¿Es posi­ble el socia­lis­mo?- Un grano de maiz

Alre­de­dor de esta pre­gun­ta gira la gran dis­cu­sión de la Revo­lu­ción , las dife­ren­tes res­pues­tas defi­nen los cam­pos ideo­ló­gi­cos. Veamos.

La pri­me­ra res­pues­ta ema­na de la ultra­de­re­cha, nos dice que el Socia­lis­mo es impo­si­ble, que no es cohe­ren­te con la con­di­ción natu­ral ‑egoís­ta- del humano. Esta posi­ción apa­re­ce en los momen­tos más agu­dos, ha caí­do en desuso por­que aho­ra los anti­so­cia­lis­tas son suti­les, más ladi­nos y tortuosos.

Des­pués encon­tra­mos el gru­po de las res­pues­tas obli­cuas, éstas no se enfren­tan cla­ra­men­te con la idea socia­lis­ta sino que la defor­man, la mani­pu­lan, dis­traen los pro­ce­sos, cuan­do hablan de Socia­lis­mo es impre­ci­so, aquí se encuentran:

La social­de­mo­cra­cia: popu­lis­tas des­ta­ca­dos, las elec­cio­nes bur­gue­sas son su terri­to­rio natu­ral, allí rei­nan en medio de la tri­via­li­dad y la estul­ti­cia, su pro­pues­ta es un capi­ta­lis­mo de ros­tro humano. Hace tiem­po se olvi­da­ron del socia­lis­mo aun­que con­ser­van cier­tas reli­quias, la inter­na­cio­nal, por ejemplo.

Los refor­mis­tas: su ofi­cio es la dis­trac­ción, el mareo, dicen que van al Socia­lis­mo pero poco a poco, hablan de una tran­si­ción que “pue­de durar siglos”, y una ten­den­cia que no tie­ne sen­ti­do, es como un saco don­de cabe todo, al final se debi­li­tan y ter­mi­nan dan­do el paso a gobier­nos fuer­tes, al fascismo.

Los defor­mis­tas: los más peli­gro­sos por­que son difí­ci­les de iden­ti­fi­car, se mime­ti­zan socia­lis­tas, pos­tu­lan que el socia­lis­mo es posi­ble pero lo defi­nen difu­sa­men­te. Sus accio­nes son errá­ti­cas, inven­tan for­mas que aten­tan con­tra la Pro­pie­dad Social de los Medios de Pro­duc­ción. Esta for­ma de pro­pie­dad es su enemi­ga jura­da, la Con­cien­cia del Deber Social los ate­rra, recha­zan la orga­ni­za­ción de la socie­dad. Defor­man la idea socia­lis­ta, la sus­ti­tu­yen por una suer­te de pseu­do­so­cia­lis­mo que, a la pri­me­ra bri­sa, se derrum­ba. Son inope­ran­tes, se sos­tie­nen sólo en sus pen­sa­mien­tos. Hacen mucho daño, son muy úti­les a la bur­gue­sía, dilu­yen las situa­cio­nes con posi­bi­li­da­des de cam­bio, las disi­pan en mil accio­nes que son como fue­gos arti­fi­cia­les, vis­to­sos, estruen­do­sos, pero sin nin­gún peli­gro para el sis­te­ma capitalista.

Los Revo­lu­cio­na­rios: Tie­nen la con­vic­ción de que el Socia­lis­mo no sólo es posi­ble, sino que ade­más de su cons­truc­ción depen­de la sobre­vi­ven­cia de la vida en el pla­ne­ta, sólo con él podrá el humano sus­ten­tar una rela­ción armó­ni­ca con la natu­ra­le­za. Acep­tan la nece­si­dad de una tran­si­ción pero esta debe tener un sen­ti­do, en ella el capi­ta­lis­mo, sus for­mas, sus rela­cio­nes, deben lan­gui­de­cer y el Socia­lis­mo, sus for­mas, deben for­ta­le­cer­se cada vez más. Con­si­de­ran la Con­cien­cia del Deber Social como la medi­da del éxi­to en la cons­truc­ción del Socia­lis­mo. Creen, jun­to a Fidel, que el deber de los Revo­lu­cio­na­rios es hacer la Revo­lu­ción , que siem­pre es posi­ble y no hay excu­sa para no hacerla.

Todo inten­to revo­lu­cio­na­rio, toda Revo­lu­ción es en el fon­do una lucha feroz con­tra los escép­ti­cos fren­te a la posi­bi­li­dad socia­lis­ta, los que con­fie­san su incre­du­li­dad y los que la ocul­tan con amba­ges. Defen­da­mos la exqui­si­ta opor­tu­ni­dad Socia­lis­ta que somos.

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