Del uso polí­ti­co de las catás­tro­fes…- Luis Brit­to Garcia

Quien tra­ta de sacar pro­ve­cho de un desas­tre ter­mi­na sufrien­do uno. Sobre toda cala­mi­dad revo­lo­tean tres espe­cies de zamu­ros que se ali­men­tan de la des­gra­cia ajena.

Quien tra­ta de sacar pro­ve­cho de un desas­tre ter­mi­na sufrien­do uno. Sobre toda cala­mi­dad revo­lo­tean tres espe­cies de zamu­ros que se ali­men­tan de la des­gra­cia aje­na. Los pro­fe­tas, como los fun­cio­na­rios de la emba­ja­da de Esta­dos Uni­dos que según infor­ma José Vicen­te ase­gu­ran a los encues­ta­do­res que los resul­ta­dos cam­bia­rán “a par­tir de la ocu­rren­cia de un even­to extra­or­di­na­rio”. Los sen­sa­cio­na­lis­tas que titu­lan “Amuay, cam­po de muer­te”. Los fes­te­jan­tes, como la alcal­de­sa Evelyn Tre­jo de Rosa­les: “Indu­da­ble­men­te les ten­go una bue­na noti­cia, explo­tó un ter­cer tan­que… se incen­dió un tan­que ayer…”¿En ver­dad es tan fácil capi­ta­li­zar el infor­tu­nio en Venezuela?

Vea­mos. El 6 de abril de 1964 el tan­que­ro Esso Mara­cai­bo cho­ca con­tra el Puen­te sobre el Lago, derri­ba una sec­ción y pro­vo­ca media dece­na de muer­tes. Ello para nada afec­tó al recién inau­gu­ra­do gobierno acción­de­mo­cra­tis­ta de Raúl Leoni.

Dolo­ro­sa catás­tro­fe fue el terre­mo­to de Cara­cas del 29 de julio de 1967, que cau­só 263 muer­tos y cer­ca de 2.000 heri­dos duran­te la con­me­mo­ra­ción del Cua­tri­cen­te­na­rio de la capi­tal. Muchas denun­cias hubo con­tra la rim­bom­ban­cia de los fes­te­jos y la ende­blez de edi­fi­cios cons­trui­dos sin res­pe­tar las nor­mas muni­ci­pa­les, pero ello tam­po­co afec­tó al gobierno de Leo­ni, cuyo par­ti­do per­dió las elec­cio­nes de ese año por haber­se divi­di­do tras des­co­no­cer al can­di­da­to Luis Bel­trán Prie­to Figue­roa, esco­gi­do en las primarias.

El 23 de diciem­bre de 1982 una explo­sión de tan­ques de com­bus­ti­ble en Tacoa se lle­vó 260 vidas, pero no fue este desas­tre el que deter­mi­nó la sali­da de la vida polí­ti­ca de Luis Herre­ra Cam­pins. El 18 de febre­ro de 1983 la deu­da públi­ca acu­mu­la­da por Acción Demo­crá­ti­ca y Copei y la fuga de divi­sas de 8.000 millo­nes de dóla­res aus­pi­cia­da por jerar­cas de ambos par­ti­dos ago­tó las reser­vas inter­na­cio­na­les, pre­ci­pi­tó la catás­tro­fe eco­nó­mi­ca y social del Vier­nes Negro y que­bró la esta­bi­li­dad del bolí­var. Tam­bién la del par­ti­do social cris­tiano, que no vol­vió a ganar una elec­ción nacional.

En febre­ro de 1989 Car­los Andrés Pérez entre­gó la sobe­ra­nía para apli­car un Paque­te neo­li­be­ral del Fon­do Mone­ta­rio Inter­na­cio­nal, des­ató sobre el país una tri­ple catás­tro­fe, social, eco­nó­mi­ca y polí­ti­ca y orde­nó las miles de muer­tes del Cara­ca­zo. Pérez ter­mi­nó encar­ce­la­do y Acción Demo­crá­ti­ca no vol­vió a ganar una elec­ción nacional.

El 28 de sep­tiem­bre de 1993 la meri­to­cra­cia de la pri­va­ti­za­da CANTV man­dó a una exca­va­do­ra a per­fo­rar sin exa­mi­nar por dón­de, has­ta que rom­pió la tube­ría de un gaso­duc­to cuya explo­sión cau­só 58 muer­tos y 70 heri­dos en la auto­pis­ta Coche-Teje­rías. Dicho desas­tre no lo pre­vió ni pre­vino la enton­ces meri­to­cra­cia de PDVSA, que con­tra todas las nor­mas colo­có el gaso­duc­to al bor­de de una auto­pis­ta y no hizo nada para dete­ner la exca­va­ción, públi­ca­men­te anun­cia­da y efec­tua­da a la vis­ta de todos. Pero el desas­tre no fue res­pon­sa­ble de la vir­tual des­apa­ri­ción de Acción Demo­crá­ti­ca, ya desahu­cia­da por la explo­sión del gaso­duc­to social del Caracazo.

En 1994 el con­ver­so neo­li­be­ral Rafael Cal­de­ra pre­si­dió una cri­sis ban­ca­ria, eco­nó­mi­ca y social que pro­vo­có el cie­rre de la ter­ce­ra par­te de las enti­da­des del país, des­fal­có a más de la mitad de los titu­la­res de cuen­tas ban­ca­rias y con­su­mió 6.500 millo­nes de dóla­res en auxi­lios finan­cie­ros, des­ca­la­bro pro­por­cio­nal­men­te más gra­ve que la actual cala­mi­dad finan­cie­ra de Esta­dos Uni­dos. En 1996 su gobierno, Fede­cá­ma­ras y la CTV des­en­ca­de­na­ron otra catás­tro­fe social al reti­rar las pres­ta­cio­nes labo­ra­les a los tra­ba­ja­do­res. Con­se­cuen­cias: Cal­de­ra y su recién inven­ta­do par­ti­do Con­ver­gen­cia des­apa­re­cie­ron para siem­pre de la vida política.

Se abrie­ron las puer­tas del dilu­vio sobre el lito­ral vene­zo­lano en diciem­bre de 1999, derra­man­do pre­ci­pi­ta­cio­nes de 440 milí­me­tros, arra­san­do sem­bra­díos y vivien­das y cau­san­do unos 16.000 muer­tos. El desas­tre para nada afec­tó el refe­ren­do para la apro­ba­ción de la Cons­ti­tu­ción con­vo­ca­do para el mis­mo día del ini­cio de las llu­vias, el cual fue gana­do con abru­ma­do­ra mayo­ría por los bolivarianos.

La opo­si­ción arro­ja sobre el pue­blo vene­zo­lano otra catás­tro­fe eco­nó­mi­ca y social entre diciem­bre de 2002 y febre­ro de 2003, cuan­do meri­tó­cra­tas de PDVSA inten­tan des­truir la indus­tria petro­le­ra median­te el aban­dono masi­vo de labo­res, el sabo­ta­je de las ins­ta­la­cio­nes y el borra­do de las memo­rias infor­má­ti­cas, mien­tras neo­li­be­ra­les de Fede­cá­ma­ras fuer­zan un cie­rre patro­nal y un cor­te de dis­tri­bu­ción de ali­men­tos para matar al pue­blo de ham­bre. La opo­si­ción sufre aplas­tan­te derro­ta en el refe­ren­do de 2004 y no vuel­ve a ganar una elec­ción nacio­nal en más de una déca­da, sal­vo el irri­so­rio triun­fo en el refe­ren­do con­tra una refor­ma cons­ti­tu­cio­nal que es apro­ba­da a la postre.

Se abren de nue­vo las puer­tas del dilu­vio en 2011, y dejan sin techo a unos cien mil com­pa­trio­tas. El gobierno los alo­ja a todos inclu­so en minis­te­rios y hote­les de lujo, cons­tru­ye vivien­das para la mayo­ría, y la lamen­ta­ble catás­tro­fe natu­ral redun­da en bene­fi­cio del pro­ce­so boli­va­riano por su pron­ta y huma­ni­ta­ria acción a favor de los damnificados.

Está por saber­se toda la ver­dad sobre el sos­pe­cho­so “even­to extra­or­di­na­rio” de la explo­sión de tan­ques de gas en Amuay. Pero la his­to­ria apor­ta dos cer­ti­dum­bres. Acci­den­te no mata gobierno. Gobierno se auto­sui­ci­da cuan­do sus meri­tó­cra­tas neo­li­be­ra­les des­atan cala­mi­da­des socia­les, eco­nó­mi­cas y polí­ti­cas sobre el pue­blo. A ver si la opo­si­ción apren­de por lo menos una.

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