Salud y soli­da­ri­dad- Alfon­so Sastre

Impor­ta decir que Aska­pe­na apues­ta por la prác­ti­ca de la soli­da­ri­dad con­tra esa ten­ta­ción del ensi­mis­ma­mien­to (de ence­rrar­se en sí mis­mos), que acom­pa­ña común- men­te a los movi­mien­tos nacio­na­lis­tas aldea­nos pro­pios del pen­sa­mien­to burgués.

Con estas pala­bras que aho­ra esta­mos escri­bien­do nos situa­mos en el cora­zón de un gran tema: el de la libe­ra­ción de los pue­blos y de la soli­da­ri­dad inter­na- cio­na­lis­ta con quie­nes luchan por esa con­quis­ta de su sobe­ra­nía. Lo cual nos dis­tan­cia mucho de todo paci­fis­mo a ultran­za. (Una vez más val­drá decir aque­lla feliz con­sig­na: «Ni gue­rra entre los pue­blos ni paz entre las cla­ses». Y así nos ale­ja­re­mos defi­ni­ta­va­men­te del «huma­nis­mo bien­pen­san­te» que tan bien vive y se nutre en los medios de la bur­gue­sía «pro­gre»).

Ello nos sitúa así mis­mo como com­pa­ñe­ros de ruta de quie­nes ponen su voca­ción en esa línea de Defen­sa de la Huma­ni­dad que des­de hace años reco­rre las venas de la Amé­ri­ca Lati­na y late en los movi­mien­tos de carác­ter «boli­va­riano» con auto­de­fi­ni­cio­nes como «socia­lis­mo del siglo XXI» (Chá­vez). Cuba, Vene­zue­la, Ecua­dor, Boli­via, viven y com­ba­ten ya deci­di­da­men­te en esa pales­tra; y otros varios están en cier­ne de hacerlo.

Somos ya muchas gen­tes las que pen­sa­mos que se están abrien­do por fin las puer­tas de ese nue­vo (neo)socialismo capaz de hacer fren­te a la igno­mi­nio­sa dic­ta­du­ra de los mer­ca­dos, que cada vez ate­na­za con más y más des­ver­gon­za­da agre­si­vi­dad a la Huma­ni­dad en su con­jun­to, pero sin dar al olvi­do, por supues­to, las gran­de­zas crea­do­ras de las dos pri­me­ras déca­das de la Unión Sovié­ti­ca y ni tan altos epi­so­dios de la soli­da­ri­dad como fue la for­ma­ción y el inol­vi­da­ble herois­mo de las Bri­ga­das Inter­na­cio­na­les duran­te la gue­rra de 1936 a 1939; ejem­plo del que yo encuen­tro un eco vivo en el espí­ri­tu de Aska­pe­na. Con­fir­me­mos, pen­san­do ya hoy y en hoy, algu­nas ver­da­des que ya se nos pre­sen­tan con fuer­za como per­ma­nen­tes, como es la de que no hay libe­ra­ción (Aska­pe­na) sin soli­da­ri­dad (Elkar­ta­su­na). Tal es el cora­zón del hecho que este año se con­me­mo­ra y se cele­bra. Esta es una idea-fuer­za que corre por las venas de los movi­mien­tos revo­lu­cio­na­rios a la altu­ra de nues­tro tiem­po. Pon­gá­mo­nos, en fin, defi­ni­ta­va­men­te tan lejos del «ensi­mis­ma­mien­to» como de la «alte­ra­ción» (de per­der la pro­pia idio­sin­cra­sia) pro­pia de los huma­nis­tas bien­pen­sa­tes, que se pro­cla­man enfá­ti­ca­men­te «ciu­da­da­nos del mun­do», para quie­nes la nación es un con­cep­to obso­le­to, cayen­do así en una tram­pa, en sen­ti­do con­tra­rio: la de un cos­mo­po­li­tis­mo des­na­tu­ra­li­za­do o, diga­mos, la de un uni­ver­sa­lis­mo abs­trac­to. Lenin ‑otro de los maes­tros inol­vi­da­bles y tan­tas veces secues­tra­do por la buro­cra­cia para-socia­lis­ta del sta­li­nis­mo y sus cama­ri­llas- se lo dijo muy bien a Rosa Luxem­bur­go: «No se olvi­de usted (vino a decir­le) de que es polaca».

Recor­de­mos para ter­mi­nar que uno de los gran­des enemi­gos de la vida huma­na es la «homo­ge­nei­za­ción». El neo­so­cia­lis­mo que hoy se pro­pug­na pre­sen­ta­rá la reali­dad huma­na como un mun­do rico y vario, pobla­do de gen­tes libres y dife­ren­tes, con un gran motor situa­do en la uto­pía, enten­di­da ésta como el arte de posi­bi­li­tar lo que es desea­ble y que hoy toda­vía se nos pre­sen­ta intere­sa­da­men­te como impo­si­ble. (La crí­ti­ca de lo impo­si­ble y de su corre­la­to la «sos­te­ni­bi­li­dad» será una de nues­tras tareas teó­ri­cas para el futuro).

Me que­da solo feli­ci­tar ‑y así lo hago- a Aska­pe­na, afec­tua­sa­men­te, por su lar­go reco­rri­do, y lo hago con estas pala­bras: Salud y Solidaridad.

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