¿Botella medio llena o medio vacía?. Esa es la duda en la que se encontrará hoy una buena parte del pueblo abertzale de izquierda tras los resultados electorales. Lo cierto es que las expectativas creadas no han sido cumplidas. Las expectativas también son una forma de hacer política y pueden ser causantes de algún que otro quebradero de cabeza. De todas formas, las expectativas, expectativas son y no la realidad que es la que hay que analizar.
Y la realidad ha dejado un panorama post-electoral que si bien desde un punto de vista partidista asienta la más que buena base electoral del soberanismo de izquierda, no ha producido un salto cuantitativo y un avance en las coordenadas esperadas para producir un cambio.
Ahora bien, desde el prisma nacional, se dan las condiciones numéricas, aunque limitadas cualitativamente debido a la hegemonía del PNV, para abordar un camino institucional de cara al reconocimiento de Euskal Herria, gracias a la mayoría holgada del nacionalismo vasco. Pero no cabe olvidar que el PNV ha mantenido el tipo (pese a estar lejos de sus resultados más óptimos) a causa de una estrategia que ha abandonado los rasgos más soberanistas del partido en favor de un calculado regionalismo de cara a pescar en las aguas del españolismo y de la anti-izquierda abertzale. Desde un prisma social, el panorama institucional es desolador. Tanto como lo ha sido siempre. La derecha ha vuelto a ganar una vez más y el continuismo de las políticas que nos han traído a esta situación económica se verán reforzadas.
Desde un punto de vista estratégico a nivel institucional podríamos decir que las condiciones de avance en el proceso de liberación nacional se han visto más reforzadas por la caída del españolismo que por una buena relación de fuerzas entre el independentismo y el pragmatismo mal entendido del PNV. Por otro lado, desde ese mismo punto de vista institucional, el proceso de liberación social se encontraría en un impasse ya que EH Bildu no ha sabido o no ha podido aglutinar fuerzas de cara a confrontar en mejores condiciones con los que siguen los mandatos del capital. El porcentaje de abstención podría ser un síntoma de ello. Existe una percepción bastante amplia de que el mensaje de izquierda no ha sido lo suficientemente definido y contundente.
En cualquier caso, si existen algunos apartados que merecen una reflexión más concreta. La evolución del voto en Gipuzkoa sería uno de ellos. Es probable que en relación a EH Bildu se coloque el foco de debate en temas sectoriales como el atez ate, aunque han existido unos cuantos puntos de fricción. Algunos no reconocidos abiertamente como la erosión creada por las banderas españolas, el respeto escrupuloso a la legalidad o episodios de señalización pública. Será muy difícil para una fuerza rupturista sino se coloca en clave ofensiva, teniendo su corazón en la calle y no en la moqueta que pueda abrirse paso y crecer ante las campañas de derribo de las fuerzas sistémicas. Venezuela es un buen ejemplo de cara a tomar nota de como se pueden contrarrestar movimientos involucionistas con la fuerza de la calle, mediante la gestión que confronta y tensiona, además todo ello sin olvidar a las personas.
Otro punto a analizar sería la propia campaña electoral de EH Bildu que ha tenido un perfil bajo y suave, no dando los resultados esperados. Leyendo a un viejo militante lo resumía a nivel simbólico en que no se ha oído la palabra socialismo, no ha habido eusko gudariak, ni puños en alto. En definitiva, no ha habido excesiva emoción.
Sin embargo, que nadie se lleve a engaños. El terreno de juego a día de hoy sigue estando bien abonado para que crezca con fuerza esa rebeldía que desde todos los frentes pueda hacer tumbar las limitaciones e imposiciones existentes y una vez más en manos del pueblo organizado, del movimiento popular , de la calle y de los niveles de confrontación que se puedan alcanzar hará desnivelar la balanza definitivamente en favor de los intereses populares. Se abre un tiempo de reflexión que puede ser de valor ya que la constitución de Sortu asi como el proceso Gazte Zukgua pueden ser algunos de los puntos de inflexión importantes de cara a todo esto.
Es probable que haya llegado el momento de poner en su justa medida la importancia de lo institucional, ya que solo desde lo institucional es dificil que hasta lo institucional vaya abriendo brecha. Al menos para un movimiento que aspira al verdadero cambio político y social, que va más alla de coyunturas electorales.
¿Cómo está la botella?. Quizás esa no sea la pregunta más correcta sino…¿Cómo vamos a agitarla con fuerza?.