Una Nue­va Eta­pa: Retos de la Revo­lu­ción sin Hugo Chá­vez- José Rafael Mendoza

La ausen­cia del Pre­si­den­te será lar­ga, es evi­den­te por sus decla­ra­cio­nes, con lo cual, el reto para el sis­te­ma polí­ti­co y para la revo­lu­ción será ele­va­da. Entre otras cosas, por­que esta vez sí hay un linea­mien­to que esta­ble­ce cla­ra­men­te que debe exis­tir uni­dad, cohe­ren­cia, y una ges­tión guber­na­men­tal que no pue­de estar ata­da al lide­raz­go de un solo hombre.

El pre­si­den­te comien­za una nue­va lucha y eta­pa his­tó­ri­ca en su vida. Y como ser humano, y tenien­do en cuen­ta el tipo de enfer­me­dad, es indu­da­ble que exis­tan ries­gos natu­ra­les, entre ellos su des­apa­ri­ción físi­ca o impe­di­men­to para cum­plir las fun­cio­nes de direc­ción del país. El men­sa­je del jefe del Esta­do fue claro.

La uni­dad en torno a un nue­vo lide­raz­go polí­ti­co, debe enten­der­se como un hecho impres­cin­di­ble para sos­te­ner unas polí­ti­cas estra­té­gi­cas que van con­fi­gu­ran­do un nue­vo Esta­do, por lo tan­to, lo que está en jue­go es la cons­truc­ción de un nue­vo mode­lo de socie­dad. La ges­tión guber­na­men­tal debe hacer­se cada vez más efec­ti­va, efi­cien­te y trans­pa­ren­te, para ello, se requie­re una nue­va con­cep­ción de la ges­tión públi­ca, de la geren­cia y los ser­vi­cios que pres­ta la admi­nis­tra­ción públi­ca en todos sus nive­les, inclu­yen­do el comunal.

Es nece­sa­ria la pro­gre­si­va depu­ra­ción de cua­dros y diri­gen­tes incom­pe­ten­tes, inefi­cien­tes y poco pre­pa­ra­dos para los car­gos de direc­ción, inclu­yen­do Minis­tros y Vice­mi­nis­tros. En para­le­lo, se debe ir con­so­li­dan­do una ver­da­de­ra estruc­tu­ra de for­ma­ción polí­ti­co – téc­ni­co, que empie­ce a ope­rar en la urgen­te capa­ci­ta­ción y pre­pa­ra­ción de una nue­va gene­ra­ción de cua­dros geren­cia­les que ocu­pen los car­gos en las ins­ti­tu­cio­nes del Esta­do (Crear una Escue­la de Gobierno y Admi­nis­tra­ción Públi­ca), con nue­vos meca­nis­mos y esque­mas de orga­ni­za­ción, fun­cio­na­mien­to y de ges­tión, por­que al fin de cuan­tas, el pro­ble­ma no está en cam­biar de per­so­nas en car­gos direc­ti­vos, sino cam­biar las for­mas de ges­tión. Eso inclu­ye el reto de esta­ble­cer meca­nis­mos de con­trol de la ges­tión públi­ca que ver­da­de­ra­men­te hagan más efi­cien­te la ges­tión guber­na­men­tal. Lo que de igual for­ma con­lle­va­rá, a una lucha incan­sa­ble con­tra la corrup­ción polí­ti­ca y admi­nis­tra­ti­va, que es un mal endé­mi­co de la socie­dad y del apa­ra­to admi­nis­tra­ti­vo del Estado.

En lo polí­ti­co, está cla­ro que el pre­si­den­te y líder del pro­yec­to revo­lu­cio­na­rio, ha gira­do unas ins­truc­cio­nes y orde­na­do un linea­mien­to: Uni­dad, y apo­yo en torno a Nico­lás Madu­ro para sucederle.

Varias pue­den ser las opi­nio­nes en este sen­ti­do, sólo ana­li­za­re algu­nos aspec­tos que me pare­cen importantes:

a) Nico­lás Madu­ro, es un polí­ti­co que vie­ne de las luchas sindicales;

b) Es un civil, ele­men­to impor­tan­te para la idio­sin­cra­sia y cul­tu­ra polí­ti­ca venezolana.

c) Ha asu­mi­do car­gos de res­pon­sa­bi­li­dad estra­té­gi­ca, con lo cual ha expe­ri­men­ta­do en vida pro­pia la visión de ges­tión guber­na­men­tal al más alto nivel;

d) Es un polí­ti­co con mayor gra­do de madu­ra­ción per­so­nal y profesional,

e) Ha desa­rro­lla­do y con­so­li­da­do equi­pos de tra­ba­jo polí­ti­cos den­tro de la socie­dad y del par­ti­do con el reco­no­ci­mien­to debido;

f) Ha demos­tra­do media­na ges­tión al fren­te de la AN y Cancillería

g) Es un polí­ti­co de reco­no­ci­mien­to y con­tac­tos inter­na­cio­na­les, sobre todo, con los líde­res polí­ti­cos lati­no­ame­ri­ca­nos, lo que garan­ti­za una con­ti­nui­dad en el nivel de con­fian­za polí­ti­co esta­ble­ci­do en las rela­cio­nes exte­rio­res del país.

Sin embar­go, no lo seña­lo como un líder, por­que harían fal­ta una serie de cua­li­da­des y capa­ci­da­des que aún pue­den ser pre­ma­tu­ras seña­lar­las o iden­ti­fi­car­las. Segu­ra­men­te las tie­ne, pero debe demostrarlas.

En este sen­ti­do, la opción seña­la­da por el pre­si­den­te Chá­vez para suce­der­le, es la más acer­ta­da para el momen­to polí­ti­co, es sana y cohe­ren­te, pue­de gene­rar esta­bi­li­dad y cier­ta­men­te tran­qui­li­dad. El reto será enor­me. Dicho nue­vo líder, o cual­quier otro, no podrá com­pa­rar­se con el pre­si­den­te Chá­vez, no es la inten­ción, ni el obje­ti­vo, pero si debe tener cla­ro, cual es la labor y la tarea que debe­rá asumir.

Sin embar­go, exis­ten diver­sos fac­to­res, acto­res polí­ti­cos, gru­pos afi­nes al pro­yec­to revo­lu­cio­na­rio, que se move­rán en torno a sus pro­pios intere­ses, y de esa con­for­ma­ción de intere­ses, y capa­ci­dad de nego­cia­ción a lo interno, depen­de­rá la ver­da­de­ra uni­dad. No me extien­do en este apar­ta­do, por cuan­to, el tema es mucho más complejo.

La enor­me preo­cu­pa­ción aho­ra vie­ne, en fun­ción de lo que será el mode­lo de ges­tión guber­na­men­tal sin la pre­sen­cia del pre­si­den­te Chá­vez, duran­te la eta­pa de ope­ra­ción y lue­go de recu­pe­ra­ción. Es impor­tan­te des­ta­car la nece­si­dad de tomar deci­sio­nes, cues­te lo que cues­te, sin que todo sea con­sul­ta­do al pre­si­den­te, excep­to lo más rele­van­te y tras­cen­den­te. Es evi­den­te que en las fechas de ope­ra­ción y recu­pe­ra­ción pasa­da, muchos fue­ron las deci­sio­nes y cam­bios den­tro de los orga­nis­mos públi­cos que fue­ron para­li­za­dos por­que no esta­ba el jefe del Esta­do. Hay una iner­cia total en las ins­ti­tu­cio­nes, si el pre­si­den­te no está pre­sen­te. La ins­ti­tu­cio­na­li­dad vene­zo­la­na es total­men­te depen­dien­te del jefe del Eje­cu­ti­vo. Y esta situa­ción para­li­za cual­quier avan­ce en la trans­for­ma­ción del país. Este es uno de los retos fun­da­men­ta­les en este nue­vo esce­na­rio político.

La inca­pa­ci­dad de gober­nar sin Chá­vez se ha demos­tra­do, con lo cual el Vice­pre­si­den­te ten­drá el reto de hacer que la ins­ti­tu­cio­na­li­dad fun­cio­ne, pero que fun­cio­ne de mane­ra efi­cien­te, pro­gre­si­va y ace­le­ra­da a su vez, pue­da dar res­pues­ta opor­tu­na y de cali­dad revo­lu­cio­na­ria a las deman­das de la socie­dad. El reto será cons­truir su pro­pio lide­raz­go y compartirlo.

Preo­cu­pa, que la pro­mo­ción de los cam­bios, las movi­das de mata en el seno de la ges­tión guber­na­men­tal, la remo­ción de una serie de fun­cio­na­rios inca­pa­ces que están al fren­te de dis­tin­tas ins­ti­tu­cio­nes no se haga por el aho­ra lla­ma­do a la “uni­dad” del pro­ce­so, como temien­do a que remo­ver a cier­tos vaga­bun­dos resul­ta­ría en la pér­di­da de apo­yo polí­ti­co a la nue­va gestión.

Son par­te de los retos de esta nue­va eta­pa del gobierno, que vive de coyun­tu­ra en coyun­tu­ra, y des­pués de 14 años aún no tie­ne una estruc­tu­ra sóli­da polí­ti­ca, ideo­ló­gi­ca, y de ges­tión guber­na­men­tal que ace­le­re la revo­lu­ción sin tener que depen­der de un solo hombre.

Lle­gó la hora en que la revo­lu­ción debe­rá empren­der retos y meca­nis­mos que orga­ni­cen, y estruc­tu­ren una sóli­da ges­tión, efi­cien­te, y de cali­dad, con un lide­raz­go colec­ti­vo, y apo­ya­do en sóli­dos movi­mien­tos socia­les. Se abre la puer­ta para una for­ma de con­duc­ción polí­ti­ca más racio­nal que carismática

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