Gar­zón en Argen­ti­na: en nues­tro nom­bre, no- Car­los Aznárez

Real­men­te sor­pren­de la per­sis­ten­te des­me­mo­ria que sufren algu­nos fun­cio­na­rios e inte­gran­tes de orga­nis­mos de dere­chos huma­nos argen­ti­nos. En la últi­ma sema­na, Gar­zón fue reci­bi­do con todos los hono­res por el titu­lar de la Auto­ri­dad Fede­ral de Ser­vi­cios de Comu­ni­ca­ción Audio­vi­sual, Mar­tín Sab­ba­te­lla, lue­go, el minis­tro del Inte­rior Flo­ren­cio Ran­daz­zo, le entre­gó la resi­den­cia argen­ti­na y un DNI para que se sien­ta como un con­na­cio­nal más y siga con sus tareas de ase­sor de la Comi­sión de Dere­chos Huma­nos y Garan­tías de la Cáma­ra de Dipu­tados de la Nación, y por últi­mo, el ex juez fue invi­ta­do de honor en el Sena­do bonae­ren­se, de una acti­vi­dad en la que hizo de anfi­trión el vice­go­ber­na­dor Gabriel Mariotto.

En todos estos esce­na­rios, Gar­zón se lució pon­de­ran­do la Ley de Medios, agra­de­cien­do el ser resi­den­te argen­tino con ple­nos dere­chos y se jac­tó de todo lo que él ha hecho por los dere­chos humanos.

Sólo en «el mun­do del revés», al decir de Eduar­do Galeano, un ex juez que tie­ne sobre sus espal­das la pesa­da mochi­la de haber clau­su­ra­do varios medios de comu­ni­ca­ción en el País Vas­co, pue­de jac­tar­se de hablar, sin rubo­ri­zar­se, de la Ley de medios, que aquí fue for­ja­da con la movi­li­za­ción popular.

Bal­ta­sar Gar­zón, al que tan­to se ala­ba por estas tie­rras, no sólo cerró «Egin, uno de los dia­rios de mayor cir­cu­la­ción (más de 70 mil ejem­pla­res) en el País Vas­co y el Esta­do espa­ñol, sino tam­bién una de las radios más escu­cha­das: «Egin irra­tia». Y lo hizo con vio­len­cia, orde­nan­do la deten­ción de varios de sus perio­dis­tas, entre ellos su direc­tor Xabier Salu­tre­gi y su vice­di­rec­to­ra, Tere­sa Toda. Ambos, des­pués de 12 años de pali­zas, tras­la­dos, dis­per­sión y todo tipo de atro­pe­llos, aún con­ti­núan en la cárcel.

¿Cuál fue su deli­to? Muy sim­ple: defen­der la liber­tad de expre­sión y ejer­cer el perio­dis­mo de una mane­ra simi­lar a la que se refie­re la Ley de Medios argen­ti­na que aho­ra el ex juez tan­to elogia.

Pero hay más: las ins­ta­la­cio­nes del matu­tino fue­ron ocu­pa­das por 300 agen­tes de la poli­cía espa­ño­la, que hacien­do uso de la impu­ni­dad con­ce­di­da por Gar­zón, des­tro­za­ron el mobi­lia­rio, y roba­ron par­te del volu­mi­no­so archi­vo, en el que se encon­tra­ba impor­tan­te mate­rial sobre las anda­du­ras de jefes poli­cia­les y car­gos polí­ti­cos vin­cu­la­dos al nar­co­trá­fi­co y los escua­dro­nes de la muer­te, que tan­to ate­rro­ri­za­ron al pue­blo vas­co. Gober­na­ba Espa­ña en esos momen­tos, nada menos que el ultra­de­re­chis­ta José María Aznar, quien al ser infor­ma­do sobre el cie­rre y atro­pe­llo poli­cial con­tra «Egin», decla­ró: «¿Creían que no nos íba­mos a atrever?».

Gar­zón se carac­te­ri­zó siem­pre por armar suma­rios que lue­go con el tiem­po son dese­cha­dos por inco­rrec­tos o far­ses­cos. Así fue como hizo eje­cu­tar la clau­su­ra de Egin en 1998 , y años des­pués, en 2009 los Tri­bu­na­les resol­vie­ron con­tra­ria­men­te a la ante­rior reso­lu­ción, decla­ran­do que la acti­vi­dad del dia­rio no era ilí­ci­ta, pero cla­ro, debi­do al tiem­po trans­cu­rri­do no fue posi­ble vol­ver a reabrir ni el perió­di­co ni la radio.

No con­ten­to con ello, tiem­po des­pués el juez la empren­dió con­tra dos revis­tas de infor­ma­ción gene­ral y amplia difu­sión en todo el Esta­do espa­ñol. Se tra­ta de «Ardi Bel­tza» (Ove­ja Negra), a la que clau­su­ró, y «Kale Gorría» (Calle Roja), a la que aco­rra­ló de tal for­ma, que tuvo que cerrar. Las dos publi­ca­cio­nes estu­vie­ron diri­gi­das por un exce­len­te perio­dis­ta, al que los lati­no­ame­ri­ca­nos que tuvie­ron la suer­te de com­par­tir con él esas redac­cio­nes, deno­mi­na­ban «el Rodol­fo Walsh» del País Vas­co. Se tra­ta de Pepe Rei, quien, incul­có a las nue­vas gene­ra­cio­nes de perio­dis­tas vas­cos la idea de inves­ti­gar y con­tras­tar la infor­ma­ción, y que logró reco­no­ci­da fama por des­cu­brir mil y un chan­chu­llos de fun­cio­na­rios corrup­tos, car­gos poli­cia­les dedi­ca­dos a armar gru­pos ile­ga­les (tipo la Tri­ple A), redes de pros­ti­tu­ción y de tra­ta, y des­apa­ri­ción de ciu­da­da­nos. Ade­más, denun­ció valien­te­men­te las manio­bras de la dere­cha de Aznar y com­pa­ñía, con­tra los pue­blos rebel­des latinoamericanos.

El cole­ga Pepe Rei fue per­se­gui­do has­ta el har­taz­go por Gar­zón, quien lo envió a la cár­cel en varias opor­tu­ni­da­des, y allí sufrió el habi­tual mal­tra­to al que eran some­ti­dos la tota­li­dad de los pre­sos y pre­sas vas­cas con­de­na­dos por Gar­zón. Pepe Rei, ade­más de perio­dis­ta es escri­tor, y el autor de un libro que debe­ría ser de con­sul­ta para aque­llos que hoy le can­ta loas al juez repre­sor: «Gar­zón, la otra cara» (de Edi­to­rial Txalaparta).

Gar­zón es un hom­bre que ha hecho del show mediá­ti­co casi un ofi­cio, y evi­den­te­men­te le da bue­nos fru­tos. Lo para­dó­ji­co es que quie­nes hoy lo elo­gian en Argen­ti­na, muchos de ellos mili­tan­tes del cam­po popu­lar, pare­cen no que­rer ente­rar­se (por­que a esta altu­ra de la tec­no­lo­gía infor­má­ti­ca, sólo bas­ta­ría con poner su nom­bre en cual­quier bus­ca­dor) que es el mis­mo per­so­na­je que ase­so­ró al ex pre­si­den­te colom­biano Alva­ro Uri­be Vélez y hoy lo hace con el pre­si­den­te San­tos. Sobre su rela­ción con el pri­me­ro, bas­ta leer lo que decla­ra­ron en febre­ro de este año nume­ro­sas comu­ni­da­des indí­ge­nas del Cau­ca: «Nos due­le que haya sido Bal­ta­sar Gar­zón quién haya ava­la­do en un pri­mer momen­to el pro­ce­so de rein­ge­nie­ría para­mi­li­tar, lla­ma­do des­mo­vi­li­za­ción, por la segu­ri­dad demo­crá­ti­ca de Álva­ro Uri­be Vélez, afir­man­do que era un mode­lo de jus­ti­cia». (ver decla­ra­ción com­ple­ta en: http://​www​.dere​chos​.org/​n​i​z​k​o​r​/​c​o​l​o​m​b​i​a​/​d​o​c​/​b​g​a​r​z​o​n​1​.​h​tml=)

Gar­zón tam­bién fue dura­men­te cri­ti­ca­do por el dia­rio mexi­cano La Jor­na­da (en un artícu­lo edi­to­rial de su direc­to­ra Cár­men Lira) tras haber inten­ta­do inte­rro­gar ile­gal­men­te en una cár­cel del DF a depor­ta­dos vas­cos. Es la mis­ma per­so­na al que los revo­lu­cio­na­rios vene­zo­la­nos que apo­yan al pre­si­den­te Hugo Chá­vez, acu­sa­ron de inje­ren­cis­ta por haber via­ja­do en varias opor­tu­ni­da­des a ese país para apo­yar a la opo­si­ción. No son pocas las fotos y artícu­los de dia­rios fas­cis­toi­des vene­zo­la­nos en el que se ve a Gar­zón en ama­ble ter­tu­lia con los ultra opo­si­to­res Mar­cel Gra­nier, cuan­do fun­gía de direc­tor de RCTV y Alber­to Fede­ri­co Ravell, eje­cu­ti­vo del canal Glo­bo­vi­sión. Tan­to metió sus nari­ces Gar­zón en Vene­zue­la boli­va­ria­na, hacien­do cam­pa­ña con­tra la no reno­va­ción de licen­cia al canal gori­la RCTV (“Cerrar un medio de comu­ni­ca­ción no es el mejor sis­te­ma para garan­ti­zar la liber­tad de expre­sión”, decla­ró en su momen­to), que el ex vice­pre­si­den­te cha­vis­ta, Jor­ge Rodrí­guez le con­tes­tó que era un «paya­so que nada tenía que hacer en la polí­ti­ca sobe­ra­na vene­zo­la­na», mien­tras que el minis­tro de Rela­cio­nes Exte­rio­res, Nico­lás Madu­ro, decla­ró que el juez era un «cobar­de y men­ti­ro­so», que pare­cía obe­de­cer ins­truc­cio­nes del gobierno espa­ñol que apo­yó el gol­pe de Esta­do en Vene­zue­la en 2002.

No, Gar­zón no pue­de hablar de liber­tad de expre­sión, cuan­do duran­te toda su ges­tión lo que hizo fue entor­pe­cer­la y aco­sar poli­cial­men­te a quie­nes la practicaban.

No, Gar­zón no pue­de hablar de dere­chos huma­nos, cuan­do es el cul­pa­ble de que cien­tos de pre­sos vas­cos estén pudrién­do­se en las cár­ce­les espa­ño­las y fran­ce­sas, a pesar de denun­ciar, ante el pro­pio Juez, cuan­do ejer­cía de amo y señor del tri­bu­nal fran­quis­ta deno­mi­na­do Audien­cia Nacio­nal, que habían sido bru­tal­men­te tor­tu­ra­dos, con méto­dos que no tie­nen nada que envi­diar­le a los que prac­ti­ca­ron los mili­ta­res argen­ti­nos en la ESMA o en cual­quie­ra de los cam­pos de exter­mi­nio. El juez escu­chó una y otra vez, sin inmu­tar­se, o lo que es peor ape­lan­do a un com­por­ta­mien­to alta­ne­ro y mega­ló­mano, cómo dece­nas de jóve­nes vas­cos, des­trui­dos por la tor­tu­ra, rela­ta­ban ante él las inocul­ta­bles sevi­cias a las que los habían some­ti­do los poli­cías y la Guar­dia Civil espa­ño­la. Quien esto escri­be nun­ca va a olvi­dar, mien­tras cubría perio­dís­ti­ca­men­te uno de los tan­tos jui­cios mon­ta­dos por Gar­zón con­tra la mili­tan­cia vas­ca, el ros­tro des­en­ca­ja­do de una joven­ci­ta que rela­ta­ba ante el juez cómo la había vio­la­do con un palo de esco­ba. Gar­zón, como res­pues­ta, bos­te­zó y le dijo, «no inven­te más y decla­re lo que se le está preguntando».

Ayer mis­mo, una mili­tan­te polí­ti­ca vas­ca, Auro­re Mar­tín, fue dete­ni­da y tras­la­da­da por la poli­cía a la Audien­cia Nacio­nal, para cum­plir con una anti­gua ins­truc­ción del «dere­cho y humano» Gar­zón. Inclu­so des­ti­tuí­do y acu­sa­do judi­cial­men­te, el ex juez sigue envian­do jóve­nes de la disi­den­cia vas­ca a la cárcel.

No, Gar­zón no pue­de hablar de víc­ti­mas del Terro­ris­mo de Esta­do, cuan­do él se cons­ti­tu­yó en el mas­ca­rón de proa de la polí­ti­ca repre­so­ra apli­ca­da por los gobier­nos del PSOE y el PP, con­tra cual­quier ciu­da­dano o ciu­da­da­na del Esta­do espa­ñol, pero sobre todo de Cata­lu­ña y el País Vas­co, que ejer­cie­ra su dere­cho a la pro­tes­ta y la rebel­día. Allí están para tes­ti­mo­niar­lo los cien­tos de cri­mi­na­li­za­dos, judi­cia­li­za­dos y encar­ce­la­dos de orga­ni­za­cio­nes lega­les de la izquier­da cata­la­na, vas­ca, galle­ga y has­ta madri­le­ña, que han pasa­do por pri­sión. Allí está como docu­men­to audio­vi­sual incon­tes­ta­ble, la pelí­cu­la «Ope­ra­ció Gar­zón. Con­tra l’in­de­pen­den­tis­me cata­lá», que rela­ta la razia repre­si­va orde­na­da por el juez con­tra dece­nas de mili­tan­tes cata­la­nes duran­te las Olim­pía­das de Bar­ce­lo­na en 1992. O las denun­cias (per­fec­ta­men­te docu­men­ta­das) de las lucha­do­ra valen­cia­na por los dere­chos huma­nos, Empar Sal­va­dor, quien inves­ti­gó jun­to con otros inte­gran­tes del Forum per la Memo­ria del País Valen­ciá, la exis­ten­cia de miles de cadá­ve­res de ase­si­na­dos por el fran­quis­mo y ente­rra­dos en fosas comu­nes en Valen­cia. Empar acu­sa al juez Gar­zón de haber «cajo­nea­do» y archi­va­do las denun­cias que le pre­sen­ta­ron, y de esta mane­ra pro­vo­car la para­li­za­ción de lo que podría haber­se con­ver­ti­do en un mega-jui­cio con­tra el geno­ci­dio franquista.

Se sabe que en esta cam­pa­ña de ir des­en­mas­ca­ran­do a quien no es lo que dice ser, hay muchos ciu­da­da­nos del mun­do que no acep­tan el dis­cur­so y el show mediá­ti­co al que per­ma­nen­te­men­te ape­la Gar­zón para situar­se en la cres­ta de la ola y des­de allí «blan­quear» su pasa­do repre­sor e impar­tir doc­tri­na de hom­bre bueno y sabio. Sin embar­go, es dolo­ro­so obser­var a gen­te que se dice pro­gre­sis­ta hacer de cla­que al dis­cur­so sinuo­so y poco con­sis­ten­te de Gar­zón. Todos ellos saben la ver­dad, inclu­so algu­nos, como Hebe de Bona­fi­ni que hoy abra­za y rei­vin­di­ca al ex juez, visi­tó las cár­ce­les vas­cas y escu­chó a los pre­sos rela­tar sobre las bar­ba­ri­da­des judi­cia­les impues­tas por Gar­zón, y en varios dia­rios de Eus­kal Herria, ella mis­ma denun­ció al juez como repre­sor. Hoy, pare­ce que muchos y muchas han per­di­do la memo­ria, pre­ci­sa­men­te en un país don­de se pelea por ella a cada instante.

No es menor lo que está ocu­rrien­do. En aras de estre­char víncu­los con una figu­ra que se ha cons­trui­do una «nue­va per­so­na­li­dad» y que tie­ne amplia cober­tu­ra mediá­ti­ca inter­na­cio­nal, se per­do­nan atro­ci­da­des come­ti­das con­tra mili­tan­tes que no son dis­tin­tos a nues­tros 30.000, se des­in­for­ma cons­tan­te­men­te y se aplau­de lo que has­ta ayer hubie­ra sido tipi­fi­ca­do como cola­bo­ra­cio­nis­mo con el Terro­ris­mo estatal .

Allá ellos y ellas con su con­cien­cia. Quie­nes defen­de­mos la cau­sa del pue­blo vas­co y rei­vin­di­ca­mos la liber­tad de expre­sión allí don­de nos pare­mos, los que con­de­na­mos la per­se­cu­ción y encar­ce­la­mien­to a perio­dis­tas vas­cos por expre­sar opi­nión con­tra­ria a los intere­ses del fas­cis­mo espa­ñol, los que nun­ca le hemos saca­do el cuer­po a la lucha del pue­blo argen­tino por lle­var a la cár­cel a los geno­ci­das de la dic­ta­du­ra cívi­co-mili­tar, no nos calla­mos, y repu­dia­mos el papel nefas­to que ha juga­do Bal­ta­sar Gar­zón, a quien aho­ra se otor­ga la resi­den­cia argen­ti­na, como si fue­ra un héroe de la Patria.

Pue­den hacer­lo ale­gre­men­te y seguir col­gan­do meda­llas en el pecho de quien no las mere­ce, pero no en nues­tro nombre.

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