del Este de Belfast.

Bajo seu­dó­ni­mos muy media­ti­cos del esti­lo de «La bes­tia del Este» encon­tra­mos a un matón que lle­va las rien­das de un gru­po de indi­vi­duos de la UVF que está sabien­do usar su toda­via influ­yen­te figu­ra en esos submundos.

Entre nego­cios tur­bios, tra­pi­cheos, ame­na­zas, inten­tos de ase­si­na­tos (uno de los líde­res de este gru­po casi fue ase­si­na­do el pasa­do año) y extor­sio­nes, la UVF ha deci­di­do uti­li­zar cual­quier pro­ble­ma polí­ti­co o social en su bene­fi­cio y tra­tar de con­se­guir ‑como lo han hecho otras bri­ga­das- el ansia­do botín que repar­ten los pro­gra­mas «para la paz y recon­ci­lia­ción» del esti­lo del pro­yec­to euro­peo “Pea­ce”.

El chan­ta­je es cla­ro, paz por dine­ro, tan cla­ro como efec­ti­vo, no es algo que sor­pren­da ya que el «Pro­ce­so de Paz» se ha vis­to ali­men­ta­do por ingen­tes can­ti­da­des de dine­ro que han apla­ca­do muchas voces y muchas vio­len­cias, pero que no han sabi­do ata­jar el pro­ble­ma real, la divi­sión, el sec­ta­ris­mo y la exclu­sión social de muchos sec­to­res que aún recla­man su par­te del pastel.

Que­bra­de­ro de cabeza

El Unio­nis­mo his­to­ri­ca­men­te ha uti­li­za­do al lea­lis­mo para hacer su tra­ba­jo sucio, ejem­plos sobran, des­de Car­son a Allis­ter pasan­do por Pais­ley y su Uls­ter Resis­tan­ce, el unio­nis­mo ha teni­do un bra­zo arma­do que ha sabi­do uti­li­zar a su con­ve­nien­cia. Pero con el paso de los tiem­pos el lea­lis­mo pasó de ser un perro amaes­tra­do a un lobo sal­va­je que fre­cuen­te­men­te prac­ti­ca­ba car­ni­ce­rias inhu­ma­nas sal­pi­can­do de san­gre al unionismo.

Con el paso de los años los sec­to­res lea­lis­tas van vien­do como el unio­nis­mo no les repre­sen­ta, no les apo­ya real­men­te, sino que los uti­li­za a con­ve­nien­cia, gene­ran­do en los pri­me­ros una sen­sa­ción de aban­dono, muy acu­sa­da hoy en día.

Ante este esce­na­rio, el unio­nis­mo ha tra­ta­do de con­ten­tar en oca­sio­nes al lea­lis­mo más extre­mo, en el caso recien­te que nos ocu­pa, al ir de la mano en las mani­fes­ta­cio­nes de ele­men­tos lea­lis­tas, ultras y extre­mis­tas de dere­chas, el unio­nis­mo se ha deja­do lle­var peli­gro­sa­men­te y aho­ra que la vio­len­cia les sal­pi­ca no saben como ata­jar el problema.

En otro orden de cosas, lo que empe­zó como una cam­pa­ña de ata­ques a Allian­ce para recu­pe­rar un asien­to en East Bel­fast a West­mins­ter, se pue­de con­ver­tir en una pér­di­da de apo­yos para el unio­nis­mo en un Este de Bel­fast has­tia­do de la vio­len­cia des­ata­da, y que, de reo­jo empie­za a mirar la posi­ble cul­pa del DUP en todo esto.

Recor­de­mos que en el ori­gen de todo está la cam­pa­ña del DUP con­tra Allian­ce y sobre todo con­tra Nao­mi Long, ante la cual Peter Robin­son per­dió su asien­to por la cir­cuns­crip­ción de East Bel­fast a West­mins­ter en 2010. En dicha cam­pa­ña se repar­tie­ron miles de pas­qui­nes car­gan­do con­tra Allian­ce por el tema de la vota­ción ante la iza­da de la Union Flag, una manio­bra que muchos vie­ron como excu­sa para ata­car a Allian­ce y así inten­tar minar su sue­lo elec­to­ral y vol­ver a con­se­guir para el DUP el asien­to del este de Bel­fast en las pró­xi­mas elec­cio­nes a Westminster.

Esa cam­pa­ña agi­tó una vez más al bra­zo arma­do, y aho­ra el pro­ble­ma es que no saben como pararlo.

Un pro­ble­ma de «otros»

El SF acos­tum­bra­do a tener que con­de­nar y dar expli­ca­cio­nes ante cada acto vio­len­to de los «disi­den­tes» repu­bli­ca­nos en esta oca­sión está en una posi­ción cómo­da, ya que ve el des­gas­te de sus riva­les polí­ti­cos más cer­ca­nos (DUP) y enci­ma, pue­de ven­der como un éxi­to un hecho sim­bó­li­co, que sin embar­go no va más allá (aun­que bien sabe­mos de la impor­tan­cia del sim­bo­lis­mo en el Norte).

Aho­ra bien, esta acti­tud nos mues­tra nue­va­men­te, a mi enten­der, uno de los pro­ble­mas más gra­ves del Nor­te, que no es otro que la per­sis­ten­cia de los esque­mas de la divi­sión, «noso­tros» y «ellos».

El SF pare­ce actuar como si fue­ra un pro­ble­ma de otros, no un pro­ble­ma de una socie­dad (como enti­dad uni­fi­ca­da), la per­sis­ten­cia de este com­por­ta­mien­to en los polí­ti­cos es uno de los más cla­ros expo­nen­tes del fra­ca­so del tan glo­ri­fi­ca­do «Pro­ce­so de Paz», que si bien ha logra­do mejo­rar mucho la reali­dad del Nor­te, no ha con­se­gui­do hacer que la socie­dad cami­ne uni­da ante el futu­ro. Per­pe­tuar este sis­te­ma segre­ga­do y sec­ta­rio es per­pe­tuar un con­flic­to latente.

Una reafir­ma­ción

En este rom­pe­ca­be­zas hay otro ele­men­to, los gru­pos repu­bli­ca­nos opues­tos al GFA y a la estra­te­gia del SF. Los acon­te­ci­mien­tos de las últi­mas sema­nas aun­que pudie­ra sor­pren­der están reafir­man­do algu­nas posi­cio­nes de estos grupos.

Reafir­man su prin­ci­pal pun­ta de lan­za, que no es otra que dejar cla­ro que no hay nor­ma­li­dad en el Nor­te, estos suce­sos inci­den pre­ci­sa­men­te en la anor­ma­li­dad de la reali­dad del Nor­te, y con ello «ayu­dan» a reafir­mar esa posi­ción defen­di­da por el repu­bli­ca­nis­mo más allá del SF.

Los suce­sos vio­len­tos del lea­lis­mo pue­den ser usa­dos por estos gru­pos para inten­tar dejar cla­ro que sigue habien­do cerra­zón en el unionismo/​lealismo, que no hay avan­ce posi­ble con ellos y que en esa tesi­tu­ra el pro­ce­so de paz es un refle­jo de ese fra­ca­so para mode­rar dichas posturas.

Final­men­te, ya está sien­do remar­ca­do por estos gru­pos la paten­te dife­ren­cia de actua­ción del PSNI en estos inci­den­tes en rela­ción a las actua­cio­nes de dicho cuer­po poli­cial ante inci­den­tes vio­len­tos pro­vo­ca­dos por el republicanismo.

Sin duda, lo que no deja de ser la pun­ta de un ice­berg en el des­con­ten­to del unionismo/​lealismo ante la pér­di­da pro­gre­si­va de sus pri­vi­le­gios, tie­ne un poten­cial explo­si­vo que si no se ata­ja des­de la raiz pue­de lle­var a sacu­di­das bas­tan­te más des­agra­da­bles, que esta vez sí, pue­dan afec­tar al con­jun­to de la socie­dad norir­lan­de­sa … espe­re­mos que no.

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