Si gober­na­ra Ceau­ces­cu- Manuel Navarrete

Sáti­ra dedi­ca­da a esos muchos que, bajo el pre­tex­to de cri­ti­car el buro­cra­tis­mo (cosa que sería sana), aca­ban laván­do­le la cara a la lla­ma­da «demo­cra­cia bur­gue­sa», que, ade­más de ser la peor y más cri­mi­nal de las dic­ta­du­ras, es la que nos opri­me a nosotros.

« Vimos muchos de esos cadá­ve­res, gra­cias a la difu­sión mun­dial de la tele­vi­sión y gra­cias al buen tra­ba­jo de las agen­cias inter­na­cio­na­les que nutren de imá­ge­nes a los dia­rios y a las revis­tas. Las hile­ras de muer­tos, defor­ma­dos por la tor­tu­ra, estre­me­cie­ron al mun­do. Des­pués, algu­nos dia­rios publi­ca­ron la rec­ti­fi­ca­ción, que pocos leye­ron: (…) los cadá­ve­res no tenían nada que ver con esa his­to­ria, y no habían sido defor­ma­dos por la tor­tu­ra, sino por el paso del tiem­po: los fabri­can­tes de noti­cias los habían des­en­te­rra­do de un cemen­te­rio y los habían pues­to a posar ante las cámaras.»

Eduar­do Galeano, Patas arri­ba. La escue­la del mun­do al revés

Si gober­na­ra Ceau­ces­cu, esta­ría­mos jodi­dos. No habría nin­gu­na liber­tad de expre­sión para esas mul­ti­na­cio­na­les de la “infor­ma­ción” que des­en­te­rra­ban cemen­te­rios para cul­par a Ceau­ces­cu (¿quién es en reali­dad el monstruoso?).

Ana Pas­tor se que­da­ría sin un tra­ba­jo des­de el que, ves­ti­da de eti­que­ta, infor­mar­nos de nues­tros autén­ti­cos pro­ble­mas polí­ti­cos y de la cru­cial dispu­ta ver­bal entre el PP (recor­tar por prin­ci­pios) y el PSOE (recor­tar por­que “obli­ga Europa”).

El tota­li­ta­ris­mo ideo­ló­gi­co sería tal, que Belén Este­ban no podría alie­nar al pue­blo des­de nin­gún pla­tó tele­vi­si­vo reple­to de cocainómanos.

Eso sí, las auto­es­cue­las y las guar­de­rías serían gra­tui­tas, la edu­ca­ción sería gra­tui­ta, la vivien­da sería gra­tui­ta, no habría paro, no habría lis­tas de espe­ra en los hospitales.

Pero la dic­ta­du­ra sería tan des­pre­cia­ble, que Emi­lio Botín no ten­dría dere­cho a pedir dine­ro al Ban­co Cen­tral (emi­sor de bille­tes) a un 1% de inte­rés para espe­cu­lar com­pran­do la deu­da públi­ca espa­ño­la y exi­gien­do un 7%.

Aman­cio Orte­ga no ten­dría dere­cho a pagar el Sala­rio Míni­mo Inter­pro­fe­sio­nal y sal­tar­se todos los con­ve­nios colectivos.

Flo­ren­tino Pérez no le paga­ría 30.000 euros dia­rios a un fut­bo­lis­ta engreí­do para que lue­go enci­ma se bur­la­ra del pue­blo decla­rán­do­se “tris­te” por la baje­za de salario.

Shel­don Adel­son no ten­dría dere­cho a cons­truir un Euro­ve­gas des­de el que fomen­tar el pro­xe­ne­tis­mo como nego­cio y mode­lo de desa­rro­llo para nues­tro país.

Juan Car­los de Bor­bón, en lugar de cazar y via­jar, cobra­ría un sala­rio de obre­ro y no ten­dría dere­cho a pen­sión por no haber coti­za­do en su puñe­te­ra vida.

Aznar y Feli­pe Gon­zá­lez, en lugar de vivir a suel­do de mag­na­tes y mul­ti­na­cio­na­les, lim­pia­rían retre­tes y lle­va­rían un car­te­li­to col­ga­do del cue­llo para recor­dar su pasa­do de cri­mi­na­les de gue­rra en paí­ses como Yugos­la­via e Iraq.

La poli­cía no echa­ría a palos a las fami­lias tra­ba­ja­do­ras de sus casas, sino que echa­ría a palos a los espe­cu­la­do­res que inten­ta­ran echar de sus casas a las fami­lias trabajadoras.

La guar­dia civil no apa­lea­ría a los tra­ba­ja­do­res que pro­tes­tan por­que su empre­sa se sal­ta el Esta­tu­to de los Tra­ba­ja­do­res, sino que apa­lea­ría a todos los jefes que incum­plie­ran el Esta­tu­to de los Trabajadores.

Todo ello sería inso­por­ta­ble­men­te anti­de­mo­crá­ti­co. Vale la pena apre­tar­se el cin­tu­rón y sacri­fi­car­se para evitarlo.

¿Qué es la sani­dad públi­ca al lado de la insu­pe­ra­ble liber­tad de expre­sión que supo­ne el que los mul­ti­mi­llo­na­rios pue­dan mon­tar cana­les de tele­vi­sión para impo­ner su visión de las cosas?

¿Qué es la edu­ca­ción públi­ca al lado de Belén Este­ban chi­llan­do sobre los líos de alco­ba de algún tore­ro igual­men­te millonario?

¿Qué son el pleno empleo, los con­ve­nios colec­ti­vos o las pen­sio­nes públi­cas al lado de un lujo­so casino para lum­pen y depravados?

¿Quién podría no estar de acuer­do a renun­ciar a su empleo, su vivien­da, su sani­dad y su edu­ca­ción a cam­bio de la liber­tad de gri­tar como un gili­po­llas lo que quie­ras en mitad de la calle, aun­que nadie te escu­che por­que todos los cana­les de tele­vi­sión per­te­ne­cen a mul­ti­mi­llo­na­rios o depen­den de su financiación?

¿Quién no cam­bia­ría las pen­sio­nes de los ancia­nos y el bien­es­tar de la infan­cia por el gra­ti­fi­can­te hecho de cri­ti­car a los tira­nos más exó­ti­cos y ale­ja­dos de aquí, de los que poco o nada sabe­mos excep­tuan­do la pro­pa­gan­da de gue­rra de los des­en­te­rra­do­res de cadá­ve­res, olvi­dan­do a los tira­nos del Ibex-35 que nos aplas­tan aquí mis­mo y a noso­tros mismos?

¿Aca­so la liber­tad será, como bajo el socia­lis­mo (y hablo, por supues­to, del socia­lis­mo real, inclu­so con todas sus imper­fec­cio­nes y las crí­ti­cas que poda­mos hacer­le), tener ase­gu­ra­do el sus­ten­to mate­rial, la cul­tu­ra y el tiem­po libre para hacer ejer­ci­cio de ella?

¿No es aca­so mucho más demo­crá­ti­ca la liber­tad que goza­mos bajo el capi­ta­lis­mo, eli­gien­do entre asu­mir las mise­ra­bles con­di­cio­nes labo­ra­les del sec­tor ser­vi­cios o bien negar­se a acep­tar­las, con la con­si­guien­te (aun­que, eso sí, muy libre) muer­te de hambre?

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