¿Han muer­to los sepul­to­res del capi­ta­lis­mo?- M. Relti

Exis­te una idea muy exten­di­da, que reite­ra­da­men­te repi­ten los inte­lec­tua­les orgá­ni­cos del sis­te­ma, según la cual las tec­no­lo­gías de la infor­ma­ción y las cien­cias de la comu­ni­ca­ción han cam­bia­do total­men­te la faz de la pro­duc­ción y de las rela­cio­nes labo­ra­les. Según esos pun­tos de vis­ta, la mayo­ría de los paí­ses desa­rro­lla­dos poseen una fuer­te eco­no­mía de ser­vi­cios. En Euro­pa, el 66% de la pobla­ción tra­ba­ja­do­ra lo hace en el sec­tor ser­vi­cios, dicen. En los Esta­dos Uni­dos esta cifra alcan­za nada menos que el 79, por cien­to. Por ello, debi­do al cam­bio que se ha pro­du­ci­do en la com­po­si­ción de la cla­se tra­ba­ja­do­ra, ya no se pue­de tener las mis­mas ideas sobre esta que se tenían hace un siglo o dos. Inclu­so el filó­so­fo ita­liano, supues­ta­men­te de izquier­das, Anto­nio Negri, lle­ga a decir con­fir­man­do esta idea: “Detes­to a la gen­te que dice: la cla­se obre­ra ha muer­to, pero la lucha con­ti­núa. No. Si la cla­se obre­ra ha muer­to – y es cier­to – es que todo el sis­te­ma que depen­de de esos equi­li­brios de fuer­zas está en crisis”.

¿Es ello cier­to? ¿Será cier­to que la cla­se tra­ba­ja­do­ra ha des­apa­re­ci­do como suje­to de las trans­for­ma­cio­nes socia­les? ¿Care­ce de sen­ti­do afir­mar a estas altu­ras del siglo XXI que el futu­ro per­te­ne­ce a la cla­se trabajadora?

En torno a este supues­to, el soció­lo­go bel­ga, Peter Mer­tens (*) , en un artícu­lo titu­la­do “¿El fin de la cla­se obre­ra?” hace un intere­san­te aná­li­sis, del que hace­mos aquí un apre­ta­do resumen.

“A comien­zos del siglo XX, – dice Peter Mer­tens en su artícu­lo - los gran­des mono­po­lios capi­ta­lis­tas empe­za­ron a domi­nar sec­to­res en cada país. Hoy, un siglo des­pués, esos mono­po­lios no sólo regu­lan esos sec­to­res a esca­la nacio­nal, sino que lo hacen a esca­la mun­dial. Las fusio­nes y adqui­si­cio­nes de com­pa­ñías esta­ta­les han alcan­za­do una enor­me con­cen­tra­ción en las últi­mas déca­das. Algu­nas empre­sas trans­na­cio­na­les con­tro­lan sec­to­res ente­ros de la eco­no­mía mundial”. 

Según man­tie­ne Mer­tens, nun­ca antes en la his­to­ria de la huma­ni­dad había habi­do tan­ta gen­te tra­ba­jan­do en un solo pro­duc­to – sea éste un coche, un avión o un deri­va­do del petró­leo. La cifra que en este sen­ti­do indi­ca Mer­tens, aún pare­cien­do asom­bro­sa, for­ma par­te del pai­sa­je labo­ral de nues­tros días. “Entre un cuar­to y medio millón de per­so­nas está tra­ba­jan­do día a día para algu­na de las vein­te empre­sas trans­na­cio­na­les más gran­des. Nun­ca antes en la his­to­ria hubo tan pocos pro­ta­go­nis­tas regu­lan­do la pro­duc­ción: han sobre­vi­vi­do tres en el sec­tor petro­le­ro, seis en la indus­tria auto­mo­triz, dos en el mer­ca­do del maíz, cua­tro en el mer­ca­do de soja, seis en la indus­tria agro­quí­mi­ca y dos en la avia­ción civil”.

“Hoy en día, este envol­to­rio - sub­ra­ya Mer­tens - está cons­ti­tui­do por algu­nos miles de fami­lias (¡no más!), los pro­pie­ta­rios pri­va­dos de las mil empre­sas trans­na­cio­na­les más gran­des que, con estas mil empre­sas, con­tro­lan prác­ti­ca­men­te toda la pro­duc­ción mun­dial. Estas fami­lias con­tro­lan tam­bién, direc­ta o indi­rec­ta­men­te, el tra­ba­jo de los cer­ca de mil millo­nes de per­so­nas que ven­den su fuer­za de tra­ba­jo y de las fami­lias que depen­den de ellas. Con­tro­lan, ade­más, la tec­no­lo­gía, la comu­ni­ca­ción, el trans­por­te y la orga­ni­za­ción, que son su pro­pie­dad pri­va­da. Con­tro­lan todo esto, no en bene­fi­cio del desa­rro­llo social o del pro­gre­so social” .

¿HAN MUERTO LOS SEPULTUREROS DE CAPITALISMO?

Pero ¿qué fuer­za, en el seno de la socie­dad, es capaz de rom­per este domi­nio sofo­can­te sobre la pro­duc­ción y la vida?, se pre­gun­ta Mer­tens, para con­tes­tar­se a con­ti­nua­ción: “Uno de los ele­men­tos fun­da­men­ta­les pues­tos a deba­te por Car­los Marx y Fede­ri­co Engels en la nacien­te Aso­cia­ción Inter­na­cio­nal de Tra­ba­ja­do­res fue la idea de que la revo­lu­ción social sólo podría ser tarea de la mis­ma cla­se obre­ra. Los ‘sepul­tu­re­ros’ de este sis­te­ma de explo­ta­ción son los mis­mos tra­ba­ja­do­res, escri­bie­ron Marx y Engels en el Mani­fies­to Comu­nis­ta. ¿Han muer­to los sepul­tu­re­ros en la actualidad?” 

LO QUE DICEN LOS DATOS

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Los datos de esta Tabla – indi­ca Peter Mer­tens – resal­tan estos tres hechos sig­ni­fi­ca­ti­vos. Pri­me­ro: el empleo en la agri­cul­tu­ra dis­mi­nu­yó duran­te el últi­mo medio siglo del 67 a 38,7 %. Los agri­cul­to­res están sien­do sis­te­má­ti­ca­men­te arrui­na­dos. En Euro­pa, este pro­ce­so ha ocu­rri­do duran­te los últi­mos tres siglos. Hoy tie­ne lugar a esca­la mundial.

En segun­do lugar, hay un incre­men­to del empleo en el sec­tor “ser­vi­cios”. Ade­más, se obser­va un estan­ca­mien­to e, inclu­so, un lige­ro incre­men­to del empleo en el sec­tor indus­trial a esca­la mun­dial. Es el resul­ta­do de la dis­mi­nu­ción del empleo indus­trial en los paí­ses desa­rro­lla­dos y de su aumen­to en otras partes .

Tenien­do como base estos datos esta­dís­ti­cos clá­si­cos, Mer­tens, hace, ade­más, las siguien­tes cru­cia­les mati­za­cio­nes a estas estadísticas:

En pri­mer lugar, la dis­tin­ción entre las dife­ren­tes acti­vi­da­des eco­nó­mi­cas es total­men­te arbi­tra­ria. Lo correc­to sería dis­tin­guir entre sec­to­res pri­ma­rio, secun­da­rio y ter­cia­rio. El sec­tor pri­ma­rio la agri­cul­tu­ra, equi­val­dría a la extrac­ción de recur­sos de la natu­ra­le­za. El sec­tor secun­da­rio, la indus­tria, equi­val­dría a la trans­for­ma­ción de la natu­ra­le­za. Y el sec­tor ter­cia­rio, a lo que que­da. Mer­tens advier­te que se ha cla­si­fi­ca­do como “ser­vi­cios” a nume­ro­sos sec­to­res que per­te­ne­cen al sec­tor secun­da­rio. Se tra­ta de una fal­si­fi­ca­ción nada casual de la realidad.

¿CÓMO ESTÁ DIVIDIDA LA SOCIEDAD EN LA ACTUALIDAD?

En el capi­ta­lis­mo encon­tra­mos, gros­so modo, a tres cla­ses que se escin­den en varias capas. La cla­se pro­pie­ta­ria, que posee las empre­sas, los bie­nes raí­ces, las máqui­nas y la tec­no­lo­gía (paten­tes). Posee igual­men­te los gran­des medios de pro­duc­ción. Esta cla­se se adue­ña de los bie­nes producidos.

La cla­se media que está cons­ti­tui­da por los peque­ños pro­pie­ta­rios y los peque­ños pro­duc­to­res inde­pen­dien­tes. Y la cla­se obre­ra que es la cla­se sin medios de pro­duc­ción; sólo dis­po­ne de su fuer­za de tra­ba­jo y de su capa­ci­dad de tra­ba­jo que las pone a la venta.

Los para­dos tam­bién for­man par­te de la cla­se obre­ra. For­man una capa espe­cí­fi­ca de la mis­ma por qué no pue­den inmo­vi­li­zar o alcan­zar la arte­ria eco­nó­mi­ca del capi­ta­lis­mo. La natu­ra­le­za de su situa­ción ‑des­mem­bra­da, des­or­ga­ni­za­da y sepa­ra­da del pro­ce­so pro­duc­ti­vo- los sepa­ra de la fun­ción dis­ci­pli­na­ria y orga­ni­za­do­ra del tra­ba­jo. Pero ello no sig­ni­fi­ca que los des­em­plea­dos se encuen­tren fue­ra de la lucha de la cla­se obrera.

¿HA CAMBIA LA ESENCIA DEL CAPITALISMO EL DESARROLLO FORMIDABLE DE LAS FUERZAS PRODUCTIVAS ?

“Es cier­to, – escri­be Mar­tensque los cam­bios ocu­rri­dos a lo lar­go de los últi­mos 10 años en los sec­to­res de la infor­má­ti­ca y las comu­ni­ca­cio­nes repre­sen­ta un pro­di­gio­so sal­to ade­lan­te en el desa­rro­llo de las fuer­zas pro­duc­ti­vas. Sin embar­go, estas revo­lu­cio­nes tec­no­ló­gi­cas no se hacen solas. Están inmer­sas en el sis­te­ma de pro­duc­ción capi­ta­lis­ta. La inves­ti­ga­ción, la infor­má­ti­ca, el desa­rro­llo y la gené­ti­ca son aho­ra pro­pie­da­des pri­va­das. En la “socie­dad del saber” no son “la inte­li­gen­cia y la ima­gi­na­ción” las que cuen­ta, sino la apro­pia­ción pri­va­da del saber median­te paten­tes de inven­ción y copy­right. Cada vez que un gigan­te far­ma­céu­ti­co tie­ne una paten­te para una medi­ci­na, se apro­pia del saber cien­tí­fi­co desa­rro­lla­do en los labo­ra­to­rios uni­ver­si­ta­rios por varias gene­ra­cio­nes de inves­ti­ga­do­res… Al encar­ce­lar el saber en paten­tes, la socie­dad renun­cia a sus posi­bi­li­da­des intrín­se­cas de pro­gre­sar en el plano social”.

Los sepul­tu­re­ros del capi­ta­lis­mo, lejos de estar muer­tos, están, por el con­tra­rio , bien vivos . La cla­se tra­ba­ja­do­ra euro­pea, en un sen­ti­do amplio, esta­ba for­ma­da en el año 2002 por 137.5 millo­nes de per­so­nas, de las que 2 millo­nes eran tra­ba­ja­do­res del cam­po. Y a esca­la mun­dial, a casi 15 años, había 884 millo­nes de per­so­nas asa­la­ria­das de las que 85 millo­nes eran tra­ba­ja­do­res agrícolas.

(*) Peter Mer­tens es un soció­lo­go de 40 años de edad, naci­do en la región de la Cam­pi­na, en el nor­te de Bél­gi­ca. Es, tam­bién, Pre­si­den­te del Par­ti­do del Tra­ba­jo de Bél­gi­ca. Es autor de un cono­ci­do libro titu­la­do “La cla­se obre­ra en la era de las empre­sas trans­na­cio­na­les”. En el año 2009, edi­tó otro libro de su auto­ría que obtu­vo una gran difu­sión: “Prio­ri­dad de izquier­da: pis­tas rojas para salir de la cri­sis”. El escri­tor bel­ga Dimi­tri Verhulst cla­si­fi­có el libro como “una lec­tu­ra indis­pen­sa­ble” para “abrir los ojos” ante la cri­sis económica.

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