Empu­jan­do la barra­ca- Mai­té Campillo

Así es como refle­ja­da, vime empu­jan­do la barra­ca como si el tea­tro y el arte en su expan­sión más amplia galo­pa­ran al com­pás, y las rien­das fue­ran la batu­ta que difun­die­ra mis ilusiones.

R a í c e s

Preo­cu­pa la suer­te de la raíz a manos de esos tira­nos, pero yo can­to que es una bue­na for­ma de llo­rar, y cuan­do comu­ni­ca­mos a solas ten­go que decir la ver­dad, que bas­tan­te sufrie­ron cuan­do el aba­ni­co de sus vidas fue roto por la mitad, ellas que ama­ban tan­to la patria…

Pri­me­ro fue­ron los avi­sos a for­ma de peque­ños aulli­dos, se impu­sie­ron los impul­sos y tras ellos el pri­mer bos­te­zo pro­fun­do al mun­do, así lo abra­cé des­de que empe­cé a aso­mar por la puer­ta. Un ser entra­ña­ble me aco­gió. Momen­to cla­ve que la natu­ra­le­za deter­mi­na, resul­ta­do del ser o no ser, acuer­do colec­ti­vo gra­cias a esa car­ga de ener­gía posi­ti­va. De súbi­to lle­gó el pul­so, la vibra­ción logró el rit­mo con acen­to en la pala­bra gen­te, la corre­la­ción de fuer­zas (dife­ren­tes voces y ener­gía) conec­tó con­mi­go entre­la­zan­do la unión y en actos las poten­cia­li­da­des. Nada fácil dilu­ci­dar de for­ma cons­cien­te mi res­pon­sa­bi­li­dad, el lími­te del dis­fru­te, ante tama­ña aven­tu­ra: Echa­le pa“lante “more­na” que ya lle­ga!. Y, mis­mo ahí, fue que salí; apren­di­mos jun­tas la for­ma de no des­ha­cer­nos de la red de los abra­zos teji­dos de for­ma len­ta y cons­truc­ti­va, que como tela de ara­ña avan­za en el compromiso.

Y se lo digo de la úni­ca for­ma que toma sen­ti­do la con­fe­sión en el diálogo:

estoy a éste lado de las cosas; así es, sin­ce­ra­men­te, como yo vivo des­de que se fue­ron, ya una eter­ni­dad. La ver­dad, siem­pre la ver­dad. La men­ti­ra hie­de, no for­ma par­te de nues­tros cam­pos de gira­so­les, por eso el vien­to está a nues­tro favor. Cara abier­ta a la vida, la son­ri­sa. Los malos gobier­nos de la patria son la cara emba­dur­na­da de odio, tris­te­za que mate­ria­li­za sobre la cara ocul­ta a la ale­gría que repre­sen­ta nues­tra his­to­ria. Ellas espe­ran la hora de la cita que trans­mi­ti­rán mis ges­tos, para enar­bo­lar jun­tas la ban­de­ra de inde­pen­den­cia, que es como tri­go y maíz, alien­to!, sinó­ni­mo de pan por ali­men­to y ante la pro­pia oscu­ra nebli­na nos besa­re­mos a escondidas.

Ya, yo me sien­to gigan­te por­que he sabi­do cre­cer como gen­te, la his­to­ria que lle­vo den­tro como tes­ti­go ali­men­ta cose­chas, des­plo­man­do el muro de la noche que nos impo­nen y que de for­ma per­ver­sa dicen, que la mató el tiem­po y la ausen­cia a mi madre, es decir a patria, pero bien sabe­mos nosotr@s llo­rar cuan­do nadie que no es nues­tro nos ve, y aun­que estén lejos, sabe­mos sen­tir y lle­var a flo­te en la piel que es la de ell@s, para revi­vir jun­tos haza­ñas heroi­cas, for­ma pro­fun­da de vivir patria.

Ella, la que lla­ma­mos madre, fue ante todo gen­te des­pués mujer, y lue­go se ganó el ape­la­ti­vo patria, ade­más de madre. Me nació don­de pudo pero no don­de qui­so, nada es fácil!, pero eso sí, agua, todo agua, soy cons­cien­te de nadar bien; mi equi­li­brio sobre una de las notas de la esca­la musi­cal situa­da en la inmen­si­dad del espa­cio SOL, su voz alum­bra mi vida. Eso lo dicen las estre­lli­tas con las que con­ver­so cada noche, que es por ello que tan­to nos pare­ce­mos. Y, yo por el con­tra­rio lo que pien­so, es que ella se pare­cía a su mamá tan­to como yo a la lla­ma­da “more­na” que ese fue en ver­dad su nom­bre apar­te de gue­rri­lle­ra; aun­que medie por medio el mar y nos sepa­re la luz del día, pues nue­ve meses son un mun­do sen­so­rial inten­si­vo fas­ci­nan­te que nadie pue­de matar y obli­gar­te a engu­llir así como así, ja!, pobre de los que olvi­den! ! Nun­ca logra­rán alcan­zar la nota SOL para abri­gar sus reto­ños, nun­ca! ! Por­que entre pal­ma y pal­ma lejos del ali­vio, irán pal­mán­do­la, y la cama les que­da­rá así bien ancha, la sole­dad será la fra­za­da a for­ma de entierro.

Fue la de ella ter­nu­ra de madre y de mujer fíjen­se como son las cosas, y eso no se com­pra ni se ven­de. De esa mane­ra es mi empe­ño, entre luz que me alum­bra y el calor que me envían como se habló de ella, y de su ama­do que lo fue el que lla­ma­mos padre, par­tí­ci­pe de la crea­ción que a tiem­po tem­prano el mío tam­bién se fue, pero yo con ellos ahí, como si vol­vie­ran sigo para que nadie que­de atrás; codo con codo, cons­tru­yen­do una lec­ción, que es como decir toda una vida para asu­mir una noción de su empe­ño con­tra uni­for­mes y tra­jes trai­cio­ne­ros. Algún día cae­rán! !, les pro­me­tí. Y, ellos me dije­ron: VOLVEREMOS! ! ! Ya yo les estoy viendo.

Mi madre es patria, de eso no hay duda, des­de ese rayo de luz camino…

Cuan­do yo des­em­bar­qué, pedí per­mi­so al tiem­po que todo lo engu­lle, en él otros nacie­ron tam­bién; tra­to de que nos reco­noz­ca­mos, inclu­yo a los que habi­tan entre la tie­rra fecun­da. Me puse en camino bus­can­do rayos de luz. Lo de lle­gar al mun­do, lo hice gra­cias a la ráfa­ga de seda que des­pe­go mi cuer­po de la que lla­ma­mos madre. Ella, la mía, no vio nun­ca a la suya pero la sin­tió cuan­do estu­vo den­tro de su túnel, y ese gus­to lo dis­fru­tó has­ta segun­di­tos antes de ella des­apa­re­cer a los encuen­tros de la espe­ran­za, que lle­va­mos den­tro del incons­cien­te hacia la boca del otro que tam­bién lla­man túnel, pero que no va direc­to en posi­ción a la luz de los rayos del sol, sino de la tie­rra que ya seña­lé como fecun­da, y te aco­ge como el mar cuan­do la luz de los ojos se apa­ga. La año­ro tan­to, a mi madre quie­ro decir, como ella a la suya. Por­que para edu­car en los sen­ti­mien­tos nada como una madre que lucha por la patria de sus hijos. Ésta, mi madre, vene­ró como a una “san­ta” a la suya, más alta que el pro­pio Acon­ca­gua has­ta ese día que se fue con ella y otros lle­ga­re­mos después.

Yo era una per­so­ni­ta cuan­do aquello.

Con ganas, muchas ganas de jugar a las ver­da­des, y me con­ta­ra his­to­rias que de segu­ro ella sabía, aun­que ya yo con el tiem­po, las voy des­ci­fran­do por­que del mis­mo árbol nació esta asti­lla que ya se pre­sen­tó a uste­des den­tro de la por­ción de flu­jo que da la vida. Su quie­tud, la de ambas es per­ma­nen­te en la his­to­ria. Ansían mi libe­ra­ción como mujer, eso lo sé por­que así quie­ro saber­lo, las digo: tran­qui­las, ven­ce­re­mos! Por­que yo se que ellas, estén don­de estén, siguen rien­do mis ocurrencias.

NOTA

El esce­na­rio que pre­dis­pu­sie­ron para los exi­lia­dos secues­tra­dos en cam­pos de con­cen­tra­ción, fue de una injus­ti­cia muy gran­de por apli­car la vio­len­cia a cam­bio de ter­nu­ra. Por eso que mi mamá nun­ca olvi­dó la barri­gui­ta de ham­bre que alum­bró su vida. Tor­tu­ra­ron y mata­ron lo más humil­de, lo más cul­to del pue­blo por cons­cien­te entre los que se encon­tra­ban los que más ellas querían.

Eso es una cosa muy mala para la ava­ri­cia del des­po­tis­mo impe­rial, eso de ser cons­cien­te, quie­ro decir… Las poten­cias inten­ta­ban hacer­se con la eco­no­mía de los des­ar­ma­dos del ins­tin­to béli­co como for­ma de poder y vida. Así andu­vie­ron de la ceca a la meca, repar­ti­dos por el mun­do aman­do tan­to la patria!, que es una for­ma de decir tie­rra o terru­ño, y para poner­le “fin” a su odio, ya que aun­que les tuvie­ran enjau­la­dos en cam­pos de con­cen­tra­ción, esos “mani­co­mios” patri­mo­nio del nazis­mo, seguían sien­do peli­gro­sos para las poten­cias. Que­rían sepul­tar­los! ! ! Les uti­li­za­ron para tra­ba­jos for­za­dos, por un pla­to de agua con are­na y gue­rra, murien­do de todo. Y, defen­die­ron la inde­pen­den­cia de quién les negó la entra­da a la civi­li­za­ción! ! C a n a l l a s ! ! T i r a n o s ! ! ! Por eso no hay exten­sión más gran­de que su heri­da que es la mía mis­ma que dis­pa­ra con­tra los que les nega­ron la vida. La vida que da sen­ti­do al esfuer­zo sobre el tra­ba­jo, sobre el res­pe­to, sobre el abra­zo: V I D A.

La mira­da, el áni­mo, y la tie­rra llo­ran. Yo beso las más de las her­mo­sas cala­ve­ras. Y, lan­zan­do su gri­to de san­gre con­tra las demo­cra­cias de Occi­den­te. Por­que eso de lla­mar­se demo­cra­cia, y aliar­se con el cri­men es una cosa bien fea. Des­pre­cia­dos por cobar­des irán a la hogue­ra, a la hogue­ra! !, por ser aún más cobar­des que la pro­pia cobar­día en bra­zos de un des­co­no­ci­do; sin ampa­ro, sin per­jui­cios, nun­ca ten­drá refu­gio el des­pre­cio que com­ba­te el sue­ño en la piel de los expo­nen­tes de esas trincheras.

Luz de mi vida…

Hilo que con­du­ce hacia lo que hoy soy, por­que siguen sien­do lla­ma de la mis­ma hogue­ra. Camino, base hacia otros cau­ces ardo­ro­sos de lucha anti­fas­cis­ta, ban­de­ra de ena­mo­ra­dos fun­di­do­res, nada para mi todo para todos, como un@ sólo. El que mire hacia otro lado se dela­ta­rá no hay vuel­ta, todo es camino.

Mai­té Cam­pi­llo (actriz y direc­to­ra de teatro)

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