¿”Tra­ba­jar como chi­nos”?- Colec­ti­vo Novecento

Trabajar como chinosTra­ba­ja­do­ra de la lim­pie­za en Zhengzhou, capi­tal de Henan,
pro­vin­cia del cen­tro-este de China 

Hace unas sema­nas, en una entre­vis­ta publi­ca­da en El País, el pre­si­den­te de la Aso­cia­ción de Empre­sa­rios Chi­nos en Valen­cia, Fer­nan­do Zhou, abo­ga­ba por la ins­tau­ra­ción del des­pi­do gra­tis en nues­tro país, ya que, según él, así “el emplea­do tra­ba­ja­ría más” y “si no se tra­ba­ja más, cae la com­pe­ti­ti­vi­dad”. A esta lin­de­za se unía la alar­ma que tra­ta­ba de trans­mi­tir en la entre­vis­ta sobre los supues­tos efec­tos nega­ti­vos que la deten­ción de su com­pa­trio­ta Gao Ping, como supues­to diri­gen­te de una red blan­queo de capi­ta­les, pue­de gene­rar sobre las inver­sio­nes chi­nas en Espa­ña. La entre­vis­ta gene­ró más de 2.000 comen­ta­rios que ali­men­ta­ron encen­di­dos deba­tes al res­pec­to de las opi­nio­nes de Zhou. La fal­ta de com­ple­jos que demues­tra con ellas es la mis­ma que Fer­nan­do Roig, pre­si­den­te de Mer­ca­do­na (al que Zhou elo­gia­ba en la entre­vis­ta dicien­do que “sabe cómo fun­cio­na una empre­sa en cre­ci­mien­to”), exhi­bía en sus decla­ra­cio­nes sobre la nece­si­dad de “imi­tar la cul­tu­ra del esfuer­zo de los baza­res chi­nos”. Sin embar­go, en el fon­do, las argu­men­ta­cio­nes de ambos tie­nen tan poca base, que no es nece­sa­rio dejar­se lle­var por la indig­na­ción para res­pon­der a ellas.

Antes de nada, es nece­sa­rio comen­zar con una peque­ña acla­ra­ción. Las afir­ma­cio­nes del pre­si­den­te de los empre­sa­rios chi­nos en Valen­cia sobre que “en Chi­na no exis­ten los sin­di­ca­tos” y, en espe­cial, sobre que “los chi­nos apo­yan al empre­sa­rio” y “si el nego­cio no va bien, se bajan el suel­do” son pura fan­ta­sía de su cabe­za. En pri­mer lugar, aun­que los sin­di­ca­tos inde­pen­dien­tes no son tole­ra­dos por el gobierno del Par­ti­do Comu­nis­ta Chino, sin embar­go, exis­te un sin­di­ca­to ofi­cial que tie­ne millo­nes de afi­lia­dos. En segun­do lugar, a pesar de que, en una gran par­te de dichos con­flic­tos, este sin­di­ca­to deja el lado de los tra­ba­ja­do­res para defen­der las posi­cio­nes de los gobier­nos pro­vin­cia­les o muni­ci­pa­les (habi­tual­men­te alia­dos del empre­sa­ria­do que se ha ins­ta­la­do en la región que éstos con­tro­lan) y a pesar de que en Chi­na el dere­cho a la huel­ga fue reti­ra­do de la cons­ti­tu­ción del país en 1982, sin embar­go, los tra­ba­ja­do­res chi­nos luchan como todos los demás por sus dere­chos. Y de hecho, gra­cias a dicha lucha, duran­te los últi­mos años, han logra­do algu­nas con­quis­tas de importancia.

Más allá de esta acla­ra­ción, el hecho es que la mayo­ría de las creen­cias en las que se basa la argu­men­ta­ción de los “Zhous y Roigs” de nues­tro país son fal­sas. En pri­mer lugar, a pesar de los intere­sa­dos mitos exis­ten­tes al res­pec­to, en Espa­ña cada tra­ba­ja­dor tra­ba­ja más horas al año que, por ejem­plo, en Fran­cia o Ale­ma­nia. Pero es que, como expli­can J. Rodrí­guez y Anto­nio Sana­bria, ade­más, el supues­to incre­men­to del esfuer­zo de los tra­ba­ja­do­res que gene­ra­ría un aún mayor aba­ra­ta­mien­to del des­pi­do no ayu­da­ría a incre­men­tar la pro­duc­ti­vi­dad de los tra­ba­ja­do­res. Por el con­tra­rio, los fac­to­res que, de ver­dad, hacen que dicha pro­duc­ti­vi­dad mejo­re son la amplia­ción del capi­tal pro­duc­ti­vo, el pro­gre­so tec­no­ló­gi­co y la for­ma­ción de los tra­ba­ja­do­res. Más aún, como muchas inves­ti­ga­cio­nes eco­nó­mi­cas demues­tran, es el incre­men­to de los sala­rios reales, y no la pre­ca­ri­za­ción de las con­di­cio­nes de tra­ba­jo e ingre­sos, lo que hace posi­ble un efec­to posi­ti­vo en su pro­duc­ti­vi­dad, ya que, ade­más de que dicho incre­men­to es un fac­tor de moti­va­ción en sí mis­mo, tam­bién incen­ti­va la amplia­ción del cita­do capi­tal y el desa­rro­llo de nue­vas tec­no­lo­gías por par­te del empresariado.

En segun­do lugar, la jus­ti­fi­ca­ción del ata­que de la últi­ma refor­ma labo­ral con­tra la pro­tec­ción fren­te al des­pi­do y la nego­cia­ción colec­ti­va basa­do en el argu­men­to de que es nece­sa­rio bajar los sala­rios para ganar com­pe­ti­ti­vi­dad inter­na­cio­nal tam­po­co se sos­tie­ne. Los sala­rios son sólo uno más de los ele­men­tos que influ­yen en los deno­mi­na­dos cos­tes labo­ra­les uni­ta­rios, ya que estos depen­den de la pro­duc­ti­vi­dad. Ésta, ade­más de los fac­to­res men­cio­na­dos, tam­bién depen­de, en un alto gra­do, de la espe­cia­li­za­ción pro­duc­ti­va de la eco­no­mía, que es la que per­mi­te gene­rar mayo­res valo­res aña­di­dos. Más aún, si dichos cos­tes uni­ta­rios se miden en tér­mi­nos reales se des­cu­bre que lo que, en últi­mo tér­mino, los expli­ca es el nivel de los bene­fi­cios empre­sa­ria­les, que es el que aca­ba deter­mi­nan­do la infla­ción. Esto es lo que ocu­rrió en la eco­no­mía espa­ño­la duran­te el perio­do ante­rior a la cri­sis, en el que la pro­duc­ti­vi­dad se incre­men­tó más de lo que lo hicie­ron los sala­rios reales y, sin embar­go, nues­tros cos­tes se ele­va­ron más que los del res­to de paí­ses de la UE debi­do a la infla­ción que pro­vo­có el incre­men­to de los beneficios.

En ter­cer lugar, dado que en el mer­ca­do mun­dial la com­pe­ten­cia se da más en tér­mi­nos de dife­ren­cia­ción de los pro­duc­tos, que de su pre­cio, en reali­dad, los cos­tes labo­ra­les tam­po­co son deter­mi­nan­tes para expli­car la evo­lu­ción de la cuo­ta expor­ta­do­ra de una eco­no­mía, varia­ble que es, en reali­dad, el mejor indi­ca­dor de su com­pe­ti­ti­vi­dad. En efec­to, a pesar de ese incre­men­to de cos­tes ante­rior a la cri­sis, las esta­dís­ti­cas dicen que la eco­no­mía espa­ño­la man­tu­vo esta­ble su cuo­ta de expor­ta­cio­nes en el total mun­dial. Por el con­tra­rio, lo que deter­mi­na que un país gane o pier­da posi­cio­nes en el mer­ca­do mun­dial es la evo­lu­ción de la cita­da espe­cia­li­za­ción pro­duc­ti­va. De hecho, es por el estan­ca­mien­to de ésta en ramas de medio y bajo valor por lo que el his­tó­ri­co défi­cit comer­cial externo de nues­tra eco­no­mía no dejó de incre­men­tar­se duran­te todo el perio­do de cre­ci­mien­to. A lo lar­go de esos años, en vez de apro­ve­char las opor­tu­ni­da­des de finan­cia­ción bara­ta que la entra­da en el euro gene­ró para mejo­rar el valor aña­di­do crea­do por nues­tra indus­tria, nues­tra ban­ca y empre­sa­ria­do la uti­li­za­ron para hacer nego­cio fácil en la finan­cia­ción y desa­rro­llo de la bur­bu­ja inmobiliaria.

Como ya sabe­mos, mien­tras que el dine­ro fácil logra­do en ese pro­ce­so se que­dó en manos de muy pocos, aho­ra las pér­di­das se están socia­li­zan­do en for­ma de ayu­das a la ban­ca, con el con­si­guien­te incre­men­to de la deu­da públi­ca y de los recor­tes en ser­vi­cios públi­cos que, de hecho, en muchos casos, como los de la edu­ca­ción y la inves­ti­ga­ción, serían fun­da­men­ta­les para mejo­rar la pro­duc­ti­vi­dad. El efec­to des­truc­ti­vo que las polí­ti­cas de aus­te­ri­dad están tenien­do, a su vez, sobre el empleo ha afec­ta­do en mayor medi­da a los empleos de bajos sala­rios que a aque­llos de mayor cua­li­fi­ca­ción. Esto está gene­ran­do un efec­to com­po­si­ción posi­ti­vo, pura­men­te arit­mé­ti­co, sobre la pro­duc­ti­vi­dad por tra­ba­ja­dor, que está ali­men­tan­do la ilu­sión de aqué­llos que creen que la com­pe­ti­ti­vi­dad de nues­tra eco­no­mía está cre­cien­do gra­cias a “la enor­me heroi­ci­dad desem­pe­ña­da por nues­tras empre­sas expor­ta­do­ras”. Aun­que esta heroi­ci­dad fue­se fru­to de algo más que de la arit­mé­ti­ca, la estra­te­gia de la reduc­ción de cos­tes para pro­mo­ver las expor­ta­cio­nes difí­cil­men­te nos va a sacar de la cri­sis. Por el con­tra­rio, como expli­ca Alber­to Gar­zón, con ella la eco­no­mía espa­ño­la se está metien­do en una autén­ti­ca tram­pa.

Lo que es más para­dó­ji­co de la entre­vis­ta es que Zhou pare­ce no saber que el gobierno de su país, cons­cien­te de los lími­tes de un cre­ci­mien­to basa­do en los bajos cos­tes labo­ra­les, ya antes de la cri­sis esta­ba, por un lado, apro­ban­do medi­das redis­tri­bu­ti­vas (como una nue­va refor­ma labo­ral más pro­tec­to­ra de los dere­chos de los tra­ba­ja­do­res) y, por el otro, tra­tan­do de trans­for­mar (median­te la pro­mo­ción del desa­rro­llo tec­no­ló­gi­co) la espe­cia­li­za­ción pro­duc­ti­va de su eco­no­mía para hacer­la tran­si­tar hacia ramas de mayor valor aña­di­do. La pues­ta en mar­cha de estas polí­ti­cas no ha esta­do exen­ta de con­tra­dic­cio­nes, deri­va­das, entre otras cosas, de la resis­ten­cia mos­tra­da a ellas por empre­sa­rios con la mis­ma men­ta­li­dad que Zhou. Sin embar­go, de esta mane­ra, el gobierno chino está logran­do redu­cir su depen­den­cia res­pec­to a los mer­ca­dos de pro­duc­tos de bajos costes.

A pesar de los lími­tes que esta estra­te­gia tam­bién tie­ne, en Espa­ña se podría lle­var a cabo una apues­ta simi­lar por la trans­for­ma­ción del mode­lo de cre­ci­mien­to de nues­tra eco­no­mía. Si no se hace no es por fal­ta de capa­ci­dad de nues­tros tra­ba­ja­do­res, que, en todas las ramas, inclui­das las de alta cua­li­fi­ca­ción, se están vien­do obli­ga­dos a emi­grar, entre otros, a aque­llos paí­ses que son supues­to ejem­plo de alta pro­duc­ti­vi­dad don­de, no por casua­li­dad, se les aco­ge con los bra­zos abier­tos. Si no se hace es, por tan­to, por­que nues­tro empre­sa­ria­do pre­fie­re seguir hipo­te­can­do a nues­tra eco­no­mía con polí­ti­cas que están diri­gi­das úni­ca­men­te a incre­men­tar su rique­za a cos­ta, como expli­ca Alber­to Mon­te­ro, del empo­bre­ci­mien­to de las per­so­nas que viven de su suel­do, las cua­les, en la mayo­ría de los casos, tra­ba­jan más, o, al menos, más pro­duc­ti­va­men­te que los empre­sa­rios chinos.

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