El próximo 10 de noviembre Askapena celebrará en Altsasu su veinticinco aniversario y lo hace con una fiesta y con la amenaza de un sumario abierto en la Audiencia Nacional, auspiciado por la Ley de Partidos, la misma que el viernes permitió la detención en Maule de Aurore Martin y que, todavía, bajo la premisa de «todo es ETA», mantiene a decenas de militantes jóvenes y no tan jóvenes en la cárcel.
Una legislación que, aunque no la nombremos a cada instante, permanece intacta y sale de los despachos de Interior cuando este necesita marcar terreno en los asaltos que todavía le quedan en el cuadrilátero del conflicto. Veinticinco años en un tiempo de revoluciones ajenas parece poco tiempo; hablar de cinco lustros entrelazando la solidaridad con otros pueblos y otras luchas, evoca el compromiso consciente del guerrillero que fue Pakito Arriaran.
Relatar el trabajo internacionalista, realizado por Askapena, desde y hacia Euskal Herria, no se cuenta por años, se descubre como parte de un quehacer militante de la IA, entre pueblos y gentes que, desde su realidad concreta, quieren y se ayudan a cambiar el mundo frente a un enemigo común. Cuba, Nicaragua, Uruguay, Irlanda, Palestina, Andalucía, El Salvador, Venezuela, Guatemala, Ecuador, Grecia, Argentina, Catalunya, Galiza… y Euskal Herria. Veinticinco años caminando juntos «hacia un mundo, como escribió J. Valencia, de personas libres y pueblos soberanos».
El 10 de noviembre el internacionalismo abertzale cumplirá años y recuerdos de acontecimientos, guerras, conferencias, brigadas, fechas y nombres que lo dieron todo. En el camino, queda para todos, amistad, militancia y la revolución social e inacabada de «liberar el mundo».
