Méxi­co : Muje­res perio­dis­tas, crí­me­nes invi­si­bi­li­za­dos en medio de la gue­rra- Javier Hernández

El Infor­me diag­nós­ti­co «Vio­len­cia con­tra muje­res perio­dis­tas en Méxi­co 2010- 2011»[1], ela­bo­ra­do y publi­ca­do por Comu­ni­ca­ción e Infor­ma­ción de la Mujer AC (CIMAC), abor­da un tema que esta­ba pen­dien­te y era nece­sa­rio docu­men­tar, ana­li­zar y visi­bi­li­zar: la situa­ción de las muje­res perio­dis­tas en Méxi­co, el país más peli­gro­so de Amé­ri­ca Lati­na y el segun­do más peli­gro­so del mun­do para ejer­cer el periodismo.

En el gre­mio perio­dís­ti­co y repor­te­ril, las muje­res son una pre­sen­cia mayo­ri­ta­ria en los pues­tos de tra­ba­jo menos visi­bles y más sacri­fi­ca­dos. Son repor­te­ras, fotó­gra­fas, tra­ba­jan en la redac­ción, y su pre­sen­cia es menor en los géne­ros y los pues­tos más visi­bles y de mayor pres­ti­gio polí­ti­co: artícu­lo, colum­na, y en los pues­tos de direc­ción; lo cual no se con­tra­di­ce sino com­ple­men­ta con la uti­li­za­ción que rea­li­zan las empre­sas comer­cia­les de comu­ni­ca­ción de muje­res jóve­nes cuya ima­gen es la cara visi­ble para leer las notas, para dar la infor­ma­ción del cli­ma o inclu­so noti­cias de depor­tes, pero siem­pre sub­ra­yan­do un rol de géne­ro según el cual la misión de las muje­res es hacer agra­da­ble un noti­cie­ro don­de las noti­cias pue­den ser poco gratas.

No obs­tan­te, el tra­ba­jo de las muje­res en el perio­dis­mo va mucho más allá de esa ima­gen de con­su­mo. A pesar de ser impor­tan­tes, no dan cuen­ta de la dimen­sión de la pre­sen­cia feme­ni­na en el perio­dis­mo tam­po­co algu­nas muje­res que se han gana­do un espa­cio, con base en un tra­ba­jo pro­fe­sio­nal, valien­te, de denun­cia, de docu­men­ta­ción, de perio­dis­mo de inves­ti­ga­ción pri­vi­le­gian­do géne­ros como el repor­ta­je y la cró­ni­ca, sin des­cui­dar el artícu­lo de fon­do, y que no por casua­li­dad han des­bor­da­do el espa­cio que tie­nen en medios comer­cia­les para incur­sio­nar en el libro. La situa­ción de muje­res como las perio­dis­tas que pre­sen­ta­ron el infor­me de CIMAC, Lydia Cacho (recién al regre­so de un bre­ve exi­lio en res­pues­ta a cons­tan­tes ame­na­zas de muer­te), Ana­bel Her­nán­dez (ame­na­za­da de muer­te tam­bién), San­jua­na Mar­tí­nez (una vez dete­ni­da arbi­tra­ria­men­te con exce­so de fuer­za por una supues­ta dili­gen­cia rela­cio­na­da con un divor­cio), son algu­nas de las perio­dis­tas que han logra­do el doble reco­no­ci­mien­to que pue­de tener en Méxi­co una per­so­na des­ta­ca­da en la pro­fe­sión: el de los lec­to­res, y el reco­no­ci­mien­to nega­ti­vo de la per­se­cu­ción y las ame­na­zas de los gru­pos cuyos intere­ses se ven toca­dos por las publi­ca­cio­nes de estas perio­dis­tas. Ade­más de ellas, hay algu­nas que han teni­do que exi­liar­se, como Ana Lilia Pérez, repor­te­ra de Con­tra­lí­nea. Hay otras muje­res perio­dis­tas que han entre­ga­do valio­sos apor­tes a los lec­to­res mexi­ca­nos y a nues­tro dere­cho a la infor­ma­ción como Mar­ce­la Tura­ti, Lau­ra Cas­te­lla­nos (tam­bién ame­na­za­da y moni­to­rea­da por gru­pos afec­ta­dos por su tra­ba­jo) y Glo­ria Muñoz Ramí­rez.

Pero la mayor par­te del tra­ba­jo feme­nino se da en una suer­te de para­dó­ji­co ano­ni­ma­to, el de las repor­te­ras que fre­cuen­tan poco los tex­tos en pri­me­ra per­so­na y los géne­ros de opi­nión, para cen­trar­se en la infor­ma­ción que ali­men­ta coti­dia­na­men­te a la pren­sa en Méxi­co. El dia­ris­mo, el repor­ta­je de cada sema­na o cada mes, tam­bién incó­mo­do para el poder y que les ha cos­ta­do la vida a algu­nas, como a Regi­na Mar­tí­nez, corres­pon­sal de Pro­ce­so en Vera­cruz. El infor­me dedi­ca un capí­tu­lo a Vera­cruz, enti­dad que se encuen­tra entre el exi­lio por inse­gu­ri­dad y el perio­dis­mo de sobre­vi­ven­cia, el esta­do más peli­gro­so en Méxi­co para la profesión.

Pero el infor­me de CIMAC, rea­li­za­do des­de una agen­cia de infor­ma­ción y noti­cias con pers­pec­ti­va de géne­ro y de dere­chos huma­nos, no res­pe­ta los lími­tes estre­chos y pre­jui­cio­sos que impo­ne el poder para reco­no­cer quién es perio­dis­ta: uno de sus pri­me­ros atis­bos de que la situa­ción se agra­va­ba fue el ase­si­na­to de Felí­ci­tas Mar­tí­nez y Tere­sa Bau­tis­ta, comu­ni­ca­do­ras popu­la­res tri­quis ase­si­na­das en Oaxa­ca, y de quie­nes el gobierno fede­ral no reco­no­cía su carác­ter de periodistas.

La agen­cia CIMAC encon­tró y docu­men­tó que es en los perio­dos 2002- 2006, bajo el gobierno de Vicen­te Fox, y 2006- 2012, bajo el gobierno de Feli­pe Cal­de­rón, cuan­do la vio­len­cia con­tra las muje­res perio­dis­tas cre­ció y lue­go se multiplicó.

Ade­más de hacer un aná­li­sis de las diver­sas for­mas de vio­len­cia, des­de la cen­su­ra, la vio­len­cia labo­ral y las ame­na­zas has­ta los femi­ni­ci­dios con­tra las perio­dis­tas, el infor­me hace una radio­gra­fía del tema por año, por enti­da­des, por eda­des, por el tipo de medio en que publi­ca­ban, car­gos que desem­pe­ña­ban, fuen­tes que cubrían, temas que abor­da­ban, agre­so­res, rein­ci­den­cia de la vio­len­cia, casos emble­má­ti­cos e impli­ca­cio­nes en la vida per­so­nal y labo­ral de las periodistas.

Tie­ne una impor­tan­cia cla­ve el aná­li­sis espe­cí­fi­co de la vio­len­cia con­tra las muje­res perio­dis­tas, por­que en Méxi­co la vio­len­cia con­tra per­so­nas de car­ne y hue­so, con iden­ti­dad, nom­bre, fami­lia, cole­gas, comu­ni­dad, tien­de a ser disuel­ta en la gran masa anó­ni­ma de las esta­dís­ti­cas y la jus­ti­fi­ca­ción buro­crá­ti­ca de una estra­te­gia de gue­rra. La agen­cia CIMAC lo enun­cia: “Una de las hipó­te­sis de la pre­sen­te inves­ti­ga­ción es que la invi­si­bi­li­dad de las muje­res en los infor­mes sobre la liber­tad de expre­sión y pren­sa en Méxi­co obe­de­ce a una cor­ti­na de humo gene­ra­da por la deno­mi­na­da “gue­rra con­tra el nar­co­trá­fi­co” que cen­tró la aten­ción en el tema y en quie­nes ejer­cien­do el perio­dis­mo lo cubrie­ron y fue­ron vio­len­ta­dos en cual­quier for­ma, has­ta la extre­ma, el ase­si­na­to, dejan­do sin aná­li­sis y aten­ción otros temas y con­tex­tos, lo cual dejó a las muje­res invi­si­bles y por ende vulnerables.”

Dejar vul­ne­ra­bles a las muje­res perio­dis­tas nos afec­ta a todos, al gre­mio, a la socie­dad, a los lec­to­res que segui­mos nece­si­tan­do sus dia­rios, sema­na­les o más espa­cia­dos tra­ba­jos de inves­ti­ga­ción. “No se mata a la ver­dad matan­do a la perio­dis­ta”, es cier­to, pero tam­po­co debe­mos per­mi­tir que inten­ten aten­tar con­tra la ver­dad eli­mi­nan­do a las inves­ti­ga­do­ras y mensajeras.

[1] Dis­po­ni­ble com­ple­to en for­ma­to pdf en el por­tal de CIMAC:

http://​www​.cimac​.org​.mx/​c​e​d​o​c​/​p​u​b​l​i​c​a​c​i​o​n​e​s​_​c​i​m​a​c​/​i​n​f​o​r​m​e​_​d​i​a​g​n​o​s​t​i​c​o​_​f​i​n​a​l​.​pdf

http://​cen​tro​prodh​.org​.mx

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