¿Quién fue Santiago Carrillo?
Nos cuentan, especialmente por la televisión, que Carrillo fue durante toda su vida un revolucionario que, por el buen desarrollo de la transición española, supo renunciar a intereses partidistas. Uno de los padres fundadores de nuestra democracia, de nuestra actual España. Pero como uno no es muy dado a tragar con versiones oficiales me gustaría profundizar un poco más en quien fue Santiago Carillo y en lo que significó, especialmente, para la izquierda española.
Este hombre nace en Gijón en 1915, de familia obrera e hijo del militante del sindicato UGT y del PSOE Wenceslao Carrillo. Por tradición familiar, Santiago se afilia a las Juventudes Socialistas poco antes de la llegada de la República, siendo todavía un adolescente. En el 1934 alcanza la secretaría general de la organización juvenil, promovido por el ala prosoviética (y entonces minoritaria) del partido. Ocupando este cargo participaría en la revolución de Asturias y en la breve República Socialista de Asturias, participación que le llevaría a la cárcel cuando la revolución fue reprimida.
Es liberado con el triunfo del Frente Popular, momento en el que se encargaría de encabezar el proceso de unificación de las Juventudes Socialistas del PSOE con las Juventudes Comunistas del PCE, dando como resultado la Juventud Socialista Unificada. Este hecho fue una de las causas de que el PCE dejara de ser un partido minoritario, al lograr absorver a unas colosales JJSS que contaban con 100.000 afiliados en unos momentos en los que el PCE no pasaba de los 30.000.
Durante la guerra civil participaría en la defensa de Madrid, estando después al cargo de la cárcel de Paracuellos del Járama. Allí sería responsable de sacas y fusilamientos indiscriminados y que sobrepasan lo puramente necesario en un conflicto militar que se llevarían la vida de dos millares de presuntos fascistas sin juicio previo. Esta matanza solo sería detenida por la intervención del ministro de justicia Joan García Oliver de la FAI que pondría al mando de la institución penitenciaria a Melchor Rodriguez García “El Angel Rojo”, también de la FAI.
En este conflicto Santiago Carrillo acaba por entrar a militar al PCE, rompiendo con las ideas políticas de su padre.
Durante el franquismo sería uno de los ejes vertebradores del PCE en el exilio, participando en el liderazgo, desde París, del movimiento guerrillero del maquis español, dirigiendo la quijotesca invasión del Valle de Arán en 1944, lo que costaría la vida a doscientos guerrilleros antifranquistas. Para posteriormente cambiar de política, abandonando a su suerte a los focos guerrilleros que no habían logrado salir de España. Esta nueva política fue la infiltración de núcleos comunistas en el sindicato vertical franquista, lo que derivaría en la construcción de las Comisiones Obreras.
En los años 60 alcanza la secretaría general del PCE, derivando sus posturas hacia un alejamiento de la línea oficial de Moscú, el eurocomunismo, de corte más similar a las posturas socialdemócratas.
En 1976 y con la muerte de Franco vuelve a España, no sin antes entrevistarse con gerifantes de la dictadura como Adolfo Suárez, el ministro Manuel Fraga o el príncipe Juan Carlos de Borbón. Tras pactar con estos oligarcas del régimen Santiago Carrillo acepta, y el PCE con él, la monarquía y la transición frente a la ruptura, lo que permitió un continuismo que hizo que las élites sociales del franquismo no solo no fueran nunca juzgadas, sino que incluso peremanezcan actualmente en el poder.
En 1977 el PCE, bajo su dirección, firma los pactos de la Moncloa, en la cual se adopta oficialmente una economía y estructura social liberal. Las únicas organizaciones de peso que lo rechazaron fueron los sindicatos CNT y UGT (si bien este último acabó por firmarlo más tarde), debido a lo que estos pactos suponían para la clase trabajadora española.
Participa en la elaboración de la conservadora, por no decir reaccionaria, constitución de 1978 que facilitaría la conversión de España en una monarquía de corte liberal perfectamente integrada en el mundo capitalista.
La debacle reformista a la que llevaba al PCE propició su expulsión por parte de un sector liderado por Gerardo Iglesias en 1985, ante la alarma de que Carrillo pretendiera convertir al PCE en una simple corriente dentro del PSOE. Carrillo funda el PTE como partido personalista, que sin éxito electoral, acabaría por integrarse en el PSOE.
Desde entonces se ha convertido en una figura meramente testimonial, participando en actos conmemorativos, programa televisivos donde se invita a las viejas glorias. Siempre, por supuesto, con su ducados en la mano.
Creo que ahora queda bastante claro por que los que dominan en la España actual sienten tanto agradecimiento hacia este padre de la democracia.
Santiago Carrillo, in memorian: la trayectoria histórica de la traición- Manuel Medina
El pasado martes, sobre las tres de la tarde, murió Santiago Carrillo Solares mientras dormía plácidamente la siesta. Los más destacados representantes del establishment político – y también económico – han descargado todo género de elogios sobre la figura del difunto. El propio monarca tuvo la deferencia de acercarse junto a su esposa hasta el domicilio del político desaparecido para expresar sus condolencias a los familiares. ¿A qué responde la unanimidad en el dolor de los poderosos ante la desaparición de un presunto comunista? Históricamente no son estos los sentimientos que se suelen producir entre quienes detentan el poder cuando un comunista desaparece del mundo de los vivos. Vale la pena, pues, que tratemos de desentrañar la razones que provocan tan generalizada tristeza.
BREVES REFERENCIAS BIOGRÁFICAS DE SANTIAGO CARRILLO
Carrillo nació en el año 1915, por lo que el próximo mes de enero habría cumplido los 98 años de edad. Su trayectoria política se extendió prácticamente a lo largo de todo el siglo XX. Hijo de un conocido dirigente del PSOE, Wenceslao Carrillo, ingresó en las filas de las Juventudes Socialistas a finales de la década de los años 20. En 1930, con tan sólo 15 años, inició su colaboración como periodista en la publicación «El Socialista», órgano de expresión del PSOE, cubriendo la información del Parlamento de la II República. A partir de entonces Santiago Carrillo se convierte en un político profesional hasta el final de sus días.
En 1934 Carrillo es detenido por su participación en la revolución de Asturias. A la salida de prisión, en 1936, es invitado por los representantes de la Internacional Comunista en España a visitar la URSS, donde queda deslumbrado por los triunfos alcanzados por la revolución soviética. Como resultado de estos contactos, las Juventudes Socialistas y Comunistas se unifican en una sola organización, las JSU. Carrillo fue nombrado Secretario General de la recién constituida organización. En octubre de 1936, Santiago Carrillo ingresa en el Partido Comunista de España. En 1939, derrotada la república, Carrillo parte para Francia, permaneciendo en el exilio hasta 1976.
En 1960 es nombrado Secretario General del PCE. En 1976, tras morir Franco, Santiago Carrillo regresa clandestinamente a España donde es detenido y puesto en libertad unas semanas después. En noviembre de 1982, el hasta entonces Secretario General, acosado por la crisis interna del partido, abandona la dirección del PCE, que pone en manos de Gerardo Iglesias, un joven dirigente asturiano en cuya fidelidad había confiado.
Un par de años después abandona el Partido Comunista y crea el PTE (Partido de los Trabajadores de España), organización que tiene una corta vida de tan solo un par de años. A partir de la disolución de esta organización, diseñada ad hoc para estar en condiciones de poder «negociar» su inserción en el PSOE, los militantes del mismo ingresan en aluvión en el partido de Felipe González. Carrillo, en cambio, pretextando su edad se retira de la vida política activa.
CON CARRILLO ESTÁ MURIENDO TAMBIÉN LA INSTITUCIONALIDAD QUE ÉL AYUDÓ A CONSTRUIR
Santiago Carrillo departiendo animadamente con Manuel Fraga. La muerte de Santiago Carrillo viene a coincidir con el cuestionamiento socialmente generalizado del sistema político y económico a cuya construcción él prestó un inestimable servicio. Carrillo no sólo fue el protagonista teórico de la socialdemocratización de una parte del movimiento comunista internacional, sino que su figura fue decisiva a la hora de conformar en el Estado español una institucionalidad monárquica que permitiera a las clases sociales hegemónicas continuar detentando, en régimen de monopolio, el poder del que habían disfrutado durante los casi 40 años de dictadura.
El peso del prestigio que en los años de la llamada «Transición» tenía Carrillo como dirigente incuestionable del PCE fue determinante en la aceptación por parte de la militancia comunista del régimen instaurado por el heredero del Dictador. La imposición de la bandera rojigualda, la liquidación de la histórica reivindicación republicana como alternativa al sistema político franquista y el beneplácito en la implantación de una suerte de amnesia colectiva en relación con la Guerra Civil y la posterior lucha clandestina en la que perdieron la vida miles de combatientes comunistas, contaron con la explícita complicidad del personaje fallecido.
Gracias a su gestión política en el PCE, e indirectamente en el sindicato CC.OO., el movimiento obrero del estado emprendió la vía de la denominada «política de concertación», convirtiendo sus estructuras burocráticas en instituciones al servicio del poder. Los movimientos sociales creados durante la dictadura desaparecieron, o se convirtieron en apéndices partidarios sin apenas participación social. La dirección del PCE, con Carrillo a la cabeza, optó sin fisuras por la institucionalidad del sistema. A cambio, éste ofreció la garantía de blindar su existencia y la de los funcionarios de partidos y sindicatos, con subvenciones y canonjías diversas. De esa forma, progresivamente, las organizaciones que teóricamente tenían como función cuestionar al sistema político y económico dominante terminaron convirtiéndose en parte de su misma esencia y, consecuentemente, perdiendo toda representatividad social.
EL ESTABLISHMENT SE CONDUELE
Que el papel político del recién fallecido fue determinante para hacer posible el diseño de las actuales instituciones, lo comprendió claramente el Parlamento español en la tarde del pasado martes, cuando el pleno en peso, puesto en pie, homenajeó con un aplauso su memoria. Para Esteban González Pons, diputado del ultraconservador Partido Popular, Santiago Carrillo no sólo fue «uno de los protagonistas de la Transición», sino que afirmó tener la seguridad de que «la Historia recordará su contribución a la reconciliación de los españoles». El propio Mariano Rajoy calificó al finado como «un referente para la política española».
Para el presidente de la Junta de Andalucía, el socialdemócrata José Antonio Griñán, «la reconciliación y el consenso hicieron posible la transición democrática: Carrillo fue su principal artífice». La diputada derechista, Rosa Díez, aseguró que “había que recordar su trabajo y esfuerzo por la concordia». Garrigues Walker, poderoso multimillonario, miembro de la Trilateral y representante de los intereses norteamericanos en España, dijo al ser entrevistado por la cadena televisiva «24 Horas» que «habría que seguir el ejemplo de las ideas de Santiago Carrillo, tanto en el terreno de la política como de la economía».
LA IZQUIERDA INSTITUCIONAL LLORA LA DESAPARICIÓN DE SU MANTRA SECRETO
Pero si los representantes institucionales de la derecha y de la socialdemocracia se deshicieron en apologías al recordar la memoria del ex comunista, los dirigentes del PCE e Izquierda Unida no se quedaron a la zaga. Gaspar Llamazares, por ejemplo, no tuvo empacho en decir que «se nos ha ido un pedacito de lo mejor de nuestra historia». Alberto Garzón, el joven diputado que la dirección de IU trata de convertir en su estrella mediática, destacó de la ideología de Santiago Carrillo – con una ignorancia digna de mejor causa – «su espíritu por superar el capitalismo». El secretario general del PCE, José Luis Centella, se atrevió a decir algo que estremecería en sus tumbas a los viejos militantes de ese Partido: que su fallecido antecesor «entregó su vida a la lucha y a la defensa del comunismo». Pero quien jugó fuerte para qué se materializara la coalición PSOE-IU en la Junta de Andalucía, fue aún más lejos cuando se aventuró a trasladar su pésame «a todos los comunistas y las comunistas de España».
Lo sorprendente de las dolidas honras fúnebres de estos destacados miembros de las actuales direcciones de IU y del PCE es que, hace tan solo un año y medio, el diario socialdemócrata «Público» destacaba en grandes titulares unas declaraciones de Carrillo en las que éste aseguraba que «El PCE está en vías de desaparición total». Y es posible que no le faltara razón en su negro augurio al viejo camaleón desaparecido, a tenor del empeño de sus actuales dirigentes en recorrer los mismos trillados senderos que hace 35 años marcara el finado tahúr del eurocomunismo. ¿O quizá hoy continúa siendo ese el objetivo subyacente?
Santiago Carrillo tres veces defraudador- Francisco Larrauri
El título no es un intento de insulto desalmado a un difunto sino una consideración política llena de respeto, a quien hace décadas representó un esforzado y valeroso movimiento comunista y posteriormente, libre y voluntariamente se hizo amigo de un rey, elegido para reinar por el general Francisco Franco y que ha representado los ‘principios fundamentales’ de la dictadura, que el ex secretario general de los comunistas mandó combatir durante cuarenta años.
Santiago Carrillo agasajado por la derecha reaccionaria y por la socialdemocracia, a pesar de recordársele a diario el escenario de Paracuellos de Jarama en la guerra de 1936, ha vegetado plácidamente con el cuerpo ideológico de una estructura política heredada del fascismo, a la que él mismo ha contribuido en legitimar con la herencia de las luchas por las libertades democráticas del movimiento obrero y del movimiento progresista intelectual.
Facilitado y realizado el paso para abrazar a la monarquía española y por consiguiente al más ultramontano nacionalismo español con el apéndice de la guerra sucia en Euskal Herria, la actividad personal de los últimos años de Santiago Carrillo ha suscitado una lógica revisión de su obra en la que no se le ha perdonado la deriva política , más por el aprovechamiento que de ella han hecho los que fueron en su día adversarios de las libertades individuales y nacionales, que por lo que haya repercutido en los que siempre han considerado al marxismo una alternativa real al capitalismo en crisis.
El primer fraude que surge con el reconocimiento explícito de la monarquía, el monarca y sus valores, ha sustraído el sentido ético a millones de republicanos y de ciudadanos sin adscripción partidista, que por el mero hecho de defender la legalidad y seguir fieles a la República fueron víctimas de las fechorías de los militares facciosos. Víctimas permanentes desde el ayer por la identidad y dignidad típica de la gente corriente, y por la resistencia lúcida en combates cotidianos que les llevaron a la cuneta o a la diáspora sin que Santiago Carrillo rechazara el rancio españolismo representado por la monarquía impuesta y hereditaria. Se llegó a decir que todos los que lucharon contra Franco merecían que sus nombres fueran conocidos, pero Carrillo no solo no ha roto el silencio por ninguno de ellos, sino que ha vilipendiado a las víctimas y las ha convertido en ‘olvidos’ silenciados. Ahí está Ahaztuak 1936 – 1977 para que no se olvide jamás la represión del fascismo y la dictadura homenajeando a las mujeres y gudaris asesinados.
El segundo fraude es a la diáspora y a los exilados, que por cuarenta años pudiendo o no volver, se mantuvieron apegados a la República, sin que nadie hablase de ellos. En China, Moscú, Cuba, República Dominicana, México, París y Montauban, donde el autor ha tenido personalmente antecesores, y a los que el camarada Carrillo pidió disciplina y sacrificio para aguantar, incluso sin correo para que los familiares del interior en su respuesta no contribuyeran a las arcas del fascismo con el valor de un sello, se vivieron muestras de heroísmo.
Los ejemplos de constancia y permanencia en el exilio por lo que tenía de testimonio humano mundial, luchaban íntimamente contra las ansias de volver, y llegaron al extremo de enemistar a refugiados con más de treinta años fuera de sus pueblos. Como exsecretario general de gran parte de esa resistencia, su desfachatez ha estado a la altura de las visitas reales a los niños de Rusia.
El tercer fraude, el más íntimo y partidista, lo han vivido los militantes comunistas españoles,pero también los comunistas vascos, catalanes y gallegos. La lucha clandestina en el interior con idealismo a raudales, que siguió a la política de resistencia al fascismo y que tuvo su momento álgido en el maquis de 1939 y en la segunda guerra mundial, la pagaron los comunistas con su vida. Las muertes en combate, los paseos sin juicio, las torturas que son endémicas, hasta el fusilamiento de Grimau por el régimen que tan bien representó Juan Carlos I, así como los últimos fusilados del franquismo, merecían por parte de Carrillo una reflexión y un análisis menos egoísta. Hubiera sido tan justo que continuara sin echarse al suelo por un monarca que no es continuidad de la monarquía expulsada por el pueblo, sino continuación de los ‘principios del movimiento’ del general Franco, que la memoria viva de los camaradas desaparecidos, sus descendientes y familiares, se lo hubieran reconocido eternamente.
Lenin en otro momento de la historia escribió ‘La revolución proletaria y el renegado Kausky’, para denunciar la actitud servil ante el oportunismo y el inaudito envilecimiento teórico del marxismo de quien fuera el dirigente de la II Internacional. La transferencia del pensamiento es libre, y de un renegado hemos transitado a un político defraudador al que el espíritu de izquierdas que pervivió al fascismo del 1939 – 1975, le exigía, si no rebelión al menos indignación por la continuidad de un fascismo que se ha resistido a desaparecer , y precisamente por la postura ideológica y política de Carrillo, que a lo largo de las últimas décadas no ha significado indicios de progreso moral, se le arrinconará de la historia progresista, convirtiéndole en ideológicamente prescindible para cualquier proyecto político emancipador.
Sin volcarse en generar una cultura de resistencia transmisible, pues la transición que pactaron fue un espejismo y la amnistía un fardo de prebendas para militares asesinos, Carrillo ha optado personalmente por recrearse en un espacio público vehemente al calor de la corte, plegándose a la impunidad del franquismo como fórmula para sostener el régimen monárquico actual.
Hemos descubierto con él que la miel del poder es pringosa y engancha, y que la perversidad es polimorfa. Anécdota de peluquín y silencio culposo frente al padecimiento de la represión y tortura en Euskal Herria en nombre de su amigo el rey español. Conocedor de que ha tenido muchos tiempos, tal vez sea la derecha conservadora y la socialdemocracia española la que preservarán acaso su memoria; esta ha sido su voluntad y su testamento, su verdadero ocaso.